El macho cabrío de mi suegro viene a visitarme


Escuchar este audio relato erótico
5
(1)

Antes de iniciar este relato quiero expresar mi gratitud a la página Historias Picantes, por haber compartido mis vivencias eróticas a través de relatos sensuales, en verdad estoy muy agradecida, un beso de su cougar Ishtar.

Esa noche de viernes en agosto, estaba a punto de acostarme, eran casi la una de la madrugada, acababa de regresar de un encuentro íntimo increíble con un cliente, mis hijas aún no habían llegado, habían prometido regresar para dormir, pero al ser el comienzo del semestre supuse que habrían ido a la fiesta de bienvenida. Justo en ese momento, mi esposo llega y me dice cariño, mis padres vinieron a quedarse este fin de semana, sorprendida, solo atiné a decir está bien, y él me indicó que me durmiera, que él los acomodaría en el cuarto de invitados.

En ese instante recordé que debía viajar fuera de la ciudad con su socio y me dijo cariño, ya me voy, solo voy a acomodar a mis padres, quédate dormida, mañana los saludarás, era la 1 am, mi mamá estaba en la sala, dijo que esperaría a las niñas, aproximadamente una media hora después de acostarme, antes de conciliar el sueño, escuché la puerta abrirse, eran mis hijas que me avisaban que ya estaban de regreso de la fiesta. Si has seguido mis relatos en nuestro querido sitio Historias Picantes, sabes que mi suegro es mi amante y que llevo los mismos años casada que siéndolo con él.

Me levanté, bebí agua y me acosté, al mismo tiempo que dudaba si debía cerrar con llave la puerta de mi dormitorio. Sabía que don Ezequiel intentaría venir esa noche, pero estaban mis hijas y mi suegra, en primera instancia decidí asegurarla con llave. Ya en la cama, me resultaba complicado conciliar el sueño, seguía caliente, inquieta... no dejaba de moverme en la cama. Esto se debía a los sofocos, también conocidos como calores súbitos, que eran un síntoma común de la premenopausia. A mis 50 años, seguía teniendo el período, pero mi ginecóloga me había informado que estaba atravesando la etapa previa a la menopausia. Esos sofocos resultaban incómodos, se manifestaban como una súbita sensación de calor y ansiedad que causaba un aumento del flujo sanguíneo en la piel del cuello, la cara y el tórax, acompañado de sudoración y palpitaciones, lo que generaba un malestar considerable.

Cuando ocurrían por la noche, se les denominaba sudores nocturnos. Algunas mujeres encontraban que estos sofocos interrumpían sus actividades diarias. Sin embargo, yo había logrado mantener mi rutina habitual y sentía que aumentaban mi deseo sexual. Sumado a esto, mi mente calenturienta volvió a pensar en el miembro viril de mi suegro, y sin poder contenerme, empecé a complacerme sexualmente introduciendo mis dedos en mi vagina.

Eso me excitó aún más... pero notaba que no me relajaba... y volví a evocar las escenas de mi suegro poseyéndome en mis bodas de plata (ya he relatado esa historia). "Al diablo... estoy completamente descontrolada", me dije. Y sin dudarlo, me levanté y retiré la llave de la puerta. Miré el reloj y eran más de las 3 de la madrugada y yo me sentía como una perra en celo, me puse una bata sensual de encaje negro transparente, lucía elegante, me sentía atractiva y seductora con esa hermosa bata de encaje transparente con mangas de mariposa, un largo mini, una diminuta tanga negra y un cinturón de satén.

Excitada, me quité el sostén dejando mis senos al aire bajo esa sensual bata. Aquella madrugada me hallaba sumamente excitada. Observaba mis pechos desnudos y veía cómo mis pezones se erizaban. Era evidente que mi fase ovulatoria y la presencia en la casa de mi suegro me tenían fuera de control. Me sentía como una fiera enjaulada. Después de unos momentos, cuando las luces de la casa estaban apagadas, escuché cómo se abría la puerta de mi dormitorio. Alguien entraba y aseguraba la puerta con llave.

En la penumbra de la habitación distinguí la silueta de mi suegro, don Ezequiel. En el fondo, necesitaba su presencia,Pero, por otro lado, era consciente de que aquello era extremadamente arriesgado. A pesar de eso, no reaccioné. Mi suegro se aproximaba a la cama, mientras yo simulaba estar dormida. A través del espejo, bajo la tenue luz que entraba por la ventana, pude observar cómo el anciano comenzaba a desvestirse por completo, dejando al descubierto sus atributos y se metía en la cama conmigo. - Pero... ¿qué estás haciendo? ¿Estás loco?... ¡Pueden escucharnos mis hijas y tu esposa! - le respondí con mayor nerviosismo al sentir las manos de mi suegro acariciando mis nalgas.

-Vamos, putita. Estoy seguro de que me estabas esperando. Uf... veo que estás muy excitada. ¿Te sientes calurosa?... Eso significa que necesitas mi miembro. Me susurraba mi suegro sin dejar de acariciar mis nalgas y zona íntima. -Intentaba comportarme de manera respetuosa, don Ezequiel. Por favor... no sigamos. "No podemos tener relaciones, ya que estoy ovulando". No podemos hacerlo de nuevo. Le respondí sin mucha convicción. Ja ja ja, soltó una risotada, ovulando a tu edad, no te creo, encendió la luz y me vio con esa bata seductora, y dijo, si es así, ¿por qué estás tan atractiva? Incluso para dormir eres una mujer elegante, la ovulación te tiene más excitada de lo normal, además, perra, no bajaste a saludarnos, eso merece un castigo. Y me abofeteó antes de apagar la luz, abrir la ventana y dejarnos iluminados solo por la luz de la luna, creando un ambiente romántico y a la vez prohibido.

Pronto, el vigoroso hombre alcanzó mis pechos y, al notar que no llevaba sujetador, se excitó aún más. -Uh, putita. Está claro que me estabas esperando... ¡Tienes unos senos impresionantes, Sandra Verónica! Mientras los acariciaba, desabrochó el cinturón de satén con sus dientes, dejando al descubierto mi vientre. Su boca empezó a saborear nuevamente esos apetitosos manjares que había disfrutado durante 25 años pero que aún lo volvían loco como la primera vez, centrándose en mis pezones, que se mantenían completamente erectos. -Oh, por favor... no lo hagas.

