Andrés contaba con 30 años y durante toda su existencia había experimentado un fuerte impulso de usar prendas femeninas, pero debido a su crianza, esto era considerado tabú y lo mantenía en secreto. Después de lograr independizarse y vivir a 300 km de sus padres, salía con mujeres principalmente para encubrir su verdadera pasión, prefiriendo en realidad pasar su tiempo a solas en su hogar vestido como mujer. Esta situación se mantuvo durante años, siendo suficiente para Andrés. De vez en cuando conversaba con hombres interesados en verlo como mujer o con hombres con gustos similares, quienes se vestían y comportaban como mujeres en privado, aunque sus temores les impedían concretar encuentros, hasta que un día conoció a Manuel, de su misma edad y situación sentimental, cuya vida era sorprendentemente similar a la suya, desde hacía 4 meses…
Por casualidades del destino, Andrés y Manuel compartían la misma edad y tenían una estatura de 1.80 metros. Ambos poseían rasgos delicados y cuerpos sin vello, lo que los hacía atractivos para las mujeres, pero también les permitía feminizar sus facciones con maquillaje. Con complexiones delgadas, podían usar prendas femeninas ajustadas sin que se notara demasiado su físico masculino. Andrés tenía la piel bronceada, cabello castaño claro y ojos almendrados, mientras que Manuel presentaba una tez clara, cabello rubio y ojos grises, ambos con cabello corto.
Finalmente, Andrés y Manuel decidieron encontrarse, teniendo así la oportunidad de conocer en persona a alguien con gustos similares. Ambos vivieron con nervios su primera cita, pero rápidamente se sintieron cómodos y terminaron en la casa de Manuel. No hubo intimidad, ya que descubrieron que ambos se veían a sí mismos como mujeres por completo. Intentaron realizar actividades íntimas, sin embargo, no funcionó entre ellos, resultando en que ambos terminaran vestidos como mujeres, adoptando auténticamente roles femeninos en su nueva intimidad compartida.
Desde ese momento, todo cambió para ambos o más bien, para "ambas". Andrés visitaba al hogar de Manuel o viceversa y en esos momentos, se convertían en dos mujeres, siendo completamente femeninas. Realizaban juntos compras de ropa, congeniando de inmediato, sin mostrar señales de su verdadera identidad, manteniendo total discreción y evitando que alguien sospechara, adquiriendo prendas bajo la excusa de ser para sus "esposas" y probándoselas posteriormente, complementándolas con atrevida lencería que incluía braguitas, ligueros, bodys, vestidos cortos y provocadores, zapatos de tacón o botas de cuero, así como pelucas largas en tonos pastel o que imitaban su cabello natural, mientras adoptaban auténticamente roles femeninos, compensando la ausencia de actividad íntima con prácticas masturbatorias cómplices, observándose mutuamente como mujeres y sonriendo felices, conscientes de que eso era lo más cercano a estar íntimamente con hombres que habían experimentado en sus vidas…
Con el tiempo, desarrollaron la afición de interactuar con hombres en línea mientras se exhibían con atrevidos conjuntos y los estimulaban, sin llegar a concretar un encuentro por miedo a dar el siguiente paso.
Finalmente, en una tarde cualquiera, Andrés llegó a la residencia de Manuel, o mejor dicho, Mónica, Mony, como había elegido llamarse en su relación particular, quien ya se encontraba frente a la computadora con un atractivo conjunto, maquillada y peinada. Andrés, en esa intimidad conocida como Adriana, Adri, rápidamente se preparó, se maquilló y se colocó una larga peluca rizada, para después servir unas copas de brandy, mientras su "amiga" le informaba que estaba chateando con un hombre de unos 29 años, quien expresaba su admiración por lo que ambas representaban y manifestaba su deseo de conocerlas…
Este hombre se llamaba Jesús, medía 1.63 metros de estatura, tenía cabello negro corto, usaba gafas y era delgado. Su altura era inferior a la de las dos chicas trans,que a pesar de esa disparidad en estatura, ambas tenían miembros pequeños, no superando los 12 cm de longitud cuando estaban completamente erectos. Sin embargo, sabían disimular esta característica gracias a los consejos que habían intercambiado desde que se conocieron.
