En estas narraciones relataré cómo evolucionó nuestro vínculo matrimonial de ser convencional a uno más abierto, de hecho, hemos establecido una relación cornuda muy sólida desde hace más de 5 años.
Me presento, soy Alberto, nacido en México, tengo 42 años, soy gerente de sistemas desde hace aproximadamente 10 años y estoy casado con Claudia, de 36 años, quien es profesora de nivel medio superior, es decir, enseña a jóvenes de entre 15 y 18 años desde hace 7 años.
Físicamente, soy alto (1.80 m), bastante velludo, con una barba densa y con fluctuaciones en mi peso. En contraste, mi esposa es de estatura media (1.63 m), morena, delgada, con cabello negro y abundante que le gusta peinar de diversas formas. En cuanto a su rostro, considero que es bastante común, pero sin duda, tiene un cuerpo muy atractivo, no extremadamente voluptuoso, pero con buenas curvas. Actualmente sus medidas son 89-62-99. Lo más destacado de su físico (además de su delgadez) es su trasero, redondo y firme.
Nos conocimos hace 14 años en nuestros trabajos de entonces. Yo impartía cursos de seguridad en computación y ella, tras terminar su carrera, decidió seguir formándose. Desde nuestro primer encuentro, la atracción fue notable, a pesar de que ella no solía vestir de manera llamativa, solía llevar ropa holgada y ocasionalmente mostraba algo de escote. Es una persona muy inteligente, con un sentido del humor fantástico (bastante sarcástico, al igual que yo), siempre ha sido extrovertida sin exagerar. A ella le atraía mi cultura, mi buen sentido del humor y mi sarcasmo. Desde el inicio, disfrutábamos mucho juntos; gracias a esto, tras finalizar el curso de capacitación, nuestra relación de noviazgo comenzó de forma interesante y apenas duró menos de un año. Nos dimos cuenta de que la convivencia era necesaria, pues nos llevábamos tan bien que decidimos casarnos sin problemas hace 13 años.
Nuestra vida matrimonial empezó de manera excelente, teníamos relaciones sexuales frecuentes y en diversas posturas, lo que llevó al nacimiento de nuestro primer hijo al año de casados. A pesar de las nuevas responsabilidades y mejoras en nuestros empleos, nuestra vida sexual se fue espaciando, aunque siempre mantuvimos la misma pasión, aunque con menos frecuencia.
Tras 6 años, nuestro hijo quiso tener un hermanito y estábamos de acuerdo en ampliar la familia. Hace casi 7 años, nació nuestra pequeña, y decidimos que sería el cierre de la familia. Mi esposa decidió operarse en aquel momento, y así se mantuvo nuestra situación familiar hasta el día de hoy.
Pero basta de hablar de la familia. Hace unos 8 años, se me ofreció un ascenso muy atractivo para ser gerente de sistemas en la misma empresa en la que trabajaba desde que me casé. El sueldo era tentador y, aunque el trabajo a veces era muy exigente, en otras ocasiones me dejaba con tiempo libre en la oficina. Fue entonces cuando, a través de una red proxy, comencé a leer relatos eróticos. Siendo novato en el tema, empecé con los clásicos, pero pronto los encontré aburridos y predecibles. Así que pasé a los relatos de violaciones, los cuales me generaban excitación, aunque también sentía culpa al excitarme con el dolor ajeno, lo que me llevó a dejar de leerlos pronto. Fue entonces cuando descubrí los relatos de infidelidades, explorando diversos temas hasta que me atrajeron (y mucho) aquellos que destacaban la infidelidad femenina, especialmente aquellos en los que una mujer, por así decirlo,
Corriente, llegaba a tener una vida sexual totalmente plena y depravada, uf, y aún eran superiores esos momentos en los que el marido descubría al final en qué se había convertido su esposa y lo aceptaba con buen agrado o participaba abiertamente en el emputecimiento de ésta. Por supuesto este tipo de narraciones me llevaron a buscar otra clase de material, por lo que llegué a los cine cornudos, que son imágenes que pueden o no ser eróticas y que contienen un breve texto relacionado con los cuernos, son muy excitantes, llegué a acumular una colección de más de 4000 imágenes y más de 100 narraciones exclusivamente de cornudos.
