La mujer adicta al sexo de mi superior (parte 1)


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Movía sus caderas de manera insinuante hacia mí, tratando de llamar mi atención sin que su marido se percatara. Era muy discreta en sus acciones, esperaba a que él se girara para realizar algún movimiento que llamara su atención o revelara un poco de piel...

La pareja de mi jefe es una mujer hermosa, con un cuerpo casi perfecto, cabello castaño, ojos grandes y oscuros, un trasero redondeado y unos hermosos senos que resaltaban en sus ajustados vestidos de encaje. Era una diva, sabía por sus insinuaciones que era atrevida, pero nunca pensé en llevar las cosas más allá...

La siguiente semana, luego de esa tarde en la que insinuaba con sus caderas, la volví sumisa mientras disfrutaba con mi miembro, el cual introducía en su boca como si estuviese desesperada.

Al día siguiente de aquella tarde de movimientos sugerentes, recibí una foto en mi teléfono. Al principio no tuve oportunidad de revisarla por estar ocupado, pero al abrirla, me encontré con una imagen de sus senos blancos y redondeados en la pantalla. Mi mente se quedó en blanco, no logré tener una erección de inmediato, me quedé sin pensamientos, solo contemplando aquel par de senos, sujetados por la mano de Dalia, quien sacaba la lengua. Cerré la foto sin ver ningún mensaje y rápidamente le escribí:

–Dalia, ¿te has equivocado de destinatario?

Deseaba que fuese un error, aunque no podía explicar del todo por qué me sentía incómodo con la situación.

–Esa foto era para otra persona, lo siento Favio... ¿La viste?

No esperaba una respuesta tan frívola.

–Sí, no te preocupes, todo quedará entre nosotros dos.

Dalia: Papi, no digas tonterías, sé que tu miembro ya está ansioso por asomarse desde el bóxer, te tengo obsesionado con solo enseñarte mis muslos, permíteme ver... déjame ver cómo estás.

Pensé "zorra", pero ese pensamiento desapareció al mirar nuevamente la foto. Sus pezones estaban erectos y húmedos, su lengua asomando en la imagen provocaba una gran excitación en mí. Mi corazón comenzó a latir rápido, mi falo palpitaba, ya no pensaba en nada más, entré al baño y me tomé otra foto...

Dalia: ¡Ahh! ¡Qué..., hasta que no tengas eso en mi boca, no te creeré...

Yo: Tu boca será el primer destino para eso, esa actitud de ninfómana que muestras pide a gritos tener mi miembro en todas partes. Deja de mentir, ansías estar encima de mí toda la noche, saltando y gimiendo como una cachorra...

Dalia: Y tú mueres por disfrutar de esto...

Video: Sus dedos, brillantes por un líquido, reflejaban la luz mientras acariciaba su clítoris y apretaba sus labios vaginales. Con la tanguita a medias y visiblemente húmeda, su coñito rosado palpita al abrir y cerrar sus pliegues con cada espasmo de placer, acompañado por gemidos contenidos ya que se cubría la boca.

El domingo, Dalia le dijo a su esposo que saldría con unas amigas. Se vistió con un vestido ajustado pero largo, para no levantar sospechas. Como era costumbre cuando salía con sus amantes, guardó en su bolso la mejor lencería que tenía.

Pasé a recogerla en mi auto, parecía un tanto nerviosa, pero lucía espectacular, aún más que de costumbre. Tuve que disimular mi erección, ya que en esta ocasión llevaba un escote más pronunciado, mostrando el inicio de los magníficos senos que vi en la foto. Abrí la puerta del auto para que subiera, y con una mano cercana a mi entrepierna, nerviosa y riendo, comenzó a tocarme, mientras mi erección crecía con sus caricias precisas en la cabeza de mi miembro.

–¿Satisfecha? (mientras bajaba la cremallera) cuanto más pienso en lo que me vas a hacer, más me excito.

–Vas a chupar mi miembro toda la tarde, te aseguro que quedarás saciada...

–Solo con hablar conmigo me pongo tan cachonda, estoy empapada, imagínate cuando me poseas...

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