Después de insistir un poco, al verlas a ambas con sensuales conjuntos de lencería que incluían bodys, medias de encaje, ligas y tacones de aguja que acentuaban su diferencia en altura, posando sonrientes para él, Jesús logró que las dos "chicas" lo invitaran a la casa de Mony después de muchos elogios y piropos subidos de tono.
En realidad, había dos razones por las que las chicas aceptaron invitar a Jesús. En primer lugar, al ser más bajo que ellas, no representaba una amenaza, y en segundo lugar, probablemente, a pesar de su entusiasmo inicial, terminaría asustándose al verlas en persona y seguramente se marcharía, para decirlo de forma más simple. Además, en particular, ese día ambas estaban más excitadas de lo normal y, probablemente, la noche terminaría con las dos estimulándose antes de dormir...
A las 11 de la noche, Mony le envió la dirección y un poco después, después de que ambas se cambiasen los bodys por ajustados vestidos cortos de tirantes, de color rojo intenso para Mony y azul pastel para Adri, que dejaban buena parte de sus muslos al descubierto, manteniendo las medias de encaje negro y los tacones. El portero llamó a su puerta y autorizó la entrada a Jesús tras una breve mirada de duda por parte de las chicas. Estaban sonriendo nerviosas mientras el chico recorría el pasillo desde la entrada hasta el apartamento en el tercer piso del edificio, con una mochila al hombro.
Finalmente, se escucharon los golpes en la puerta y ambas se sonrojaron, recordando los elogios de Jesús sobre lo sensual que lucían en la videollamada. Mony puso su mano en la puerta y giró la manija para que el chico entrase...
Jesús contuvo una expresión de sorpresa al ver a esas atractivas "chicas" con esos conjuntos sensuales, mientras que Adri pensaba en lo excitante que era, ya que era la primera vez que un hombre las veía en persona vestidas como mujeres. Anhelaba que Jesús se marchara pronto para poder masturbarse con su amiga, apenas lograba contener la excitación que la embargaba.
El chico se quedó sin palabras ante la vista que tenía delante y al levantar la mirada para ver los rostros sonrojados de ambas con sombras azules en los ojos y labios pintados de rosa.
— Pasa, Jesús... —Sonriendo con discreción, fue Mony quien rompió el hielo con su tono femenino, que había practicado durante años—. Bienvenido a mi hogar, somos Mony y Adri —se presentó a ella misma y a su amiga.
— ¡Ufff! Hola, guapas. —Respondió el chico un poco más calmado, pero claramente entusiasmado. —Realmente lucen espectaculares...
En ese momento, esas palabras despertaron algo en ambas y, sin darse cuenta, las sonrisas en sus rostros se ampliaron. Mony y Adri comenzaron a caminar delante de él, dirigiéndolo hacia el sofá de la sala mientras él las miraba con deseo, con una sonrisa pícara en su rostro al observar cómo se contoneaban ante él.
Jesús se sentó en el sofá, frente a una amplia mesa de cristal, mientras las dos mujeres trans sensuales iban rápidamente por una cerveza y un vaso con hielo, para servírsela delante de él, visiblemente contentas de asumir sus roles femeninos para atender al hombre que, hasta ese momento, solo las había elogiado y piropeado. Luego, tomaron asiento en el sofá, al otro lado de la mesa.
Después de relajarse con el primer trago de cerveza, Jesús respiró hondo y tomó la palabra.
— Bueno, siendo honesto, he tenido varios amantes, muchos encuentros casuales, todos pasivos, porque soy completamente activo... Pero lo que más me excita es lo que ustedes son, hombres que exploran su feminidad...
Las féminas prefieren ser tratadas con respeto en privado y aunque es la primera vez que presencio esto en vivo, debo decir honestamente que ambas lucen realmente hermosas, como auténticas amazonas, altas y bellas... Je, je, je, puedo afirmar que tuve suerte...
