Toda esta situación ocurrió hace unos meses, cuando una amiga comenzaba una relación y organizaba un plan para ir a la finca. Prefería no ir sola con su novio, así que terminamos siendo un grupo de cinco personas. Llegó el viernes y todo estaba listo para salir hacia la finca después de terminar la jornada laboral. La finca estaba a las afueras de un pueblo que se encontraba a tres horas de la ciudad en la que vivíamos. Nos dividimos en dos coches. El inicio del viaje fue muy bueno. Hicimos una parada al salir de la ciudad para comprar algo de comida y bebida para el camino. Yo viajaba en el coche del nuevo novio. Llegamos a la finca alrededor de las 11 de la noche. Distribuimos las habitaciones y todos nos fuimos a dormir después de un largo viaje y una madrugada de trabajo.
A la mañana siguiente, nos levantamos y, como era de esperar, escuchamos algunos susurros de mis amigas en la madrugada, ya que cada una aprovechó para divertirse con sus parejas, mientras que yo... cuando todos salieron de las habitaciones, nos pusimos de acuerdo para planificar el día. En ese momento, el padre de mi amiga llegó en una camioneta impresionante. Mi amiga, sorprendida, fue a saludarlo y lo trajo para presentárnoslo. Era un hombre mayor, pero no le presté mucha atención.
Después de desayunar, acordamos ir a la piscina. Fui a cambiarme y ponerme un traje de baño. Saqué mi protector solar y bronceador. Salí y mi amiga y yo nos pusimos protector solar mutuamente. Más tarde, el resto del grupo se unió y todos nos metimos en la piscina. Pronto, mi amiga también se metió a jugar con su novio.
Luego, el padre de mi amiga llegó con unas cervezas, se me acercó para entregarme una y comenzamos a conversar. Estuvimos hablando de varias cosas durante casi dos horas. Después, dijo que estaba entrando en calor y se metió en la piscina. Permanecí observándolo y comenzó a nadar de un lado a otro, demostrando ser un buen nadador, lo cual me animó a unirme a él en la piscina.
Juntos comenzamos a nadar. Pronto estábamos compitiendo en nadar de un lado a otro. A medida que avanzaba la competencia, aumentamos la distancia a recorrer. Estábamos en plena competencia cuando me dio un calambre que me provocó un dolor intenso y casi me ahogo, pero el hombre logró sujetarme y sacarme del agua rápidamente. Todos acudieron rápidamente a mi rescate y me sacaron de la piscina.
Me sentía muy avergonzada frente al padre de mi amiga. Él se quedó conmigo y comenzó a darme un masaje para aliviar el tendón dañado. Tenía que ir al baño y se ofreció a llevarme a la casa para que no apoyara el pie. Me llevó a mi habitación y esperó afuera mientras entraba al baño.
Al salir del baño, lo vi con unas tangas mías en la mano. Las arrojó rápidamente a la cama y dijo que las había encontrado en el suelo. No recordaba haberlas dejado en la cama ni mucho menos en el suelo. Fue un momento tenso y me preguntó si me encontraba bien, a lo que respondí afirmativamente. Luego mencionó que volvería a la piscina.
El resto del día apenas cruzamos palabra. Después de salir de la piscina, nos arreglamos y nos preparamos para ir al pueblo a almorzar.
Una vez en el pueblo, fuimos a un restaurante. El padre de mi amiga tomó distancia, pero al sentarnos en la mesa quedamos uno frente al otro. Él apenas me miraba y yo buscaba la mirada de aquel hombre que me había rescatado de la piscina. En un momento de apuro, le acaricié la pierna con el pie expresando mi agradecimiento por el masaje que me había dado después del calambre. Él sonrió nuevamente y todo volvió a la normalidad.
Luego fuimos a comprar provisiones para la noche y regresamos a la finca, pero esta vez yo me fui en la camioneta con mi salvador. Conversamos durante el trayecto y mencionó que yo tenía
Un cuerpo atractivo, el cual asistía al gimnasio, me hizo sonrojar y le respondí que también acudía de vez en cuando. Después de halagarme un par de veces, extendió su mano hacia mi pierna, gesto que acepté colocando mi mano sobre la suya. Sin embargo, pronto la retiró para volver a manejar.
