Jackie expresó a Maithe los dilemas que enfrentaba con su esposo, quien tenía problemas de alcoholismo y llevaban seis meses sin intimar. La situación se volvía cada vez más crítica, añoraba los afectos de su marido (su única pareja) y no sabía cómo resolver la situación. Maithe observó su desesperación y la consoló en la medida de lo posible. Por el momento, todo quedó así.
Una semana después, Maithe reveló que había hallado la solución para Jackie. Al preguntarle cuál era, respondió seriamente: "La solución eres tú". En ese instante, no entendí lo que quería decir, pero ella señaló que más allá de caricias, Jackie necesitaba ser poseída de forma plena y volver a sentirse satisfecha, y dado que entre nosotros existía una relación de amigos con beneficios completamente abierta, planeaba proponerle que un amigo cercano le ayudara a liberar tensiones de manera discreta y confidencial.
Aunque la idea me pareció extraña, ya que Jackie es atractiva y tiene un cuerpo que me resulta atractivo, dado que he estado involucrado con Maithe por un tiempo, no esperaba que me "recomendara" para tales favores. Además, recordé que Jackie era una mujer de fe y yo, como suele decirse, prefiero evitar situaciones comprometedoras. Aunque admito que, por su perfil, me resultaba intrigante la idea de seducir a una mujer aparentemente devota, algo que no compartí con Maithe.
- No bromees Maithe, ¿realmente estaría interesada? Se ve tan recatada.
- La invitaré a mi casa, le ofreceré un vino y luego aparecerás tú. Con una expresión angelical, agregó: Dependerá de ti la felicidad de mi amiga.
-jajaja, Maithe, no seas complicada. No será fácil. Aunque desee algo así, es probable que se asuste al primer intento y huya despavorida.
- Déjamelo a mí. Te avisaré para que llegues un poco más tarde, después de que hayamos tomado algunas copas de vino para que se relaje. Y no me falles, que te estoy ofreciendo esa oportunidad de oro.
- Claro, ¿cómo rechazar esa oportunidad?
En definitiva, días más tarde Maithe y Jacqueline se reunieron nuevamente, y Maithe le propuso encontrarnos con un amigo, Paco, para pasar un buen rato, pero Jackie declinó la invitación, argumentando que le daba vergüenza por conocerme. A pesar de conocerme poco, no deseaba que me viera en situaciones informales. Ante esto, Maithe aseguró que solo sería una cena y unas copas para que se sintiera cómoda... y si se sentía a gusto, al menos la pasaríamos bien, lo cual finalmente aceptó. No creía realmente que Jackie sería capaz de engañar a su esposo. Para mí era algo inimaginable, pero terminó aceptando la propuesta de Maithe, quien me llamó al día siguiente.
- Paco, nos vemos a las ocho y tú llegas a las nueve. Su marido está de viaje y regresa mañana, así que tenemos tiempo.
- Por supuesto, allí estaré para disfrutar ese momento. Pero si algo sale mal y Jackie se arrepiente, tú serás la responsable de cualquier inconveniente, y mi decepción será para ti.
- ¡Oh, qué sacrificio! Como si no disfrutaras estar conmigo... además, sé que quieres esta oportunidad. He visto cómo miras a Jackie cuando pasa y ahora pones condiciones. Aunque quiero presenciar cómo rompes su fachada, acepto.
- Jajaja. Bueno, pero también existe el riesgo. ¡Vamos a ver qué ocurre!
Que regrese muy enojada y en el último momento decida contarle al marido engañado, quien luego querrá pelear conmigo y terminaremos perdiendo la amistad.
Al final, acordaron que sería mejor ir a mi apartamento al día siguiente después de almorzar, aprovechando que su esposo saldría del trabajo y Jackie no tendría que explicar por qué llegaba tarde.
- Dile que se depile la entrepierna, que la deje como la de un bebé recién nacido. Maithe me comentó que lo haría, pero que si su marido lo notaba, ¿qué excusa podría darle Jackie para tener su zona íntima depilada? Le respondí que no sabía, a mí no me atrae una entrepierna peluda, pero en este caso, con muchas ganas de disfrutar oralmente de Jackie, me excitaba más si la tenía completamente depilada. No es que tenga tendencias pedófilas, pero por lo terso que estaba, tenía la sensación de que me iba a acostar con una jovencita. Vamos, convéncela... dile que es más higiénico, no sé.
Al día siguiente llegaron al apartamento alrededor de las 7 de la tarde. Jackie lucía un atuendo muy formal, con una falda que llegaba un poco debajo de la rodilla y una blusa oscura con botones, mientras que Maithe llevaba una minifalda y una blusa semi-transparente que dejaba entrever un escote generoso. Nos sentamos en la sala, ellas en un sofá y yo en un sillón frente a ellas. Saqué algunos aperitivos mientras Maithe ponía música y servía un vino que tenía preparado en el refrigerador. Jackie bromeaba, pero se notaba que estaba algo tensa, sentada justo en frente de mí con las rodillas juntas y la falda cubriéndolas. Después de una botella de vino y algunos bocadillos, empecé a bailar con Maithe y le comenté discretamente sobre su amiga, parecía un poco reacia.
- Dice que quiere divertirse, pero le da vergüenza contigo... bailemos de forma sensual y la invitamos, a ver si se anima.