Ambas mujeres sonrieron con alegría ante las palabras de Jesús y la conversación se tornó más amigable a medida que los tres perdían el nerviosismo, con las damas mostrando una conducta femenina en sus gestos y movimientos, a pesar de la distancia entre ellos, mientras él las trataba con gentileza y se dirigía hacia ambas en un tono femenino. El joven empezó a abrirse poco a poco, compartiendo detalles de su vida con las dos chicas transgénero: era programador y vivía solo.
— Y... —Una vez inmersos en la charla, Mony interrogó a Jesús—. Acerca de lo que mencionaste en el chat...
— Bueno... —Jesús sonrió mientras ajustaba sus lentes con el dedo índice—. Claro que busco algo estable, pero sin compartir un hogar...
— Y... ¿Dos seríamos un exceso para ti? —Mony preguntó con una sonrisa pícara.
— Pues... —Jesús imitó la sonrisa de Mony—. No lo sé, habría que probar... Nadie me ha desafiado, pero yo sí a muchos... —Se levantó repentinamente mirando a las "chicas"—. Necesito tomar una ducha.
Después de que Jesús colocara su mochila en el asiento y sacara una toalla azul, Adri se levantó y acompañó al joven al baño mientras Mony los observaba, mostrando una sonrisa traviesa. El trayecto fue breve y al llegar, la chica abrió la puerta para que el chico entrara primero y encendiera la luz.
— Aquí es... —Susurró Adri con timidez.
— Gracias, bonita.
Mientras Adri salía del baño para que Jesús se duchara, él le dio un suave golpecito en su trasero y cerró la puerta antes de que pudiera reaccionar... Aunque Adri simplemente bajó la mirada y, sonrojada, regresó a la sala algo agitada, reviviendo una y otra vez ese instante lleno de sensualidad, sintiéndose no solo como una mujer, sino como una dama liberada, ya que disfrutó intensamente del roce en sus nalgas...
Se encontraba entre la vergüenza y la excitación al darse cuenta de que ese chico, apenas más alto que ella y al que inicialmente veía como pequeño, la tenía así, como una verdadera seductora avergonzada de admitir que le encantaría recibir otro toque. Inmersa en sus pensamientos, tomó asiento junto a su amiga.
— ¿Qué opinas? —Mony sacó a Adri de su ensueño.
— No lo sé... —Adri apartó la mirada, incapaz de reconocer lo encendida que se sentía—. No tengo ni idea de por qué estamos aquí con él...
— Es cierto... —Mony sonrió decidida—. Pero bueno... Ya que hemos llegado hasta aquí, deberíamos pasar un buen rato y luego mañana damos alguna excusa, no sé, que no es nuestro tipo o algo por el estilo, y luego le damos largas... Pero necesito hacerlo hoy, estoy muy excitada, Adri...
— Si eso es lo que deseas, Mony...
Pasados unos minutos, mientras ambas seguían conversando sobre la vivencia y con Adri ya más serena al saber que su amiga estaba igual de estimulada que ella, finalmente escucharon la puerta del baño abrirse y sus corazones empezaron a latir con más fuerza al escuchar los pasos por el pasillo, hasta que reapareció Jesús, con el cabello desordenado y aún algo húmedo, terminando de colocarse los lentes, vistiendo únicamente un slip negro, y ambas aún sentadas, sin tiempo para reaccionar, él se plantó frente a ellas y luego se bajó el slip...
En ese instante, las dos chicas transgénero notaron que Jesús había asumido su rol masculino, pues ambas lo miraron levantando la cabeza, primero observaron su cabello despeinado que le confería un atractivo especial, percibiendo cómo él las miraba con deseo y una sonrisa insolente, recorriendo sus cuerpos...El deseo por saber el tamaño que alcanzaría su aparato viril, al estar flácido ya tenía el mismo largo que los demás en su máxima excitación.
Las hermosas transexuales se encontraban hipnotizadas por la enorme verga que tenían tan cerca de sus rostros. Jesús colocó su mano izquierda sobre la cabeza de Adri y, ante la mirada de Mony, acercó con firmeza su pene a la boca de la sumisa, quien la recibió de forma instintiva.
