Encuentro nocturno


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Saludos varones caprinos, yo soy Verónica también conocida como Ishtar, tu madre sexy favorita. Les presento una nueva experiencia sensual a través de un relato erótico delicioso. Si has leído mis relatos anteriores, sabrás que soy una mujer casada que disfruta engañando a su esposo, teniendo encuentros sexuales casuales. Además, también tengo encuentros planeados. Soy una bella mujer de Guatemala y gracias a estos encuentros me he vuelto famosa en mi país natal. Más tarde, me mudé a México donde también he ganado cierta popularidad. Para que mi esposo no sospeche, he utilizado diferentes alias, como Ishtar, Venus, Luna, entre otros. El más reconocido siendo Ishtar, en honor a la Diosa de Babilonia, de la fertilidad, la guerra y el amor.

En México y Guatemala, me inscribí en sitios web de compañía, dedicados a promocionar mujeres para que los caballeros escojan a su cita. Estas plataformas requieren una verificación tanto de las damas como de los clientes para asegurar la seguridad de ambas partes y evitar riesgos innecesarios. Mi desenfrenada pasión me incitaba a tener encuentros con desconocidos. Me excita y moja el pactar un encuentro con alguien que no conozco, tener relaciones con un hombre al que nunca volveré a ver, del cual muchas veces ni siquiera sé su nombre. Por lo tanto, continúo como una mujer madura ardiente, buscando emparejarme con cualquier hombre que se me cruce en el camino.

Por ello, publiqué mi número y perfil en Facebook, lo que resultó en miles de mensajes llegándome, a menudo me resulta imposible responder a todos y en ocasiones, si respondo, me resulta difícil mantener una conversación debido al gran volumen de mensajes. Además, hay ocasiones en las que programamos un encuentro y la otra persona no se presenta a la hora acordada, lo que me llevó a inscribirme en sitios web verificados. A continuación, te mostraré cómo fue pactado mi último encuentro.

En la noche del sábado 5 de agosto, recibí un mensaje de un caballero que decía lo siguiente: buenas noches, hermosa Ishtar, me gustaría obtener información. Respondí: Hola cariño, buenas noches. Gracias por tu interés. Para nuestra cita te ofrezco 60 minutos de intimidad ilimitada, sexo oral natural con las famosas pastillas negras para mayor placer, y puedes eyacular en mi rostro, además de lluvia dorada. Nuestro encuentro será como de novios, con besos apasionados y caricias, llevaré lencería seductora, te brindaré un baile sensual y nos entregaremos al deseo. Luego pasaremos al acto sexual en todas las posiciones que desees. El precio de mi servicio es de $5000, equivalentes a unos 227 dólares. Si prefieres sexo sin protección, hay un cargo adicional de $1000 y se requiere una prueba de VIH, de igual forma, el sexo anal tiene un costo extra de $1000. Y en caso de querer un GangBang, tiene un costo extra de $3000. Te atenderé en el hotel del Centro Histórico, Isabel la Católica o en el Metro Patriotismo. Acepto pagos por transferencia, efectivo o tarjeta.

El caballero respondió: el servicio me parece un poco caro, pero he leído reseñas muy positivas sobre ti, así que perfecto, nos vemos mañana domingo en el Metro Patriotismo a las 8pm, con uso de preservativo. Contesté: perfecto amor, aunque el servicio parezca costoso, te aseguro que quedarás satisfecho. Este hombre no tenía foto de perfil, lo que añadía un toque de emoción, me preguntaba quién sería con quien tendría relaciones, ¿será como mi esposo descuidado y poco atractivo, un joven atlético, o un hombre de mi edad, será atractivo? ¿Tendrá un miembro grande o será de tamaño promedio como el de mi esposo, o pequeño pero vigoroso? Estas incógnitas solo aumentaban mi deseo.

