Como todos saben, mis historias son verídicas y esta no es la excepción. Ocurrió en una tarde de verano cuando me encontraba muy excitada, refiriéndome a un verano cercano, en el año 2023. Estaba ansiosa y necesitada de contacto íntimo, siendo una transexual madura con un fuerte deseo anal que debía satisfacer.
Desde muy temprano, me vestí con lencería negra, medias de malla, portaligas y demás prendas, todo en tonos oscuros, mi color preferido. Además, llevaba un llamativo vestido amarillo y cabello rojo recogido con una cinta negra, combinando con mis altos tacones negros para resaltar mis atributos. Aquel día estaba dispuesta a todo, así que ingresé a un foro y rápidamente fui contactada por un hombre autodenominado "Arrocito", lo cual me causó gracia. Sin perder tiempo, le pregunté la razón tras ese peculiar apodo, a lo que respondió de manera provocativa: "Tendrás que descubrirlo por ti misma, nena, y te costará caro". ¡Y a mí que me encantan los desafíos! Le afirmé que mi retaguardia estaba ansiosa por ser atendida, más allá de su nombre extravagante, ya que la urgencia me dominaba.
Acordamos encontrarnos a las 8 pm, faltando aún unas cuantas horas, y yo ya estaba tan excitada que mi ropa interior estaba empapada y mis pezones erectos, listos para dar inicio al juego del placer trans. Mi intimidad seguía mojada pero sin erección, solo deseando ser penetrada y experimentar sensaciones intensas. Mi compañero llegó puntuAl y, tras saludarnos, entablamos conversación. Me halagó, diciendo que lucía hermosa y deseable. Acto seguido, comencé a desvestirlo, quedándome yo en lencería diminuta. Mi intimidad apenas se percibía, comprimida por la diminuta tanguita. Arrocito quedó en boxer y decidí retirárselos de un tirón, momento en el que descubrí su pene de tamaño reducido, pero él, seguro de sí mismo, me ordenó: "Chupa, perra", a lo que, sumisa, obedecí y empecé a deleitarme con su miembro, el cual comenzó a crecer notoriamente, sorprendiéndome.
A pesar de mi asombro, seguí succionando con pasión y pronto su pene se transformó en una vigorosa erección, dejando ver sus venas prominentes y un glande abultado. Continué estimulándolo y noté como su excitación aumentaba, casi provocándome un poco de atragantamiento debido a lo imponente de su miembro. Tras unos 30 minutos de estimulación, estaba ansiosa y empapada. Arrocito, con voz firme, anunció: "Ahora entiendes por qué me llaman Arrocito, zorra; porque mi miembro crece como el arroz en la olla. Date la vuelta, que voy a penetrar tu trasero y dejarlo dilatado, y al final, tomarás mi eyaculación como una verdadera insaciable".
"¡Apúrate, perrita!"
Sin pensarlo dos veces, me volteé y levanté mis nalgas acariciando mis pezones, abriendo mis glúteos para Arrocito, quien de inmediato procedió a introducir aquel gran miembro en mi colita. ¡Ahhh! Un gemido de placer escapó de mis labios y comencé a jadear como una enloquecida, sintiendo cómo me penetraba de golpe y de forma salvaje. Mi entrepierna se humedeció al instante y Arrocito me cabalgó durante lo que parecieron horas. Con sus gemidos, parecía un jinete en plena carrera, brindándome una buena dosis de placer durante largo tiempo. Al sacármelo de un solo golpe, pude verme en un espejo enorme en la pared, con el glande impresionantemente grande, haciéndome ver estrellas.
Después de varias posturas, Arrocito eyaculó dentro de mí, pidiéndome que expulsara todo, esperando pacientemente a que la última gota de leche caliente cayera de mi ano. Luego, me obligó a recoger con mi boca aquel delicioso néctar, tomándolo todo mientras lo miraba fijamente con mi expresión de lujuria. Acto seguido, me masturbó con energía hasta sacarme mi propia leche. Por supuesto, también me la dio en la boca para que la tomará, lo cual disfruté enormemente saboreando y elogiando su exquisito sabor.
Arrocito resultó ser un campeón, ya que su miembro gradualmente fue disminuyendo de tamaño hasta convertirse nuevamente en una pequeña delicia aparentemente inofensiva. Era como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde del sexo, jijiji. Fue una experiencia muy placentera, aquel macho de estatura baja me convirtió en su hembra con un completo dominio. El nivel de dilatación anal que logré esa noche fue extraordinario, experimentando un placer intenso y un orgasmo glorioso, acompañado de una generosa cantidad de leche para mi boca.
Después de consumir una copa, nos despedimos tras dos rondas más de sexo que se prolongaron hasta las 3 de la madrugada. Fue una experiencia inolvidable que me dejó completamente satisfecha. Aquella noche de pasión me hizo sentir más sumisa, más lasciva, y me di cuenta de que aún había muchas experiencias interesantes por vivir. Me comprometí a seguir entrenando mi trasero para recibir penes grandes, preparándome especialmente para los de mayor grosor. Además, Arrocito decidió dedicar tiempo a chupar mis pezones, lo cual terminó de coronar la velada, disfrutando de cómo succionaba mis pechitos. El simple recuerdo de ello me hace sentir cosquillas en mi trasero.
¡Hasta la próxima! ¡Besos!
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