Ezequiel descendió besando mi plano vientre, notando los gemidos y agitación de la mujer de su hijo mientras se acercaba a mi diminuta tanga. Pasó su lengua por encima de ella, para luego quitarla tirando de los lados y deslizándola por mis piernas. Sin dudarlo, mi suegro colocó su rostro entre las piernas de su amante, sin dejar de acariciar sus senos, y, de inmediato, llegó a mi zona íntima y se dio cuenta de lo excitada que estaba. -Esta mujer está muy caliente y necesita satisfacción, susurró en mi oído. Llevó mi intimidad a su boca y luego introdujo su lengua en ella. -Oh, Ezequiel, mi amor... otra vez... sí, cómetelo... estaba entregándome de nuevo al padre de mi esposo y abuelo de mis hijas, con las rodillas flexionadas, empecé a gemir como una auténtica lujuriosa. El caballero acariciaba mis senos y cada vez que apretaba mis pezones me daba un mordisquito en el clítoris, para luego lamer toda la zona y regresar al clítoris para lamerlo de diferentes formas, haciéndome perder la compostura.

No pasó mucho tiempo antes de que, con mi intimidad vibrando bajo la lengua de mi amante, inclinara la cabeza hacia atrás, arqueara mi cuerpo y empezara a convulsionarme de placer, alcanzando un orgasmo estrepitoso en la boca de mi suegro, gimiendo una y otra vez —Sí... me estoy corriendo... sí, mi suegro tapó mi boca con su mano, cállate, ¿quieres que nos escuchen?En ese momento, ya no me importaba si mi suegra o hijas me escuchaban, mis fluidos llenaban la boca de mi suegro, mmm, mordí la mano de mi suegro en señal de placer. Sin haberme recuperado aún, vi cómo mi suegro se levantaba, separaba mis largas piernas y se colocaba entre ellas acercando su pene a los labios ahora hinchados y lubricados de mi vagina. Verifiqué una vez más el enorme miembro de don Ezequiel y me estremecí. A pesar de desear que me penetrara, hice un último esfuerzo por aparentar un reproche, diciendo: - oh Ezequiel... no sería adecuado. Pero antes de que pudiera continuar, el maduro semental ya estaba dentro de mí oh sí maldito, me estás partiendo ohh. No terminé la frase, ya que mi suegro me embistió sin contemplaciones con sus casi 18 cm de miembro en toda mi vagina. Otra vez me sentí llena y satisfecha.

El semental empezó a moverse dentro de esa cavidad tan jugosa, como si fuese un auténtico émbolo en movimiento. –oh putita, qué bien estás... te daré lo que mereces... ¿lo necesitabas verdad? Estás muy caliente... me estabas esperando putita… lo sé. -sí maldito... oh... dame más... Hazme estallar el coño... Estaba tan ansiosa que en pocos minutos llegué a un nuevo orgasmo. Mientras me retorcía de placer, mi suegro seguía bombeándome sin parar, viendo cómo su pene volvía a crecer dentro de la vagina de la esposa de su hijo, y al ver cómo emergía su semen, sin más preámbulos comenzó a derramarse dentro de mí -oh cabrón, qué rico ooh siii, me estoy viniendo oooo... te voy a llenar... -Oh... Otra vez... me vas a preñar ooo siii, lo siento. -Estoy ovulando, podrías dejarme embarazada.- le dije cada vez más convulsa y agitada, al ver la intención de mi suegro de fecundarme. -“Estás loca, ya no puedes quedar embarazada”.

A pesar de ser un gran semental, mi suegro obviamente no sabía mucho sobre la fertilidad en las mujeres, añadió, Me da igual. Pero hoy volverás a recibir todo mi semen. Uf putita, ya viene... oohhh sí... ahí va, uff. En ese momento, sentí un calor intenso que llenaba mi vagina, señal inequívoca de que Ezequiel se estaba corriendo dentro de mí. Los sentimientos encontrados afloraron en mi interior. Por un lado, me encantaba sentir el fluido de ese macho bañando mi dulce coñito, pero por otro lado, era el padre de mi esposo, sumado a mi ciclo menstrual y premenopausia, resonaba en mi cabeza. -oh no lo estás haciendo. Me vas a arruinar... oh Dios, cómo te estás corriendo... oh. Sentía los chorros de semen golpear contra las paredes de mi vagina, y la intensidad con la que lo hacía el semental me excitaba aún más. No pude calcular cuánto tiempo mi suegro estuvo eyaculando dentro de mí, pero sé que fue suficiente para que me inundara por completo.

Una vez fuera de mí, ambos quedamos exhaustos en la cama, y mi semental se quedó dormido a mi lado, ambos desnudos y enlazados. Así transcurrieron más de cuatro horas. Por la mañana, observé cómo los rayos de sol iluminaban la habitación. Mi amante maduro dormía plácidamente a mi lado, profundamente dormido, despatarrado en la cama que compartía con su hijo. Miré los atributos de mi suegro, y comprobé una vez más conscientemente lo bien dotado que estaba. Incluso en reposo, su miembro lucía grueso y grande. Nada que ver con el de mi esposo. Al ver la hora, nerviosa y temerosa de que pudieran llegar mis hijas o mi suegra, lo desperté: - Ezequiel. Por favor, debes regresar a tu habitación. Mis hijas o tu esposa nos podrían ver, ¿qué le dirás a tu señora? Ya es casi de día. Él, con ojos entornados por el sueño, recordó dónde estaba y dirigió su mirada hacia mi cuerpo también desnudo, que a la luz del día se veía con bastante claridad, y me sonrió. Luego me dijo: - ¿has descansado bien? Qué caliente estás, Verónica…, eres la mujer de mi hijo, "pero estás increíble". Riendo por la broma, y halagada por los elogios de mi suegro, le respondí: -sí. Pero ahora debes volver a tu habitación.

