Esta es una experiencia verídica que viví en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, México, por razones de privacidad, no mencionaré nombres. Como parte de mis vivencias en el ámbito swinger y sexual, esta es una de muchas que he tenido a lo largo de los años.
A través de un sitio web de contactos swinger, vi un perfil que captó mi atención, con una imagen de un trasero muy atractivo como foto de perfil. Inicié la conversación con el esposo, quien me habló sobre sus escasas experiencias en el ambiente swinger y las numerosas fantasías que les gustaría cumplir como pareja. Entre todas las fantasías, destacó una que excitaba mucho a su esposa y que nunca se habían atrevido a realizar: ella deseaba ser tomada por un desconocido mientras dormía. El esposo me contó que a menudo discutían y hacían el amor sobre ese tema, y que ella se excitaba rápidamente. Él estaba buscando a alguien que pudiera cumplir ese papel y me contó cómo habían acordado llevar a cabo la fantasía, asegurándose de que fuera una completa sorpresa para ella.
Pasaron seis meses desde que planearon la fantasía hasta que finalmente se presentó la oportunidad. El esposo no había encontrado al candidato ideal y las circunstancias no se habían alineado para que los hijos estuvieran dormidos o ella se hubiera quedado dormida desnuda. Después de unas semanas de conversación y coordinación, llegó el día perfecto. Una noche, el esposo me envió un mensaje: "Ella está profundamente dormida y desnuda". Respondí de inmediato: "Voy para allá".
Cuando llegué a su departamento alrededor de la 1 de la madrugada, el esposo me abrió la puerta discretamente. Me indicó la ubicación de la habitación y ambos nos desnudamos en la sala para entrar desnudos a la habitación. Me explicó que a menudo la tomaba mientras dormía, por lo que, si lo hacía con cuidado, ella no notaría la diferencia hasta estar bien adentro. Llegamos a la habitación, él se quedó en el umbral de la puerta estimulándose mientras yo entraba en completa oscuridad. Vi a su esposa dormida de lado bajo las cobijas y, por su respiración, supe que estaba profundamente dormida.
Me acerqué lentamente y le quité las cobijas con suavidad para no despertarla. Me acosté junto a ella con la excitación recorriéndome el cuerpo, comencé a acariciar delicadamente sus nalgas, deslizando mis dedos hasta su entrepierna completamente depilada. Los acaricié suavemente y los froté sobre sus labios, que estaban ligeramente lubricados. Decidí lubricar mi miembro con saliva y lo coloqué en la entrada de su zona íntima, empujando suavemente. Justo cuando mi glande empezó a separar sus labios, ella despertó, pero no volteó a verme.
Con voz somnolienta, dijo: "Un momento rápido y luego volvemos a dormir". Sin responder, la penetré por completo sin que se diera cuenta de que no era su esposo, seguí con la penetración firme y constante hasta el fondo, moviendo mi miembro lubricado por ella con intensidad y excitación, con el miembro bien erecto y la cabeza hinchada al máximo. Me arrodillé para continuar, mientras ella gemía y se movía, diciendo: "Sí, sigue así", con una voz que abandonaba lentamente el tono de sueño.
En ese instante, mientras seguía en la posición superior, ella abrió los ojos.
Observó con sus ojos y se giró hacia mí, en medio de la penumbra le tomó unos instantes darse cuenta de que no era su esposo y justo en el momento en que se percató de que no se trataba de su marido, sino de un desconocido con el que había estado teniendo relaciones desde hacía unos minutos, su rostro reflejó una sorpresa que permanecerá grabada en mi memoria para siempre. Acto seguido, pronunció las palabras “tú no eres mi esposo”, aunque parecía querer expresar algo más, su voz se vio interrumpida por un gemido. La vi entonces arquear los ojos hacia arriba, en una mueca de éxtasis, mientras gemía en un orgasmo intenso, con sus muslos y nalgas temblando, experimentando un clímax como nunca antes, mientras un desconocido la poseía en su cama.
Aprovechando el momento, intensifiqué la penetración con mayor fuerza y velocidad, llevándola al clímax completo. Cuando ella recuperó la compostura, continué con la penetración, su esposo se acercó a su lado, la besó y le dijo “te prometí que cumpliría tu fantasía”. Así, entre sudor y placer, saqué mi miembro de su interior y liberé varios chorros de semen blanco y espeso que fueron a parar a sus pechos, un torrente de satisfacción que se derramaba sobre ella, mientras mi entrepierna palpitaba en un orgasmo constante, pues aquella había sido no solo su fantasía, sino que también había desatado una fantasía dentro de mí.
Tras este encuentro, entablamos una buena amistad como pareja y seguimos manteniendo relaciones durante un tiempo, hasta que se mudaron a otro estado por motivos de trabajo. De vez en cuando, cuando paso por su estado, me aseguro de visitarlos.
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