Adri, curiosa y excitada, sintió cómo el miembro de Jesús se ensanchaba dentro de su cavidad húmeda hasta que apenas podía contenerlo, provocando celos en Mony al ver cómo su amiga experimentaba con su primera relación oral.
—Así, sigue así, zorrita... —Jesús dirigía a Adri, quien se dejaba llevar por el placer de tener el pene del chico en su boca—. Qué bien lo haces...
Cuando Jesús sintió su pene bien endurecido, lo retiró lentamente de la boca de Adri, dejando a las dos transexuales ansiosas por lo que vendría a continuación, al ver frente a ellas una gran verga de al menos 20 cm.
— Ahora es tu turno, preciosa... —Jesús dirigió su miembro erecto hacia la cara de Mony.
— Sí...
Sin necesidad de guiarle la cabeza, Jesús observó con satisfacción cómo Mony cerraba los ojos y abría su boca para recibir el pene del chico, aún manchado con el lápiz labial de su amiga.
— ¿Estás segura de que es tu primera vez? —Jesús disfrutaba del movimiento de la cabeza de la seductora transexual—. Lo haces como toda una zorrita, igual que Adri...
Adri abrió los ojos, contenta de estar complaciendo al hombre en su primera vez, a pesar de tener poca experiencia más allá de películas y juguetes menos voluminosos que la verga de Jesús.
— Pero no es justo que te quedes fuera, Adri...
Jesús volvió a tomar la cabeza de Adri, quien observaba fascinada cómo su amiga disfrutaba con el pene, anhelando volver a ser su turno. Excitada, Adri empezó a besar el abdomen de Jesús, bajando lentamente hacia sus testículos y comenzando con besos y largas lamidas mientras cerraba los ojos, disfrutando las sensaciones intensas de la situación.
Adri y Mony lograron coordinarse sin darse cuenta para brindarle a Jesús un oral a dúo, con la rubia ocupada en su pene y la morena atendiendo sus testículos. Ante sus atenciones, Jesús las apartó suavemente, consciente de que la verdadera diversión apenas comenzaba. Confundidas, las dos miraron tímidamente al hombre.
— Ahora, hermosas, quiero que se pongan a cuatro patas en el sofá, una frente a la otra... Hoy las voy a complacer a ambas...
Rápidamente, obedecieron la instrucción de Jesús mientras él permanecía de pie. Mony y Adri se levantaron ágilmente y se colocaron en el sofá como se les indicó, quedando frente a frente a cuatro patas, levantando sus traseros y sonriéndose cómplicemente.
Jesús sacó un tubo de lubricante de su mochila y, mientras se situaba en una postura erguida,pene quedara entre las caras de las chicas, se extendió la crema por sus dedos índice y medio de ambas manos, para luego acercar cada mano a las bragas de las mujeres, acariciándolas por unos segundos, viendo con satisfacción a las prostitutas disfrutar de su tacto antes de introducirles los dedos en sus traseros, comenzando a trabajarlos notando que estaban realmente limpios, mientras las dos transexuales reprimían sus gemidos en la medida de lo posible, dejándose llevar...
— Qué mujeres tan bien portadas, tienen bien limpias sus colitas... —Jesús observaba extasiado que ni Mony ni Adri retomaban sus tareas, esperando sus indicaciones.
— E-es que... Nos gusta estar limpias... —Mencionó Mony apenas en un susurro.
— Somos mujeres bien educadas después de todo... —Añadió Adri con un tono un poco más firme.
— Y por supuesto que lo son, por lo que se merecen una recompensa...
Jesús movió ligeramente sus caderas, golpeando sus labios con su miembro erecto, lo que ambas interpretaron como una señal para continuar deleitándose con esa enorme verga, labor que retomaron con entusiasmo, recorriéndola con sus lenguas coordinadas de manera involuntaria, ya sumergidas por completo en la lujuria y el deseo, sin importarles ya sus gemidos al sentir los dedos de Jesús adentrarse en sus estrechos anos, primero el índice, luego el medio y finalmente ambos al mismo tiempo, dilatándolas paulatinamente.
