Saludos amistades. La última vez salía del gimnasio tras tomar un baño de vapor y decidí dar un paseo por el centro del pueblo. En ese momento me encontré con un conocido, J., quien al verme se acercó y susurró en mi oído, -te veo radiante, ¿también te aseaste a fondo?- En ese instante me quedé callado, ya que vestía ropas masculinas y no había compartido con J. mis preferencias.
Reaccioné rápidamente y con tono afectado le respondí –Oh, ¿por qué te interesa saber? J. sonrió pícaramente y colocando una mano en su entrepierna, dijo –Porque deseo penetrarte por detrás- En un acto de fingida ofensa repliqué -¿Acaso pretendes hacerlo en este preciso instante? Dado que era mediodía y solía reservar mis encuentros nocturnos para esos asuntos.
Él me sujetó suavemente de los hombros y dijo, -Sí, estoy muy excitado cariño, vamos a mi apartamento-, que se encontraba al otro lado de la plaza. Pensé, ¡Por qué no aprovechar la oportunidad! Parecía estar al tanto. Nos dirigimos hacia allá y al llegar, de inmediato me rodeó por detrás colocando su miembro en mi trasero. Entonces, puse mis manos hacia atrás sobre su pene y lo acaricié, era considerablemente robusto y grande.
Luego, aparté las manos y empujé mis glúteos hacia su virilidad sobresaliente. Comenzó a despojarme de la ropa, debajo llevaba sujetador y tanga, al verme sonrió ampliamente exclamando, ¡Lo sabía, eres una traviesa y te ves espléndida con esa vestimenta femenina! Al escucharlo, me excitó enormemente y me arrodillé frente a él, bajé su pantalón y calzoncillos, revelando un hermoso miembro semi-erecto, lo tomé con ambas manos y le di un beso en la punta, pasé mi lengua y lo introduje en mi boca de un solo movimiento.
Su pene se puso rígido de inmediato, grueso y erecto, era un deleite de órgano viril, así que lo succioné con gran placer, acariciándolo al mismo tiempo. Lo mamé como si fuera un dulce exquisito, apliqué mis mejores técnicas orales y adoré su miembro como si fuera la deidad Falo durante unos 15 minutos. Empezó a segregar líquido preseminal, algo que me encanta, y lamí el glande con avidez.
Luego, me incorporé y con voz coqueta y afeminada le pregunté -Oh, papi, ¿de qué manera prefieres que me coloque?- Sin titubear pidió que me pusiera en posición de perrito. Nos trasladamos a la recámara, me desvestí casi por completo dejando la tanga puesta y el sujetador con las tiras caídas por un hombro, y me coloqué en cuatro sobre la cama. Me preguntó si usaba condón o prefería sin protección, le respondí –como desees papi, solo ¡Penétrame ya!-
Colocó su falo en la entrada de mi cavidad amorosa y escupió sobre él, introduciendo primero solo la punta. Luego, comenzó a penetrarme poco a poco hasta que sentí su vello púbico rozando mis femeninas nalgas. Gemía de placer como una desquiciada, al principio de manera discreta, pero a medida que aumentaba el ritmo de sus embestidas, me dejé llevar, mis gritos denotaban un auténtico éxtasis de ser poseída por una hermosa verga.
Fuimos y vinimos durante unos 15 o 20 minutos, que se sintieron como segundos de éxtasis erótico, no quería que acabara, deseaba ser penetrada por él eternamente, anhelaba sentir su enorme y grueso pene abriéndome y explorando mis rincones internos.
Finalmente, incrementó la velocidad de sus embestidas y con un rugido viril explotó en mi interior. Experimenté como si fuera una inundación de semen, lo deseaba, me fascinaba su esperma llenando mi ser y buscando fecundarme. Fue un auténtico deleite y me sentí dichosa, apreté los músculos de mi recto para retener esa virilidad.
Tras unos momentos, su miembro empezó a perder rigidez y se retiró de mí. Su semen se deslizó por mi derrière hasta mis piernas, luego caímos de lado en la cama. Me abrazó y me brindó un beso tierno en los hombros, me sentí plenamente mujer y complacida, me levanté y nos despedimos concertando futuras repeticiones de esas sesiones de pasión.
Adiós amistades, espero disfruten y se deleiten leyendo mi relato. ¡Hasta pronto!
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