- Bueno, comencemos... y empezamos a bailar suavemente. Yo, aparentando no querer, la tomaba de la cintura y le acariciaba las nalgas, apretándolas, mientras ella me hacía lo mismo, incluso rozando mi miembro erecto y mirando a Jacqueline, quien observaba detenidamente, aunque al ver que la miraba, apartaba la vista avergonzada. Le pedí mi copa de vino y de inmediato se acercó a dármela. En ese momento, pude notar en sus ojos el deseo, pero también las ganas de ser dominada, quizás para no sentirse tan culpable. La atraje hacia nosotros para bailar los tres, y aunque parecía aceptarlo, la música terminó. La conduje al sofá y me senté frente a ella, sabiendo que le había contado a mi amiga que si quería, ella miraba sorprendida, pero no me equivoqué, era sumisa. Después de unos segundos, subió su falda hasta la mitad del muslo y abrió ligeramente las piernas.
- Te pedí que abrieras bien las piernas. Le dije asumiendo un tono dominante.
- Oye... así no soy, soy una mujer casada y respetable.
- ¡Haz lo que te digo!
Después de esperar unos segundos, finalmente separó las piernas como yo quería. Desde mi posición, podía ver claramente el interior de sus muslos y una braguita blanca que dejaba ver una entrepierna totalmente depilada, tal como Maithe le había sugerido. Sus labios externos eran prominentes y se cerraban completamente, dejando apenas entrever la típica hendidura de las adolescentes. Jackie sabía que la vista que tenía de sus piernas era perfecta y casi susurrando me preguntó: ¿Así? A lo que respondí: Sí, así es como quiero.
La situación comenzaba a gustarme, al igual que a Maithe, quien se acercó y le susurró al oído: relájate amiga, la pasaremos bien. Este tipo es garantía. En ese momento, me di cuenta de que la situación prometía y quería ver hasta dónde llegaba su sumisión. Mirándola descaradamente entre sus muslos, le dije. Quiero que pienses qué diría tu marido si te viera.
observando en este momento. Mientras estás con las piernas separadas, mostrándome tu vagina afeitada. Dime, ¿a cuántos hombres les has enseñado esa vagina jugosa que posees? Contestame.
Al recordar a su esposo se puso rígida e intentó cerrar las piernas, pero le exigí que las mantuviera abiertas. Le dije que no le había dado permiso para cerrarlas y comenzó a hablar diciendo que ella no era ninguna prostituta y que nunca había estado con ningún hombre aparte de su esposo. Manifestó sentir vergüenza porque nunca ningún hombre la había visto en esa situación. Y que su marido desconocía que estaba con nosotros.
- No te hagas la desentendida, seguramente has fantaseado con que venga un hombre y te penetre y te quite las ansias que tienes.
- Pero... estás equivocado, yo soy una mujer decente...
- Pues hoy vas a ser mi amante y voy a poseerte muy intensamente, te voy a penetrar por todas partes y te va a encantar, seguirás deseando y voy a tomarte tantas veces como desee. Ella me miraba sorprendida, pero a la vez se le notaba una chispa traviesa en los ojos.
Llamé a Maithe y le desabroché el sostén para chuparle los senos mientras le indiqué a Jackie que subiera la falda y se colocara frente a nosotros para observar.
Maithe me acariciaba el pene y me susurró al oído... –eres un pervertido, se nota que le está gustando... y yo simplemente sonreí, me saqué el pene y le pedí a Maithe que es una experta en sexo oral, que me diera placer mientras le decía a Jackie.
- Ahora abre ampliamente las piernas y baja la braga. Ella, observando detenidamente la excitante felación que me hacía Maithe, se mordió el labio inferior y las abrió lo máximo posible y tímidamente me mostró una vagina húmeda revelando lo ardiente que estaba en ese momento. Tomándola de las manos la acerqué hacia mí y le di un beso apasionado, lujurioso y le apreté los senos, algo que la sorprendió, pero en su mirada se podía ver que le agradó. La conduje al sofá sin dejar de besarnos y mientras Maithe permanecía arrodillada, continuaba dándome sexo oral. Quiero ver tu vagina tal como estás de pie. Ella se despojó de la falda dejando al descubierto unas nalgas y unas piernas deliciosas. Comencé a acariciarle la entrepierna con firmeza y mientras lo hacía ella cerró los ojos y empezó a gemir entre molestia y excitación al sentirse tocada de forma morbosa mientras su amiga seguía aferrada a mi miembro como un becerro.
Me senté en el sofá y la coloqué sobre mi rostro, aparté su braga y aspiré su fragancia de mujer excitada. Al tener las piernas abiertas, los labios externos también se habían abierto y a través de ellos se apreciaban los pequeños repliegues de sus labios menores. Estos recorrían su clítoris en toda su extensión desde la funda que en esa postura se le veía cubierto hasta la entrada de su vagina, en resumen, tenía una vagina apetecible. Permanecí unos instantes contemplándola. Ya me imaginaba que Jackie poseía entre las piernas una vulva así. Me dieron ganas de saborearla, entonces empecé a acariciarla, a introducirle los dedos entre sus pliegues y a recorrerle la vagina con la lengua de manera lateral. Quería que ella me suplicara por sexo y ella se retorcía sintiendo las caricias de mi boca en su cavidad inferior.