— Verdaderamente son las mejores mujeres, unas auténticas lujuriosas, unas damas de compañía de nivel... —Decía Jesús entre suspiros, disfrutando de las atenciones de las "chicas".
En las confusas mentes de Mony y Adri, solo resonaban las palabras que escuchaban, sintiéndose realmente como unos animales, unas cortesanas, unas mujeres que se habían dejado llevar por ese hombre, sintiendo la genuina necesidad de ser penetradas por Jesús, quien las conducía hacia la cúspide del placer...
De pronto, ambas sintieron de nuevo las firmes manos de Jesús en sus cabezas y fueron apartadas del irresistible miembro que devoraban con ansias. Entonces, con envidia, Adri observó cómo Jesús tomaba a Mony de la cintura y la acomodaba de tal manera que su rostro quedara frente al respaldo del sofá y su trasero elevado justo frente a esa preciosa polla brillante por el efecto de la saliva de ambas. Mony, por reflejo, se sujetó al respaldo con ambas manos, observando sobre su hombro cómo estaba a punto de perder su virginidad anal, una vez que Jesús apartó su ropa interior...
— Vaya mujer, estás muy ajustada... —Con cuidado, Jesús colocó su enrojecida punta en la rosada entrada de Mony y empujó suavemente, para no causarle dolor y que disfrutara al máximo de la experiencia.
Finalmente, el pene de Jesús penetró por completo a Mony, quien soltó un grito genuino mientras arqueaba su espalda. Jesús empujó despacio, pero terminó llenando por completo a Mony hasta que su pelvis chocó con las nalgas de la rubia, y luego comenzó el vaivén de caderas. Jesús la penetraba con delicadeza y firmeza, agarrándose a la cadera de Mony con ambas manos, quien gemía de placer, moviendo sus caderas para unirse a Jesús una vez que el incipiente dolor en su interior se transformó por completo en placer sexual.
— ¡Estás muy ajustada, mujer! —Exclamaba Jesús mientras empujaba su pene hasta lo más profundo de Mony.
— ¡Soy tu mujer, Jesús! —Gritaba Mony fuera de sí, totalmente abrumada por el placer—. ¡Tu acompañante, tu cerda! —Exclamaba con la lengua afuera.
Adri observaba atónita cómo su amiga gemía, se movía, gritaba y se deleitaba mientras proclamaba lo sensual que era y finalmente alcanzaba el clímax, manchando su ropa interior en el instante en que Jesús la penetraba con fuerza, generando un sonido intenso en la colisión de sus cuerpos justo en el clímax de su amiga...
A pesar de lo excitante que resultaba la escena
En el caso de Adri, ella no se autocomplació en absoluto. Anhelaba que Jesús la poseyera de la misma manera que había hecho con su íntima amiga. Después de presenciar cómo su amiga quedaba exhausta en el sofá, respirando agitadamente mientras la leche de Jesús fluía de su ano en forma de un delgado y sugerente hilo blanco que descendía por sus nalgas, ya una simple masturbación no le satisfacía.
— Bien, esta mujer ya no es virgen… —Jesús le dio unas palmadas en las nalgas a Mony, quien emitió un débil gemido—. Necesito asearme y orinar, después será tu turno, querida... Ven.
Jesús no esperó respuesta de Adri, quien estaba arrodillada y había sido testigo de cerca de la pérdida de virginidad anal de su amiga. Tomó la mano derecha de Adri y la ayudó a levantarse para acompañarlo al baño, a lo que ella siguió sumisamente, como un cordero.
Jesús abrió la ducha para limpiar su miembro con jabón, y luego se dispuso a orinar frente a la excitada Adri, que, al observar la micción del hombre, también sintió la necesidad de hacerlo, por lo que bajó su ropa interior para liberar su órgano y se preparó para hacerlo de pie junto a Jesús.
— No, no, no… —Jesús la tomó de la cabeza y, ejerciendo presión hacia abajo, indicó que quería que se sentara—. Tú, sentada, acostúmbrate a estar conmigo como la excelente mujer que eres, toda una hembra auténtica...
— S-Sí… —Sumisa, Adri tomó asiento en el inodoro y se dispuso a orinar después de bajar su ropa interior.
