La residencia de verano (5)


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Comienza la semana con un tono distinto... Realizo la limpieza del hogar playero, organizando cada detalle mientras aguardo la llegada de mi esposo para regresar juntos a la metrópolis y retomar la rutina habitual. Suena mi teléfono, Jose está al otro lado de la línea y, tras los saludos iniciales, me pregunta:

-Verónica, ¿has estado al tanto de las noticias?

-No, cariño, ¿por qué? He decidido desconectar totalmente... ¿Qué ha sucedido?

-Resulta que el puente que conecta este lugar con la ciudad se desplomó debido a un grave accidente...

-¿Qué? ¿El puente que está a unos 15 kilómetros de aquí? ¿Eso significa que no podrás venir por mí? ¿Y cuándo planean repararlo, qué informan las autoridades encargadas de ello?

Así que mi esposo me explicó que tendrían que instalar un puente provisional, etcétera. En definitiva, debía esperar hasta la mañana del martes para que la vía estuviera disponible y pudiera venir por mí... Increíble, siempre ocurre algo que me obliga a quedarme más tiempo del previsto y sin su compañía, como si el destino quisiera que viviera estas experiencias y... ¿algo más?

Resignada, decidí finalmente ir a la playa hoy. Me aseé, me coloqué un traje de baño para lograr un buen bronceado, un vestido corto de color verde, sombrero, gafas de sol, mi bolso con todos los artículos femeninos necesarios para disfrutar del mar y, caminando, llegué al embarcadero. En ese lugar aún había un grupo considerable de personas que aún no se marchaban, deseando aprovechar el último día de sol y arena. Abordé una embarcación hacia uno de los cayos más extensos, donde sabía que encontraría un espacio estratégico para gozar de soledad sin ser molestada y tomar el sol a mis anchas.

Al llegar, di unas vueltas por la isla hasta dar con el lugar perfecto: un rincón rodeado de vegetación donde podía estar tranquila y aislada; casi diría que era un sitio apartado y solitario. Extendí la toalla, coloqué una sombrilla a un lado y procedí a acomodarme para tomar sol, aunque con alguna dificultad al aplicar protector solar, pero en fin, estaba sola... Pasado un tiempo, escuché algunos ruidos, como si las plantas a mi alrededor se moviesen. Me puse de pie bruscamente, nerviosa, y apenas logré distinguir una mirada que intentaba ocultarse entre las ramas. Pregunté quién estaba allí sin recibir respuesta, lo cual me causó temor, así que recogí rápidamente mis cosas hasta que llegaron al lugar dos jóvenes:

-Disculpe, señora, no se asuste... Este sitio lo utilizamos como zona de descanso mientras los turistas disfrutan. Venimos aquí a compartir, conversar y jugar a las cartas.

-Ah, entiendo. Me asustaron chicos... No imaginé que alguien llegaría hasta aquí y entré con la idea de alejarme de la multitud. ¡Disculpen por invadir su espacio en realidad! Me retiro...

-No se preocupe, señora. Podemos retirarnos y dejarle el lugar, aquí gana quien llega primero.

Me pareció un comentario tan amable que les propuse compartir el sitio sin problema alguno. Se presentaron como Yon y Beto, nos saludamos cordialmente, se instalaron cerca de mí y entablamos una agradable conversación. Noté que evitaban mirarme fijamente, quizás como muestra de respeto, y me pareció adecuado. Me ofrecieron algo de su ron, con lo que mezclé un poco de agua de coco que llevaba en mi bolso, luego se dispusieron a jugar a las cartas y me animé a unirme a ellos.

Mientras procuraba broncearme de forma uniforme en diversas posiciones, los tragos comenzaron a hacer efecto en los jóvenes, que me observaban sin tapujos, aunque eso ya no me importaba, era comprensible dada la poca tela que cubría mis curvas. Así que les permití disfrutar del espectáculo mientras jugábamos. Pasamos un momento agradable, el ron también estaba surtiendo efecto en mí, tanto que me hallaba riendo por cualquier tontería. Tras un rato, les dije:

Tomé un baño rápido y regresé poco después. Me aseguraron que podía confiar en ellos para vigilar mis pertenencias, me inspiraban confianza, por lo que accedí y, tras sumergirme en las tranquilas aguas, volví al lugar oculto.

Los jóvenes seguían divirtiéndose, entre tragos. Me sequé y me recosté nuevamente al sol, pero al aplicarme protector solar, recordé mis limitaciones como ser humano, así que decidí pedirles ayuda para alcanzar las partes de difícil acceso. Los chicos se sorprendieron, discutiendo quién sería el encargado de ponerme el protector solar... Me dio gracia eso, jaja. Opté por dejarlo al azar: aquel que sacara la carta más alta sería el responsable. Ya me relacionaba con ellos con total libertad y confianza (efecto del ron), así que Yon resultó ganador, ante la desilusión evidente en la cara de Beto. Pero las reglas eran así... Yon comenzó a aplicarme el protector con cuidado, evitando las zonas más íntimas, lo que me llevó a decirle:

-Vamos Yon, no te preocupes... Debes cubrir cada parte para que broncee uniformemente...

