Gracias a mi padrastro pude tener relaciones con mi mamá


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Hola, mi nombre es Julio y tengo 25 años, ahora les contaré cómo logré tener intimidad con mi madre, espero que les guste.

El nombre de mi madre es Dalia, tiene 45 años, mide 160 cm, su figura es normal, posee senos medianos, pero lo que más atrae a los hombres son sus nalgas, la verdad es que mi madre tiene un trasero muy atractivo que logra despertar el interés de muchos, tanto así que se ha juntado en tres ocasiones porque, según lo que sé, ha satisfecho muy bien a esos chicos.

Mi padrastro se llama Federico, tiene 38 años y es más joven que mi madre, mide 170 cm y tiene una complexión intermedia, según mi madre es atractivo.

Vivimos en el ejido Plan de Ayala, en el municipio de Huehuetán, Chiapas.

Todo comenzó hace un tiempo, yo tenía 23 años y mi madre 43. Ya sabía que estaba saliendo con Federico y, al enterarme de su relación, me enojé bastante porque no me agradaba la idea de que mi madre tuviera una pareja, aunque en realidad no tenía una razón clara para sentirme así. No me gustaba la idea de tener un padrastro o que otra persona viviera con nosotros. Por cierto, soy el único hijo de mi madre después de mí y, dado que mi padre la abandonó, se sometió a una histerectomía para poder disfrutar de los fines adentro.

Volviendo al tema, ese tipo, simplemente por ser el novio de mi madre, me caía mal. Cuando mi madre me dijo lo siguiente:

Mamá: Julio, no quiero que te enojes conmigo o que amargues tu vida como siempre haces cada vez que comienzo una nueva relación. Voy a vivir con Federico, mañana se mudará con nosotros y no quiero que muestres mala cara o seas grosero, ni siquiera lo saludes. No te pido mucho, solo que te comportes como el joven maduro que eres. Tienes 23 años y ya entiendes las cosas, ya no eres un niño.

Yo: Mamá, por favor, no otra vez.

Esa fue mi única respuesta, con una expresión de decepción y enojo al mismo tiempo.

En fin, mi madre ya había tomado la decisión, pensé que no había nada que hacer. En mi habitación, pensé en muchas cosas. Ya sabía que estaban teniendo relaciones, sabía que iban a hoteles para eso. Mis celos se debían a eso, ya que también deseaba el cuerpo de mi madre. A mí también me gustaba su cuerpo, su trasero, su parte íntima, sus senos. Mi madre tiene una piel clara, labios delgados y una boca pequeña, en fin, es una mujer muy hermosa. Claro que me había masturbado muchas veces pensando en ella, oliendo sus panties. Me preguntaba si algún día podría tener intimidad con ella, aunque también pensaba que era solo una fantasía morbosa mía que me volvía loco. Sin embargo, tampoco estaba dispuesto a actuar en consecuencia.

Al día siguiente, al mediodía, llegó Federico. Estaba en el sofá viendo televisión cuando entró con sus maletas. Me saludó desde la puerta y ni siquiera lo miré. Mi madre lo recibió y lo llevó a su habitación para que se instalara. Durante el día, no pasó nada fuera de la actividad de instalación. Por la noche, los tres estábamos cenando. Como no le dirigía la palabra a Federico, él, muy respetuoso, no quería incomodarme y tampoco me hablaba. Esa noche, mi madre ya estaba vistiendo su ropa de dormir, ya que en el sur hace mucho calor. Llevaba un minishort muy corto que marcaba el borde de la panty que traía puesta y una camiseta sin sostén.

De vez en cuando, disimuladamente por la presencia de Federico, miraba a mi madre cuando daba la espalda. Me gustaba observar su trasero con ese short, algo que no solía usar a menudo fuera de su habitación. Si bien se vestía así solo para dormir y cuando salía de su cuarto, se ponía algo que la cubriera más. Creo que no le gustaba que la mirara de manera morbosa, porque sabía que yo tenía esa tendencia. Miraba el trasero de mi madre disimuladamente y pensaba que ahora estarían teniendo relaciones toda la noche sin parar, mientras yo solo me sentía impotente.

Masturbándome en mi habitación pensando en el sexo de mi mamá y otro individuo se la estará penetrando hasta por el trasero.