Finalmente llegó el domingo, mi esposo había ido a Cuernavaca con su

El insensible de su superior, mis hijas con sus parejas. A eso de las 6pm, me encontraba sola, disponible y sumamente excitada, al saber que estaría con un hombre desconocido. Al entrar a la ducha, el agua estaba ardiendo, prácticamente hirviente, y yo llena de deseo. Era el escenario perfecto para estimularme con mis dedos. Después de unos minutos, dejé escapar un gemido intenso: ¡aaaaa, mmmm! Finalmente, me rasuré el monte de Venus. Salí de la ducha, fui a mi armario y escogí un mini vestido negro con brillos, que le daba un toque sensual. Mis hombros y la parte superior de mi espalda quedaron al descubierto, ajustado al cuerpo, llegando hasta la mitad de mis muslos, con un pronunciado escote. Me puse unas medias negras sexys que llegaban hasta lo más alto de mis muslos, además de una tanga negra y unas zapatillas negras muy sensuales. Me maquillé con un labial rojo intenso, sin olvidar mis aretes y anillos, y dejé mi cabello suelto. Eran las 7:45 cuando aquel hombre, me envió una foto y la ubicación de la habitación. Le respondí con un mensaje de voz: "Voy en camino, cariño".

A las 8pm, llegué a la recepción de ese conocido Motel. El recepcionista, que ya me conocía, anunció mi llegada, y una voz profunda respondió que subiera. Deseaba que también tuviera algo grueso en pantalón. Tomé el ascensor y al llegar a la habitación indicada, toqué a la puerta. Inmediatamente, un caballero moreno, atractivo, con un clásico bigote, de unos 30 años, delgado pero definido, de aprox. 1,77 m de estatura, con pantalón y camisa formal, me recibió. Le saludé con un beso apasionado y él, sin perder tiempo, agarró mis nalgas con fuerza. Así continuamos por unos minutos y me dijo: "Te pagaré ahora". Tomé el dinero, lo conté y lo guardé en mi bolso.

De inmediato saqué de mi bolso mi kit de trabajo (toallitas húmedas, aceite/lubricante, condones). Mi acompañante puso música, se giró hacia mí y comenzamos con la acción. Los besos eran intensos y bien dados, mientras sus manos acariciaban mis hermosas nalgas. Al sentir su erección, empecé a frotarme contra él, pegándome más y sintiendo ese miembro duro. Lo empujé a la cama y comencé a bailar, realizando el famoso perreo, mientras él me manoseaba por completo, desde mis pechos, pasando por las nalgas y terminando hundiendo las manos en mi zona íntima. Me senté sobre él y su miembro estaba a punto de romper el pantalón. Nos besábamos apasionadamente, después de varios minutos, nos levantamos y frente al espejo comenzamos a besarnos. Besé su cuello, le acaricié el cabello, mientras él recorría mis nalgas con sus manos. Empecé a desabrocharle el cinturón y bajé su pantalón y calzoncillos de golpe. Apareció un gran miembro, con venas hinchadas, una curva hacia la izquierda y muy grueso, con vellos prominentes. Luego, saqué unas toallitas húmedas y limpié la zona de trabajo (aunque era evidente que él estaba impecable, se notaba que se había bañado). Mientras aplicaba lubricante, besaba aquel imponente miembro.

Me arrodillé y de un solo golpe me lo metí todo en la boca. "Ufff, Ishtar", se alcanzaba a escuchar en su voz profunda. Permanecí unos segundos, que se sintieron eternos, atrapada en ese duro miembro. Saqué su miembro de mi boca, empecé a toser por la intensidad del oral, y volví a meterlo profundamente, hasta el fondo. Simultáneamente, él acariciaba mis pechos con sus manos, y luego dirigía mi cabeza para marcar el ritmo, tirando de mi cabello. Al sentir que la intensidad aumentaba, saqué unas pastillas negras que potenciaban el acto, y mi compañero gimió de placer: "Ufff, qué placer, señora lasciva", mientras empezaban a salir unas gotas de semen. Después de unos minutos, lo llevé al borde de la cama, lo senté y lo limpié con una toallita húmeda. Una vez listo, volví a dar un oral profundo y suave, prestando atención tanto en la parte superior como en la inferior de su miembro, mi cliente estaba extasiado con esa escena.