El semental de mi suegro había corroborado que el

Una sola mirada al cuerpo desnudo de aquella mujer despertó de nuevo su deseo sexual. Por supuesto, en ese momento yo también noté la excitación, mientras un escalofrío recorría mi cuerpo al ver cómo la erección de mi amante tomaba forma. -Oh Ezequiel… no puedo creerlo… Mi amor, Sandra Verónica. Tu cuerpo despierta hasta a un muerto. – me dijo sonriendo. Mi pareja se recostó boca arriba esta vez, y observé cómo su pene crecía, desafiante como un mástil, mientras escuchaba decir: -vamos preciosa. Monta este caballo. Sé que eres una buena jinete…

Sin poder resistirme, me coloqué sobre ese macho, flexionando mis rodillas, acercando mi vagina al pene erecto. Lentamente fui descendiendo, sintiendo cómo aquel miembro entraba en mi interior. – oh... Ezequiel... ¡me llena tanto! Apoyé mis manos en los brazos de mi amante y empecé a moverme arriba y abajo, manteniendo como eje la dura erecto de aquel macho. Los gemidos de la mujer excitada no tardaron en aparecer y pronto comencé a cabalgar como si fuera una montura real. Mi suegro también se excitó al ver cómo su nuera disfrutaba siendo penetrada, estábamos disfrutando nuestra intimidad matutina, yo subía y bajaba sobre ese pene, sintiendo cómo mis pechos rebotaban frente a él. Los movimientos continuos sobre su miembro me llevaron a sensaciones placenteras, haciendo crecer aún más su pene. – vamos Verónica. Veo que sabes cómo cabalgar… vamos… quiero verte llegar al clímax…

Como una loba en celo, motivada por esas palabras, aumenté la intensidad de las cabalgatas sobre mi suegro hasta que, finalmente, llegué a un tremendo orgasmo... Oh sí, estoy llegando, mmm aaaa. Experimenté un orgasmo increíble, conteniendo mis gritos para no despertar a mis hijas y mi suegra, finalmente apoyé mi cabeza en el pecho de Ezequiel, agotada. Pero, como era de esperar, Ezequiel no se detuvo ahí, me volteó sin sacar su pene de mí, invirtiendo nuestras posiciones, ahora era él quien, desde arriba, continuaba penetrándome sin piedad una y otra vez.

Con una mirada lujuriosa, observé el rostro de mi suegro, excitándome al ver las expresiones en su rostro mientras se acercaba al momento de eyacular dentro de mí. Esta vez, no lo detuve, en el fondo deseaba sentir de nuevo su semen cálido. Había recibido suficiente semen esa madrugada, por lo que ya no me preocupaba. Al sentir sus primeras descargas, le dije: Lléname... Eres un experto… oh sí lléname de nuevo… oh, siento tu semen...

Mi suegro eyaculó de nuevo dentro de mí, sorprendiéndose por la cantidad que expulsó. En pocas horas y a pesar de sus 65 años, su reserva de semen se había recuperado sorprendentemente bien. Luego, se relajó y se dejó caer sobre mí, para luego salir de mi interior y recostarse a mi lado, exhausto en la cama. Mi vagina estaba empapada con el semen de ese hombre maduro. Sabía que podía quedar embarazada de esas relaciones sexuales. Aún estaba ovulando, lo intuía por el intenso calor de su cuerpo, recordando las palabras de mi ginecóloga sobre la ligera posibilidad de embarazo, a pesar de mi edad y de no haber llegado a la menopausia. Después de darme unas palmadas en el trasero, Ezequiel decidió retirarse a su habitación.

Frente a las sugerencias persistentes de mi persona. Pero antes de salir por la puerta de la habitación, Ezequiel se gira y le dice: - después regreso por ese trasero. No lo olvides.

Me estremecí de deseo al escuchar esas palabras: “el pillo de mi suegro quería sodomizarme”. Mientras reflexionaba sobre lo sucedido, mientras me preguntaba por qué mi suegro me estaba volviendo completamente loca. Había sido infiel nuevamente a mi esposo con su progenitor, además lo había hecho en mi propia casa, en mi cama matrimonial, con mis hijas presentes y con mi suegra. Y además, era muy probable que estuviera embarazada del mismo. Después de un momento, recogí mi cabello en un moño, entré a la ducha, limpiándome bien, especialmente mi ano, estaba a punto de afeitarme la zona púbica, el agua caliente me estaba relajando cuando escuché que entraban a mi habitación, me había olvidado de ponerle seguro, abrieron la cortina del baño y era mi suegro, "Pero, ¿Qué estás haciendo aquí? Estás loco… ¿cómo te atreves?" le pregunté asustada y sorprendida "Tu que piensas, fulana, he venido a poseerte otra vez" y se acercó empezando a besarme la cara y el cuello, nuevamente, traté de resistir pero sabía que era inútil.

Ese macho era más fuerte que yo, tranquila Ishtar, así te llamas ahora, mi esposa aún duerme y las niñas también, tengo tiempo de destrozar tu trasero, ya tomé mi viagra -tranquila… ¡sabes que tienes un trasero maravilloso! Mi suegro siguió manoseando mientras tomaba fluido de mi vagina para usarlo como lubricante en el trasero de la esposa de su hijo. Pronto un dedo se introdujo en mí. Retrocedí hasta quedar cerca del mueble donde estaba el lavabo y el espejo del baño: por favor… métela por delante… no por atrás… le dije, ya que había tenido tres encuentros anales el día anterior debido a mi menstruación, pero mi suegro dijo -sabes que te voy a taladrar el trasero hasta rompértelo.

Y con determinación, colocó a la mujer de su hijo mirando hacia el espejo, haciéndola inclinarse hacia adelante, poniendo sus manos en el lavabo. Untó saliva en su miembro y se acercó al ano de la señora de la casa. Protesté, pero pronto, con la saliva, la parte más grande del miembro entró. “ya estaba dentro de mi trasero”. El esfínter de la mujer de su hijo se había rendido. Entonces el suegro empezó a acariciar los pechos pellizcando los pezones de su nuera, viendo cómo eso excitaba a la mujer y hacía que su ano se dilatara. Ante eso presionó con fuerza, lo que provocó que introdujera más de la mitad de su pene en ese delicioso trasero: oh noo, saca… me lastimas ooh.

En ese momento yo estaba como en otro planeta, no podía creerlo: estaba en mi propia habitación mientras mi suegro le estaba desvirgando el ano. A pocos metros de las habitaciones de sus hijas y su suegra. Ezequiel había iniciado un vaivén lento, mientras apretaba las nalgas de la mujer con fuerza. Mi suegro estaba muy excitado al ver cómo su pene empezaba a penetrar bien el trasero de esa mujer. Quería disfrutar al máximo de esas hermosas nalgas, así que se tomó su tiempo. Sacaba su pene, se quedaba quieto unos momentos y luego lo volvía a introducir. No entraba completamente, pero era suficiente. Tampoco quería forzarla más. Sin embargo, después de un rato, insistió y logró introducirlo por completo, solté un grito desgarrador, no pude contenerme, cállate desvergonzada, nos descubrirán. Luego me quedé quieta pero no paraba de sollozar. Sentía un gran dolor en mi ano, ya que el pene del macho no era para menos. Me sentía llena… iba a desgarrarme. Gimiendo le decía: sácala ya por favor... Me duele… -caya zorra. Disfruta... El maduro señor fue acelerando sus embestidas, intentaba introducírmelo cada vez más, se movía un poco hacia los lados con el pene dentro, como si quisiera ensanchar el ano de la mujer, mientras tanto

propinaba unas palmadas en las nalgas.