De manera natural la sobreexposición a este tipo de contenido sumamente pornográfico me llevó a empezar a imaginar con nosotros en esas situaciones, al principio y debido a la educación que impera en este país (somos demasiado machistas, los feminicidios son moneda corriente, aún es común que los hombres piensen que si una mujer se viste de forma provocativa tienen el derecho de decirle y hacerle cosas) me sentía entre culpable y avergonzado, sobre todo después de excitarme con todo eso, durante el proceso de excitación tenía las fantasías más descabelladas y calientes de mi mujer con otros, pero al culminar me sentía tan mal, que hasta me daba asco mirarme en el espejo; esto me hacía creer que no era lo suficientemente varonil, porque ¿qué hombre desea que su mujer se acueste con otros de manera normal?, gracias a estos pensamientos creía que esto no era más que una loca fantasía que tenía cuando estaba excitado, pero entre más veía cine, más leía narraciones, menos repulsiva me parecía la idea, por lo que terminé aceptándola, aunque hubo un evento en particular que me hizo darme cuenta de que en realidad no era simplemente una loca fantasía.
Una vez fuimos al cine a ver una película de acción, a mí no me interesan pero a mi esposa sí, me encontraba criticando la película cuando ella bromeando me dijo que entonces conseguiría a alguien con quien venir a ver este tipo de películas, e incluso me mencionó el nombre de uno de sus excompañeros de universidad (Carlos) que sabía que le atraía mucho y que le encantaban; la reacción inmediata de mi cuerpo fue impresionante, me excitó muchísimo, no sé ni con qué excusa cambié el tema, pero uf, tenía una erección enorme; a partir de ese momento me di cuenta de que realmente me gustaría la experiencia de que mi amada esposa se acostara con otros.
A partir de ese instante me dediqué a investigar sobre cómo revelarle a mi esposa mi fantasía, empecé a recabar información sobre qué pensaban ellas, cómo actuaban, qué tipo de preguntas, dudas o inquietudes tenían a partir de una confesión así de parte de su marido; la investigación me llevó mucho tiempo, pues aunque existen muchas páginas sobre cuernos, foros y chats, realmente es complicado hallar a verdaderos cornudos, lo que más abunda son hombres que presumen ser corneadores pero que al primer obstáculo te das cuenta de que no tienen experiencia alguna tratando con parejas de este tipo o hombres que solo fantasean con que su mujer les ponga los cuernos; en fin, que acabé investigando durante casi un año hasta que me sentí capaz de manejar la situación; así que decidí dar el siguiente paso.
Planifiqué revelarle mi fantasía de forma indirecta y lo más suave posible, por lo que aproveché una ocasión en la que íbamos a regalar un teléfono celular, mi esposa me pidió que lo reseteara, pero sabía que ella lo terminaría revisando ya que era para un familiar suyo, por lo que lo formateé pero dejé los 5 relatos eróticos que no solo me gustaran, sino que reflejaran genuinamente mi fantasía de que ella se acostara con otros, además de 20 cine seleccionados de mi colección que también mostraran claramente lo que era una relación cornuda y que además fueran excitantes. Ella tuvo el teléfono por más de 2 semanas, cosa que me pareció una excelente noticia. Una noche, después de haber acostado a nuestros
infantes, me dejó saber que deseaba entablar una conversación conmigo:
Me cuestionó acerca de esa cuestión y me mostró principalmente los walkies-talkies, aunque también desplegó los relatos. Expresé que eso era mi fantasía más oculta. A su vez, ella formuló otra pregunta, indagando si mi fantasía implicaba que ella tuviera relaciones con otras personas, a lo cual asentí. Su reacción fue una mezcla entre tristeza y enojo, lo que dio lugar al siguiente diálogo:
- Esto implica entonces que no me amas -, afirmó ella. Yo sabía que esta interrogante era la primera que surgía en la mente de las mujeres.
