Tentación en el Mar: Mi superior me atrapó en su despacho (parte 2)


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Eran las cuatro de la tarde y decidí aumentar la velocidad para ver si a las seis terminábamos, hora de mi salida. En ese momento, mi compañera me llamó preguntando si iría con ellos, pero le informé que no, que aún me faltaba mucho y que era mejor que les llamara para alcanzarlos. Llegaron las nueve y casi habíamos terminado, pero ya estaba agotada para ir a la reunión. Calculé que a las diez de la noche terminaría, por lo que decidí contactar a mi esposo para que pasara por mí a esa hora. Cerca de las diez, finalmente terminamos, la última hoja del informe salió de la impresora. Agradecido, el licenciado agradeció todo mi apoyo y por último me pidió que llevara unos documentos a un cajón del archivador que estaba al lado de la puerta de su despacho. Cerré ligeramente la puerta para poder sacar el cajón, me incliné para coger los papeles, cuando de repente sentí cómo los brazos del licenciado rodeaban mi cintura por detrás, acercándome a su cuerpo.

-¿Licenciado, qué está haciendo?

-Nada, simplemente agradeciéndote todo tu apoyo. Sentí cómo me apretaba más y su prominencia dura rozaba mis nalgas.

-Por favor, suélteme, ¿qué le ocurre, Licenciado?

-Nada, solo quiero que nos relajemos y pasemos un buen momento -dijo sin soltarme y apretándome más-.

-No me suelte, por favor, Licenciado, no me falte al respeto. Suelteme, no le he dado motivos.

-Además de querer agradecer todo tu apoyo, te pareces atractiva, estás muy atractiva. Déjame mostrarte cómo me sientes.

-No, Licenciado, le he dicho que no le he dado motivos, suéltame, por favor, solo estoy cumpliendo con mi trabajo; además, no soy como sus amigas que trae aquí. Estando cerca de mí, percibí su aliento alcohólico, probablemente había estado bebiendo toda la tarde. Cerró la puerta de su despacho con el pie.

-Por eso te pareces aún más atractiva, por tu seriedad, aunque se nota que eres muy ardiente. Lo vamos a pasar bien, mira cómo me tienes. Me apretó más, sintiendo la firmeza de su miembro en mis nalgas.

-No, suéltame, por favor, Licenciado, por favor se lo ruego. No, no, no... intentaba liberarme pero su corpulencia me lo impedía. Comenzó a frotarse en mis nalgas y a masajear mis senos. Sentía su miembro muy rígido y grande. Mis súplicas, lejos de desanimarlo, parecían excitarlo más.

-Lo vamos a pasar bien, ya lo verás, estás muy atractiva, qué atractivas nalgas tienes. Están para saborearlas todas.

-No, Licenciado, no continúe, por favor, suélteme, no me haga nada, respéteme, Licenciado, no se equivoque, ¿Qué me va a hacer? ¿Qué está haciendo? Le preguntaba al sentir que con una de sus manos bajaba la cremallera y rebuscaba para sacar su miembro.

-Quiero que sientas cómo me sientes, cómo me pones. Quiero que disfrutes lo que siento por ti, quiero que seas mía; me decía esto mientras frotaba su miembro encima de la falda sobre mis caderas.

-¿Qué está haciendo? No continúe, no siga insistí, pero me seguía sujetando por la cintura sin ceder. Sentía cómo su miembro totalmente erecto se frotaba en mis nalgas, lo tenía grande y grueso.

Debo mencionar que a pesar de mi enojo por la situación, mi cuerpo reaccionaba de manera extraña, al igual que mi mente. Eran cerca de las diez, mi marido estaba a punto de llegar, quería salir de allí, escapar, me estaba violando mi jefe, pero también sentí cómo de mi entrepierna manaban jugos, ¡Me estaba humedeciendo! No entendía lo que me sucedía, esta situación me excitaba. Mientras pensaba en ello, el Licenciado, con su miembro afuera, me subió la falda hasta la cintura y reaccionó diciendo vulgaridades al ver mi ropa interior: vio mi tanga roja abierta por el medio y mis medias de silicona.