Estábamos disfrutando intensamente, cuando llamaron a la puerta de mi habitación y ambos experimentamos una sensación emocionante. Dije "¿quién es?" y al abrir la puerta me encontré con mi suegra. Respondí: "Disculpe, señora, me estoy bañando. ¿En qué puedo ayudarle?" Mi suegra preguntó si había visto a mi suegro. Respondí que no y sugeri que quizás salió a correr, ya que le gustaba hacerlo. Mientras tanto, mi suegro seguía teniendo relaciones conmigo, tocando mis pechos y mordiendo mi cuello. Mi suegra aceptó la explicación y se retiró. Mi hija salió de su habitación y comprendimos que debíamos finalizar nuestra intimidad.

Él continuó penetrándome sin piedad, mientras yo le susurraba al oído de manera excitada. —¡Qué delicioso, papito! ¡Sí, más fuerte! ¡Así, más rápido! ¡Dame con fuerza! ¡Hazme tuya! ¡Oh, cómo me gusta! ¡Ay! ¡Más! Parecía que el casi-encuentro con mi suegra e hija nos excitaba aún más, aumentando la adrenalina. A pesar del dolor que me causaba su rudeza, disfrutaba de la situación, siendo para él solo un objeto de placer con el que satisfacía sus deseos como un animal. Sentía arder mi piel como si estuviera cortada, anunciando el ansiado sangrado anal que tanto anhelaba, pues la sensación mixta de dolor y placer me excitaba aún más, y mientras gemía, le grité.

—¡Oh, amor, es tan delicioso! ¡Aunque me duele! ¡Qué placer, cariño! ¡Hazme daño! ¡Qué delicia este dolor! ¡Sí, sí, sí! —Muy excitado me dijo: —¡Eres tan rica, zorrita! Me abrazó fuertemente, causándome dolor con la presión en mis senos y pellizcando mis pezones, besándome el cuello. En ese momento, entre el dolor y la complicidad femenina, comencé a llorar, sintiendo una intensa sensación en mi vientre y una piel erizada y sensible, ya que ese hombre había prolongado mucho la penetración y me sentí muy vulnerable, algo que, de manera absurda, me hizo sentir amada. Había disfrutado de mi ano, me había tomado con toda su potencia saciando sus deseos conmigo.

En ese momento, un fuego ardiente se apoderó de mi cuerpo, me sentí plenamente satisfecha. Cuando mi suegro retiró su miembro manchado de sangre y aún erecto de mi interior, sentí cómo se deslizaba su semen mezclado con mi sangre entre mis piernas. "Oh, zorrita, qué bien te ves con ese agujero bien abierto", dijo excitado. "Sí, así se queda cuando me penetran analmente", respondí. “Incluso me dan ganas de chuparlo”, dijo. Me sonrojé al escuchar su halago. Sin quedarse con las ganas, me besó y lamió el ano y luego la boca, mezclando sabores de semen, líquidos anales y sangre.

“Verónica, cariño, podría hacerte el amor todos los días. No entiendo cómo mi estúpido hijo trabaja tanto teniendo una mujer como tú”, dijo mientras nos bañábamos. Posteriormente, me cargó y depositó con delicadeza en la cama, diciendo: “Te traje dos regalos, un nuevo vestido provocativo”. Era de color negro, mi favorito. "Ven, déjame vestirte", me dijo. El vestido era extremadamente atrevido. Yo le cuestioné si era adecuado para estar en casa pero él insistió y comenzó a colocármelo. Era ajustado, llegaba hasta la mitad de mis muslos y tenía un escote estilo halter, que dejaba mis brazos, hombros y espalda al descubierto. Aunque me gustaba que fuera ceñido, la parte delantera del vestido era muy sugerente, ya que tenía una abertura con cierres de aro en diferentes niveles, dejando gran parte de mi abdomen al descubierto.

De mi ombligo, entonces mi ombligo, quedaba expuesto, lucía muy atractivo, parecía que iba a reventar por lo ajustado, -uff, amor estás espectacular, mencionó mi suegro, y como perro en celo, se lanzó hacia mí, quiero tomarte con ese provocativo vestido, estaba sacando su miembro cuando escuchamos la puerta principal abrirse, salte asustada, luego planeamos, te lo aseguro, escuchamos a mis hijas salir, así que mi suegro tuvo que retirarse con cautela y yo me quedé en mi habitación, terminando de vestirme y arreglarme.

Minutos después, mi hija Estefani, me llamó: mamá, es tiempo de desayunar, ven, y respondí, hija, dame unos minutos. Dudé un instante en bajar con ese llamativo vestido, pero miré mi armario, y siendo sincera tenía muchas prendas singulares, así que no le di importancia, seleccioné unas sensuales medias blancas hasta el muslo elegantes, semitransparentes con encaje, junto a una tanga blanca transparente y unas zapatillas elegantes de color negro. Me maquillé con un lápiz labial rojo intenso, sin olvidar mis aretes y finalmente mi cabello suelto.

Mientras descendía las escaleras, mi suegro estaba impresionado, no pudo ocultar su asombro y deseo, mi hija Ana exclamó -wow, mamá te ves increíble con ese vestido, ¿cuándo lo compraste?, la semana pasada respondí, mi suegra no ocultaba su desaprobación ya que nunca le ha gustado que use vestimenta tan provocativa, pero desde que me conoció sabe que es mi estilo, mi hija Estefani parecía respaldarla y dijo -mamá, te arreglaste como para una fiesta, y solo estaremos aquí, Ana acudió en mi defensa, ya sabes que mamá siempre es elegante. Mi suegro seguía atónito y mencionó, luces bien hija, vamos a desayunar, dejándome entrever una insinuación.