Mientras estaba tendido practicándole sexo oral a Jackie, me percaté de que Maithe me había soltado el pene y se había montado para penetrarse ella misma mientras se inclinaba hacia los lados intentando ver la expresión de su amiga al mismo tiempo que le acariciaba el cuello y lo besaba. La observé y le pregunté si deseaba observar mejor lo que estaba ocurriendo. Ella respondió afirmativamente. Entonces, dirigiéndome a Jackie le expresé. - Da la vuelta como estás para que Maithe aprecie cómo te practico sexo oral. Tras dudar un instante, se giró dándome la espalda pero con sus piernas por fuera de las mías. Maithe, al observar su vagina depilada, me preguntó si me gustaba. A lo que respondí que su flujo era delicioso y me encantaba cómo tenía una vagina juvenil. Que así
Esto era justo lo que me gustaba.
Maithe lo observó por un momento y me dijo: - Cuando te canses, también quiero probarlo. Nunca he hecho sexo oral y qué mejor que con mi amiga putita, tiene buena pinta y me provoca. Esta chica se está transformando y va a ser bien follada aquí, Estoy ansiosa por ver su reacción cuando estemos con el cornudo de su marido.
- No, también quiero follarte a ti, zorra.
- Pero primero la penetras hasta que se canse, y luego me haces sexo oral, sabes que me encanta cómo lo haces. Te vamos a follar y te vamos a dejar exhausto.
- No importa si me dejas seco, con tal de disfrutar de esas dos conchas, soy capaz de ir al infierno.
Jackie no podía creer lo que escuchaba, tal vez pensaba que solo tendría sexo conmigo una vez y ahora escuchaba a su amiga proponiendo una orgía en la que estaría con otra mujer, y hablando sobre el infierno, por lo que volvió a mostrar una expresión de preocupación y Maithe la reprendió.
- Vamos, deja de hacerte la tonta, ¿no estás disfrutando del sexo oral? Este chico es un experto en eso. Y espera a sentir su pene como yo lo estoy sintiendo ahora, te correrás más veces de las que lo has hecho en toda tu vida de casada con tu marido.
Maithe seguía mirando su intimidad y me dijo: - mírala, parece preocupada, pero no cierra las piernas y está excitada. Ya tiene la vagina roja de tanto sexo oral. Solo de verla dan ganas de quitársela y sentarse en tu boca. Solo de pensar en cómo la vas a penetrar, ya tienes la boca bien mojada.
Aunque disfrutaba mucho teniendo sexo con Maithe, no quería acabar todavía, así que me levanté y miré a Jackie, quien parecía muy excitada. - Estás deseando tener mi pene dentro de ti, ¿verdad? Ella me miró y respondió tímidamente.
- Sí
- ¿Sí qué?
- Sí, quiero.
- Pídemelo correctamente
- Sí, deseo que me folles... me daba vergüenza pero ya me convencieron, haz lo que quieras conmigo, pero comienza por favor, introdúcemelo como se lo estás haciendo a Maithe.
Al escucharla decir esas palabras, no podía creer lo que estaba escuchando. Jacqueline, la recatada que nunca había tenido relaciones sexuales, estaba completamente sumisa. Nunca hubiera imaginado escuchar a Jackie pedir ser penetrada, que necesitaba un pene. Era asombroso. Mirándola, le dije: Te voy a follar intensamente, pero quítate toda la ropa, quiero ver tus pechos.
Ufff, tenía unos senos grandes, pesados, pero bien formados, con una areola amplia y rosada, perfectos para lamer durante horas. La ropa que llevaba no dejaba ver ese par de senos deliciosos
- Oh perra... tienes unos pechos deliciosos, dignos de ser mimados, dijo Maithe. Tengo ganas de agarrarlos y apretarlos hasta que te duela, chuparlos con fuerza, dejarte marcas.
- Date la vuelta, le dije. Y pude ver que su entrepierna estaba húmeda de la excitación que le provocaba la morbosidad de sus amigos, algo que nunca había visto ni escuchado en los encuentros con las damas de la vela perpetua.
Jackie se dio cuenta de lo mucho que ansiaba ser poseída, de lo caliente que estaba por la situación tan sucia en la que la había metido su amiga, estaba llena de morbo. Le gustaba lo que estaba sucediendo. Disfrutaba sintiéndose como una mujer fácil. Que la trataran como un objeto sexual. Necesitaba liberarse de todos esos prejuicios y disfrutar plenamente del sexo.
Así, la empujé hacia delante estando de espaldas y comencé a desvestirme por completo. Ella miró hacia atrás para ver lo que yo hacía y le di una palmada en el trasero al decirle: Ponte a cuatro patas, puta. Una vez desnudo, le dije: Voltéate. Al girarse, al estar a cuatro patas, mi pene totalmente erecto quedó frente a su rostro. Lo miró y dijo...
Es hermosa... quizás excitante, diferente a la de mi esposo, la tomó y aspiró el olor a pene, a testículos, a sudor, a masculinidad, a macho y se sintió embriagada.
Yo permanecí en silencio disfrutando su expresión al oler mi miembro e imaginando lo que esa mujer sentiría al tenerlo dentro, me habría gustado saber qué pasaba por su mente. Mientras reflexionaba sobre eso, vi que Maithe le estaba realizando sexo oral. Jackie con su mano derecha me apretó el pene. Su respiración ya no era normal. Respiraba más rápido y fuerte que antes. Viéndola de esa manera le dije: "mastúrbamela y luego cómemela, puta."
