Después de vivir mi primera vivencia como amante consagrado, ansiaba repetir esa emocionante aventura. Continué explorando en la plataforma donde estaba registrado hasta que hallé una pareja contemporánea a mí, viviendo en la misma localidad. Acordamos encontrarnos para conocernos, y así lo hicimos.
Durante la cena, entablamos conversaciones, intercambiamos fantasías y compartimos experiencias. En ese momento me di cuenta de que ellos carecían de experiencia alguna, eran bastante jóvenes y novatos. Aproveché la situación para aparentar tener más experiencia de la que realmente poseía. Les hice creer que había participado en numerosos tríos con parejas novatas (lo cual era falso, ya que solo había tenido una experiencia previa) y demostré ser respetuoso y educado.
La chica destacaba por su tez extremadamente pálida, piernas largas, delgadez extrema y apenas algo de busto, pero poseía un rostro hermoso con pecas. Por otro lado, el chico era bastante común y bien vestido. Confirmaron que nunca habían incursionado en este tipo de encuentros y él expresó su deseo de ver a su pareja siendo dominada con disfraces, ataduras y similares. A pesar de desconocer detalles acerca de estas prácticas sadomasoquistas, les aseguré que era mi especialidad, siempre y cuando ellos estuvieran de acuerdo. Les mencioné que solo tenía dos condiciones.
En primer lugar, requería que él no participara en ningún momento, ya que cualquier interacción con ella debía ser una decisión tomada antes de ingresar a la habitación. El segundo punto era que no deseaba eyacular dentro de un preservativo, sino en alguna parte del cuerpo de la chica, ya sea en los pies, pecho, boca u otra zona. Sabía que no debería imponer estas condiciones, ¡pero yo era el hombre de la experiencia!
Tras esta conversación, acordaron avisarme. Pasaron unas tres semanas y no recibí noticias, me daba pena contactarlos, hasta que finalmente me decidí a saludarlos. El chico me respondió y explicó que no me habían contactado porque aún estaba tratando de convencer a la chica, quien no se mostraba decidida y sentía vergüenza de que él presenciara la situación. Ante esta situación, les propuse una solución que podría ayudarles y no dejar pasar la oportunidad de disfrutar de la compañía de la joven.
La propuesta era dirigirnos a un hotel, donde yo entraría con ella mientras él permanecería afuera hasta que lo llamáramos, de manera que ella no sintiera la presión de tenerlo presente.
El día anterior al encuentro adquirí un juguete sexual grande de plástico, velas, cuerdas, una bola para la boca y un látigo, ya que deseaba cumplir con lo prometido y actuar como un experto (aunque no sabía si utilizaríamos estos elementos).
Llegó el día acordado y alquilaron una habitación. Cuando llegué, él se retiró y me quedé a solas con la chica en la habitación. Al principio, planeaba seducirla sutilmente para entrar en ambiente, pero en un instante todo cambió y me comporté de manera arrogante. Me acerqué a ella, anunciando que no había vuelta atrás y que la "destrozaría". La hice arrodillarse para practicarle sexo oral sin pedir permiso y la forcé a continuar, a pesar de sus dudas. Aparentemente, ella estaba de acuerdo al mismo tiempo. La chica me practicó sexo oral durante unos 15 minutos en diferentes posiciones, y aunque derramaba lágrimas, intentaba complacerme. En un momento, mientras nos encontrábamos en la posición 69, saqué un juguete sexual bastante grande que había comprado para la ocasión y lo utilicé en ella, proporcionándole placer al mismo tiempo que estimulaba su clítoris. Empezó a gemir de placer con los intensos orgasmos. Habíamos dejado la puerta entreabierta para que el novio pudiera unirse en cualquier momento, y así lo hizo al escuchar los gemidos de su pareja por las embestidas del juguete que había comprado. Se quedó observando cómo la estimulaba y practicaba sexo oral con ella. Repentinamente, la chica retiró el pene de plástico.
de su vulva y se lo comenzó a lamer mientras yo seguía disfrutando de su feminidad que tenía el gusto de todos sus fluidos mezclado con la esencia del material del juguete.
Me recosté boca arriba y la chica se aproximó de nuevo a mi miembro para lamerlo nuevamente, pero descendió lentamente hacia mis testículos acariciándolos con destreza, yo estaba impresionado con ella y ella conmigo, luego me coloqué el preservativo y ella se colocó sobre mí mientras su pareja solo podía observar cómo su pareja iba a cabalgarme, ella experimentó intensos orgasmos hasta que, después de un tiempo, sentí que iba a llegar al clímax, la levanté y dirigí su rostro hacia mi pene, retiré el preservativo y llené su boca con mucha eyaculación que fluía como un manantial.
Nos dirigimos a ducharnos juntos mientras el esposo permanecía sentado en el sofá al lado de la cama, salimos del baño y mientras yo esperaba recuperarme, serví algunas bebidas y le informé al esposo que lo mejor estaba por venir, después de un tiempo conversando y sintiéndonos más relajados, ella y yo comenzamos de nuevo a acariciarnos y besarnos, la llevé a la cama atando sus piernas y manos a cada esquina de la cama dejándola boca abajo e inmóvil, tomé la cuerda con una bola y se la coloqué en la boca para que no pudiera gritar.
Esa chica estaba espectacular, era delgada pero estaba espectacular, la penetré intensamente durante mucho tiempo estando acostada boca abajo primero por la vulva y terminé penetrando su ano y eyaculando sobre sus nalgas.
Creo que me convertí en un amante consagrado.
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