Después de todas las experiencias vividas, desde la ocasión en la que acepté mi atracción secreta, y que para bien o para mal, había disfrutado de esa primera vivencia en el ámbito homosexual, habiéndome iniciado en el rol receptivo, habían transcurrido al menos unos treinta días, durante los cuales estuve navegando en la web, viendo fotos y vídeos de chicas trans manteniendo relaciones íntimas con hombres, avivando mi deseo sexual. Fue así como descubrí una nueva página, la cual estaba compuesta por varias salas de chat donde era posible entablar conversaciones con personas de distintos lugares. Decidí adentrarme en las salas disponibles, comenzando por las dedicadas a la temática gay, interactuando ocasionalmente con algunos participantes, mayormente de otros países que no eran mexicanos. Posteriormente, entre mis exploraciones, observé la existencia de salas creadas por usuarios, entre las cuales se encontraba una sala destinada a travestis y transexuales, por lo que no dudé en hacer clic para unirme a dicho espacio.
Una vez dentro de esta sala de chat, me dediqué en un principio a leer las conversaciones y comentarios habituales que tenían lugar en la sala principal, lo que hoy en día consideraríamos como común, pero que en aquel entonces eran novedosos. Así transcurrieron varios días entrando en este chat siempre que disponía de un momento libre, hasta que un día, al conectarme, noté un apodo que decía "travesti activa". Con lo poco que sabía en ese momento (tras mi limitada experiencia previa), decidí entablar una conversación conforme a lo aprendido hasta el momento, siguiendo el patrón tradicional:
Yo: Hola, buenas tardes. ¿Cómo estás?
Tras Act: Buenas tardes. ¿Todo bien y tú?
Yo: Bien, me animé a escribirte al llamar mi atención tu apodo.
Tras Act: ¿De verdad? ¿Por qué te llamó la atención? Cuéntame.
De esta manera, tras iniciar la conversación, le mencioné que era relativamente inexperto en temas relacionados con travestis y transexuales, que recientemente había tenido mi primera experiencia en el ámbito homosexual y que sentía curiosidad por aprender más al respecto. Posteriormente, le pregunté de dónde era, a lo que respondió que era de la Ciudad de México. Al revelarle mi ubicación geográfica, mencionando la colonia y delegación en las que residía, ella indicó que se encontraba cerca del metro San Cosme, lo cual resultaba estar a una distancia relativamente corta (menos de una hora de trayecto en transporte público). Asimismo, me cuestionó sobre mis características físicas, a las que respondí mencionando mi estatura de 1.75 m, constitución física media y otros detalles. Luego le pregunté cómo era "ella", a lo que ella describió sus rasgos físicos: 1.76 m de estatura, constitución física media robusta, tez clara. A continuación, me reveló que su nombre era Andrea, mientras yo compartía el mío (ya que en ese momento usaba un apodo distinto a mi nombre real), dando inicio así a la conversación principal.
Fue ella quien tomó la iniciativa al preguntarme sobre mi experiencia sexual, a lo que respondí que, en realidad, tenía escasa experiencia en este ámbito, habiendo tenido solamente dos parejas mujeres y recientemente experimentado por primera vez con un hombre, adoptando el rol receptivo. Ante su interrogante acerca de los motivos que me llevaron a ello, expliqué que simplemente me dejé llevar por la otra persona y por mi inexperiencia, resultando seducido hasta llegar a mantener relaciones íntimas, a lo que ella respondió con una risa y comentó que habían abusado de mi inocencia, algo que confirmé; sin embargo, añadí que no me arrepentía, ya que esta vivencia me había servido como aprendizaje y me permitió adentrarme en un nuevo mundo.
Tras esta revelación, Andrea me interrogó acerca de si estaría interesado en vivir más experiencias, a lo que respondí afirmativamente, expresando mi deseo de explorar más en este aspecto. En ese momento, propuso vernos al día siguiente en la esquina de la avenida que desembocaba en Insurgentes, cerca de una estación del metro, compartiendo su número telefónico para poder mantenernos en contacto. De inmediato le envié un mensaje desde mi celular, continuando con la conversación durante unos minutos más antes de acordar ambos retirarnos, dejando así un encuentro pactado para el próximo día.
Al día siguiente, estuve atento a estar en el lugar indicado a la hora señalada. Desde media hora antes, ya me encontraba en el sitio, así que estuve aguardando unos minutos.
Cuando llegó la hora acordada, recibí una llamada de ella informándome que estaba cerca, pero se había retrasado por diversas razones. Me preguntó cómo iba vestido, a lo que respondí describiendo mi atuendo. En pocos minutos, vi acercarse a una mujer más alta que yo, de aspecto robusto y vestida con una falda negra y una blusa blanca con flores. Al acercarse, se presentó como Andrea y me saludó con un beso en la mejilla, gesto que correspondí.
Tras el saludo, me indicó que la siguiera a un lugar tranquilo que ella conocía. Mientras caminábamos y conversábamos sobre temas triviales, llegamos a un hotel de aspecto modesto, donde ingresamos, realizamos el pago de la habitación en recepción, nos dieron la llave y nos dirigimos a la habitación asignada juntos.