Soportando los temblores causados por la lengua de su amiga, tomó mi pene y estuvo masturbándome por un rato, se detenía para mirarlo y mientras lo estimulaba movía sus caderas al compás del movimiento de su mano. Pasado ese tiempo le dije: ¡ahora cómemela perra! Quiero que me la chupes como si fuera la última vez que tendrás un pene en tu vida. Ella me miró y me dijo.
- No sé cómo hacerlo. Nunca le he practicado sexo oral a nadie.
- Se llama pene... miembro viril, falo, órgano, como quieras, pero cómemela... y observé cómo, al escuchar mis palabras vulgares, poco a poco su rostro se iluminaba, se estaba liberando y le gustaba sentirse sucia, obscena, escuchar las palabras perra, puta, oír la palabra “pene” y otras aún más crudas, cuando de su marido lo más que había escuchado era “miembro”, “cosita”, “falo”. Estaba excitada y sentía desprecio por la mediocridad de su esposo.
"Nunca le he hecho sexo oral... a nadie (y se estremeció al decirlo)... pero tengo curiosidad por aprender."
No me imaginaba que Jackie fuera inexperta en el sexo oral y estaba ansioso por introducírselo hasta la garganta...
- ¿Quieres decir que tu esposo nunca te ha pedido que le hagas sexo oral... qué ingenuo.
- No, ni a mi esposo ni a nadie.
-Bueno, ahora vas a chuparme mi pene a fondo. Humedece tus labios y abre la boca. Te voy a enseñar, te aseguro que cuando regreses con tu esposo sabrás complacerlo como una auténtica experta, a ver si así se le quita lo ingenuo.
Ella humedeció sus labios. Abrió la boca, se acercó por sí misma y se lo introdujo en la boca. Se lo metió hasta la cabeza y un poco más. Pero no se movía. Realmente no sabía cómo hacer sexo oral. Tomé su cabeza con mis manos y comencé a guiarlo suavemente hacia arriba y hacia abajo.
- Tu amiga es una experta en sexo oral. Ven Maithe, explícale cómo hacer sexo oral adecuadamente.
- No uses los dientes, y no se trata de simular penetración como si estuvieras en tu vagina, que no es lo mismo. Chupe como si fuera un dulce, succiónalo, recórrelo con la lengua mientras esté dentro y siéntelo en tu boca, muévelo como si fuera un caramelo grande, pero sin usar los dientes, disfrútalo y verás lo bien que lo haces.
Mientras ella seguía las indicaciones, yo lo introducía y retiraba lentamente para que sintiera la sensación de un pene entrando y saliendo, cómo su boca era penetrada mientras ella acariciaba mis testículos. Después de un rato le dije. -Ahora lo harás sola. Vas a chupármela tú sola putita. Demuéstrame tus habilidades en el sexo oral. Y así lo hizo. Comenzó a sincronizar el movimiento ascendente y descendente de su mano en mi pene con el de su boca introduciéndolo y sacándolo con un ritmo lento... pero delicioso. Cuando lo tenía adentro lo succionaba y acariciaba la punta con la lengua y al sacarlo me miraba y retiraba la saliva que caía de la cabeza, luego descendía a los testículos, los olía, los lamía y regresaba al tronco. Durante todo esto, sus caderas se movían al mismo ritmo. No podía creerlo, pero lo estaba haciendo maravillosamente, era una experta en sexo oral. En cinco minutos había aprendido a complacer y manipular un pene como toda una experta.
En ese momento olvidé que Maithe estaba observando y viendo cómo su...amiga me estaba haciendo una deliciosa felación. Cuando no miraba mi pene entrar y salir de la boca de su amiga, observaba cómo disfrutaba el sexo oral. Así que le comenté - ¡uf, nuestra amiga tiene un talento natural para esto... casi tanto como tú.
Con ojos llenos de deseo, me respondió: sí, me estoy dando cuenta y me está dando envidia, maldita Jackie, sabía que eras toda una experta en esto.
- No tienes nada que envidiar -le dije- aún no he encontrado a nadie que te supere, pero no hay problema, para ambas hay, acércate y hazlo también, que eres una profesional en esto (y es cierto, Maithe sabe realizar sexo oral como nadie, es una experta que además disfruta de tragarse el semen).
Sin dudarlo, se puso de rodillas detrás de su amiga y comenzó a acariciarme los testículos mientras Jackie continuaba concentrada en estimular la punta de mi pene. De repente, Jackie se estremeció, pues Maithe comenzó a estimular su zona íntima con la mano mientras seguía con mi pene, pero luego volvió a centrarse en mí. Le quité la blusa y el sostén a Maithe y empecé a acariciar los senos de ambas. ¡Qué momento, tenía a dos mujeres hermosas, desnudas, muy atractivas y realizándome sexo oral al mismo tiempo!
No pasó mucho tiempo cuando Jackie empezó a gemir sin dejar de realizar sexo oral. Sus gemidos se hacían más audibles y sus movimientos de cadera más rápidos. Al mismo tiempo, aumentaba la velocidad de su felación y profundizaba más su boca en mi pene. Repentinamente, se detuvo y dijo: -Me voy a correr, Maithe, por favor, no sigas... Pero Maithe parecía querer lo contrario, con dos dedos en la zona íntima de Jackie y otro torturándole el clítoris.