Nos sentamos a la mesa, y dije; don Ezequiel siéntese aquí, solía ser el lugar de mi esposo Joel, a lo que él respondió, no, hija, el lugar de mi hijo no debo tomar, prefiero sentarme aquí, y se ubicó a mi lado, qué descaro no ocupar el asiento de su hijo en la mesa pero sí en la cama, comenzamos a desayunar. La presencia de mi suegro cerca de mí me iba calentando poco a poco, pensaba que era una pena no poder estar a solas con él para agradecerle el regalo y hacerlo disfrutar. Mi sorpresa fue enorme cuando noté que don Ezequiel acariciaba mi pierna con su mano, miré a mis hijas, pero estaban ocupadas conversando con mi suegra, yo estaba muy nerviosa, así que decidí actuar como si nada sucediera. Mi suegro continuaba acariciando mi muslo, mientras conversaba conmigo, lentamente fue subiendo mi sugerente vestido hasta que su mano rozó mi piel, esto me excitó enormemente, y mi tanga empezó a humedecerse, muy sutilmente casi sin darme cuenta, su mano se posó sobre mi entrepierna y poco a poco fue apartando la tanga hasta llegar a mis labios vaginales que en ese instante estaban hinchados y muy mojados.

Estaba ardiendo de deseo, y al notar que nadie se percataba, decidí facilitarle las cosas a mi suegro, cubrí mis piernas con el mantel, introduje mi mano derecha bajo la mesa: tomé mi tanga y con dos dedos la aparté, dejando mi zona íntima expuesta a los deseos de Ezequiel, él se dio cuenta e introdujo un dedo en mi cavidad ardiente, el dedo entró sin dificultad alguna por lo que decidió extraerlo y agregar otro, yo no sabía cómo reaccionar ni a quién mirar, mi suegro me estaba estimulando delante de mis hijas y mi suegra, esto me excitaba cada vez más, me mordí los labios para contener un gemido de placer, y en ese momento una ola de calor recorrió todo mi cuerpo, estaba llegando al clímax, tomé la mano de Ezequiel y saqué sus dedos de mi vulva, él llevó los dedos a su boca y los chupó mientras me miraba fijamente. Como pude, arreglé mi tanga y mi provocativo vestido, y me levanté para ir al baño, mis hijas conversaban y reían con su abuela, por lo tanto no se percataron de lo ocurrido, pedí permiso y me retiré al baño, me lavé la cara y pude sentir que mi tanga ya estaba húmeda, por lo que me limpié.

Regresé a la mesa, y ahora eran los pies de mi suegro los que

Se estaban aproximando, aunque en esta ocasión mis hijas fueron las que entablaron conversación con él, lo cual complicaba seguir con la broma. En ese instante, un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar la pregunta de Estefaní: "¿Te sientes bien, mamá? Te veo un poco acalorada", me preguntó preocupada. "¿Acalorada? No lo sé. Quizás sea por el clima", respondí nerviosa al darme cuenta de que mi propia hija se había percatado de mi agitación. De forma inconsciente, dirigí mi mirada hacia el rostro de mi suegro, notando una sonrisa en él. "Bueno... ¿quieren postre?", pregunté, buscando evadir aquella incómoda situación.

"Por supuesto", dijo mi suegro, "me gustaría algo dulce", lanzando nuevamente una indirecta. Minutos después de terminar de desayunar, mi suegro, como todo un caballero, propuso: "Vayan a la sala y vean la televisión, yo lavaré los trastes". Ante esto, me apresuré a responder: "No, señor, ustedes son visitas, yo me encargaré", pero mi suegra, de forma inocente, intervino: "Déjalo, Verónica, que Ezequiel se encargue, o al menos que te ayude para que no te sientas mal". "Está bien", contesté, mientras mis hijas se dirigían con su abuela. Estaban saliendo de la cocina cuando él dijo: "Ana, es mejor que vayamos al cuarto de juegos", a lo que yo respondí: "De acuerdo, mientras preparo algo para comer". Mi suegra añadió: "Ezequiel, ayúdala, como castigo por haber salido esta mañana sin avisar", a lo que respondí con un "Está bien, cariño". Ambos sabíamos que teníamos un momento de excitación y que nuestra pasión podría desbordarse.

Rápidamente lavamos los trastes. Observé cómo mi suegro cerraba cuidadosamente la puerta de la cocina. ¡Estaba a punto de comerme unas papas cuando sentí un abrazo por detrás! ¡Sentí cómo me excitaba Ezequiel, presionando su cuerpo contra el mío! Sin pensarlo, me giré y, mirándolo fijamente, comencé a besarlo. ¡No solo me besaba, sino que sus manos acariciaban mis pechos y apretaban mis nalgas! Su boca descendió a mi cuello, mientras yo deslizaba mis manos por debajo de su camiseta. ¡Podía sentir su cuerpo y me estaba llenando de deseo! ¡Oh, cómo te deseo! ¡Con ese provocativo vestido, tus deliciosas nalgas resaltan aún más! Luego llevó su lengua hasta mi abdomen y yo cerré los ojos, olvidándome de la presencia de mis hijas y suegra en casa. El escote de mi vestido facilitaba que chupara mis pezones de una manera tan placentera que no pude evitar gemir. ¡Mis pezones se endurecían aún más! ¡Llevó uno de mis pechos a su boca! "¡Qué par de tetas, mamita!", exclamó mientras lo succionaba y luego dijo: "¿Todo esto se lo come mi hijo?" Yo solo gemía. Me agarró de la cintura y me subió a la mesa de la cocina. "¡Abre las piernas!", me ordenó, y así lo hice.

Abrió mi tanga a un lado, deslizó su cremallera y su larga verga, que ya estaba cubierta de líquido, salió. "¡Estás mojada, mami, qué delicia!", dijo. Comenzó a jugar con mi clítoris, que en ese momento estaba hinchado y duro, dándole vueltas y presionándolo mientras chupaba mis pechos. Luego, su mano libre subió y metió dos dedos en mi boca. Agarré su brazo y empecé a chupar sus dedos, imaginando que era su miembro, pasando mi lengua por ellos, introduciéndolos en mi boca mientras sentía su mano explorando mi entrepierna y sus labios aferrados a mis pezones. Acto seguido, me lamía desde la pantorrilla hasta la entrepierna a través de mi tanga y luego se dedicó a disfrutarme por completo. "¡Tu concha es excepcional! ¡Oh, no pares!", le apreté la cabeza mientras su lengua me proporcionaba un placer intenso, sus dedos recorrían nuevamente mi ano, sus dientes jugueteaban con mi clítoris, y yo gemía, aunque el volumen de la televisión ahogaba mis sonidos.

Me acostó en la mesa, con mis piernas totalmente abiertas en el borde, se situó frente a mi entrepierna, agarró mis piernas y las abrió aún más, dio un golpecito en mi "panochita" que la enrojeció e hizo que se abriera aún más, comenzó a penetrarme con los mismos dedos que antes había chupado, mientras su lengua giraba alrededor de mi clítoris, en ese momento me empapé por completo, ya...