-¡Guau! ¡Mira nada más, qué sexy vienes, qué provocativa te ves! Muy sensual; por algo, todo el mundo quiere contigo.Que delicioso trasero tienes, ¿te agrada la verga verdad, te gusta que te penetren? Mientras me susurraba esto, con su mano exploraba en mi entrepierna y al sentir mi humedad dijo: ¡Qué delicioso, mira cómo estás! ¿estás excitada verdad, deseabas esto verdad zorra?

-No señoría, por favor no me haga nada, se lo ruego respete, no lo haga, ya déjeme ir, no me la introduzca por favor, no me la introduzca. Mi esposo está por llegar.

Mis súplicas lo excitaban más, percibía en una de mis nalgas su miembro totalmente erecto y muy duro. Sin soltarme, me inclinó sobre el archivero y con su mano agarró su miembro y lo colocó en mi entrepierna, en la entrada de mi vagina.

-Pues te toca aguardar un momento, porque te la voy a introducir muy placenteramente. Estas nalgas están para eso. Empujó su pene en mi vagina, suave pero firme, arrancándome un gemido de gozo. Estás muy húmeda, estás excitada, ¿deseas pene?

-Aahhgg, no, no, no me la meta señoría, no me la meta por favor aahhgg ¡sáquela, hum, aahh, sáquela!

-Mira cómo entró, qué agradable se siente, que vulva tan deliciosa y caliente tienes putita, ¿te place verdad, te agrada mi pene verdad putita? Qué deliciosa estás mamacita, siente mi miembro, aah que deliciosa estas, ¿Con cuántos has mantenido relaciones, cuántos te han poseído puta? Me comunicaba esto mientras me embestía.

-No, no prosiga, no prosiga aahh, sáquela por favor, sáquela aahhgg, aayy, la tiene muy grande y gruesa me duele, me lastima, sáquela aayy, aahh sáquela, noo, aahhgg…

En medio del dolor, de mi sumisión a ser copulada en contra de mi voluntad, vinieron a mi mente esos momentos en que sus chicas lo visitaban en su despacho, me imaginé ser una de ellas, dispuesta a satisfacer sus bajos instintos; además, su lenguaje soez y su gran pene extrañamente me estaban transformando, me estaban excitando: estaba sintiendo placer.

-¿Te place mi pene verdad, te gusta? Estás muy húmeda puta, ¿le gustó a tu vulva mi pene verdad puta? No me has dicho cuántos te han poseído, ¿Cuántos?’ Me comunicaba y preguntaba mientras sus movimientos se volvían más intensos y vigorosos, me embestía con fuerza.

-No por favor, se lo suplico, no lo haga, aahhgg no lo haga, huumm, no, aahh. Mi cuerpo reaccionó, mis caderas se movieron más para ofrecer mejor mis nalgas y entreabrí más mis piernas, Mis gemidos se tornaron expresiones de placer, el último intento de resistencia fue inútil: no lo haga señoría, no lo aahhgg, huumm aahhgg, no aahh, por favor no, no me la meta, no me la… aahhgg siento, mmm siento placentero, aahhgg, qué delicioso se siente aahh, qué exquisita tiene licenciado qué exquisita aayy, me agrada su pene aahhgg. Estaba excitada, mi cuerpo respondía al deseo, al placer que esa verga me estaba proporcionando.

-Eso, ¿no que no putita, no que no querías? disfruta mi pene puta, gózala placenteramente, Mueve tus nalgas, muévelas placenteramente mamacita, ¿te gusta mi pene verdad? muévelas cómo se las mueves a los demás puta, Dime, cuántos te la han metido putita, dime…

-Totalmente entregada y recordando las sesiones con sus amiguitas, pensando en cómo sea las pudo haber cogido, le respondía que sí, si me gusta su pene licenciado seee, la tiene grande y gruesa, la tiene muy exquisita, aahhgg, si la tiene muy exquisita. Deme con fuerza aahhgg. Si, no me la han introducido, pero varios desean, varios me la desean introducir aahh sus penes exquisitos.