- De ninguna manera amor, creo que eres el amor de mi vida, estoy completamente seguro de querer compartir el resto de mis días contigo -, respondí con convicción, deseando dejar claro que esto no estaba relacionado con el amor que sentía por ella.
- Pero ¿acaso no te resulto atractiva? - Continuó con sus preguntas.
- Amor, te percibo como la mujer más atractiva y hermosa del mundo -, respondí de inmediato.
- Oye ¿Entonces esto no es una excusa para que estés con otra mujer? - Finalmente, mi esposa planteó la pregunta crucial, la cual había investigado previamente. Sabía que esta interrogante era crucial, ya que ella consideraba la posibilidad creíble de que una calentura momentánea de su esposo pudiera poner en peligro años de matrimonio estable y feliz, así como la integridad de la familia. Por lo tanto, era imperativo responder de forma tajante y clara sobre la naturaleza de la fantasía.
- Escucha amor, en primer lugar, debes saber que eres el epicentro de todas mis fantasías, me excito pensando en ti, he tenido sueños eróticos contigo, solo que teniendo relaciones con otros hombres. Tu placer es mi felicidad, y debes comprender que si haces realidad esta fantasía, mi satisfacción sexual será tal que ni siquiera consideraría mirar a otras mujeres, no tengo interés en acostarme con ninguna otra persona, deseo que seas tú quien lo haga -, respondí con vehemencia, con la esperanza de transmitir adecuadamente mi fantasía.
Ella reflexionó por un momento, temiendo interrumpir su juicio, esperé pacientemente hasta que finalmente formuló una pregunta.
- ¿Amor, tú decidirías con quién me acostaría? - La pregunta me tomó por sorpresa, porque contenía múltiples connotaciones; en primer lugar, significaba que no solo había comprendido, sino también aceptado plenamente mi fantasía de cornudo, además de querer saber el nivel de control que yo deseaba tener en este "juego". Conociendo la inteligencia y autonomía de mi esposa, decidí brindarle no solo confianza, sino también la autonomía que parecía buscar para finalmente hacer realidad mi fantasía.
- No amor, en absoluto, serías tú quien decidiera completamente con quién, cómo, cuándo y dónde tener relaciones con otras personas. - Respondí sintiendo el triunfo después de todo el tiempo invertido en mis investigaciones.
Mi esposa se sumió en profundos pensamientos, y con la certeza de que mis intenciones habían sido comprendidas y de que, al parecer, a mi esposa no le molestaba la situación (lo cual consideraba una victoria), me decidí a preguntarle qué opinaba, pero su respuesta me dejó atónito:
- Ay amor, ¿a qué mujer no le gustaría poder tener intimidad con quien desee y que su esposo no solo lo apruebe, sino que incluso esté más feliz con ello, y además él seguiría siendo leal como un perrito? - Respondió mi esposa con una sonrisa en los labios.
No podía creer su respuesta, me quedé boquiabierto, pero realmente excitado, mi esposa no solía emplear ese tipo de lenguaje ("pendejo", "fiel como un perrito"), sin embargo, al mirarla, me ofreció una sonrisa y entre risas dijo:
- Ay mi amor, es que leí detenidamente los relatos que me mostraste en el celular y verdaderamente me encantaron, y noté cómo siempre terminan tratando al esposo cornudo - comenzó a acariciarme la protuberancia que se había formado en mi pantalón del pijama y mencionó - y veo que a ti tampoco te incomodó.
Lo expresado previamente, ya notaste mi reacción, jijiji.
Esa noche experimentamos una de las más intensas sesiones de intimidad en nuestra unión matrimonial, nos aventuramos en nuevas prácticas. Por ejemplo, nunca antes me había interesado realizar sexo oral a las damas, pero cuando mi esposa sugirió la idea de que probara su zona íntima luego de haber estado con otro hombre, eso me estimuló. Descendí para saborear, chupar y disfrutar de ese momento en varias ocasiones durante la noche. Asombrosamente, pude llevarlo a cabo en cuatro ocasiones, algo poco común para mí, ya que usualmente no lo realizo más de una o dos veces por encuentro. Mi esposa se sorprendió de mi desempeño esa noche, incluso llegó a expresar: "¡Oh amor, de haber sabido que ponerte en una situación así te convertiría en un amante tan excepcional, te habría permitido explorar antes esta faceta de nuestra relación!"
