Hola a todos, mi nombre es Leticia, actualmente tengo 30 años, soy de tez clara, con pechos bastante grandes, algo de barriguita, trasero generoso y piernas firmes. Esto ocurrió hace 4 años.
En la actualidad estoy felizmente casada, aunque antes de la boda mi esposo y yo acordamos que, una vez casados, no podríamos tener aventuras. Entonces, tuvimos la idea de disfrutar de una noche de pasión con quien quisiéramos. Consideré a dos de mis mejores amigos, sabía que ambos sentían atracción por mí, pero no podía decidir a quién elegir. Así que le di una pequeña mentira a mi esposo. Llegado el día, cada uno salió de la casa y yo me dirigí al bar donde quedaría con mis dos amigos. Uno se llamaba Tom y el otro César.
Me puse un vestido rojo ajustado que a ambos les gustaba, con la lencería correspondiente debajo. Al llegar, estuvimos hablando con normalidad y un rato después les propuse el acuerdo con mi esposo: si estaban de acuerdo, podríamos tener un trío. Ambos se miraron unos segundos y aceptaron. Me sentí muy emocionada y, como parte del trato, nos dirigimos a un motel. Planeaba alquilar la habitación, pero ellos se adelantaron y pagaron. Me pareció muy amable, así que pensé en darles una sorpresa más adelante.
Al entrar en la habitación, empezaron a besarme y tocarme mientras sentía cómo sus erecciones crecían en sus pantalones. Les pedí que se quitaran la ropa mientras yo iba al baño a arreglarme. Me deshice de mi vestido y me puse un baby doll que había comprado recientemente, exclusivamente para esa ocasión. Después de unos minutos, salí y los vi a ambos desnudos en la cama, viendo cómo sus miembros se endurecían más al verme.
Llevaba un baby doll violeta transparente que dejaba ver mis pezones, unas braguitas de encaje muy sensuales, medias negras y tacones rojos. Ambos se acercaron para besarme y acariciarme, y poco a poco me arrodillaron, frotando sus penes en mi rostro. Comencé a hacerles sexo oral a los dos mientras ellos se reían o gemían suavemente.
A medida que los complacía, se volvieron más enérgicos, tomándome de la cabeza a su antojo como si fuera un juguete, introduciendo sus miembros en mi garganta hasta que me faltara el aire. Uno de ellos tiró de las tiras del baby doll y lo dejó caer al suelo. Les practiqué sexo oral durante varios minutos hasta que estaban empapados de saliva, momento en el que Tom me puso de pie diciendo "voy a penetrarte".
Realmente me sentía como una mujer deseada, solo con las medias y los tacones, con dos hombres ardientes a mi alrededor. Rápidamente me colocó boca arriba sobre la cama, besándome la boca, el cuello y otras partes de mi cuerpo mientras frotaba su órgano viril en mi vagina. Me dio un beso delicioso en la boca y, sin decir una palabra, introdujo todo su pene en mi interior, provocando que gemitara y se moviera sin descanso para que continuara disfrutando.
Tom me estaba penetrando con fuerza mientras yacía boca arriba, sintiéndome muy deseada al tener las manos sobre la cabeza, con mis pechos saltando y los ojos cerrados. Fue entonces cuando no me di cuenta de que César se acercaba por detrás, abrió mi boca e introdujo casi por completo su miembro viril, realizándome una felación profunda. Respondí de inmediato arqueando la espalda e intentando empujar sus piernas con mis manos.
En ese momento, ambos aprovecharon para ser más salvajes, penetrándome con más intensidad mientras me quedaba sin aliento y las partes íntimas de César tapaban mi nariz. Moví mi cuerpo de forma frenética, desesperada, lo que provocaba que sus penes me golpearan en el interior con más fuerza. Llegó un momento en que no pude más y experimenté un orgasmo, sintiendo cómo me derretía y quedándome inmóvil. Fue entonces cuando César retiró su miembro y me permitió respirar.
Mientras recuperaba el aliento, César me giró en la cama, juntando mis piernas y apoyándolas en el suelo con el cuerpo medio sobre la cama y mi trasero en alto. Lo miré y le dije "Espera mi amor, necesito".
Dio un respiro pero él solo la vio sonreír y la penetró por completo con sus fuertes embestidas, estaban decididos cuando les manifesté que hicieran conmigo lo que quisieran.
Tom se subió a la cama y tomó mi rostro frotando su miembro en mí, abrí la boca para que lo introdujera pero no quiso, solamente se masturbaba mientras me observaba y se frotaba en mi rostro, no perdía el interés en ninguno de los dos en particular con César, que casi en cada embestida me propinaba una fuerte nalgada que hacía temblar mis piernas. Después de unos segundos, Tom accedió y comencé a lamerle los testículos, mientras sentía cómo César abría mis nalgas y deslizaba un dedo por mi ano hasta que dijo: "¿Y si hacemos una doble penetración?".