— Y mientras lo haces, puedes realizar otra acción…
Jesús colocó su miembro frente a la boca de Adri, quien de inmediato la recibió para albergar de nuevo ese palpitante falo, cerrando los ojos y regocijándose en el sabor del miembro de Jesús, que recuperaba su firmeza a medida que entraba y salía de su boca. Cuando terminó de orinar, el hombre retiró su miembro y la hizo levantarse para que ella saliera primero. En el trayecto del baño a la sala, Jesús la abrazó por detrás, y Adri, con los ojos cerrados, gemía mientras caminaba sin dejar de moverse, sintiendo cómo el hombre restregaba su miembro por su firme trasero y le pellizcaba los pezones sobre la ropa, con sus cuerpos pegados.
Un poco más recuperada, Mony observaba atentamente a su amiga llegar con Jesús, colocándose de espaldas al sofá frente a ella. Jesús se dejó caer en el sofá mientras Adri se mantenía de pie frente a él, ofreciéndole una vista impecable de su trasero atrapado por el vestido. Entonces, le bajó la ropa interior y la agarró de la cintura, descendiendo poco a poco para penetrarla allí mismo. El trasero de Adri presentó más resistencia que el de Mony, tardando más en ceder, pero finalmente lo hizo mientras Adri emitía un largo gemido y Jesús la sujetaba de la cadera para terminar de penetrarla con su miembro.
— ¡Oh, dios! ¡Sí…! —Exclamaba Adri, cabalgando de espaldas sobre el falo de Jesús, guiada por él.
— ¡Estás más apretada que la chica de Mony…!
En esta ocasión, le tocaba a Mony presenciar cómo su amiga era penetrada por ese hombre que las estaba convirtiendo verdaderamente en sus amantes. Observaba totalmente absorta cómo Adri expresaba fuera de sí que era la amante de Jesús, su compañera, su afición… Cómo saltaba con deleite, ensartándose en la estaca carnal mientras su rostro se transformaba de placer para finalmente alcanzar el esperado clímax, gritando genuinamente mientras la virilidad de Jesús llegaba a lo más profundo de su ser justo cuando ella era colmada con el semen del hombre.
Mony se mordía los labios. Consciente de que Jesús las había sometido por completo, ansiaba más del hombre, deseaba que volviera a poseerla, pero solo podía observar cómo Adri caía al suelo, con las piernas abiertas y el semen de Jesús saliendo de su trasero, al igual que ella había experimentado minutos antes, frente al hombre…
— Quédate así un rato, como una buena amante… —Le indicó Jesús a Adri, quien permaneció en la posición—. Y tú, ven querida, es tu turno de nuevo…
Impulsada por una fuerza invisible,
Mony redujo al instante la distancia entre ella y Jesús. El hombre no tuvo que decir nada, ya que Mony de inmediato le dio la espalda y se puso a cuatro patas, lista para recibirlo nuevamente en su interior.
Adri, sin dejar de cumplir con la indicación que recibió, observó cómo su amiga nuevamente se deshacía en placer ante los embates de Jesús, quien la penetraba con fuerza. Rápidamente, ambos estaban a punto de alcanzar un delicioso orgasmo nuevamente. Jesús se retiró de ella y la giró para dejarla arrodillada delante de él, justo cuando estaba a punto de llegar. Se masturbó frente a su rostro y mientras Mony alcanzaba el segundo orgasmo de la noche, Jesús le llenaba el rostro con su semen.
El segundo orgasmo resultó aún más intenso que el primero y Mony quedó cabizbaja a los pies de Jesús, con la cabeza baja, respirando débilmente y finalmente cayendo de lado nuevamente, apenas consciente...
Excitada por la forma en que ambas estaban siendo utilizadas por Jesús a su antojo, Adri ni siquiera se movió cuando Jesús se acercó a ella y le levantó las piernas para unirse a ella nuevamente. La penetró de forma mucho más salvaje que la primera vez, con su trasero recibiendo mejor la penetración. En medio del placer, Adri gemía y se llamaba zorra, puta y propiedad de Jesús, mientras él le susurraba al oído que la llenaría de semen hasta lo más profundo de su ser. Finalmente, eso sucedió después de varios minutos, mientras ella se aferraba a su espalda y su miembro eyaculaba en lo más profundo de ella...