-Se ve que te gusta el pene, ¿tienes tus amantes aquí verdad? ¿con cuántos lo has hecho, con cuántos haz copulado?

-No tengo amantes, pero varios me la desean introducir aahh, varios licenciado ayyy, ¡exquisito pene aahhgg!

-Tan seria que te ves y eres una puta, una puta copulona, cómete toda mi verga puta, toma, toma disfrútala, comenzó a darme nalgadas, ¿te gusta que te nalgueen, te gusta, te gusta?

-Si, nalgueeme licenciado, nalgueeme fuerte, deme más, así, deme nalgadas aayy, si uyyy que delicioso me la mete, que exquisito, ahhhh, que miembro tiene, aahhgg.

-¿Así te la han introducido los otros cabrones, así

En las oficinas? Insistía de forma morbosa.

Completamente alterada, entregada a esta acción inmoral, me confesaba frente a mi agresor. Sentía un deseo retorcido de ser utilizada para satisfacer los instintos carnales de un desconocido, una fantasía que compartía con mi esposo durante nuestras relaciones íntimas. Este hombre estaba despertando en mí a la mujer deseosa, la mujer sensual, la mujer lujuriosa que descubre algo nuevo y le gusta. A veces venían a mi mente la imagen de mi esposo, de mi hijo, de mi trabajo, de mi reputación, pero el placer que experimentaba eliminaba inmediatamente esos pensamientos y me permitía disfrutar de la lujuria de mi jefe al tener relaciones de esa manera. Estaba extasiada, disfrutando morbosa y lascivamente el acto.

-No, varios me lo han propuesto, pero nadie me lo ha hecho, nadie me la ha introducido como usted licenciado ayyy, nálgueame más, más, sí, dame más.

-¿Vas a ser mi prostituta de ahora en adelante, verdad putita, para penetrarte cuando quiera?

-Sí licenciado sí, seré su prostituta para que me posea cuando quiera, para que me introduzca su pene cuando quiera aahhgg, aayy.

En medio de esos delirios de placer estaba, con alguien que no me gustaba, pero con quien me estaba entregando por completo cuando sonó mi teléfono celular, era mi esposo que ya había llegado por mí, eran pasadas de las diez de la noche. No respondí, me volvió a llamar y el licenciado me indicó que contestara:

-Contesta tu celular, contesta.

-No, cómo cree, es mi marido, se puede dar cuenta.

-Contéstale putita, contéstale, dile que bajas ahora mismo.

-No respondí, pero volvió a llamar y decidí atender la llamada. Con voz entrecortada le dije ¿hola, ya llegaste? ¿dónde estás? Aahh ¿Estás aquí abajo? El Licenciado excitado me embestía con más fuerza haciendo resonar sus embestidas al chocar su vientre regordete contra mis nalgas, sin dejar de azotarme. Aahhgg, ahora bajo, ya casi termino, sí huumm, es que el informe es extenso por eso aún no bajo, tal vez en unos momentos aahh, no podía contener mis gemidos aahhgg. Mi esposo extrañado me preguntó por qué hablaba así, le dije que estaba subiendo escaleras y llevaba unos papeles, por eso me detuve a contestarle, aahh, ahora bajo mi amor, huumm, espera, no creo que tarde mucho, aahhgg, si me apuro siii, aahhgg es que me cansé mi amor, sí te quiero aahh, corté la llamada.

-¡Qué mujer tan lasciva eres, ¿te gusta engañar a tu esposo?

-Sí licenciado, me está gustando ser una puta, sigue poseyéndome, así, rico, sí.

-Pero, ¿no que ya llegó tu esposo, no te tienes que ir ya? ¿O quieres seguir teniendo relaciones?

-Sí, pero ya terminé licenciado, ya terminé aahhgg, ay, gimiendo ante la dureza de sus embestidas.

-Chúpamela, chúpamela rico putita, voltéate

-No, sigue así, termina así.

Continuará.

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