Heroína valiente que ejerce la prostitución


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Hola, mi nombre es Alicia, tengo 20 años, estatura media, piel pálida, senos medianos, cintura delgada, trasero algo grande y cabello originalmente castaño pero teñido de rubio.

Soy una gran seguidora del héroe arácnido y cuando se estrenó la película fui a verla varias veces, en una ocasión decidí ponerme un traje de Spider-Gwen, invité a mi novio pero él no quiso ir, así que fui sola.

Aún molesta con mi novio por no acompañarme, decidí sentarme en un pequeño parque frente a la plaza a esperar un taxi, ya que la plaza estaba cerrando y mi madre no contestaba el teléfono.

Cercanos a mí, vi a un hombre de unos 24 años con una camiseta del héroe, así que decidí entablar conversación con él. Charlando, me elogió por mi traje y me sentí complacida, así que decidí mostrarle más de cerca quitándome la falda y el top. En ese momento, su actitud cambió, se acercó, me acarició y me propuso algo más atrevido.

Acepté y nos dirigimos a un lugar apartado, donde sacó dinero y me ofreció un favor íntimo a cambio. A pesar de sentirme incómoda, acepté. Después de recibir el pago, comencé la acción con dedicación.

Tras un momento, me ofreció más dinero a cambio de tener relaciones íntimas en ese lugar. Decidí aceptar y nos preparamos. Aunque al principio me sentí nerviosa, la excitación y el deseo me llevaron a continuar.

La situación se volvía cada vez más intensa, hasta que ambos decidimos llevar las cosas a otro nivel, rompiendo barreras y entregándonos al deseo en medio de la oscuridad del parque.

Su pene entre mi vagina y ano.

Estaba ansiosa y él deslizó una mano desde mi espalda, acariciando uno de mis pechos debajo de mi sostén. Con un movimiento suave, su miembro se deslizó dentro de mí. Comencé a gemir y él movía sus caderas suavemente mientras sostenía las mías. Con cada embestida, aumentaba la velocidad hasta alcanzar un ritmo "normal". Mis gemidos también eran normales, aunque un poco más bajos en volumen, no porque no lo disfrutara, en realidad se sentía muy bien su pene, pero para evitar ser descubiertos.

Lo estaba haciendo de manera excelente y para agradecerle, tomé la máscara de mi mochila y me la puse, dejando mi boca al descubierto. Cuando me vio, aceleró aún más el movimiento de sus caderas, haciéndome gemir más fuerte. Aunque no me veía por completo, sabía que debajo de la máscara estaba mi rostro excitado. Tomó mi barbilla y me besó. Su pene era excepcional y me tenía en éxtasis, especialmente cuando bajo su mano para estimular mi clítoris. Mis piernas temblaban y mis manos se apoyaban en la banca, pero una de ellas se deslizó hasta su vientre, como si fuera a detenerlo, pero en su lugar fue una señal de mi orgasmo.

Me puse de puntillas y una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo. Él me penetró por completo y se quedó quieto por unos segundos mientras mis jugos mojaban su pene, el suelo y el traje. Me besó y quitó la máscara durante el beso. Sacó su pene y me senté en la banca, abriendo las piernas mientras él se recostaba y me quitaba las mangas y la parte de arriba de su traje, al igual que mi sostén, para mirar mis pechos.

Se acomodó sobre mí y nos besamos. Durante el beso, él volvió a introducir su pene rápidamente, mis gemidos eran intensos, pero él seguía besándome. Mis manos exploraban su cuerpo, estaba muy sensible por el orgasmo y aún más excitada por la situación. El pensamiento de que era un completo desconocido y lo placentero que resultaba nublaban mi mente de placer. Sin darme cuenta, había envuelto mis piernas a su alrededor. Nos separamos de besarnos y ahora trataba de contener mis gemidos, pero, según él, mi rostro reflejaba todo el placer que experimentaba.

Permanecimos así unos minutos hasta que escuché "ya casi". Sentir eso fue un alivio, ya que pensé que me desmayaría. Le dije que continuara, sin percatarme de que estaba apretando cada vez más mis piernas y brazos. Cuando intentó retirarse, apreté para retenerlo dentro. Aunque el preservativo evitó que se corriera directamente dentro de mí, pude sentir cómo llenaba el condón. Permanecimos así por unos segundos antes de que sacara su pene, quedándose afuera el preservativo con semen, que posteriormente retiró intacto.

Ajusté mis bragas y me senté en la banca, recuperando mi ropa de la mochila para vestirme. Él me dijo "Por cierto, soy Arturo...", en ese momento noté que no le había preguntado su nombre, le respondí con el mío. Buscamos juntos un hotel y nos quedamos a pasar la noche en la misma habitación. Tomé una ducha y... Bueno, no pude dormir, jeje, lo hicimos nuevamente. Por la mañana intercambiamos números y cada uno regresó a su hogar.

He estado en contacto frecuente con él y persisten las ganas de volver a encontrarnos. ¿Qué opinan ustedes? ¿Deberíamos tener otra cita? También díganme si les gustaría conocer lo sucedido en el hotel. Gracias por leerme y no olviden que "con un gran poder...".

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