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Clase de pintura sensual


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Conocí a un joven llamado Axel en mi empleo, los dos trabajamos para la misma compañía, él es abogado y yo me desempeño en el área de finanzas.

Nos hicimos amigos y él me reveló que también le apasiona la pintura.

Es un excelente pintor, me mostró algunas de sus obras y todas son asombrosas, desde bellos paisajes hasta retratos de personas.

Nuestra amistad es estrecha, compartimos mucha confianza.

Hoy Axel propuso hacer una pintura sobre mi cuerpo desnudo, en una especie de sesión artística, pero con un toque sensual, y acepté encantada esta propuesta.

Poco después, Axel llegó a mi hogar vistiendo una camisa blanca que contrastaba con su bronceada piel, pantalón negro y una mochila roja que guardaba todos sus materiales de pintura.

Al entrar a casa, se detuvo frente a mí y me dio un apasionado beso en los labios.

-Ese vestido negro te sienta realmente bien, tanto que no pude resistirme - comentó refiriéndose a mi atrevido atuendo que apenas cubría mis glúteos.

Nos dirigimos directamente a mi habitación y él comenzó a sacar de su mochila los diversos colores y pinceles que utilizaría, mientras yo me despojaba lentamente del vestido, sintiendo la mirada de Axel recorriendo todo mi cuerpo con sus ojos oscuros.

Se acercó a mí con sus utensilios y me dijo:

-Ya eres una obra de arte.

Comenzó a acariciar mis brazos con gran ternura.

-Qué piel tan hermosa y suave.

Llevó su nariz a mi cuello y olió mi fragancia mientras depositaba pequeños besos detrás de mi oreja.

-Qué encantadora fragancia, dan ganas de saborearte.

Con sus palabras y caricias, mi cuerpo empezó a estremecerse de placer.

Rozó mis labios con sus dedos.

-Una boca perfecta para besar, morder y disfrutar -sus labios se acercaron a los míos y nos entregamos a un beso apasionado con un juego de lenguas que perduró varios minutos.

Cubrió mi abdomen de suaves besos y recorrió mis muslos con múltiples caricias.

-Me fascinas en todos los sentidos, Marcela, eres perfecta -tras esto, fui yo quien lo besó nuevamente, sintiéndome halagada por sus bellas palabras.

-¿Estás lista para comenzar con la pintura?

-Me parece una idea maravillosa, haz lo que desees -respondí con una sonrisa pícara.

Tomó un pincel fino y lo impregnó con pintura roja intensa.

Utilizó el color rojo para pintar mis pechos, creando dos corazones en cada uno.

Cada pincelada en mi cuerpo generaba sensaciones nuevas y excitantes que jamás había experimentado.

Luego, utilizó el color negro para trazar una línea de puntos desde mi abdomen hasta mi pelvis.

Comenzó con puntos pequeños que fueron aumentando de tamaño progresivamente.

Mientras me pintaba, lo observaba con deleite, viéndolo disfrutar de esa labor que tanto amaba, totalmente concentrado en mi cuerpo en esos instantes.

Y es cierto que hay un componente altamente erótico en esto, al tratarse de un trabajo plasmado en mi piel.

Al finalizar de pintar mi abdomen, dirigió su mirada hacia mis muslos, soltó el pincel, los tomó con ambas manos y musitó: -Perdóname, ya no puedo resistirme.

Comenzó a recorrer mis piernas con su cálida lengua, ascendiendo lentamente hasta encontrarse con mi vulva, donde la exploró con deleite.

La saboreaba con auténtico placer, como si fuera el manjar más exquisito del mundo, moviendo su lengua de un lado a otro y adentrándola en mi interior, abriendo con sus dedos para explorar cada rincón y hacer que sintiera su lengua en lo más profundo de mi ser.

Tomé su cabeza para acariciar su

Con su melena de tono rubio dorado, provocó que sus palabras resonaran aún más profundamente.

Este hecho provocó en mí una rápida eyaculación femenina y las sábanas quedaron empapadas.

Le dirigí una sonrisa de satisfacción, sorprendida de que mi colega de trabajo pudiera ofrecerme un cunnilingus tan exquisito.

Poco a poco se despojó de sus ropas, imitando mis movimientos iniciales, hasta que finalmente pude divisar su prominente miembro erecto.

Me aproximé velozmente a su falo y deposité saliva en la punta, pero en lugar de llevármelo a la boca, decidí introducirlo en mi vagina, la cual, debo aclarar, se encontraba aún húmeda y receptiva.

Él elevó mis piernas hacia sus hombros y las acarició, mientras daba inicio a sus vigorosas embestidas, generando un espectacular vaivén y sonoros gemidos.

A medida que aumentaba el ritmo de sus embestidas, mi placer se intensificaba, sin desear que esa penetración se detuviera jamás.

Entre cada embestida, nuestros gemidos se hacían más intensos, culminando en un orgasmo compartido, uno de los momentos más sublimes que ofrece el acto sexual.

Posteriormente, Axel se recostó en mi lecho, me tomó de la cintura y me sitúo encima de su robusto pene.

Empecé a moverme en varias direcciones, saltando energéticamente mientras su miembro permanecía firmemente insertado en mi interior. Él disfrutaba de mis sensuales movimientos, mientras yo me sentía en el séptimo cielo con su virilidad dentro de mí.

Para intensificar la pasión, me tumbé por completo sobre él, permitiendo que Axel agarrara mis caderas con ambas manos.

Él me sujetó con firmeza, y yo proseguí con mis movimientos pélvicos, mientras sentía cómo, gracias a esa posición, él incrementaba la fuerza y rapidez de sus embestidas.

Acerqué mi rostro al suyo y nos besamos apasionadamente durante toda la excitante penetración.

Mientras me tomaba por detrás, apunté su miembro hacia mi, aunque en esta ocasión tomó su paleta de pintura y un pincel.

-Mientras te penetro, quiero pintar tu espalda -me dijo con ardor.

-¿Podrás hacerlo? -inquirí con curiosidad.

-Sí, lo intentaré -respondió decididamente.

De un solo movimiento, me penetró analmente, provocándome un gemido al introducir su miembro, posteriormente sentí el pincel trazando mi espalda mientras mantenía el ritmo de sus embestidas.

Este hombre era extraordinario, ya que realizaba ambas acciones simultáneamente; con una mano agarraba mi cintura para mantener el ritmo de la penetración, mientras con la otra mano libre continuaba pintando mi espalda.

Sus embestidas, salvajes y sensuales a la vez, resultaban exquisitas gracias al perfecto compás ejecutado por Axel.

Después de unos minutos dejó de pintar y me sostuvo firmemente de las caderas con ambas manos hasta eyacular dentro de mí. Al sentir mi recto repleto de su semen, decidí llevarme dos dedos a la boca, succionándolos para limpiarlos.

-Qué delicioso semen -comenté a Axel, brindándole un beso en los labios.

-¿Te gustó la sesión de pintura erótica?

-Me encantó.

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