Había experimentado una vez esa estimulación en los pezones que me estaba dando, y ahora que sentía sus dedos agarrándome con mayor intensidad! Sentía que mi panochita era como un río de tanto líquido que fluía de ella, pero a pesar de eso no paró ni me dio tregua, intentó introducirme tres dedos, pero me negué a hacerlo. Se molestó por esa negativa, agarró mi mano con firmeza, y metió uno de sus dedos en mi cosita, mientras que introducía uno de mis dedos, estaba sintiendo la penetración de ambos en mi conchita, ¡no pude resistir y me volví a humedecer como una mujer desinhibida! Retiró mi dedo al principio y me indicó que me lo llevara a la boca, lo cual hice, sentí su lengua limpiando mi dedo de todos los fluidos producto de la excitación.

Ya no podía aguantar, deseaba que me penetrara, ansiaba sentirlo -¡Te va a entrar toda, mami!-, me gritó mientras introducía toda su miembro de una sola vez, arquee un poco la espalda porque la verdad me dolió. Pero sobre todo lo disfrutaba al máximo, mi querido suegrito me estaba penetrando de forma deliciosa, sentía su miembro dentro de mí, sintiendo cómo salía y entraba de mi experimentada vagina, sus testículos chocando con mi piel por la fuerza con la que me embestía, sus manos apretando mis doloridos pero erectos pezones, ¡era un verdadero placer! De repente, sacó nuevamente su falo, me agarró de los senos, me levantó de la mesa, puse mis manos sobre ella y mi trasero bien erguido, con mis piernas bien abiertas, comenzó a meter su mano entre mis piernas, presionando toda mi concha, ¡qué placer! Humedeció uno de sus dedos con mis flujos y lo fue introduciendo en mi culito, dándole vueltas mientras lo sacaba y lo metía, ¡qué delicia me daba ese hombre! Volvió a introducir su miembro en mí y esta vez me poseía por ambos lados, con su mano libre agarró uno de mis pechos y se movía salvajemente, ¡me humedecí una vez más de manera intensa!

Me volvió a sentar con las piernas abiertas sobre la mesa, se masturbó unos segundos y llenó mi panochita con su deliciosa lechita. Quedamos unidos por un instante, cuando escuchamos a alguien acercarse, le dije que iría al baño y él al patio, para enfriar un poco la situación, era mi suegra; ¿dónde están?, preguntó mi suegra, yo estoy aquí afuera en el patio, vine a barrer, y Verónica fue al baño hace un rato. Yo estaba excitada, empapada y con un deseo desenfrenado, nos habíamos salvado y eso incrementaba la lujuria, tuve que limpiarme meticulosamente los restos de su semen y mis fluidos internos.

Después de la situación, por la tarde, mis hijas nos invitaron a mi madre y a mí a ir de compras, pero argumenté que tenía que ir con mi amiga Paty para entregarle el pago de unas zapatillas que ellas compraron y acordamos vernos en una hora, mi suegro captó la indirecta y dijo que saldría por una cerveza, ya saben que las compras son cosa de mujeres y yo no tengo paciencia, está bien, cariño, respondió mi suegra, mis hijas dijeron que regresarían en una hora, justo antes de salir sonó el teléfono de mi suegra, era Joel, dijo emocionada, hola hijo, ¿cómo estás?, puso el altavoz, estamos todos, hola mamá, hola a todos, les aviso que llegaré esta noche, terminamos el proyecto antes de lo previsto, en mis hijas y suegra se dibujó una sonrisa, y en mi suegro y yo, desapareció. Pensé que tendríamos una noche de pasión y sexo intenso, como la anterior. Después de unos minutos, mis hijas salieron, y mi suegro con ellas, regresamos a las 7 pm, dijeron, era evidente que no iría con mi amiga, era una artimaña, unos minutos después regresó mi suegro.

Entró en la sala, me vio y se bajó los pantalones y su ropa interior de golpe, no teníamos mucho tiempo y ambos lo entendimos, ¡le acaricié su pene mientras nos besábamos apasionadamente! ¡Ahora arrodíllate, nena! ¡Me arrodillé como una verdadera experta y empecé a hacerle sexo oral! Recorría mi lengua desde sus testículos velludos hasta su glande, lo introducía de golpe, mis dedos acariciaban mi clítoris, lo que me ofrecía más placer, él me agarraba la nuca y follaba mi boca mientras mis dedos seguían estimulándome aún mejor. ¡Así, nena, cómetela, uhm, cómetela!

Una vez que me levanté, comenzó un intenso faje. Nos besábamos apasionadamente y nos acariciábamos. -Estás deliciosa, Verónica, ese provocativo vestido parece hecho para una mujer como tú-, me susurraba al oído. Luego me empujó suavemente contra una mesa que estaba cerca, me agarró por la cintura, se inclinó un poco, levantó mi vestido y con cuidado bajó mi tanga con los dientes para luego iniciar la penetración. Mis nalgas chocaban contra la mesa fría, la temperatura aumentaba al sentir el roce en mi piel. Él me sujetaba fuertemente de las caderas y me embestía con rapidez, disfrutaba de esa posición, con las piernas abiertas y sintiendo su firmeza. ¡Sigue, uhm, no pares! ¡Qué placer, uhm, qué bien lo haces! Tomó una silla que estaba cerca, se sentó, me di la vuelta y me dejé caer sobre su miembro erecto. ¡Así, nene, qué delicia, uhm! Eres exquisita, ¡me encantaría tenerte siempre! Por ahora, solo ámame, cariño-

-Mientras apretaba mis muslos, yo me movía en círculos, sus dedos acariciaban mi clítoris, me llevó al límite y experimenté otro orgasmo. ¡Oh, qué placer, uhm, ah! Eres increíble, ¡uf! Con brusquedad me levantó y me empujó sobre la mesa, se inclinó hacia adelante, separó mis nalgas y me penetró con fuerza por detrás. -Toma, uhm, tómala, ah! ¡Me lastimas!- Me tapó la boca y se adentró aún más, sentía como mi cuerpo era invadido, era un dolor placentero, ¡qué sensación! Disfrutaba al máximo de tenerlo así, mientras mi esposo estaba fuera de casa. -Uhm, me duele, uhm, qué delicioso culito, ¡eres la mejor! ¡Hazme tuya, suegro, ámame con fuerza, destrúyeme el trasero!!-