- Me encanta. Dios mío. Me encanta. Por favor... Maithe... ¡!!ahhhh!!! Y mientras sus bocas rodeaban mi pene, sus lenguas jugaban entre sí hasta que la urgencia de acabar la invadió y se lo volvió a introducir en la boca, tragándoselo casi por completo y sin dejar de realizar el sexo oral, su cuerpo empezó a temblar. Sus caderas se movían de forma compulsiva. Comenzó a estimular sus pezones con una mano. Se tensó y, soltando un grito sofocado al tener mi pene en su boca, experimentó su primer orgasmo de la tarde. Fue un orgasmo prolongado e intenso. Con cada ola de placer, emitía ese grito sofocado y lágrimas brotaban de gusto y placer. Al verla tan excitada, me dejé llevar, introduciéndole el pene en la boca y liberando chorros de semen que empezaron a salir por la comisura de sus labios y a resbalar a lo largo de mi pene y, sin decir nada, comenzó a tragarse el semen que quedaba en su boca. Mientras tanto, Maithe limpiaba y ingería los restos de semen. Luego, se besaron apasionadamente y compartieron mi esperma.
- A Maithe le gustan tus fluidos, me dijo, y a mí me encantan.
- Ya lo sé, eres una experta en eso porque adoras el sabor... jejeje
- Maldito... vamos a sacarte toda la leche para que no andes de presumido, desgraciado.
Mientras Jackie descansaba, Maithe seguía acariciándome y besándome el pene. Permití que lo hiciera por un momento y luego le preguntó a Jackie: ¿te gustó?
- Me encantó... me miró con una mirada entre ardiente, cariñosa y... liberada.
- y prepárate para cuando este cabrón te penetre.
- Ya lo deseo, pero regreso enseguida. Fue al baño mientras yo seguía con la mirada ese trasero que tanto deseaba poseer. Ese agujero no se me escapará, le dije a mi amiga.
- Te ayudo. No me gustan las mujeres, pero esta mujer me está empezando a llamar mucho la atención.
En el momento en que Jackie había ido a lavarse la cara, Maithe había aprovechado para desnudarse por completo. La observé y pensé que es una mujer atractiva pero también muy sensual, lo cual me encanta, perocon la conciencia de que no es exclusiva para mí. Ha perdido la cuenta de los penes que ha succionado y por eso posee tanta habilidad en ello. Sinceramente, puede hacerte pasar una tarde muy placentera solo con sexo oral.
Cuando regresó Jackie, le pedí que se mantuviera de pie entre nosotros y le indiqué. Como mi compañera sexual de hoy, ya conoces cómo practicar sexo oral y hacerlo de la forma que me gusta. Luego aprenderás cómo se satisface a una mujer con la boca, pero por ahora es momento de complacer a tu amiga, ya que aún no alcanza el orgasmo como es debido.
-Es mi turno ahora, dijo Maithe, se dirigió al sofá y se recostó en él. Levantó las piernas y abriéndolas le indicó a Jackie. Acércate. Ponte en posición de cuatro patas. Jackie lo hizo, se acercó y la observó durante unos instantes. Al notar su mirada, Maithe le preguntó.
- ¿Qué sucede, nunca has observado una vulva en tu vida?
Jackie alzó la vista y respondió. Nunca he visto una que no fuera la mía, y mucho menos de cerca. Siempre me ha dado vergüenza contemplar a otras mujeres desnudas y que ellas me vean desnuda a mí. Es la primera vez que veo algo tan... así, y es diferente a lo mío. Al escucharla, Maithe soltó una carcajada y le manifestó. Bueno, a partir de hoy ya no sentirás vergüenza al mirar a otras mujeres desnudas ni al ser vista tú desnuda. Y... ¿Te gusta mi zona íntima? Le cuestionó.
-Pues... sí. Es bonita... no sé, me siento extraña.
- Si te agrada observarla, te gustará aún más practicar sexo oral en ella.
- No estoy segura... no sé, pero no puedo apartar la mirada.
Por mi parte, al ver a Jackie agachada observando la vulva de Maithe, en posición de cuatro patas con las piernas abiertas y brindándome una vista magnífica de la suya, totalmente expuesta y emanando fluidos, me encontraba excitado. No pude contenerme más y me arrodillé detrás de ella, y le dije. – tienes un trasero fantástico, estoy ansioso por penetrarte... la sujeté de la cadera con una mano, tomé mi pene y empecé a deslizarlo por toda la hendidura. De arriba abajo, mojándolo y lubricándolo con los líquidos que fluían mientras ella suspiraba y seguía lamiendo la vagina de su amiga. Coloqué la punta en la entrada de su vagina y la introduje de una vez, sin prisa pero con firmeza. Era increíble, a pesar de estar casada desde hacía algunos años, su vagina era estrecha, ardiente y deliciosa. Como si fuese un guante diseñado especialmente para albergar mi ansioso miembro hasta que mis testículos chocaran con sus labios. Se sentía delicioso. Se notaba que su esposo no la satisfacía. Al percibir lo fácil que mi pene se deslizaba dentro de ella, comencé a embestirla con firmeza. Entrando. Saliendo. Entrando. Saliendo.