Después de un tiempo en el que las dos mujeres pudieron reincorporarse, los tres decidieron bañarse juntos. Mony y Adri se quitaron las pelucas y quedaron desnudas ante Jesús, quien las acariciaba mientras se lavaban minuciosamente y luego lo lavaban a él. Después de un rato, los tres salieron. Mony le indicó a Jesús cómo desplegar el sofá-cama de la sala mientras ellas se arreglaban y Jesús hizo su parte, para luego presenciar la llegada de las dos mujeres desvirgadas luciendo ajustadas minifaldas y botas de cuero, con tops negros que dejaban al descubierto sus esbeltos vientres, llevando pelucas de largo cabello rosado y rizado, con el mismo labial carmín y cargando sábanas y cobijas, tendiendo juntas el sofá-cama como si fueran auténticas amas de casa ante la mirada complacida de Jesús.
Luego fueron por unas cervezas y finalmente los tres se acostaron a ver televisión, con Jesús en medio de ambas. A pesar de la diferencia de altura, las dos se recostaron en el pecho del hombre, abrazándolo como zorras enamoradas en las que habían sido convertidas por él. De repente, Adri sintió la mano de Jesús en su barbilla y, aunque confundida, se dejó llevar. Él acercó su rostro al de ella y, ante la mirada expectante de Mony, le dio un beso apasionado, devorando su boca con pasión. Esto terminó por rendir a Adri por completo, quien le devolvió el beso abrazándolo por el cuello como una auténtica enamorada. Se besaron con deseo hasta que tuvieron que separarse para respirar. Pero ante la mirada de Adri, Mony tomó la iniciativa y fue ella quien besó a Jesús, tomándolo por el cuello como si fuera el único hombre en la Tierra, entregándose con la misma intensidad que segundos antes Jesús mostró con Adri...
Mony observó, después de separarse, cómo Jesús volvía a deleitarse con su amiga, levantándole la minifalda y penetrándola con los dedos en su trasero. Adri gemía, pero el lujurioso beso la callaba y finalmente la poseía otra vez, penetrándola con ella boca abajo en el sofá-cama, mordiéndole la oreja hasta llevarla a otro orgasmo, mientras Mony se limitaba a observar, masturbándose delicadamente, introduciendo sus dedos índice y medio en su húmeda entrepierna.
El clímax fue devastador para Adri, quien apenas podía mantenerse despierta después de la intensa sacudida que recorrió cada célula de su cuerpo...
DesdeEn ese instante, comprendió que Jesús tenía total dominio sobre él y apenas logró girar la cabeza para vislumbrar de reojo cómo su amo besaba apasionadamente a Mony, para luego recostarse y observar cómo su amiga cabalgaba de forma apasionada sobre el miembro de su hombre mientras este la acariciaba traviesamente por detrás y con maestría, la conducía hacia un explosivo clímax. Mony cayó a un lado de Adri, boca arriba, por lo que Jesús acomodó en la misma posición a Adri, que recién despertaba, con los rostros sonrosados y jadeantes, separados por escasos centímetros. Acto seguido, se arrodilló entre ellas y, luego de juntar sus rostros de manera que sus mejillas se tocaban, las dos contemplaban, jadeantes, cómo su macho, su auténtico semental, se masturbaba intensamente hasta eyacular en los rostros de ambas, marcándolas de forma indiscutible como sus amantes, para finalmente recorrer las barbillas de las dos desordenadas mujeres, cuyos maquillajes estaban hechos un desastre...
Jesús se levantó y, tras vestirse con la ropa que tenía en la mochila, recogió la ropa sucia en el baño. Una vez ordenadas sus cosas, arropó a las mujeres y se encaminó hacia la puerta...
— Bien, nos pondremos en contacto, ¿de acuerdo? —Dijo, agitando la mano en señal de despedida, antes de marcharse.
