Muy cerca para quemar (2)


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Después de mi encuentro con la vecina y la posterior invitación, me vi en la necesidad de viajar por cuestiones tanto laborales como familiares.

Al regresar, recordaba la invitación con entusiasmo. Dado que se acercaba un fin de semana prolongado, alquilé una pequeña casa en la playa para esos días, confiando en que todo saldría bien ya que todavía no había invitado a mis vecinas. Una vez confirmada la reserva, me comuniqué con Javiera y le pregunté “Hola, ¿cómo estás? ¿Sigue en pie tu propuesta?”

J: Sí, por supuesto ¿qué tienes en mente?

Tengo una cabaña en la playa para todo el fin de semana, ¿te gustaría acompañarme?

J: ¡Me parece maravilloso! ¿Puedo invitar a mi mamá?

Por supuesto, cuenta con ello.

Un par de horas después, Javiera me escribió para confirmar que todo estaba organizado. Preparé un bolso, recogí algo de ropa, toallas, etc., además de algunos alimentos para empezar. Quedamos en salir a las 7 al día siguiente.

Al día siguiente, estaba ansioso por partir... llegó el momento y estacioné frente a su casa. Quedé impresionado al ver a Javiera con unos leggins que parecían pintados en su piel... y un top tan revelador que dejaba poco a la imaginación, tragué saliva al ver a su madre asomarse... ¡madre mía! Si la hija era atractiva, la madre era deslumbrante... nunca las había visto vestidas así, casi idénticas, con unas curvas impresionantes y un escote que dejaba sin aliento.

Bajé del auto para saludarlas, abrí la puerta y me recibieron con un beso en la comisura de los labios, la suerte estaba echada y solo quedaba dejarse llevar por el momento.

Javiera decidió sentarse en el asiento delantero, mientras que su madre viajaba en la parte trasera, desde donde me miraba y abría las piernas, resaltando la silueta de su entrepierna, lo cual me desconcertaba un poco mientras conducía.

Después de unos 90 minutos, llegamos a la cabaña, una acogedora casa con 2 amplias habitaciones y todas las comodidades. Comimos algo y decidimos salir a dar un paseo para explorar la zona. No era una zona muy turística, pero tenía su encanto, especialmente un rincón entre las rocas, donde se encontraba una especie de pequeña playa, oculta desde el camino.

Extendimos las toallas para sentarnos y Amalia, la madre de Javiera, me preguntó “Cuéntame, Roberto, ¿cómo estás? ¿Qué esperas de este viaje?”.

Fue una pregunta interesante, no quería ser demasiado directo, pero resultaba complicado no serlo.

“Bueno, desde que enviudé no he salido mucho y me he dedicado principalmente al trabajo y... bueno, ya sabes, con las limitaciones que eso conlleva”.

A: “Pero eso se puede solucionar, ¿no crees?”, dijo mientras ponía su mano en mi entrepierna... “No creo que hayamos venido solo a ver las olas”, y acto seguido me plantó un beso que me tomó por sorpresa, haciéndome caer sobre la toalla.

En ese momento, Amalia se sentó sobre mí, comenzó a besarme y a mover su cuerpo sobre el mío. Javiera, que no se había dado cuenta, nos vio y dijo “¿Comenzaron sin mí?” uniéndose a la tarea de su madre. Empezaba a soplar un viento frío con algo de llovizna, así que decidimos regresar rápidamente a la cabaña.

Una vez dentro, empezamos a desnudarnos mutuamente, fue un espectáculo increíble, ni en mis mejores fantasías hubiera imaginado algo así, de repente me encontraba con las dos mujeres desnudas, cada una con su propia belleza, mis manos recorriendo sus cuerpos, percibiendo la humedad en sus entrepiernas, ya no había marcha atrás.

Continuamos besándonos, luego Javiera empezó a practicarme sexo oral, mientras yo hacía lo mismo en un delicioso 69, pero no contaba con que Amalia se sentaría sobre mi rostro, cubriéndome la boca con su exquisita intimidad, al mismo tiempo que agarraba a su hija por las caderas y...

Empieza a brotar la humedad de su entrepierna y su parte trasera. Esto hizo que Javiera intensificara su succión y me volviera loco... ¡y apenas estábamos empezando!

De manera rápida, Javiera deja de estimularme oralmente, mientras yo saboreaba los fluidos de Amalia, el sabor de ambas era exquisito... cambian de posición y es el turno de Javiera de colocar su intimidad en mi boca, que ya estaba muy empapada gracias a la lengua de la otra persona. Al mismo tiempo, Javiera disfrutaba del lugar de donde proviene mientras su madre me complacía.

Permanecimos así por un tiempo y Amalia se endereza y se prepara para montar mi miembro, aunque no soy actor porno, algo tengo y logré penetrarla sin dificultad, esa mujer estaba muy excitada por dentro, sentía como casi me abrasaba con su interior, no pasó mucho tiempo antes de que tuviera un orgasmo que fue sumamente placentero, ya que me apretaba con sus paredes internas.

Una vez que termina su madre, Javiera, como una atleta, toma la posta y se sienta sobre mí, no solo envolviendo mi miembro, sino también moviéndose en círculos, después de algunos minutos, llegó a un orgasmo largo y húmedo con eyaculación femenina incluida, lo cual me llevó a eyacular, pero justo antes de hacerlo, les avisé... voy a acabar, a lo que ambas se arrodillaron al lado de la cama y esperaron por la eyaculación, que, sorprendentemente, fue abundante, más de lo que recuerdo haber tenido antes... ver sus rostros salpicados con mi semen y luego verlas limpiarse mutuamente con sus lenguas y acabar besándose mientras yo acariciaba sus senos... era algo indescriptible.

Terminamos exhaustos, pero para ser la mañana del primer día, creo que no estuvo mal.

Les seguiré contando cómo terminó ese fin de semana.

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