Posteriormente, alrededor de las 10 de la noche, comencé a percibir sonidos provenientes de la cama de mi madre, al principio de forma leve y gradual como si tratara de ocultarlos para que yo no los escuchara, sin embargo, yo estaba alerta. Recostado en mi cama con mi miembro completamente erecto, imaginaba cómo la estaría penetrando, deseando ser yo quien estuviera compartiendo ese momento con ella.

Decidí salir de la habitación para escuchar con mayor claridad los gemidos de mi madre, confirmando que efectivamente se quejaba suavemente y de manera pausada. Escuché con detenimiento cada detalle, deduciendo que había consumado su acto hasta la última gota, absorbiendo cada gota de semen y dejándose penetrar por donde fuese posible. Ese individuo realmente la había disfrutado al límite, y mi madre, alrededor de las 3 de la madrugada, pensando que yo ya estaba profundamente dormido, incrementaba sus suspiros. En ese momento, me masturbé repetidas veces.

Así transcurrieron los días, sin cruzar palabra con Federico. La situación se mantenía inalterada, y cada vez que tenía la oportunidad, contemplaba furtivamente las nalgas de mi madre. Hasta que un día, estando solos Federico y yo, ya que mi madre se encontraba en una reunión del ejido, él se atrevió a expresarme lo siguiente.

Federico: "Oye Julio, quiero comentarte algo. No lo tomes a mal, hablaré de hombre a hombre y deseo que seas sincero. Quiero que entiendas que lo que hablemos tú y yo quedará entre nosotros, palabra de hombre."

A partir de ese momento, comencé a confiar en él. Sabía que era una buena persona, a pesar de que siempre me había mostrado de manera descortés con las parejas de mi madre. Quizás Federico podría convertirse en un buen amigo, aunque debía ganárselo. Nunca imaginé cómo sucederían los acontecimientos que a continuación relataré.

Yo: "Adelante, dime qué ocurre."

Federico: "He notado cómo a veces miras el trasero de tu madre. No te culpo ni te juzgo en absoluto. Tu madre es muy atractiva, posee un cuerpo hermoso, especialmente cuando utiliza shorts cortos, faldas ajustadas o vestidos diminutos y ceñidos. No niegues que la observas pensando que yo no me doy cuenta, porque te he visto hacerlo en repetidas ocasiones."

Yo: "Ehm, no sé qué decir, Federico."

Federico: "Dime una cosa, Julio. Sé honesto conmigo y confía en que nuestra conversación no saldrá de aquí. ¿Admiras como hombre el cuerpo de tu madre?"

Yo: "La verdad es que sí. Me siento avergonzado y apenado, pero sí, como hombre también me atrae el cuerpo de mi madre."

Federico: "Dime algo más, Julio. Y dependiendo de tu respuesta, nuestra relación como familia podría cambiar, ya que me considero parte de tu familia en este momento. Pero, necesito que me digas si únicamente admiras su figura o si también deseas tener intimidad con ella, si realmente anhelas estar con ella."

Con una expresión asustada y avergonzada, respondí:

Yo: "La verdad, Federico, a veces desearía ser yo quien comparta las noches con ella."

Federico: "Lo imagino. Pero no te preocupes, no sientas vergüenza ni pena. Tu madre es realmente deseable para pasar noches placenteras, y cualquier hijo en tu situación sentiría lo mismo. Así que, no te mortifiques."

Yo: "Entiendo, gracias."

Federico: "Dime algo más, si logro convencer a tu madre para que se entregue a ti, ¿te animarías o darías marcha atrás en el momento en que ella esté desnuda frente a ti? Porque una vez la convenza, ten por seguro que lo haré."

Yo: "Bueno, sí, definitivamente estaría con ella. Aunque, sinceramente, dudo que logres convencerla. Mi madre es muy reservada en ese aspecto. Sé que disfruta de la intimidad, razón por la cual ha tenido varias parejas. No creo que acepte. Si quieres seguir siendo el destinatario de sus noches, mejor no le digas nada y olvidemos este tema."

Federico: "Deja en mis manos la tarea de convencerla. Yo sabré cómo hacerlo, aunque pueda llevarme tiempo, tal vez meses. No pierdas la esperanza. Pero ten por seguro que, si lo consigo, estarás con ella."

"Entendido", le respondí, estrechamos las manos y nos miramos cómplices.

Si deseas conocer qué ocurrió después, escríbelo en los comentarios. ¡Déjalos en abundancia para motivarme a continuar escribiendo esta excitante historia, la cual aún tiene mucho por develar! Les narraré cómo logró convencerla.

Continuará...

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