Soy Claudia, tengo 43 años y físicamente soy robusta pero sin exceso de barriga, lo cual resalta mis grandes senos y trasero, de piel morena y vivo con mi marido, a quien amo, y mi hijo de 21 años que me resulta excitante.
Disfruto el sexo anal cuando está bien ajustado y el hombre puede dejarse llevar con embestidas salvajes sin temor a acabar dentro, mi marido... no le parece algo común y prefiere tener relaciones por vía vaginal.
Tengo juguetes eróticos para saciar mis ansias de anal cuando tengo oportunidad de usarlos; mi marido lo sabe y no objeta ver mi trasero dilatado. Con este contexto, les contaré mi relato.
Todo ocurrió un fin de semana común por la mañana; mi marido había salido a trabajar y mi hijo estaba en casa. Yo estaba limpiando un poco llevando un vestido largo que marcaba mi figura de la cintura hacia arriba, destacando también mi trasero con una falda suelta. Mi hijo salió de su habitación en boxers y me saludó con un beso en la mejilla y un abrazo. Por su olor a sudor y el ruido de la noche anterior, supe que había estado viendo pornografía.
No me molesta que vea porno, sé que es una manera de liberar estrés; simplemente suele hacer mucho ruido al hacerlo. Tras el saludo de siempre, esta vez me abrazó por detrás con sus manos rodeando mi cintura, dejándose caer para arquear mi espalda y resaltar mi trasero. Sentí cómo se frotaba contra mí con su erección rozando mis nalgas.
Le pedí que se detuviera, pero en vez de eso continuó frotándose y tiró de las tiras de mis bragas por encima de mi ropa, apretando mis aberturas. Emití un pequeño gemido y, con sus manos en mi cintura, subió rápidamente para apretar con fuerza mis senos, diciéndome al oído: "Mami, estás muy atractiva, quiero verte desnuda". Después de eso, me besó en la boca y me dio una fuerte nalgada. Estaba molesta por ello, pero al mismo tiempo sentía una tensión placentera en mi entrepierna y veía su erección a través de sus boxers.
Lo mandé a ordenar su habitación, se fue y me quedé reflexionando sobre cómo se había comportado. Llevaba un tiempo sin novia, así que imaginé que al no tener relaciones con una mujer, sus deseos por mí aumentarían y, sobre todo, al centrar su mayor búsqueda de pornografía en la temática madre-hijo. En ese momento, tuve pequeñas fantasías que rápidamente aparté de mi mente.
Intenté seguir limpiando, pero mis bragas metidas en mi trasero me apretaban demasiado. Decidí ir a cambiarme y, en mi habitación, al quitarme el vestido y al bajar mis bragas, observé que estaban húmedas por mi excitación. Me toqué un poco para comprobar mi nivel de humedad, pero mis dedos actuaron por sí solos, y comencé a masturbarme. Las fantasías regresaron hasta que no pude contenerme más y, entre gemidos, pronuncié su nombre.
Fue un grito intenso y mi hijo vino corriendo a mi habitación. Al entrar, se quedó unos segundos inmóvil mirándome. Se acercó, sacó mis dedos de mi área genital, vi cómo se los llevaba a la boca y se quitaba los boxers. Cuando mostró su miembro, me puse nerviosa y lo tomé para masturbarlo, siendo más alto que yo, alzó mi cabeza y me besó apasionadamente. Tras separarnos del beso, solo le dije: "No le digas nada a tu padre, ¿de acuerdo?".
Asintió con la cabeza y comenzó a acariciar todo mi cuerpo sin descanso, separó mis nalgas y, frente al espejo, observó el reflejo de mis aberturas y en especial mi ano que se movía con intensidad. Me abrazó y nos recostamos en mi cama; seguía estimulando su miembro mientras él deslizaba sus dedos para acariciar mi zona íntima. Cada vez que alzaba la vista, me ruborizaba al ver a mi hijo, pero con la forma en que me tocaba, parecía más un amante que mi propio hijo.