Ya te deseo, afirmó con anhelo. Se acercó lentamente y empezó a besarme sobre la ropa, subiendo y bajando mi tanga con cuidado, luego acarició mi área más íntima, lo que me llevó a gemir en respuesta. Sus caricias eran muy placenteras, provocando sensaciones intensas en todo mi ser. Después, se tumbó y me invitó a tomar la iniciativa, así que saqué un preservativo de mi bolso y se lo coloqué. También cogí una botellita de aceite y la vertí sobre su miembro, aplicando un poco en mis manos y luego en mi cuerpo. Nos unimos con pasión, disfrutando el momento. Me confesó que prefería un ritmo pausado para prolongar el éxtasis. Nos movíamos con suavidad pero con intensidad, disfrutando cada instante juntos.

Sus palabras me excitaban aún más, por lo que le pedí que me tomara con fuerza, aumentando gradualmente el ritmo de nuestras caricias. Seguí animándolo a continuar, hasta que decidí cambiar de posición. Él accedió y me levantó para realizar movimientos más intensos, provocando que ambos sudáramos más de la cuenta. Luego, elevó mis piernas sobre sus hombros y continuó con sus embestidas firmes y profundas. La pasión subía de tono mientras manteníamos un ritmo frenético. La situación se tornaba cada vez más placentera, con besos apasionados y movimientos coordinados que nos llevaban al límite del placer.

Con firmeza, me sujetó el cuello con ambas manos, incrementando gradualmente la intensidad de nuestros movimientos. Sin pausas, aceleramos el ritmo, sumergiéndonos en una vorágine de excitación. En un momento de éxtasis, sugirió deseos de intimidad sin protección. Rápidamente, se levantó de la cama y propuso continuar sin el preservativo, mostrando un estudio médico reciente. Impulsada por la excitación, accedí sin titubear. Retornamos a la posición original, agotados pero ansiosos por prolongar el placer. Los besos se volvían más intensos y continuos, sumergiéndonos en un mundo de pasión desenfrenada, donde el tiempo parecía detenerse.

En un momento de descanso, nos entregamos a apasionados besos, explorando cada recoveco con fervor. Mi cliente se incorporó, mostrando su miembro en plenitud, listo para satisfacernos mutuamente. Disfrutamos de intensas sensaciones, elevando nuestra conexión a niveles insospechados. Con gestos tiernos y miradas cómplices, nos sumergimos en un torbellino de placer compartido, donde cada instante se vivía con intensa pasión y deseo. ¡Qué delicioso sabor tenía su líquido! Cerré los ojos, saboreando cada instante de aquel encuentro único y excitante.

hasta casi podría decir que era dulce. Mientras degustaba, con mi mano derecha agarré su tronco y comencé a darle un suave masaje, deslizando hacia atrás la delicada piel que lo envolvía, lo cual hacía que su cabeza se volviera más grande y brillante. Luego, abrí mi boca y la introduje, mi lengua exploraba ese miembro por completo, él respiraba agitado. Después de un tiempo, lo retiré y lo elevé suavemente con mi mano, comencé a lamer sus testículos, desde allí mi lengua recorría su falo hasta llegar al extremo, dándole placer por un rato y luego volviendo a bajar siguiendo la misma ruta.

"Me vuelves loco, Ishtar, eres una Diosa, qué mamada tan espectacular me estás brindando, la mejor de mi vida", mientras él expresaba esto, yo me sentía complacida, por lo tanto, decidí morder levemente su tronco y luego de forma muy sutil el glande, "--oh, despacio", comenzaba a fluir un líquido blanco. Acto seguido, me puse de pie, lo lancé sobre la cama, su pene apuntando al techo, finalmente no resistí más y subiendo gateando por la cama, me senté sobre él introduciéndolo hasta el fondo, pero esta vez por mi ano, mientras ambos nos mirábamos fijamente. -¡Oh, qué placer! Exclamé al sentir su glande abriéndose paso en mi ano. Con sus manos apretaba con fuerza, sentía sus testículos calientes chocar contra mi trasero, en cada embestida profunda que compartíamos. Nos besábamos apasionadamente, nos mordíamos los labios, después él descendía y besaba mi cuello, haciéndome gemir como una loba en celo. Gracias a mi capacidad multiorgásmica, experimenté no sé cuántos clímax montada en ese falo hinchado e incansable. Él eyaculaba copiosamente y su miembro apenas se debilitaba. Continuaba dándome con intensidad a los pocos minutos. Con lujuria le decía: "Así, amor mío, tómate a esta dama en celo". De repente me agarra fuertemente del cabello, "-eres una perra, no mía ni de nadie, menos de tu esposo, puta-", al decir esto, me tiraba fuertemente del cabello, aunque me excitaba y comenzaba a azotarme con fuerza y a morder con fuerza mis pechos -- ohh, un gemido desgarrador brotó de mis labios, que seguramente se escuchó en todo el motel.