-Está bien, sí... - Me reí al notar su nerviosismo.

De manera inesperada, sentir las manos de ese joven rozándome en áreas sensibles para mí, me provocó rápidamente excitación. Cerraba los ojos tratando de disimularlo, pero al abrirlos, observaba a Beto prácticamente babeando y deseando ser él quien me aplicara el protector como Yon. Percibía su evidente erección, imaginando que se masturbaba pensando en mí, lo cual activaba mis hormonas...

Estar con dos chicos desconocidos en ese lugar apartado, con poca ropa, hacía que mis instintos más sensuales empezaran a emerger. Una vez más, las circunstancias me presentaban la posibilidad de una nueva experiencia sexual. Me dejé llevar, sabiendo que cuando ese deseo se apoderaba de mí, lo mejor era disfrutarlo al máximo. Al terminar Yon, noté que también estaba muy excitado, lo que generó una sonrisa picarona en mi rostro. Los tres calientes, sudando y bajo la influencia del alcohol, era evidente lo que sucedería a continuación, por lo que, para no ser tan directa, sugerí jugar a las cartas apostando.

Riendo los tres, dejamos que la suerte añadiera emoción al asunto. Bajo mi sombrilla, decidimos que quien ganara sacando la carta más alta debía cumplir una penitencia. En la primera ronda, Beto fue el ganador, pero se quedó sin palabras, así que le ayudé proponiendo que obligara, a Yon o a mí, a hacer algo atrevido. Entonces le pidió a Yon que se quitara el bañador y se zambullera desnudo en el agua... Y así lo hizo, mostrándome su erección mientras corría hacia el mar, y al intentar ponerse el bañador, exclamé sobresaltada:

-¡Oye, no... Si te quitas una prenda, no puedes volver a colocarla!... - Lo dije y me sonrojé un poco ante mi emoción al verlo desnudo.

-¿En serio? ¿Y si te toca a ti será igual? - Preguntó Yon.

-¡Por supuesto! La regla aplica para todos, jaja... - Decidí entregarme, pensé, y continuar sin miedo...

Retomamos el juego y, ¡sorpresa...! Esta vez gané yo. Por lo tanto, le pedí a Beto que se quitara el bañador y simulara estar copulando con una mujer, sosteniéndola por las caderas, ambos de pie. Beto se mantuvo inmóvil, sin reacción, pero Yon y yo lo animamos, tomó un trago largo y comenzó con la actuación... En ese momento, Yon y yo estábamos cerca, riendo y bromeando, mientras Beto hacía payasadas y decía cosas disparatadas.

Observé su miembro erguido y apetecible, imaginando ser yo quien lo sostenía por las caderas y penetraba de manera burlesca por la atmósfera de diversión que habíamos creado. Mi excitación iba en aumento, pero seguíamos en el juego. Volvimos a jugar cartas y, nuevamente, resulté ganadora. Entonces exigí a Yon realizar movimientos imitando una cópula en posición de perrito, fue sublime verlo así, debo confesar, mi mirada ya era puramente lujuriosa, ardiente... Nuevamente las cartas... ganó.

Y, sin vacilar, me habló:

-Entendido, ahora te toca cumplir con la penitencia... Debes quitarte la parte de arriba del traje de baño y acariciar tus senos como si alguien los estuviera besando y tocando...

Inmediatamente me deshice de mi sujetador-bañador, dejando mis pezones rosados y erectos al descubierto frente a los ojos de esos dos chicos que se relamían los labios al verme. Aumentaron sus gestos de excitación al ver cómo masajeaba mis pechos. Cerré los ojos, actuando como si disfrutara de las caricias que yo misma me proporcionaba, mientras hablaba sobre el placer que me producía la sensación de ser tocada y besada por esa persona imaginaria. Cuando entreabría los ojos, observaba a los chicos acariciándose sus miembros, noté que Beto se masturbaba con fervor y, ante la posibilidad de su orgasmo, decidí dejar de fingir y dije:

-Beto, acércate amor... Déjame estimularte con mis senos, ven...

Beto se aproximó velozmente con su miembro erecto frente a mí, lo envolví con mis pechos y lo estimulé por unos instantes, logrando que liberara, tras un gemido de excitación, su eyaculación sobre mi rostro, cuello y senos. Saboreé el semen alrededor de mi rostro, lo esparcí por todo mi torso y, enseguida, Yon se acercó a mí con su miembro firme y deseable a mi lado. Me dirigí hacia él y comencé a practicarle sexo oral, bastaron unas cuantas felaciones para que eyaculara grueso semen que me tragué sin dificultad, a pesar de su abundancia. Gracias a mi experiencia, en esa postura (hombre de pie, mujer arrodillada a 45 grados boca-pene), las mujeres podemos relajar la garganta y permitir el paso del líquido con facilidad.

