Tal como he mencionado antes, soy una mujer casada, tengo 26 años y he estado con la misma persona toda mi existencia. Él ha sido mi todo, incluso mi primer beso. Hemos tenido altibajos en nuestra vida sexual, algunos bastante dolorosos, pero siempre hemos salido adelante con más fuerza y deseo jajaja.
Nuestra actual vida sexual es el resultado de un arduo trabajo en equipo, basado en la comunicación y el deseo mutuo.
Hubo momentos en los que llegué a repudiar el sexo, no quería que me tocara, pero ahora duermo desnuda para facilitarle las cosas y si no me toca, le pido que lo haga. Ya sea mis pechos, mi vulva o mis glúteos, no importa, necesita tocar algo para que pueda conciliar el sueño sin preocupaciones.
Él siempre ha sido muy fogoso y por lo general despierta con ganas por las mañanas, le encanta el sexo matutino, aunque lamentablemente pocas veces logramos concretarlo debido a cuestiones logísticas.
Hoy, al despertarme temprano para ir al baño, lo abracé al regresar y sentí su miembro firme; comencé a acariciarlo y, aunque no lo hice por mucho tiempo, la urgencia de llevarlo a mi boca me venció.
Me encanta el sexo oral intensamente, así que tomé su miembro, lo deslicé por mi rostro y le di un par de azotes aprovechando su rigidez, luego lo deslicé por mis pechos y recorrí con mi lengua toda su extensión, chupé sus testículos antes de introducirlo en mi boca y realizar movimientos suaves de vaivén, mientras jugaba con su glande con mi lengua. Tras una breve pausa para prepararme, realicé mi parte favorita: introducirlo por completo en mi garganta. Retiré el miembro, jugué con mi lengua, retomé el vaivén, chupé nuevamente sus testículos y concluí el sexo oral con otra profunda penetración garganta.
Se colocó sobre mí, me penetró y comenzamos un apacible y placentero acto sexual sin prisas. Movía mis caderas para acompasar el vaivén mientras me penetraba; fuimos incrementando el ritmo y llegó al clímax dentro de mí. Sin retirarlo, comencé a estimularme y alcanzé mi primer orgasmo del día.
Descansamos abrazados con él a mi espalda, mi trasero a la altura de su pene. A pesar de haber acabado, seguía excitada y sabía que él ansiaba más. Comencé a mover mi trasero intencionalmente para rozar su miembro y continué así hasta notar que volvía a estar erecto. Sin dudarlo, aprovechó mi humedad y, al notar mi deseo, me penetró de nuevo en esa posición, manteniéndonos en ella un buen rato debido a lo placentera que resultaba. Al final, volvió a eyacular dentro de mí y luego abriendo mis piernas, me masturbó hasta alcanzar el orgasmo.
Nos acostamos de nuevo, esta vez recostada en su pecho y sin intenciones de continuar, ya que era hora de que él se fuera a trabajar. Sin embargo, sin querer, volvió a excitarse y se masturbó. Me encanta la posición de cuatro, así que me puse en esa posición y continuamos con un acto sexual esta vez sin delicadeza, sino más bien de manera intensa, mientras yo contraía mi vagina con fuerza y acariciaba sus testículos. Así fue como concluyó su tercera eyaculación.
Mientras él se preparaba para ir al trabajo, yo me masturbé para él. Se despidió con un beso y quedamos en seguir más tarde.
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