Adri y Mony permanecieron inmóviles, completamente saciadas y excitadas por su amante, se dejaron vencer por el sueño, sin siquiera limpiarse los restos de semen de sus rostros, durmiéndose con sonrisas de satisfacción...
...
— Buenos días...
— Hola...
Adri y Mony se levantaron, comenzando el martes con un ánimo marcado por la intensa noche que habían compartido horas antes, convirtiendo aquel lunes posiblemente en el más agitado de sus vidas...
— Lo de ayer fue sencillamente mágico...
— Coincido contigo...
Tras ducharse y volver a su rutina como Andrés y Manuel, se prepararon para desayunar y dirigirse al trabajo. Mientras retomaban sus labores habituales, conversaron acerca de la experiencia con Jesús y, finalmente, tomaron caminos opuestos hacia sus respectivos empleos...
A lo largo del día intercambiaron mensajes, revelando sus verdaderas identidades de Adri y Mony en la intimidad de sus teléfonos, rememorando con alegría el placer proporcionado por aquel semental. Pronto llegaron a la conclusión de que no podían dejarlo ir; deseaban pasar la mayor cantidad de tiempo posible con él, vistiéndose como mujeres y comportándose como verdaderas amantes para él, sus amantes...
Al salir del trabajo, Andrés y Manuel se dirigieron al apartamento del segundo para liberarse de nuevo como Adri y Mony...
Se arreglaron durante horas, luciendo realmente impresionantes: llevaban ajustados vestidos strapless negros que apenas cubrían sus cuerpos, tacones de plataforma negros, y mostraban sus piernas depiladas. Sus largas pelucas imitaban sus tonos naturales de cabello, recogidas en altas coletas, con labios rojos y sombras azules en los ojos, además de pestañas y uñas postizas...
Ambas se acomodaron sugestivamente en el sofá-cama y le enviaron una foto provocativa en la que sonreían de manera sensual. La respuesta no se hizo esperar; el celular de Mony comenzó a sonar y ella contestó de inmediato, poniendo el teléfono en altavoz...
— Hola, bellezas... ¿Cómo están?
— Estamos ardientes realmente... —Respondió traviesa Adri.
— Y deseamos que nos calmes el fuego... ¿Estás dispuesto? —Añadió Mony, ansiosa.
— Bueno... Me encantaría satisfacer a mis zorritas siempre que sea posible, si están interesadas en ser llamadas así...
— ¡Claro que sí! —Exclamaron al unísono, expectantes.
— Pasar buenos momentos y hacerlas mías una y otra vez, enseñarles a ser mis amantes favoritas... ¿Les interesa?
— Sí… —En ese momento, Mony ya se estaba acariciando, con sus braguitas bajadas hasta la mitad de sus muslos, estimulándose con un par de dedos en el trasero, justo como Jesús le había indicado.
— ¡Queremos ser tus chicas ardientes…! —Exclamó Adri, alcanzando un clímax anal, recreando la manera en que su amante la había llevado al éxtasis la noche anterior.
— Entonces nos reuniremos en un momento… ¿Todavía están en casa de Mony?
— Sí… Aquí nos encontramos… —Respondió la mencionada con voz tenue.
No pasó mucho tiempo antes de que Jesús llegara al apartamento de Mony y, tras anunciar su llegada, se colocara frente a la puerta esperando. Al abrirla, no pudo contener la emoción ante la visión que se presentaba ante sus ojos: Adri y Mony, sus amantes, con las manos cruzadas a la espalda, mirándolo con deseo evidente, sonrojadas y ansiosas por satisfacerlo.
Ambas lo tomaron de las manos y lo guiaron al interior, cerrando la puerta tras de ellos. Una vez a solas, ambas se arrodillaron a sus pies, observándolo con admiración genuina.
— Entonces, vamos a comenzar…
Consciente de que esa sería solo la segunda de las noches que planeaba pasar con esas mujeres, Jesús se quitó los pantalones y la ropa interior para que Adri y Mony pudieran atenderlo como sabían hacerlo.
Ese hombre había encontrado a sus dos compañeras sensuales y esas mujeres habían encontrado a su amante...
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