En ese instante me puse muy nerviosa, nunca había experimentado una doble penetración, aunque había fantaseado bastante con ello. Tom respondió afirmativamente y César retiró su miembro diciendo: "Yo elijo tu estrecho trasero", mientras se chupaba dos dedos que luego introdujo en mi ano y me penetró con ellos. Tenía los ojos cerrados de placer y ni siquiera me di cuenta de que ya no tenía el pene de Tom en mi rostro, hasta que César sacó sus dedos y me dio una nalgada, momento en el que abrí los ojos y él me indicó: "Súbete, perra".
Observé a Tom recostado moviendo su miembro, me subí a gatas en la cama, no podía ver mi ano, pero sentía que estaba más dilatado. Me situé sobre él y sin hacerme esperar mucho, introdujo su miembro en mi vagina haciéndome sentar hasta meterlo por completo, solté un gemido intenso y miré a César, quien ya se colocaba detrás de mí con su miembro entre mis nalgas. Su miembro estaba muy lubricado, al igual que mi trasero, por lo que no debía ser muy complicado penetrar.
Lo miraba mientras empujaba y Tom jugaba con mis nalgas. Sentir su miembro en mi ano era muy extraño, pero cada centímetro que entraba me excitaba más. César dijo: "Maldita sea, observé tu gran trasero por mucho tiempo y ahora te estoy penetrando". Cuando terminó de decir eso, me penetró por completo y eso generó un cortocircuito en mi mente, ambos empezaron a moverse penetrando mis orificios.
Mi trasero se acostumbró al miembro de César y mi vagina estaba ardiente y apretaba la de Tom. Apoyé mis manos en el cabecero de la cama y comencé a moverme arriba y abajo, sus miembros entraban al unísono y a gran velocidad. Dolió un poco, pero el placer de ser penetrada de esa forma era mayor. César me besaba el cuello y Tom se acomodó para chupar mis pechos. Disfrutaba mucho de esa experiencia, especialmente por sus miembros que no dejaban de palpitar.
Después volvieron a moverse y en un instante me llevaron al límite de otro orgasmo. Ambos retiraron sus miembros y dijeron: "Date la vuelta". Así lo hice y solo querían cambiar de agujeros. César me penetró profundamente en la vagina y Tom abrió más mi ano. Ambos retomaron el movimiento, más rápido que antes, y mientras gemía casi gritando, César me dio un largo beso para ahogar mis gemidos, mientras su lengua exploraba la mía.
Al estar tan sensitiva, apreté mis piernas abrazando a César y sostuve la mano de Tom para protegerme en un intenso orgasmo que nos hizo mojar a los tres y a la cama. Dejamos de besarnos y César dijo: "Siempre has sido muy hermosa, ahora quiero cubrirte de semen". Yo apretaba mis orificios y recibí algunos rasguños o mordiscos de ambos, y ellos también de mí. No sé cuánto tiempo estuvimos en esa posición, pero estaba extasiada de placer hasta que Tom nos pidió que nos detuviéramos un momento.
Tom retiró su miembro y lo limpió un poco con un pañuelo. César me acostó boca arriba y continuó con sus embestidas, mientras Tom se colocaba a la altura de mi cabeza y se masturbaba rápidamente mientras me sujetaba el cuello con una mano. Yo saqué la lengua para lamerle la punta de su miembro. Mi vagina estaba ardiendo y, casi como un milagro, César retiró su miembro y, sin siquiera tocarlo, comenzó a eyacular sobre mi cuerpo, alcanzando su semen hasta mis pechos.
Al ver esto, Tom también me cubrió el rostro con más semen y salpicó diversas partes. Luego, le practiqué sexo oral a Tom con el semen que tenía en la punta y poco después, César se acercó para recibir el mismo trato. Terminamos y César fue a bañarse mientras Tom tomaba algo y yo pensaba también en darme un baño, pero estaba muy cansada, así que decidí dormir un rato.
Al despertar, ambos estaban conmigo en la cama. Me di un baño y al salir ya estaban despiertos. Nos arreglamos y me mostraron unas fotos que me habían tomado desnuda y dormida. Me pareció algo excitante, así que les dije que las conservaran. Nos despedimos y regresé a casa con mi prometido, quien parecía haber tenido también una gran noche.
Ahora estoy casada con mi querido esposo y solo tengo relaciones sexuales con él. Debo admitir que a veces me llegan fantasías a la mente, pero eso ya es cosa del pasado. Espero que disfruten de mi experiencia sensual. ¡Adiós!
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