Como un toro en celo, Ezequiel se movía con intensidad, un vaivén que provocaba un placer indescriptible, mis ojos se humedecían, sentía que iba a desmayarme, babeaba como un perro san Bernardo, era una sensación única. ¡Oh, estoy llegando, uhm, me corro! Así, uhm, déjame vaciarme, ¡llenaré tu culito, nena! Me apretaba con fuerza, sentía cómo se consumaba en mí, entonces me moví como una loba en celo y lo hice acabar dentro de mí. -Uf, ahí va toda mi leche, ah! Qué placer, más, ¡dámelo todo!- Al sacarlo, su néctar se deslizaba por mis muslos, me incliné para comenzar a complacerlo oralmente, ¡así, qué exquisito! ¡Soy toda tuya!-

Una vez finalizado el encuentro, me aseé, me arreglé y serví unos tragos de tequila, me palmoteó cariñosamente y me besó. Después de un momento, mencionó que tomaría otra pastilla de viagra, esperó el efecto y luego me tomó en brazos para llevarme a mi habitación. Me depositó en la cama y elogió lo sexy que lucía con el seductor vestido que le había regalado, me sentía espectacular, como una cortesana de lujo. Le agradecí el cumplido y él me confesó que desde que vio el vestido en la tienda, imaginaba volver a tener un encuentro apasionado conmigo.

Se acercó a besarme mientras sus manos traviesas recorrían mis curvas, se sentó en el borde de la cama y me invitó a montarlo. Con mordiscos suaves en mi cuello, ya podía sentir su miembro completamente erecto rozando mi entrepierna. -Eres irresistible, Sandra Verónica, te amo-, chupaba mis dedos y yo correspondía, nos besábamos apasionadamente, con cada arrimon suave de su verga, con cada mordisco en mi clavícula, mientras sus manos exploraban mi vestido. Pronto nos pusimos de pie y subió mi vestido hasta la cintura, iniciando un juego de besos por mi ropa interior, introduciendo sus dedos hábilmente por mis partes más íntimas. Mi excitación no se hacía esperar, con ternura recorría mis muslos. -Ah, Ezequiel-, gemí mientras bajaba mi prenda íntima hasta las zapatillas, besaba mis tobillos y luego la tela encaje anudada en mis pies. -Eres un amante delicioso, qué excitante-, murmuró mientras mordía y besaba con lujuria mis medias de encaje, finalmente dejo la tanga en mi boca y la dejamos caer sobre la cama.

A continuación, con un tono más serio, Ezequiel preguntó si estaba en mis días, asentí, y le mencioné que había consultado a mi ginecóloga debido a la cercanía de la menopausia, a lo que él sentenció que eso incrementaría mi deseo. Bromeé sobre no querer eyaculación en mi interior, a lo que respondió con picardía que en cada encuentro continuaría haciéndolo.

El efecto del viagra hizo sentir sus efectos y pronto comencé a sentir una incontenible sensación de placer.

Con una deliciosa felación, tuve que abrir bien mi boca para poder acomodar el tamaño de ese pene, -oh Verónica, ¡qué boca tan habilidosa tienes!... ¡oh sigue... sígueme deleitando!... sigue así ooo, luego de un momento, retiró su miembro de mi boca, y me puso a gatas sobre la cama, asegurándose de que mi trasero quedara justo en el borde y a la altura perfecta para su robusto pene.

Excitado, sin rodeos, dirigió su pene para volver a penetrar profundamente en esa posición, introduciendo por completo su miembro en el apretado ano de su nuera, sintiendo como sus testículos chocaban con sus nalgas. Oh despacio oooo… ¿Quieres más, Ezequiel… otra vez? -Vamos mami. ¡Necesitabas sentirme de nuevo adentro! ¿No lo niegas? Uf... ¡sigues tan ardiente Verónica! ¡estás que ardes! En un vaivén infernal, penetrando ano y vagina, fue entonces cuando le recordé: -Ya te lo he mencionado.

Todavía estoy en mi periodo fértil, por lo tanto, no debemos continuar. Oh Dios, estás tan duro, mientras me esforzaba por resistir los embates del semental. -Ya lo sé mamita. ¡Pero eso no impedirá que te siga poseyendo ¿lo sientes verdad?... ¿sientes cómo me tienes mami? ¿sientes como mi verga invade tus cavidades? Oh sí maldito… ¡la tienes tan dura!... oo sí ooo- exclamé, era evidente que en ese momento era el experimentado semental quien llevaba las riendas. Ezequiel, revitalizado de nuevo, completamente recuperado, y con la enorme potencia que le proporcionaba el viagra, empezó a copular con la mujer de su hijo con una auténtica furia e intensidad, viendo cómo el estrecho coño y ano de su nuera se abrían al máximo, facilitando el acceso total de su miembro.

Se dio cuenta de que esa postura era perfecta para penetrar por completo a la mujer de su hijo. ¡El coño y ano de su nuera engullían su falo hasta el tope! ¡Oh mami, cómo entra mi pene en ti!… oh sí, ¡hasta el fondo! ¡oh me vuelves loco oooo… Despaciooo! Exclamaba, viendo cómo su miembro estaba en pleno esplendor y desaparecía en mis cavidades.

.-Así mamita. ¡Te voy a abrir de nuevo bien esos agujeros! Uf me tienes como un toro. Mientras empezaba a darme nalgadas, al mismo tiempo que empujaba por completo su miembro, excitando aún más a la mujer de su hijo. Luego, al notar cómo mis pechos escapaban de ese vestido ceñido, alargó sus manos y comenzó a manosearlos, apretándolos e intentando sujetarlos por completo con sus manos.

Eso me excitó aún más y ya estaba tan ardiente y excitada que alcanzaba otro orgasmo, mmm aaaa, ufff. Sin embargo, mi suegro continuaba embistiéndome sin descanso, introduciendo su miembro una y otra vez con fuerza, sacando su pene por completo para luego clavármelo de nuevo, abriendo mi vagina y ano hasta límites insospechados: ¡Oh mi amor… me estás llevando al paraíso! Me sentía en la gloria. ¡Estaba enamorada del miembro de mi suegro! Cuando finalmente terminó de darme placer hasta casi dejarme sin fuerzas, casi exhausta, noté que mi suegro seguía con la misma energía, introduciendo su potente miembro en mi ardiente vagina y ano. Nunca entendí la gran potencia de mi suegro y su resistencia, ya que su pene seguía entrando y saliendo de mis dilatadas cavidades con la misma firmeza después de casi 25 años conociéndolo, aunque el viagra le ayudase, su vitalidad era notable.