Cuando entraba, la introducía por completo y al retirarme solo dejaba la punta en su interior. Era placentero sentir esa vagina apretada y cálida engullendo toda mi verga. Al sentir que la agarraba de las caderas y comenzaba a embestirla, su respiración cambió. Empezó a gemir. Gemidos apagados y cuando se dio cuenta, su rostro y su boca estaban contra la vulva de Maithe. Sus caderas comenzaron a moverse al ritmo de mi pene hasta que dejé de moverme y fue ella quien, moviendo las caderas hacia adelante y hacia atrás, marcaba su propio ritmo. Era sorprendente ver a esa mujer insatisfecha por su esposo moviéndose como una perra, penetrándose y sacándose sola todo mi miembro, gimiendo y repitiendo sin cesar. Sí. Sí. Esto es lo que necesitaba... lo necesitaba. Penétrame, papito, introdúceme toda tu verga.
- ¿Qué cosa quieres que te meta?
- Introdúceme la... verga (y volvía a estremecerse al pronunciar “verga”) mmmm aaaah, qué delicia
- Qué bien te ves, Jacqueline, te estás volviendo una verdadera puta –dijo Maithe- jajaja, quién lo diría, tan recatada y ahora tan lujuriosa... ¡me encantas!
- ¡Ay, es que ya lo necesitaba! ¡Vamos, chulo, penetra mi trasero mmmmm
Es mi turno... -Ya lo dijiste, prepárate, porque esta tarde te la vas
Disfruté de una cena abundante y variada. Mientras seguía estimulándola, introduje un dedo en su boca y comencé a acariciar su área anal. Inicialmente se sorprendió, pero conforme avanzaba, logré introducir dos dedos hasta la segunda falange en su trasero. Aunque parecía disfrutarlo, se dio cuenta de lo que se avecinaba y se puso tensa.
- Espera, no me refería a ese "agujero", sino al de adelante - expresé.
Sin darle tiempo de reaccionar, manteniéndola sujeta y lubricando su ano, coloqué la punta y la penetré. Lo hice lentamente, sin detenerme. Jackie solo jadeaba y apretaba los dientes. Una vez que la había penetrado completamente, me detuve para que se adaptara. No quería lastimarla ni que se arrepintiera después. Sin embargo, ella misma comenzó a moverse adelante y atrás, suspirando.
- Solo espero que no sea la última vez, ayy, mi trasero duele, pero me gusta. Esto es maravilloso - exclamó.
La mujer gemía de placer, disfrutando de la invasión en un lugar que creía destinado para otro propósito. Empezó a mover sus caderas al ritmo de mis dedos y le comentó a Maithe. Ay amiga, tenías razón, se siente increíble. Pepito, me encanta sentir tus dedos dentro de mi trasero. Dios mío, me gusta. Me gusta, de lo que me he estado perdiendo. Era una sensación alucinante. De vez en cuando, se detenía cuando la había introducido completamente y me pedía. Empuja, quiero sentirte dentro, sentirme llena, me encantan tus genitales, disfruto tu miembro. Le proporcionaba un par de embestidas fuertes y luego ella continuaba moviendo sus caderas para recibirlas, mientras recibía palmadas en sus glúteos. Fue ella quien tomó el control. Después de unos minutos, apartó su rostro de Maithe y comenzó a gritar de placer.
- Me estoy corriendo, sigo, no pares, por favor continúa - exclamó. Estaba experimentando un orgasmo anal impresionante.
Maithe agarró la cabeza de Jackie y la dirigió hacia su entrepierna, diciéndole que le proporcionara sexo oral. Jackie lamió desesperadamente su zona íntima, solo se escuchaban gemidos de placer. Luego, levantó su rostro de la entrepierna de Maithe y gritó con la última oleada de placer.
- Estoy llegando al clímax - afirmó con fuerza. Fue un orgasmo prolongado.
Por mi parte, no pude contenerme más. Tomé firmemente sus caderas, la penetré completamente y comencé a embestirla con más fuerza. Después de unos segundos, también alcancé el clímax, llenando su cavidad con mi semen. Mientras eyaculaba, seguía moviéndome dentro de Jackie. Estábamos disfrutando juntos. Fue realmente intenso. Después de terminar, mi miembro seguía erecto por la excitación acumulada y continué con el vaivén. Al sacarlo, observaba cómo mi semen se mezclaba con los fluidos que emanaban de su vagina.
Mientras esto ocurría, Maithe nos observaba disfrutando del espectáculo. Caliente, agarró a Jackie por los brazos y la volteó, poniéndola de espaldas. Mientras lo hacía, le dijo:
- Te advertí que también quería alcanzar el clímax. Quería que me proporcionaras sexo oral hasta que me corriera, y al llegar tú, me dejaste con las ganas. Ahora me satisfarás, querida.
En el suelo, Maithe se recostó boca arriba y Jackie se colocó encima para llevar a cabo la tarea de estimular su clítoris con la lengua. Maithe le indicó: Ahora me darás placer oral hasta que alcance el clímax en tu rostro. Aunque Jackie aún jadeaba, comenzó a lamer el área genital de Maithe, realizando movimientos de arriba abajo en su zona íntima. Cuando llegaba al clítoris, lo atrapaba en su boca y lo estimulaba con la lengua. Al bajar y encontrarse con la entrada de la vagina, también detenía sus movimientos para introducir la lengua profundamente.Es verdad que era una experta en sexo oral. Mientras lo hacía, Maithe le decía: "Sí, así, disfruta. Sé que te gusta hacerlo, ¿no es así?" Jackie, bajando la cabeza, le respondió: "Sí, me gusta. Nunca pensé que llegaría a gustarme esto, pero disfruto de sentir tu intimidad en mi boca y de que tú hagas lo mismo con la mía."
