En un período complicado familiar, mi pareja se alojó en casa de mis padres, donde también resido yo. Siendo hijo único, siempre estuve dispuesto a brindarles hospitalidad a los demás sin problemas.
Llevábamos 4 años de relación con mi pareja en ese momento. Ella tiene 28 años y es una mujer atractiva con curvas exuberantes. Mi padre, un hombre de 58 años, mostraba una amabilidad excesiva hacia ella que me desconcertaba, hasta que descubrí la verdad por mí mismo.
Un fin de semana, luego de asistir a un bautizo familiar, nos retiramos temprano a descansar en casa, mientras mis padres regresaron ebrios más tarde. Mi madre se fue a dormir, y mi padre se quedó viendo televisión en la sala. Al escuchar el ruido, mi pareja se levantó para pedirle que bajara el volumen.
Ella llevaba una bata corta de tela blanca transparente que dejaba poco a la imaginación, y al levantarse se notaba claramente su ropa interior y sus pezones. Mi padre, al verla de pie frente a él, no pudo ocultar su excitación evidente. Se acercó a ella y le pidió un vaso de agua, excusa para acompañarla a la cocina.
Mientras se encontraban solos en la cocina, mi padre comenzó a halagarla y acariciar sus piernas, lo cual despertó en ella un deseo morboso. Con la influencia del alcohol en mi padre, ella se dejó llevar por la excitación del momento, permitiéndole acercarse más y aumentar la intensidad de la situación.
Cuando me desperté y noté la ausencia de mi pareja, decidí verificar en silencio la situación en la cocina. Al acercarme, pude presenciar la escena a contraluz, donde mi pareja y mi padre parecían estar viviendo un momento de pasión inesperado.
Con la luz proveniente de la calle que entraba por la ventana, me encontré observando algo inesperado.
De forma discreta, me dediqué a presenciar cómo papá se agachaba con ella frente a su rostro, disfrutándolo plenamente, mientras se estimulaba y le pasaba la lengua por sus nalgas. Al dirigir mi mirada hacia mi novia, la vi observando cómo papá le realizaba sexo oral, generando en mí una sensación de enojo e impotencia, pero al mismo tiempo debo admitir que también despertó en mí un gran deseo y morbo. Sentí una oleada de emociones intensas, sin estar seguro de si debía intervenir o simplemente quedarme escondido, contemplando lo que ocurría.
De repente, papá se sentó en una silla en la cocina, y ella se volvió hacia él al escuchar sus insinuaciones sobre un "regalito". Sin comprender de qué se trataba, pronto mis ojos captaron la escena: estaba bajándole los pantalones, arrodillándose en el suelo, agarrando su miembro y llevándolo a su boca. Mientras tanto, ella acariciaba su ropa interior por encima, papá sujetaba su cabeza, observando cómo ella lo estimulaba con su lengua de manera detallada. En ese momento, mi excitación estaba en su punto máximo, tanto que me quedé allí, oculto, deslizando mi mano por debajo de mi pijama para autoestimularme, experimentando un placer y un morbo indescriptibles. Mi mente solo podía pensar en verla con el rostro cubierto de la eyaculación de papá o complaciéndolo y disfrutando de su deseo, que tanto anhelaba.
Comencé a jadear mientras intentaba contener mi excitación, anhelando presenciar más. De repente, mi frustración y enojo se transformaron en un deseo morboso, fue entonces cuando mi novia se colocó encima de él, tomó su miembro y lo introdujo en su vagina, comenzando a gemir suavemente, con sus manos en su cabeza y las manos de papá en sus nalgas, apretándolas. Observaba cómo disfrutaba el contacto con un hombre maduro y cómo el placer lo invadía, viendo cómo mi novia se deleitaba con sus movimientos suaves pero profundos.
Ella se quitó la bata y colocó sus senos frente a su rostro, a lo que papá no dudó en llevarlos a su boca, succionando sus pezones y explorándolos con la lengua de forma placentera. Escuchaba a mi novia susurrándole lo excitada que estaba y cómo se sentía mientras él la penetraba; a lo que papá respondía con su propia excitación, expresando su intenso deseo y anticipando su inminente clímax debido al placer que experimentaba. Mi novia le confesó lo mucho que deseaba verlo eyacular en ella, pero él prefirió terminar en su boca, y así sucedió.
Después de apartarse de papá, mi novia se arrodilló y comenzó a brindarle sexo oral de forma intensa, mirándolo a los ojos y expresándole su deseo de recibir su semen caliente. Observé cómo él comenzaba a eyacular, y cómo mi novia abría la boca, emitiendo suaves gemidos mientras se estimulaba su propia vagina, intentando retener todo lo que él liberaba.
Mi excitación alcanzó su punto máximo y acabé liberando toda mi tensión al presenciar ese espectáculo, dejando mi mano cubierta de mi propio fluido, observando cómo ella se tragaba todo el semen de papá y continuaba excitándose hasta que llegó el turno de ella, generando un orgasmo al retener el miembro en su boca, gimiendo suavemente mientras se masturbaba rápidamente, alcanzando un clímax satisfactorio y pleno. Tras retirar sus manos de su entrepierna y ponerse de pie, se ajustó la bata y compartió un beso apasionado con papá, intercambiando el semen que él le había dado con su cuerpo y su boca.
Rápidamente regresé a la cama, acostándome y recreando la situación en mi mente con un sentimiento de morbo, reflexionando sobre cómo pudo haber ocurrido todo aquello, pero ansiando que se repitiera. Minutos después, mi novia llegó y se acostó con delicadeza, creyendo que yo dormía; se acomodó de espaldas e intentó conciliar el sueño, tras exhalar un suspiro. Al despertar, me confesó, y le pedí que me contara cada detalle para poder plasmarlo por escrito, interesado en saber si lo disfrutó, deseando escuchar el relato en sus propias palabras. Acordamos que volvería a suceder, y que esta vez me avisaría para poder observar y autoestimularme al ver cómo papá volvía a disfrutar de su compañía.
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