Aún no lograba asimilar por completo la situación, pero sabía que me agradaba. Mi esposa había aceptado mi mayor fantasía de convertirme en un cornudo y era solo cuestión de tiempo para su realización.
Los cambios fueron inmediatos en muchos aspectos de nuestra vida, cambios que había considerado pero no esperaba. En primer lugar, mi esposa comenzó a vestirse de forma más provocativa, con prendas ajustadas y sugerentes, escotes pronunciados, transparencias y faldas cada vez más cortas. Además, empecé a verla usando tangas, algo inimaginable al inicio de nuestra relación, ya que ella solía decir que no le agradaban, pero ahora las prefería argumentando que las prendas normales le resultaban incómodas. Todo ello lo aplaudía y elogiaba, destacando lo hermosa que lucía y lo espectaculares que eran sus piernas, entre otros halagos. Parecía apreciar enormemente mis comentarios y adquiría más ropa en ese estilo, manifestando que siempre le había gustado sentirse atractiva, especialmente ahora que no tenía inconveniente alguno en cuanto a mi opinión respecto a su vestimenta, a diferencia de sus familiares masculinos que solían criticarla.
Otro cambio significativo se dio en nuestra vida sexual. Después de ocho años de matrimonio, solíamos intimar apenas una vez por semana de manera rutinaria. Sin embargo, tras la revelación de la fantasía, esta empezó a tomar el control absoluto de nuestra vida íntima. Pasamos a tener relaciones prácticamente a diario, siempre incorporando la fantasía en nuestro encuentro. Al regresar del trabajo, mi esposa me contaba cómo la seducían debido a su atuendo sensual, mencionando coqueteos, miradas insinuantes o tocamientos involuntarios al saludarla o despedirse, a lo cual ella simplemente respondía con risas nerviosas. En esas conversaciones, incluía frases como: "¿Te gustaría que mis compañeros calientes disfruten de tu esposa?" o "¿Qué harías si llegara bien utilizada por otra persona, amor?". Estas insinuaciones me provocaban una erección inmediata y empezaba con el sexo oral, mientras mi esposa, extasiada, me instaba con expresiones como: "Así, cornudito, disfruta de la vagina de tu mujer, usada y complacida" (aclarando que aún no llevaba a cabo la infidelidad, solo utilizaba dichas frases por la excitación del momento). Tras el sexo oral, comenzaba la penetración, pero mi excitación me llevaba a finalizar en menos de dos minutos, momento en el que mi esposa, con malicia, comentaba: "Ves por qué necesito buscar hombres de verdad, eres tan precoz que terminas rápidamente, ahora intenta hacerme llegar al clímax". En lugar de molestarme, estas palabras despertaban en mí una excitación inusual, llevándome a volver a complacerla oralmente, mientras ella me incitaba con frases como: "Exactamente, cornudo, sigue así, límpiame toda la excitación de otro hombre", y así me hallaba, eliminando mi propia eyaculación, fantaseando que pertenecía a otra persona.
Al principio, este tipo de dinámica intensa, donde mi esposa me insultaba y criticaba, generaba conflictos internos en mí. Sin embargo, luego de la sesión de intimidad, ella me mimaba, expresaba su cariño y reafirmaba su amor, lo cual hizo que esta dinámica se tornara cotidiana y natural con el tiempo.
Finalmente, el aspecto que cambió radicalmente y considero la clave de nuestra feliz unión matrimonial fue la completa confianza que comenzamos a tener. Nos contábamos todo, desde simples coqueteos hasta los comentarios que recibíamos de hombres y mujeres. La comunicación comenzó a fluir sin barreras ni secretos, ella afirmaba que era impulsado por mi excitación y el placer que le generaba compartir todas esas experiencias conmigo.
Continuará.
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