"Levántate, zorra, y ponte en posición de cuatro", me ordenó, y como su fiel meretriz, así lo hice, dejando que mis manos se apoyaran en la cama, y mi trasero en alto. Él se posicionó detrás de mí, "-¿Estás cómoda? – Presionando con un dedo en mi ano. Al no obtener respuesta, "-Separa las piernas y responde", dándome una palmada en mi trasero expuesto. "-Sííí, aaah", separando rápidamente las piernas. "-¿Quieres más?", prosiguió el caballero. Después, reinó un silencio. Solo se escuchaba mi agitada respiración. El tomó su cinturón, lo retiró de su pantalón y me dio varios azotes. Fueron suaves, solo para reforzar mi entrega. "-No te oigo", me dijo propinándome más azotes, esta vez fuertes, y uno final, más intenso. "-Sí, quiero más de ti."

Ese caballero se aproximó, lubricando su falo con su propia saliva. Agarré su nalga derecha y él tomó la izquierda. Grité cuando mi trasero fue penetrado por nuestras manos. Cuando mi cliente superó mi resistencia inicial, mi cuerpo protestó de forma natural. Nuestras manos notaban cómo mi ano intentaba cerrarse ante las lentas pero firmes embestidas que recibía. Finalmente cedió y de inmediato me penetró con un largo impulso. Un sonido entre susurro y aullido acompañó todo el trayecto, cesando únicamente cuando nuestros cuerpos chocaron deteniendo su avance. Ese hombre hizo una pausa para permitirme adaptarme a su interior. Minutos más tarde, de forma lenta, como la experimentada cortesana que soy, empecé a mover mis caderas favoreciendo un coito más placentero y llevándolo a mi ritmo. Acto seguido, el varón disminuyó la velocidad. Ahora retiraba por completo su miembro, me lo mostraba y luego lo volvía a introducir de un solo golpe. Un gemido escapaba de mi boca con cada nueva embestida. Mis piernas empezaron a flaquear y en cada arremetida, me iba doblando hasta que luché y quedé arrodillada. Mi cliente, como un caballero, incrementó

la fuerza, mis caderas ya no se movían, eran los brazos de mi macho, bien sujetos, quienes me incitaban a agitarme. A medida que todo se aceleraba, yo apoyaba mi rostro en el suelo y gemía mientras me dejaba llevar. Mis pechos se balanceaban rítmicamente, marcando el compás de las embestidas que mi cuerpo recibía.

Luego, me levanté y me lancé con fuerza sobre la cama, quedando con las piernas abiertas. Él me agarró de la cintura y su miembro se introdujo en mi parte íntima, facilitado por la abundante lubricación que había generado. Me sentía en las nubes al recibir esa parte masculina deslizándose dentro de mí, explorando cada rincón de mi ser, hasta que empezó a moverse más rápido. Lo abracé con fuerza con mis piernas, gimiendo intensamente ante sus rápidos y profundos movimientos, mientras nos besábamos apasionadamente, entrelazando nuestras lenguas con frenesí. Aquella unión fue tan intensa que me hizo experimentar un orgasmo prolongado e incomparable, mientras su generoso semen era depositado en mi interior. -¡aaa, mmm, aaaa!- se mezclaban nuestros gemidos mientras nuestros cuerpos sudorosos y empapados de fluidos seguían unidos, con su miembro dentro de mí.

