En nuestro grupo familiar, las escapadas vacacionales suelen ser en compañía de varios miembros. Generalmente nos acompañan un par de parientes junto con sus respectivas familias.
El año pasado visitamos una playa en México, y lo que aconteció en ese viaje resultó encantador, emocionante y delicioso.
Ya que sé que les agrada las descripciones, mi pariente es una mujer de estatura media, corpulenta con unas piernas voluminosas y un trasero prominente que resalta en cualquier pantalón que use, además de tener una piel morena oscura que siempre me ha cautivado.
Al llegar al hospedaje nos asignaron las habitaciones y de manera curiosa, la habitación de la familia de mi familiar se encontraba muy cerca de la nuestra, algo que sabía que aprovecharía. Mi parienta y yo siempre hemos intercambiado miradas cómplices y en nuestros abrazos, sus prominentes senos rozan mi cuerpo. En ocasiones, al besarme, casi alcanza mis labios, por lo que muchos de mis pensamientos eróticos han estado dedicados a ella y su espléndida figura.
A lo largo del primer día, estuve a la espera de poder estar a solas con ella, y aunque sucedió por unos minutos, durante ese tiempo me acerqué y le confesé mis sentimientos. "Tía, usted sabe que siempre me ha atraído, su cuerpo, su personalidad y su belleza siempre han captado mi interés, por eso quería decirle esto ahora que tenemos este momento a solas". Al expresarlo, sabía que diversas reacciones eran posibles: podía reaccionar de forma negativa, contar a otros lo sucedido y meterme en problemas, optar por ignorar mis palabras y hacer como si nada hubiese ocurrido, o corresponder a mis sentimientos.
Afortunadamente, ocurrió lo último. Ella se acercó a mí y me besó en la mejilla. En respuesta, moví mi rostro para que nuestros labios se encontraran y ella correspondió. Nuestras lenguas se entrelazaron apasionadamente, mientras mis manos se aferraban a su prominente trasero, disfrutando de su suavidad y volumen. Esta sensación me provocó una intensa excitación, y comencé a acariciarla en la entrepierna.
Dado que ambos usábamos trajes de baño tras regresar de la playa, cada caricia se percibía con gran intensidad. No supe cuánto tiempo transcurrió mientras nos entregábamos a estos encuentros, pero al escuchar que sus esposo y mi padre se acercaban a la habitación, nos separamos de inmediato y corrí al baño para ocultar mi erección.
Al volver a la normalidad frente a los demás, actuamos como si nada hubiera ocurrido; sin embargo, en los siguientes días dio inicio nuestra ardiente aventura sin límites.
Espero que esta primera parte de mi vivencia haya sido de su agrado. Estaré atento a sus comentarios y consideraré continuar narrando cómo prosiguió todo. Saludos y que disfruten de un excelente fin de semana.
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