En el club Roshell


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Soy originario de la Ciudad de México y ser una persona transgénero y no haber visitado Roshell es como intentar ver la televisión sin señal.

El ambiente es muy agradable y verdaderamente acogedor, te tratan de manera excepcional y pasas momentos increíbles.

Siempre solía ir con mi pareja, era ella quien me asistía con el maquillaje y la elección de vestuario, que siempre era muy provocativo. En esa ocasión llevaba puesto un vestido corto, una peluca rubia y zapatos de plataforma transparentes, me sentía y lucía muy sensual.

Al llegar, notamos que había menos personas travestis de lo habitual, predominaban los hombres que no dejaban de sonreír con intenciones lascivas y morbosas.

Mi pareja me aseguró que era mi día de suerte, seleccionamos a un grupo de cinco hombres. Tras pedirles que se lavaran las manos, lo hicieron cumplidamente. Luego, los reuní en círculo y les bailé un poco, para después invitarlos a acercarse.

Fue una sensación increíble sentir sus manos sobre mi cuerpo, luego procedieron a introducirme los dedos, turnándose. Posteriormente, les propuse que yo misma les pondría el condón con la boca, y así lo hice. Les practiqué sexo oral a cada uno por turnos, mientras me acariciaban y sujetaban mi cabeza de forma deliciosa.

Finalmente, nos dirigimos a la habitación oscura y experimenté un encuentro sexual memorable. Algunos eyacularon rápidamente, otros tardaron más. Algunos repitieron. Mi pareja se encargaba de verificar que usaran condón para mantener el control de la higiene.

Fui azotado, me dijeron cosas muy atrevidas, me penetraron en todas las posiciones imaginables, y pedía que terminaran en mi pecho y estómago, el olor a semen me atrae, aunque prefiero no probarlo con desconocidos.

No sé cómo pasó el tiempo tan rápido, de repente nos avisaron que estaban por cerrar el local, eran las 2 de la madrugada, ¡me habían penetrado durante cinco horas! Debo tener un buen trasero jajaja.

Algunos hombres me dieron dinero, otros me proporcionaron sus números de contacto. Al salir, los hombres me miraban con deseos lascivos y sonrisas pícaras, algo que me fascina.

Espero que hayas disfrutado de este relato. Puedes contactarme por correo electrónico en [email protected], puedo encontrarme contigo (gratuitamente, por supuesto) y también puedo encargarme de tus quehaceres, solo te pido discreción, soy de la Ciudad de México.

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