Después de unos minutos, permanecimos juntos en la cama y le dije, con la determinación de la loba que soy, que aún teníamos tiempo para otra ronda. Él sonrió, me tomó entre sus brazos y empezó a besarme. Estuvimos así varios minutos, y poco a poco me deshice de mi vestido, quedando solo con las medias y los tacones puestos. -He fantaseado tanto contigo, Ishtar- le besé como muestra de agradecimiento y luego me dirigí a su miembro, colocando mi rostro a escasos centímetros de él. Lo acaricié con ternura por un momento, besé su glande con suavidad, mientras su miembro se encontraba en reposo. Lo sostuve con mi mano y con mi lengua le di pequeños toques en la punta, aumentando mi deseo por ese miembro cada vez más. La excitación por esa parte viril era cada vez mayor. El miembro pronto recuperó su vitalidad, estaba completamente erecto y listo para poseerme.

Nos pusimos de pie, tomé un poco de agua y le apliqué lubricante. Después, introduje su miembro en mi boca, chupando con ansias, clavando mis dedos en sus glúteos para sujetarlo con firmeza y evitar que se escapara. Intentaba abarcarlo por completo, a pesar de provocarme arcadas, no podía contener mi impulso y movía mi boca con rapidez. Mi excitación crecía y llevé mi mano a mi parte íntima para intensificar mi placer, no tardando en llegar al clímax justo cuando sentí su miembro palpitar en mi boca, succionando con más intensidad, hasta percibir el cálido semen que descendía por mi garganta, disfrutando de ese sabor único. Esparcí sus fluidos alrededor de su ya húmeda verga, volviéndola aún más resbaladiza y placentera al tacto.

Minutos más tarde, me puse en posición de cuatro, apoyé mi cabeza en la almohada y alcé mi trasero, ofreciéndomelo para ser poseído. Me besó en los labios en agradecimiento, preparándose para el acto final. Sentí la punta de su miembro buscando entrar en mi ano, presionando su glande. Mi esfínter ardía al sentir esa dura verga ensanchando mi poco elástico pasaje. Era doloroso, pero mi deseo superaba cualquier sufrimiento, lo soportaba para satisfacerme. Notaba cómo se iba abriendo paso centímetro a centímetro a través de mi recto, imaginaba que este se enrojecía por su paso, hasta que cedió ante la incursión. Cuando finalmente entró y su cabeza se alojó en mi interior, experimenté una sensación extraña y excitante al sentir su miembro enterrado en mis entrañas. Poco a poco, mi cuerpo se adaptaba al tamaño de ese invasor desconocido.

Le pedí: -No te muevas, déjame relajarme para disfrutar de tu presencia en mi ano-. Él acariciaba mi espalda y cada parte de mí que alcanzaba, sin apartar su miembro de mi cuerpo. Me trató con delicadeza, mientras mi culo se iba adaptando a la medida de ese "visitante" peculiar.De cara a mantenerme a salvo de algún daño, el modo en que me acariciaba reflejaba ese sentimiento. De manera literal, podía sentir los latidos de su miembro en mi trasero, me estremecía, me complacía notar cómo vibraba en mi recto. Para mi sorpresa, con un nuevo empuje de aquel macho, concluyó de penetrarme por completo, golpeando sus testículos contra mis glúteos, arquee mi espalda, sentí una molestia que formaba parte de la excitación en la que estábamos inmersos. – mmm, ahh—qué delicioso, me mordía los labios, me besaba el cuello, alcé mi trasero anhelando sentirlo más profundo, comenzó con un vigoroso movimiento que me enloqueció. Lo sacaba para introducirlo de forma rápida, agarrando mi cintura, desplazándola hacia atrás con cada embestida, mis senos se movían ante esa incisiva penetración anal. No dejaba de gemir y gemir, rogándole que no se detuviera. Llevé mi mano a mi clítoris para acelerar mi orgasmo, que llegó acompañado de exclamaciones de satisfacción. Grité como una loca, esa fricción en las paredes de mi trasero era alucinante, sus testículos no dejaban de golpear mis nalgas.

