Empezando con mi esposa


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Quiero reiterar que todas las narraciones que comparto aquí son verídicas al cien por cien, son vivencias personales.

En la historia previa mencioné cómo intercambié la vulva ya depilada de mi entonces pareja P por su bello trasero y su jugosa boca. Inmediatamente le adquirí un consolador transparente de gran tamaño, que debía medir alrededor de unos 30 cm de longitud por unos 5 cm de diámetro (por cierto, cuando ya estábamos casados, mi esposa envió a su hermana a casa en una ocasión y esta se topó con el juguete, lo cual llevó a que contactara a mi esposa para expresar su sorpresa y duda sobre si era usado de esa manera, a lo que ella intentó negarlo, pero finalmente tuvo que admitir que yo era un lascivo). La viciosa es ella, lujuriosa y desvergonzada, tal como nos gustan a los hombres.

Tengo que contarles que desde que conocí a P, siempre le manifesté mi deseo de que fuera poseída por alguien más, de preferencia algún amigo, conocido e incluso algún familiar mío o suyo. Al principio, por supuesto, me tachaba de insensato, pero al final sucedió tal como yo lo había vaticinado en varias ocasiones.

Pero eso es algo que ocurrirá más adelante. Ahora bien, es momento de relatar cómo la he transformado en la lasciva que es hoy en día. Al negarse a que le poseyera su exquisita vulva, de tez clara y labios discretos y rosados, con un aroma embriagador, no significó que no exploráramos otros placeres, un 69, penetrarla analmente y felaciones que, hoy sé, no solo disfrutaba conmigo, sino también con los afortunados a los que ya se las ha practicado, volviéndose toda una experta, lasciva y cachonda en ese vicio.

Se la traga toda, te la lame de manera exquisita, acaricia tu trasero con la lengua y lo mejor de todo es que puedes eyacular donde desees; en su rostro, en sus pechos, en su culo y por supuesto en su boca. Es una devoradora de semen.

La mujer fina que es mi esposa, que continuará siéndolo, es una libertina y lo mejor de todo es que seguirá siendo eso, una adicta al sexo.

Continuará.

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