Pero todo tiene un límite, y pronto me di cuenta de que ese semental estaba a punto de eyacular. En ese momento dudé, pero luego me dije, ¿no puedo permitir que se corra dentro de nuevo?, así que le dije: Oh suegro... ¡debemos terminar afuera.! ¡No puedes acabar dentro otra vez! ¡Sabes que no podemos hacerlo!... pero mi suegro no estaba dispuesto a cooperar, quería volver a eyacular dentro de su nuera. Quedé sorprendida al escuchar cómo el padre de mi esposo me decía: ¡Claro que me voy a correr adentro mami. ¡quiero llenarte de nuevo! Sé que

¿Lo estás necesitando? Tienes esa vulva como un volcán en ebullición.

Yo sabía que era cierto. Que en el fondo deseaba que se corriera dentro. Que me volviera a llenar. No debía, pero "si lo necesitaba". ¡Ansiaba volver a experimentar la eyaculación del hombre maduro dentro de mi candente vagina! Sin embargo, mantuve la compostura, expresando: -Pero ¡podrías dejarme embarazada! Quedó sorprendida al escuchar las palabras de mi suegro: -"Anoche permitiste que me corriera dentro de ti". ¡No finjas ser decente, quiero volver a hacerlo! Añadiendo con gran morbosidad ante mi incredulidad: "Además, mamacita, así aseguramos que quedes bien preñada". Sí, mamacita... Creo que ya está por venir... oh sí... te voy a dejar bien llena. -¿Estás loco? ¿Realmente pretendes preñarme? -Oh mamacita, sueño con verte con una barriguita y por follarte como hace 20 años cuando estabas embarazada de tus hijas. Me manifestó el ardiente hombre sin parar de penetrarme, mientras se disponía a volver a eyacular dentro de su nuera.

-¿Estás loco?... oh Ezequiel, no vuelvas a hacerlo... oh no... ¡eres un sinvergüenza, lo has vuelto a hacer! ¡Quieres preñarme de verdad! Y mi suegro cumplió su palabra. Al instante, un torrente de espeso semen fue nuevamente inyectado en la vagina de la mujer de su hijo. Como la vez anterior, la penetración fue bastante profunda, al igual que profundo fue el lugar donde depositó su semilla: a las puertas de mi útero. -Oh amor... Me vas a llenar de nuevo... oh desvergonzado, cómo te siento...

La eyaculación de mi suegro fue igualmente abundante, bañando plenamente la vagina de su nuera, permaneciendo en su interior durante unos instantes antes de retirarse. Al sacar su pene, observó detenidamente la tremenda abertura vaginal y los restos de su semen. Luego, me acostó en la cama, miré nuevamente mi vagina, observando con asombro el gran agujero abierto por la polla del padre de mi esposo y el flujo de los restos de semen. Oh, amor, Ezequiel. ¡Estás decidido a embarazarme!... ¡Caray, me has vuelto a llenar!

El vigoroso semental de mi suegro me tomó y me obligó a recostarme junto a él en la cama, besándome apasionadamente, descansando durante más de 30 minutos. Después, decidí levantarme, ya casi eran las 7pm, mis hijas y suegra estaban por regresar. Sin embargo, mi suegro me retuvo y me colocó con las piernas abiertas sobre la cama, me montó y volvió a introducir su enorme pene en mí. Una vez más me vi penetrada por mi suegro. Oh... Otra vez no... ya van a venir las niñas y tu mujer.

Pero, a pesar de mis protestas, Ezequiel comenzó a penetrarme, logrando que yo también colaborara, copulando de forma ardiente, alcanzando nuevamente un nuevo y múltiple orgasmo. En ese momento, lo miré y le pregunté: ¿seguro que pretendes volver a eyacular dentro, verdad? -¡Por supuesto, mamacita... te voy a dar mucha leche! -Oh amor, Ezequiel. Vas a preñar a la mujer de tu hijo. ¡Qué degenerado! Le dije sonriendo. Ya nada me importaba, fui yo misma la que incitó al vigoroso semental de mi suegro a correrse dentro de mí.

Ezequiel no lo dudó dos veces, y ante la provocación de su propia nuera, comenzó de nuevo a eyacular dentro, realizando una eyaculación tan copiosa como la anterior. Yo sentía el flujo del cálido semen de mi amante dentro de mi vagina, y esta vez lo disfruté aún más. Era consciente de que esta vez no escaparía. Mi suegro me iba a dejar embarazada de una vez por todas. ¡Oh sí, te siento... oh, me llenas, Ezequiel...! Y mirándolo a los ojos, lo incité: ¡vamos Ezequiel... lléname bien! ¡Termina de preñar a la mujer de tu hijo! ¡Vamos, semental, "hazme un hijo"... oh sí así, oh

Cuando terminaron, lo miré y le dije: Oh Ezequiel. Esta vez creo que no me escaparé. ¡Seguro que me has embarazado! Me has follado y llenado durante los dos mejores días. Él me acarició y me besó nuevamente, diciendo: Oh mamacita. ¿Es que estás tan buena?... Me encantaría verte con una pancita, como hace 20 años ¿Seguro que seguirás igual de buena para darte una buena cogida? Lo miré, sonrojada y excitada, y le dije: ¿Estás pensando en follarme estando embarazada?... -Te aseguro que no te escaparás, mamacita. Me comentó mi suegro sonriendo. Después de varios minutos, recuperamos las fuerzas, mi hija me llamó diciendo que venían en camino con pizzas, bajamos a la sala, y justo a los 10 minutos abrieron la puerta, era mi esposo, entró y sorprendido nos vio a su padre y a mí, buenas noches, ¿qué hacen ahí solos, y las niñas y mi mamá?

Ya vienen, fueron de compras y trajeron pizza, justo en ese momento abrieron mis hijas, y mi suegra dijo que tenían que irse después de cenar, porque surgió un problema con el terreno que disputan con otra familia, no me lo tomarán a mal, dijo mi suegra, claro que no. Cenamos y al despedirnos, subí como pude a la recámara, bien penetrada y cargada de semen y de un ¿niño o niña?

¿Te ha gustado este relato erótico?

¡Haz clic en las estrellas para puntuarlo!

Puntuación promedio 5 / 5. Recuento de votos: 1

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

Ya que que te ha gustado este relato...

Puedes compartirlo en redes sociales!

¡Siento que este relato no te haya gustado!

¡Déjame mejorar este contenido!

Dime, ¿cómo puedo mejorar este contenido?

Otros relatos que te gustará leer

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Subir
Contacto | Seguinos en Ivoox y en x.com