Las mujeres también albergamos fantasías, caprichos, anhelos; tal vez somos más reservadas; pero disfrutamos fantasear.
Desde que empecé a tener una vida sexual activa, intenté llevar a cabo las fantasías que podía imaginar; sin embargo, hubo una en particular que aún me ayuda a alcanzar el clímax cada vez que la evoco.
Solía autocomplacerme mientras escuchaba a mis padres tener relaciones íntimas; los gemidos de mi madre, los gruñidos de mi padre, el sonido de la cama, los susurros tenues, la exhalación al llegar al clímax por parte de ambos; cerraba mis ojos y me sumergía en aquellos sonidos, acariciándome suavemente, sintiendo cómo mi vagina se humedecía, hasta llegar al éxtasis.
Mis progenitores se divorciaron tiempo después, mi padre se marchó a vivir en solitario; mientras yo me quedé con mi madre.
En cierta ocasión, visité a mi padre. Estaba tenso, de mal humor. Decía que su trabajo lo agobiaba y no podía culminar. Le propuse prepararle una bebida y charlar para relajarlo. Tras un generoso whisky, se serenó. La conversación y el whisky surtieron efecto; y descubrí a mi padre mirando mis glúteos y mi busto. Me solicitó que me retirara porque quería descansar.
Me acerqué para despedirme con un beso, mis senos se presionaron contra su cuerpo y descendió sus manos a mis nalgas. Su boca descendió para besarme el cuello, mientras sus manos acariciaban mis glúteos. Yo suspiraba, sintiendo su miembro viril endurecido contra mi abdomen.
Desabroché lentamente el pantalón y comencé a practicar sexo oral; mis ojos buscaban los suyos; me excita observar la expresión embriagada de placer de un hombre al recibir sexo oral. Escuchaba sus gemidos y gruñidos, lo cual avivaba mi deseo, sintiendo mi vagina palpitar y humedecerse.
Empecé a desnudarme sin dejar de practicar sexo oral; sus manos acariciaron mis pechos, pellizcando suavemente y estimulando mis pezones; me hizo gemir, teniendo su miembro dentro de mi boca.
Me incorporó y me besó, demostrando en mi boca toda la pasión, el deseo y la necesidad de un hombre; sus manos exploraban cada rincón de mi anatomía; introdujo sus manos entre mi ropa íntima y mis nalgas, esas manos estaban cálidas, ardientes; sus fosas nasales se dilataron al oler mi esencia femenina que emanaba de mi entrepierna.
Me tendió sobre el sofá, retiró mi ropa interior con una mano; sus dedos se empaparon con mis fluidos. Al verme desnuda, elevó mis piernas sobre sus hombros y hundió su rostro en mi zona íntima; su lengua recorrió mis labios inferiores de abajo hacia arriba recogiendo todos mis jugos; disfrutaba de cada gota que emanaba de mí; sentía como fluían mis fluidos, él no perdía ni una sola gota. Posteriormente, concentró su lengua en mi clítoris, mientras introducía 2 dedos. Su lengua se movía velozmente; lo agarré del cabello, atrayéndolo hacia mí, mientras movía mis caderas buscando alcanzar el orgasmo.
Exhalaba fuertemente al llegar al clímax, mi cuerpo temblaba descontroladamente; él se bajó el pantalón, yo todavía me estaba recuperando; se introdujo en mí lentamente; cada centímetro que penetraba en mí prolongaba el orgasmo que estaba experimentando.
La embestida era enérgica, se postró sobre mí para acariciarme los senos mientras mantenía la relación sexual; él estaba muy excitado, no tardé en sentir como su miembro se hinchaba a punto de llegar al clímax.
El primer chorro llegó con palpitaciones intensas de su miembro dentro de mí; los espasmos del falo impactaban directamente en mi clítoris, ocasionándome otro orgasmo, hundí mis uñas en su espalda, mientras escuchaba su jadeo en mi oído.
Se retiró de mí, el semen goteaba por fuera de mí, alcanzando mi trasero; esa eyaculación era cálida.
Nos vestimos en silencio. Le di un beso en la mejilla y me retiré.
La fantasía de tener relaciones con mi padre se concretó... ahora deseo que me penetre analmente...
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