Me puso boca arriba y me dijo que quería penetrarme. Me aparté un momento, saqué un lubricante que utilizaba con mis. . .
Juguetes anales se vaciaban sobre su pene, empezó a rozar mi vagina, le permití que lo hiciera un poco, pero cuando sentí que iba a penetrar, tapé mi agujero con la mano y le expliqué la situación. Lo vi algo desanimado, hasta que subí más mis piernas, dejando al descubierto mi ano y le dije "pero puedes hacerlo aquí", mientras lo acariciaba con mi dedo.
Se ruborizó y su pene volvió a palpitar, tomó lubricante y lo vació en mi trasero, introduciendo dos dedos que comenzó a mover. Esto me excitó y, al ver mi expresión, él empezó a jugar con mi trasero hasta dilatarlo lo suficiente. Retiró los dedos, me dio unas palmadas en las nalgas, me excitaba que mi hijo me tratara de esa manera.
Llevó su pene a mi ano y empujó, lo recibí sin dificultad y desde el principio comencé a gemir. Él veía mi rostro excitado mientras yo observaba el suyo con lujuria. Nunca antes me habían penetrado analmente, por lo que mi trasero estaba apretado, aun así él empujó hasta introducirlo por completo, grité de placer y él me besó interrumpiendo mi gemido.
Me sentía muy bien al tener finalmente un pene real en mi trasero, al igual que mi hijo, quien soltaba pequeños gemidos cada vez que se movía en mi apretado trasero. Con cada movimiento, mi trasero se relajaba un poco más y sus embestidas eran más intensas, mientras él jugaba con mis voluminosos senos y mis brazos reposaban sobre mi cabeza, totalmente entregada a él.
Cerró mis piernas y me giró de lado, moviéndose mucho más rápido que antes. Intenté abrir mis nalgas con una mano, pero él la apartó y me dio fuertes palmadas en las nalgas. Le pedí que no lo hiciera tantas veces, pero me ignoró y lo hizo más rápido, mientras yo apretaba mi trasero con las palmadas. Subió para besarme, me agarró la barbilla y me dijo "eres una zorra, mami", retomando sus movimientos mientras yo asentía con la cabeza.
Incluso levantó mi brazo y comenzó a lamer y besar hasta llegar a mi axila, bajó un poco lamiendo el costado de uno de mis senos y sacó su pene para ponerme boca arriba con el ano expuesto. Utilizó un poco más de lubricante y lo introdujo nuevamente con su rostro frente al mío, dándome un beso lleno de lujuria. Ver a mi hijo frente a mí con la expresión excitada y usándome como un objeto sexual me llevó al límite, elevé más mis piernas y lo abracé con ellas, diciendo dulce pero excitadamente "termina dentro de mí", para luego darle un beso en la mejilla.
Al escuchar eso, me abrazó fuerte y sus embestidas fueron salvajes, lo abracé sintiendo su cuerpo chocar con el mío, especialmente en la zona de mi vagina, lo que me llevó a un orgasmo inmediato junto con un chorro que empapó la cama. Nos besamos de nuevo y, entre gemidos, su pene empezó a vaciar su semen dentro de mi trasero sin descanso. Nos separamos del beso, cada uno jadeando en el oído del otro, se levantó y besó mis senos. Sacó su pene viendo mi ano muy dilatado y con el semen dentro, mientras me acariciaba suavemente con sus dedos. Se acostó a mi lado y lo abracé fuerte, permanecimos juntos un rato descansando, luego limpiamos todo y cuando mi esposo llegó, todo parecía normal.
Por supuesto, lo hicimos más veces, tantas que se convirtió en una rutina. A veces por la tarde tenía relaciones sexuales anales con mi hijo y por la noche, si quería, sexo vaginal con mi esposo. Disfruto mucho de mi vida sexual ahora, aunque sé que a mi hijo le gustaría probar mi vagina. ¿Debo permitírselo? Espero sus respuestas, gracias por leer.
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