Cuando Beto, recuperándose de su clímax, se acercó para darme besos en las piernas mientras yo acariciaba a Yon. Les propuse ir a lavarnos al mar, regresamos y vi que ambos estaban excitados al máximo, tomé un sorbo de ron, reiniciamos las caricias y los besos. Sentía sus bocas recorrer todo mi cuerpo, succionando mis senos con lujuria. Yon bajó mi última prenda que quedaba y se entregó a estimularme con dedicadas caricias que me hacían estremecer de placer... Mi zona púbica, labios vaginales y clítoris recibían caricias de su lengua mientras un dedo exploraba mi vagina, experimenté múltiples orgasmos. Beto me besaba y yo correspondía con la energía propia de la fusión sexual entre macho y hembra. Solicité a Yon que también introdujera un dedo en mi ano:

-¡Sí, mis hombres, háganme disfrutar al máximo! Háganme suya y permítanme alcanzar el éxtasis por favor... Yon, introduce un dedo en mi trasero...

-Por supuesto, mi reina, estás tan maravillosa y haces maravillas con la boca... - mencionó Yon. - ¿Te gusta que te penetren por ese trasero?

-Eres extraordinaria, una belleza de mujer, tus senos, tu cintura, tus piernas, tu trasero... ¡Vaya que luces estupenda! Eres un regalo para ambos, una bendición de Dios... - expresó Beto.

-Quiero que me traten como una mujer liberada, una mujer audaz, eso es lo que me excita... Y sí, Yon, me encanta sentir algo en mi trasero, ya sea un dedo o un pene...

-¿Oh sí? jaja, porque eso eres, una mujer que satisface a dos desconocidos y disfruta estimular sus miembros... - comentó Yon. - Estoy seguro de que imaginas que te penetro por ese trasero, mi dulce...

-¡Sí, háganlo, muero por sentir sus miembros dentro de mí... Estoy ansiosa como una perra en celo... ¡Quiero uno en mi vagina y otro en mi trasero, ya!

Era mi primera vez experimentando una doble penetración, dejar que ese par me proporcionara esa experiencia me hacía sentir llena de deseo y emoción. Recordé las películas para adultos, hice que Beto se acostara, me senté sobre él introduciendo su agradable miembro en mi vagina. Una vez bien acomodada, pedí a Yon que me penetrara por el trasero. Al principio, hubo cierta dificultad para encontrar la posición adecuada y cómoda, pero finalmente el chico logró introducirse, arrancándome un orgasmo sublime, y así comenzamos los movimientos de penetración. Sentí un placer incomparable a medida

gemidos y sus exhalaciones:

-¡Aaagh, aaah, maldición esto es lo supremo... Qué delicia más intensa, aaah, golpeenme intensamente chicos, acérquense sin descanso...

-Aaaah, uufff, toma perra, toma lo tuyo...

-Adelante hembra, disfruta como prefieras, con dos miembros dentro de ti... Eres demasiado promiscua, una zorra insaciable, aahhh...

-Sí, sí, aaay, agh, soy una zorra... Una prostituta que al verlos desnudos quise que me tomaran, quise chupárselos porque me provocó, aagh, porque ver miembros me despierta deseos, maldición...

Mis expresiones, el máximo clímax, provocaron orgasmos en mi ser mientras Beto alcanzaba el éxtasis y yo lo apretaba con mis músculos íntimos para exprimirlo todo. Yon seguía penetrándome con fuerza, yo gritaba al sentir esas dobles embestidas, la verdad es que era el placer máximo, lo juro... Y allí Yon se vació en mi recto, haciéndome estremecer de gozo al sentir su liberación. Permanecimos un rato en esa posición, gimiendo, mientras sus miembros perdían tamaño hasta que nos separamos lentamente.

Tendidos ahí, parte sobre mi toalla, parte sobre la arena, nos besábamos y acariciábamos mientras alababan mis habilidades de lasciva. Comentaban que nunca habían experimentado algo similar, y les dije que yo tampoco, que era la primera vez que dos hombres me tomaban simultáneamente y que para mí, había sido la mejor experiencia sexual de mi vida. Nos vestimos, nos bañamos en las aguas serenas y, al ser hora de retornar a tierra firme, los invité a mi hogar. Por supuesto, aquellos que leen mis relatos imaginarán que fue grandioso: sexo y más sexo, sexo oral, relaciones en diversas posturas, intercambio de miembros en mis cavidades, me insultaban, me daban palmadas en las nalgas; exploramos todas las posibilidades mis dos nuevos amantes y yo.

Disfruté una vez más hasta la saciedad, y al llegar la noche, los chicos volvieron a sus hogares dejándome completamente saciada, con mi dilatado ano y nalgas ardiendo de dolor y placer, mi vagina satisfecha repleta de esperma, mis labios inflamados de tanto besar y chupar, mis pezones hiper sensibles por tantas succiones... Y así concluyó mi saga de fin de semana largo, reconociéndome como la más desvergonzada de todas y probando todos los placeres del sexo.

FIN

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