Pronto llegó un orgasmo fabuloso, sin interrumpir su embestida que parecía desgarrarme, deseando que no terminara, volví a tener otro orgasmo, estaba exhausta luego de esa veloz penetración. En un instante sentí cómo su miembro estallaba en mi interior, un cálido líquido llenó mis entrañas, cayó sobre mi espalda abrazándome, estábamos agotados por el esfuerzo. Mi trasero ardía y su semen tibio se deslizaba por mi entrepierna. Con nuestros cuerpos cubiertos de sudor y agotados, permanecimos en la cama intentando recuperar fuerzas. Minutos después, le dije que ya era hora de irme, pero como obsequio de su acompañante, propuse bañarnos juntos. Aquel caballero esbozó una sonrisa y su rostro reflejaba su satisfacción. Así que mi compañero comenzó a quitarme las medias y los tacones, quedé completamente desnuda, me levantó y me llevó al baño donde el agua tibia relajaba y excitaba nuestros cuerpos.

Entramos juntos a la ducha, abrió la regadera y empezó a enjabonar mis partes íntimas, mi ano estaba dolorido pero lo masajeaba con cuidado, -despacio por favor-, y así lo hizo, como agradecimiento también le masajeaba su miembro flácido y sus testículos, luego se abalanzó sobre mí; no tuve tiempo de reaccionar, cuando me di cuenta, me tenía contra la fría pared del baño y de inmediato me dijo: “siempre te he encontrado atractiva, desde la primera vez que te vi en la página de Escorts CDMX, luego en tu Facebook, las fotos sensuales que publicas, las frases de lujuria, cómo te gusta provocar a los hombres". El agua caía de la regadera sobre nuestros cuerpos sudorosos y llenos de nuestros líquidos más íntimos, estábamos frente a frente masturbándonos mutuamente mientras nos besábamos.

Más tarde, me hizo ponerme en cuclillas, acercó su miembro a mi rostro divino, que aún estaba flácido, lo tomé con una mano y lo introduje en mi boca; sentí un placer inmenso y comencé a chuparlo como a él le gustaba. ¡Oh, qué bien chupas, lujuriosa!, lo introdujo completamente y yo apretaba fuertemente el tronco, tratando de rechazarlo, pero a él le excitaba más, me decía: “¡ah, sí querida, así, aprieta la boca, muérdele el pene, qué bien lo haces!” Otra vez se quedó quieto tras meter todo su miembro y luego procedió a sacarlo lentamente. Repitió este proceso varias veces. Después de varios minutos, su miembro se volvió rígido, me levantó y con una de mis piernas me obligó a abrir las piernas, dirigió su miembro erecto hacia mi vagina mojada por el agua; intenté resistirme pero me fue imposible, el pene estaba claramente erecto y comenzó a abrirse camino en mi vagina, causándome un dolor intenso pero placentero.

Así continuamos por un momento hasta que me hizo arrodillar y acabó, esta vez expulsó menos semen, pero de la misma manera lo recibí. Le dije: ahora sí, cariño, debo irme, salimos de la ducha, nos secamos con las toallas y aquel caballero asistió en el proceso de vestimenta, colocando en mí aquel diminuto atuendo de tono negro con destellos que resaltaban mi sensualidad. Mis hombros quedaron al descubierto, dejando también parte de la zona alta de mi espalda expuesta, lo que mi acompañante aprovechó para besarme apasionadamente, causándome excitación. Acto seguido, me puse mis atractivas medias negras que alcanzaban la parte superior de mis muslos. Solicitó que le entregara mi lencería, a lo que accedí, tomé mi braga, la olí y besé, luego se la entregué con mis labios y nos besamos con ella, posteriormente, me coloqué mis zapatillas. Me maquillé con un tono de rojo intenso, complementando con pendientes y anillos; finalmente, peiné y dejé suelto mi cabello. Ishtar me propuso abonar por una hora adicional, sin embargo, decliné su oferta mencionando que ya habíamos excedido el tiempo acordado y debía atender otro compromiso. Sorprendido, insistió en otra hora, a lo cual afirmé y me alejé para despedirme con un gran beso y, finalmente, mordiendo levemente sus labios como muestra de deseo. Fui acariciada por última vez y abandoné la habitación del motel. Qué gratificante experiencia, entregarse a un desconocido, tener encuentros fugaces con individuos cuyo nombre ni siquiera conozco, pero ya fui su amante y recibí su eyaculación. Soy Ishtar, ¿Te interesaría un encuentro?

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