Mientras Jackie estimulaba a Maithe, esta se inclinó hacia adelante y con la punta de los dedos agarró sus pezones endurecidos. Los tiraba hacia arriba haciendo que Jackie arqueara su espalda, y cuando veía que su amiga iba a gemir de dolor, los soltaba bruscamente, haciendo que la espalda de Jackie volviera a tocar el suelo. Después de haber tirado de ellos unas diez veces, Jackie tenía los pezones y sus pechos rojos como tomates. Lo más sorprendente fue que cuando Maithe dejó de tirar de ellos, Jackie le pidió:
-"Por favor, sigue jalandome los pechos. Me gusta. Nunca nadie me había hecho eso. Mi esposo ni siquiera me los toca. Sigue tocándolos. Me gusta. Me gusta mucho."
Al escuchar a Jackie decir esas cosas y ver su comportamiento, me di cuenta de que esa mujer había estado reprimida sexualmente durante toda su vida, ya sea por su religión o por su esposo, pero nunca había podido liberar la gran sexualidad que llevaba dentro. Era como si hubiéramos liberado de golpe la lujuria que Jackie guardaba en su interior.
Al ver a Jackie recostada, con la cabeza entre los muslos de Maithe y las piernas abiertas, enseñándome su entrepierna totalmente expuesta y enrojecida por la actividad que habíamos tenido hace un rato, mi miembro volvió a endurecerse. Mirando a Maithe, le pedí que se moviera para que Jackie pudiera ponerse en posición de perrito.
Así, pude disfrutar de la vista de las nalgas de Jackie y también era momento de complacer a Maithe. Por lo tanto, con mi amigo en la boca de su amiga, me unté saliva en el pene y se lo acomodé en el trasero de Maithe.
-"Dale, Paquito", me dijo Jackie, "penetra a esta zorra para que deje de presumir de sucia." Sin esperar más, la penetré por detrás. Maithe soltó un grito porque no se lo esperaba tan pronto, pero luego se relajó. Después de unos momentos, la embestí, la retiraba y la introducía en la boca de Jackie para luego volver a penetrar a mi amiga por detrás. Maithe comenzó a gemir, a gritar, a jadear y exclamaba: "¡Qué delicia, me vengo... estoy chorreando! Qué buen pene. Se mojó tan abundantemente que el rostro de Jacqueline estaba empapado, pero con una sonrisa triunfal. Fue intenso, y volví a eyacular dentro de ella lo que me quedaba de semen.
Cuando terminamos, estábamos exhaustos. Habíamos estado teniendo relaciones sexuales por más de tres horas. Nos tumbamos en la alfombra por un rato, y luego, mirándonos a ambos, Jackie nos dijo: "Hoy experimenté algo que nunca antes había sentido. Paco, me hiciste sentir muy bien. En todos mis años de matrimonio, nunca había experimentado algo parecido a lo vivido hoy y no quiero dejar de sentirlo nunca más."
-"Eres muy atractiva, mujer. Ha sido un placer tener relaciones contigo, y estaría encantado de hacerlo de nuevo. Me encantó tener tus nalgas, putita."
-"Y a mí me fascinó sentirme una mujer deseada, y me encanta tu... miembro... guapo."
-"Ey, chicos, no están solos", dijo Maithe. "Te perdono, Pinche Paco, solo porque necesitábamos sacar la lujuria de esta mujer, pero la próxima vez no te salvarás, o me satisfaces plenamente o te corto los testículos, puto."
-"¡Por supuesto, maldita desvergonzada! Jajaja, sabes que me encanta complacerte y te dejaré tan satisfecha que no podrás sentarte en una semana."
-"Eso espero, cabrón. Jajaja."
Esa noche dormimos los tres en mi cama y por la mañana, al despertar...
Jackie ya se encontraba en el baño. Rápidamente me uní a ella y con deseo la acariciaba los pechos y acariciaba su entrepierna, luego de un tiempo la apoyé contra la pared y la penetré con furia hasta que ambos alcanzamos el clímax y salimos con las piernas temblorosas. Maithe nos vio salir y nos dijo riendo: Qué calientes son.
-Cállate amiga, tú también estabas involucrada, jajaja.
Unos días después, Maithe y yo fuimos a cenar a la casa de Jackie. Al entrar, la encontramos llevando una falda corta, algo inusual ya que solía usar pantalones o faldas más formales frente a su esposo. Después de cenar, nos sentamos a tomar una copa como de costumbre y coincidió que su esposo y ella se sentaron frente a nosotros. Jackie estaba sentada con las piernas cruzadas y la falda, más corta que la que llevaba la última vez, justo por encima de las rodillas, pero de manera provocativa. Disimuladamente, empecé a observar sus hermosas piernas. Jackie notó mi mirada y me sonrió... y, a pesar de estar cerca de su esposo, levantó un poco la falda, dejándola unos diez centímetros sobre las rodillas. Me miró enigmáticamente, luego volteó a su esposo para conversar sobre algo que habían visto en una tienda, mientras lentamente iba abriendo las piernas. A medida que las separaba, yo tenía una mejor visión de sus muslos hasta que, reclinándose un poco hacia atrás, elevó las caderas y pude ver claramente su entrepierna, la cual estaba depilada y sin ropa interior. Estaba provocándome delante de su marido y mis deseos se despertaron, algo que Maithe percibió, pues fingiendo revisar su celular, se burlaba de mí.