Al llegar a la finca, los demás querían regresar a la piscina, pero mi acompañante me propuso conocer la finca, a lo cual accedí, y nos fuimos a dar un paseo. Dado lo extenso de la finca, dimos la vuelta en la camioneta. Al regresar, casi eran las seis de la tarde y la puesta de sol lucía hermosa, así que tomé algunas fotos, y él mencionó que desde el altillo de la casa se apreciaba mejor, por lo que nos dirigimos allí.
Resulta que el altillo era su habitación. Me llevó a la ventana y realmente la vista del sol y su compañía se apreciaban mucho mejor. Mientras tomaba fotos, él se acercó y me ofreció tomarme algunas, a las cuales accedí para que quedaran bien. Al finalizar la sesión de fotos, se acercó mucho a mí, estábamos prácticamente cara a cara, me giró y me mostró el atardecer mientras me abrazaba por completo.
Su respiración en mi cuello me hacía sentir cómoda y a gusto. Sin embargo, comencé a notar que estaba teniendo una erección. Sentir cómo crecía ese bulto en mi trasero, o sea, disfruté de poder provocar tal reacción en ese hombre.
Pronto volvimos con los demás y mi amiga me envió un mensaje para preguntar si todo estaba bien con su padre, a lo que respondí afirmativamente, mencionando que estábamos viendo el atardecer.
Decidimos tomar algunas cervezas y bailar, dado que todos tenían pareja menos yo. Así que, me tocó bailar con mi nuevo acompañante. A medida que avanzaba la noche, se acabaron las bebidas y la energía. Como todos estábamos cansados, decidimos retirarnos a descansar ya que estábamos de visita.
Mi acompañante me dejó en mi habitación y me mencionó que si necesitaba algo, podía buscarlo en el altillo. Me dio un beso en la mejilla de manera coqueta y se marchó. Aunque entré en mi habitación, no podía dejar de pensar en él. A pesar de ser el padre de mi amiga y ser mucho mayor que yo, me levanté al no conseguir conciliar el sueño y fui de forma silenciosa al altillo.
Al ingresar, lo vi acostado en la cama únicamente con unos bóxers. Dudé por un momento, pero me acerqué a él. Con mis manos le bajé los bóxers y vi su pene pequeño ahí. Lo acaricié y llevé a mi boca, poco a poco creció y se puso totalmente duro. En ese momento, se despertó, se sorprendió y subí para besarle.
Le expresé mi agradecimiento por haberme salvado en la piscina y continué con un buen sexo oral. Su pene ya estaba muy erecto y grande. Jugué con mis labios un rato, hasta que él me atrajo hacia él y me pidió que le salvara de nuevo. Me dio la vuelta y quedó sobre mí. Se arrodilló en la cama, acercándose lo suficiente para que pudiera continuar masturbandolo. Mientras le succionaba la punta del pene con mi boca, con una mano lo masturbaba y con la otra acariciaba sus testículos. No tardó en mover su cuerpo hacia adelante causando que su pene entrara completamente en mi boca y ¡pum! Este señor eyaculó en mi boca. En ese momento, con su pene dentro de mi boca, estaba lista para recibir su semen.
Coloqué mis manos en su trasero tratando de asegurarme de que su pene estuviera en el lugar correcto para que, al eyacular, todo fuera directamente a mi garganta. Así fue, eyaculó aproximadamente unas diez veces, sintiendo los chorros de semen, cada uno de ellos me dejaba fascinada ya que la cabeza de su pene se calentaba con cada uno de ellos.
Tras terminar, se recostó en la cama muy agitado y pronto se quedó dormido, su erección comenzó a disminuir. Aunque quería continuar, quizás su edad y otras circunstancias no lo permitieron, me acurruqué con él un rato hasta quedarme dormida en sus brazos.
A la mañana siguiente, me levanté suavemente y regresé a mi habitación. Pronto todos despertaron y fuimos a desayunar, todo transcurrió con normalidad. No obstante, esta vez, al sentarnos a la mesa, él se colocó a mi lado y conversamos sobre diversos temas. Al despedirnos para regresar a la ciudad, nos dimos un beso en la mejilla y nada más. Desde entonces, no nos hemos vuelto a ver ni hemos tenido algún contacto.
Más tarde, en casa, agradecí que no hubiera pasado nada más, ya que no me habría gustado tener que hablar de esa situación ni con él ni mucho menos con mi amiga.
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