La primera vez con mi hija


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Soy Javier, tengo 40 años y mi hija 20. Lo que voy a contar sucedió hace 2 años, justo en el cumpleaños 18 de mi hija.

Nunca viví con la madre de mi hija, pero siempre estuve presente en su vida, tanto económicamente como en otros aspectos, siempre mantuvimos una excelente relación padre e hija. Solíamos vernos varias veces a la semana y casi todos los fines de semana ella iba a dormir a mi apartamento. Cuando cumplió 18 años, su madre estaba de viaje en Estados Unidos con su pareja, por lo que mi hija estaba conmigo. Ese día la desperté con un desayuno en la cama y unas flores, luego al medio día la llevé a almorzar. Ya entrada la noche, ella se fue a estar con unas amigas, pero cerca de las 11 me llamó diciendo que estaba aburrida y quería que la recogiera, así que fui por ella. Al saludarme, decidió que no quería ir a casa, sugirió ir a ver un espectáculo de strippers.

Tras pensarlo un momento, acepté. Entramos y nos sentamos, aunque debo admitir que me sentía algo incómodo al no estar acostumbrado a ese tipo de shows, sin embargo, ella parecía disfrutarlo. Le ofrecí la posibilidad de ir a una sala privada con alguno de los bailarines y yo pagaría, pero en ese momento ella me confesó al oído que aún era virgen. Le di un beso en la frente y no dije nada más, hasta que luego decidió que era hora de regresar a casa. Una vez allí, nos sentamos en la sala, abrí una botella de vino y entonces me preguntó si era bonita, ya que le resultaba difícil encontrar pareja. Le aseguré que era hermosa y que seguro encontraría a la persona indicada en el momento adecuado.

Describí físicamente a mi hija y mencionó que quería hacerse una cirugía para aumentar el tamaño de sus senos, a lo que respondí que ya era hermosa tal como era. Ella entonces me desafió a opinar sin haberlos visto, y acto seguido se quitó la blusa y el sostén, mostrando sus pechos, un poco más grandes que una pelota de tenis. Sorprendido, halagué su figura y en ese instante me instó a tocarlos. A pesar de mi rechazo inicial, accedí y al hacerlo, su pezón se endureció.

En un momento, ella me preggunta: "Si no fuera tu hija, ¿me desearías?". Mi respuesta fue afirmativa. Acto seguido, me confesó que su regalo de cumpleaños ideal sería perder su virginidad conmigo. A pesar de considerarlo imposible, ella insistió en que todo quedaría entre nosotros y sería solo esa noche. Se levantó, me expuso su propuesta, "te espero en mi habitación desnuda, si llegas vestido entenderé que no quieres, si llegas desnudo, seré tuya". Subió las escaleras al segundo piso y allí me dejó, indeciso.

Tras reflexionar unos minutos, tomé la decisión. Me despojé de la ropa y empecé a subir las escaleras. Al llegar a su habitación, la encontré recostada boca abajo, completamente desnuda.

Me acerqué a ella, empecé besando sus pies, ascendí por sus piernas y finalmente llegué a sus nalgas, las besé y acaricié suavemente. Luego la volteé y besé sus labios con ternura. Mientras nos besábamos, ella tomó mi pene en su mano y yo la guíe para masturbarme.

Le consulté si había experimentado sexo oral antes, a lo que ella respondió que solo lo había visto en videos. Se arrodilló frente a mí y comenzó a acariciar mis genitales con su lengua. Mi pene estaba erecto y disfrutaba de sus caricias.

Tomó mi miembro con su mano y posó sus labios en la punta, lo lamió y luego lo introdujo en su boca. Estaba a punto de dar instrucciones cuando ella me interrumpió con un "shhh papi, déjame a mí". Comenzó a moverse arriba y abajo coordinando con el movimiento de su mano, lo lubricaba con su saliva y continuaba con la felación, demostrando una habilidad sorprendente para ser su primera vez. En el momento en que estaba a punto de retirarlo, me dijo "no papi, quiero tu semen, deseo que esta noche sea memorable y que te sientas pleno, hoy soy tuya" y así, un potente chorro de semen llenó su boca, lo tragó todo y me sonrió.

Luego, se recostó boca arriba y me posicioné entre sus piernas para entregarme al deleite de su húmeda y peluda vagina. La acaricié con pasión y poco a poco introduje mis dedos, inicialmente hubo un leve rastro de sangre, pero eso no me detuvo, ella gemía intensamente. También introduje un dedo en su ano, a lo que ella respondía pidiendo más. Aumenté la intensidad con mis caricias y lengua, hasta que de repente se retorció y alcanzó un gran orgasmo con una generosa liberación de líquido vaginal. Había tenido su primer clímax.

Ascendí por su vientre, luego succioné sus hermosos pechos y culminamos con un apasionado beso. Abrí sus piernas suavemente e introduje mi pene en su vagina, iniciando un movimiento mientras ella gemía y arañaba mi espalda. Nos besamos, tomó mi rostro entre sus manos, me miró y pronunció las palabras: "Soy tuya papi, enteramente tuya, y deseo seguir siéndolo". La besé y le respondí "Eres mi mujer, eres mi bella cachorrita". "Sí papi, soy tu perra, tu única y quiero seguir así", dijo ella. Entonces, la llevé al borde de la cama y levanté sus piernas.

Su excitación era palpable, sus fluidos actuaron como lubricante en su ano y poco a poco introduje mi miembro. Emitió un grito de dolor pero me rogó que continuara "si te detienes, te mato papi, dáme duro en mi trasero". Con todo adentro, comencé movimientos lentos que gradualmente aumentaron de ritmo, mientras le propinaba nalgadas, "dame con fuerza, así me gusta, soy toda tuya". Después de un tiempo, retiré mi miembro y lo introduje nuevamente en su vagina, acercando su boca justo a tiempo para que volviera a recibir mi semen.

Nos dirigimos a la ducha donde intercambiamos numerosos besos.

Dormimos desnudos y al despertar disfrutamos de múltiples encuentros. El lunes siguiente acudimos al médico en busca de asesoramiento sobre métodos anticonceptivos, ya que ella deseaba continuar nuestra relación sexual con eyaculación interna.

Ella empezó a visitarme con mayor frecuencia y nuestra actividad sexual era constante, hasta que finalmente decidió mudarse conmigo. Vivimos como pareja. Ella no tuvo otros pretendientes y yo tampoco. Llevamos dos años así y estamos considerando seriamente la posibilidad de emigrar juntos a otro país, declararnos abiertamente como pareja y revelar a nuestra familia en los próximos días que estamos enamorados y formamos una pareja.

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