Aprovechando que su esposo fue a la cocina a preparar algunos bocadillos, fui al baño para acomodarme y al mismo tiempo, orinar. Para mi sorpresa, justo al salir, Jackie abrió la puerta y me dijo: - Permíteme ayudarte y agarró mi miembro. Terminé de orinar, se encargó de limpiarlo y luego se arrodilló para realizar sexo oral. Estaba un poco nervioso por su esposo, pero ella me tranquilizó. – No te preocupes, Maithe lo tiene entretenido. Continuó con la felación y yo le decía... Oh, qué bien lo haces...
- Recibí buena enseñanza.
- Bien, ¿te gustaría hacerlo así?, porque quiero penetrarte.
- ¿Quieres que sea por detrás?
- Sí, cariño, quiero disfrutar de ese delicioso trasero tuyo.
Ella rápidamente tomó un poco de vaselina del botiquín, la aplicó en su trasero y ahí mismo, en el baño, de pie, con las piernas abiertas, la penetré mientras se agarraba al lavabo y susurraba, oh, profesor... soy una chica traviesa, ¿verdad?
- Sí, eres muy traviesa y mereces ser castigada. Te enseñaré lecciones hasta que aprendas. Imaginaba nuevas maneras de hacerla disfrutar como mi nueva amante. Después de un rato, terminé dentro de ella, se arrodilló para limpiarme y me dijo: gracias profesor... sabes impartir buenas enseñanzas jajaja. Salió moviendo sus caderas, y yo esperé un poco para salir sin levantar sospechas. Aunque no fue necesario, Maithe distraía al esposo con un escote sugerente y preguntas inocentes a las que él respondía como si fuera un erudito.
Después de un rato me acerqué a Maithe y en secreto le pregunté: ¿Te gustaría tener relaciones con el cornudo?
- No, gracias, parece ser bastante tonto. Podría quedarme dormida mientras intenta algo con su miembro pequeño. Pero me debes una explicación, me di cuenta de que tuviste relaciones anales con Jackie. Estaba con las piernas abiertas, pero con una cara.
de mujer que no podía esconder.
- Oh vaya... ¿a quién favorecen las circunstancias? Sin embargo, al salir de aquí, podríamos dirigirnos al motel para disfrutar de unos buenos momentos y explorar sin límites hasta que disfrutes, jajaja
- Eso deseo, amigo.
- Se nota que se llevan bien -comentó de manera afeminada el esposo de Jackie, acercándose desde la cocina, mientras no dejaba de mirar a Maithe con cierta envidia jajaja-. Aquí mi amor y yo estamos muy contentos de tenerlos aquí, esperamos que disfruten la velada.
- Sí, muchas gracias -respondí. No había tenido el placer de conocerlos, pero agradezco a Maithe por habernos presentado. Se nota que ustedes forman una bonita y respetable pareja (aunque tu esposa es todo menos respetable, pensé para mis adentros).
- Como le digo a Jacqueline, es crucial mantener la decencia y respetar las tradiciones. En estos tiempos hay mucha depravación. Es por ello que mi esposa y yo asistimos a retiros espirituales. Ella a grupos de mujeres adoradoras de la virtud y nosotros los caballeros del camino recto.
-Por el camino recto es por donde te están penetrando, maricón, pensé. Seguro va con sus amigos a lugares públicos para tener encuentros sexuales. Pero mejor para mí, así tendría a una mujer hermosa, insatisfecha y anhelante de caer en mis brazos y en mi miembro viril.
Maithe, con una sonrisa que delataba sus pensamientos sugerentes, le dijo a su marido: Ay Arturín, no sabes lo feliz que me hace Jackie, la última vez que fuimos juntas a un retiro espiritual fue increíble verla alcanzar el éxtasis de amor por el señor (mirándome a mí). Prométeme que no te pondrás celoso si te la robo más seguido para ir a más retiros espirituales o simplemente para orar toda la noche.
- Claro que sí Maithe, me alegra que mi esposa te esté ayudando en tu camino de fe y oración. A ver si Paco también se une a nosotros los Caballeros del Camino Recto para nuestras lecturas bíblicas y nuestras conversaciones.
-Por supuesto, dije yo, aunque debo confesarte que por mi trabajo tengo poco tiempo disponible. Pero haré un esfuerzo para unirme, tal vez no a los Caballeros, pero sí a Maithe y a tu ejemplar esposa para tener nuestras sesiones de rezos.
Con cierta decepción, Arturo dijo: Bueno, supongo que no disfrutarás tanto de las charlas de mujeres, pero es mejor que nada para que encuentres la paz.
-Y el éxtasis, añadí mientras observaba las sonrisas perversas de su "casta" esposa y mi amiga.
No hace falta decir que Jackie se volvió más asidua a los retiros "espirituales" con su amiga, y yo más dispuesto a acompañarlas.
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