Una vez dentro, mientras cerraba la puerta, ella se colocó detrás de mí y me abrazó por la espalda, poniendo sus manos en mi cintura y acercando su rostro al mío para decirme al oído: "No había notado tus atributos hasta ahora y veo que tienes un buen trasero, entiendo por qué esa persona se fijó en ti". Acto seguido, desabrochó mi cinturón y mi pantalón, sugiriéndome que me quitara los tenis. Así lo hice y, al inclinarme, aprovechó para acercarse a mí y tocarme. Luego me ayudó a quitarme el pantalón y la playera, dejándome solo en ropa interior en ese momento.
Una vez en esa situación, me abrazó nuevamente por la espalda, besando mi cuello y acariciando mis oídos con su lengua, generando sensaciones placenteras en mí que se tradujeron en leves gemidos. Después de unos minutos de jugar de esa manera, se separó de mí, me indicó que me sentara en la cama, se quitó la falda y, de pie frente a mí, se deshizo de su ropa interior negra para mostrar su miembro de unos 16 cm, de buen grosor y con residuos de líquidos. Me acercó su miembro a la cara, dejando claro sus deseos y las acciones a seguir.
Tomé su miembro con una mano y comencé a estimularlo con la boca, recorriendo con la lengua desde la base hasta la punta. Repetí el proceso varias veces, provocando sus gemidos y elogios por mi técnica. Continué hasta que detuvo su acción con sus manos, me hizo parar y quitarme la ropa interior, dejándome desnudo. Me inclinó sobre la cama, me dio una nalgada y trató de introducir un dedo en mi ano, al cual le opuse resistencia.
Al notar mi resistencia, humedeció sus dedos con saliva y los llevó a mi entrada, intentando abrir paso y explorar. Eventualmente logró introducir uno de sus dedos, avanzando con cuidado hasta que finalmente consiguió abrirse camino.
Introduciéndolo hasta la mitad, lo que ocasionó que emitiera un gemido bastante intenso, ella vuelve a humedecerlo con más saliva, retira su dedo y procede a repetir el procedimiento anterior, introduciendo su dedo nuevamente, pero esta vez llegando hasta el final, manteniéndolo allí por un momento y comenzando a moverlo en círculos dentro de mí, luego lo retira parcialmente y vuelve a introducirlo, repitiendo los movimientos circulares.
Comienzo a gemir de forma más continua y sonora, disfrutando de la situación, cuando de repente siento que añade otro dedo, incrementando la velocidad de inserción y extracción, alternando con más lubricación, lo que intensifica aún más mis quejidos. En un instante, detiene sus movimientos y retira sus dedos de mi trasero, preguntándome si deseaba ser penetrado, a lo que entre mis gemidos solo pude asentir, por lo que, con determinación, me recuesta en la cama, me da la vuelta y coloca mis piernas sobre sus hombros, notando cómo la punta de su pene presiona mi entrada posterior.
Empuja con suavidad y siento su miembro deslizándose hacia mi interior, sin detenerse continúa la penetración de manera constante, percibo cómo su glande se abre paso, quise desplazarme ligeramente para frenar el avance, intenté sujetar sus caderas con mis manos, pero con fuerza las retiene, dejándome inmóvil, sin poder resistir sus embestidas, con mis piernas en sus hombros y empujando de forma continua. Finalmente, su cadera choca con la mía, lo que desencadena un gemido de placer y sus palabras: "Oh, qué apretado estás". Siento cómo me completa por dentro mientras empieza a retirarlo poco a poco, hasta salir completamente, comentando: "Estás tan provocativo con tu agujero abierto", para luego penetrarme de nuevo hasta lo más profundo, incrementando el ritmo de sus movimientos entrando y saliendo.
Me tiene dominado, con las piernas en alto y los brazos sujetos por sus manos, sin capacidad de movimiento y siendo penetrado de esa manera, sometido a su vigor, gimiendo con cada embestida, ella también emitiendo gemidos placenteros con cada embestida suya, incrementando la velocidad y los sonidos, aplicando más presión en su agarre, realizando embestidas más intensas hasta dejarse llevar por completo, soltando un gemido fuerte al tiempo que noto un líquido caliente en mi interior. Al liberarme, coloco mi mano en mi trasero y percibo lo dilatado que lo dejó, así como el semen que brotaba de él, había eyaculado en mi interior.
Una vez que se aparta de la posición anterior, se recuesta a mi lado, abrazándome y preguntando: "¿Qué te ha parecido?", respondiendo que me había encantado y cuestionándole si había eyaculado en mi interior, a lo que responde: "Sí, estabas tan delicioso que no pude contenerme", a lo que exclamo: "Es la primera vez que alguien hace eso". Ante mi comentario, su rostro se ilumina con una amplia sonrisa, me besa tiernamente y nos abrazamos, permaneciendo juntos y besándonos unos minutos, hasta que noto cómo desliza su mano por mi cintura, atrayéndome con firmeza, acercándome a ella, acariciando mis nalgas mientras seguimos besándonos, hasta que poco a poco, me hace girar quedando boca abajo.
Al adoptar la posición boca abajo, ella se sitúa sobre mí y de inmediato introduce su pene en mi entrada trasera, procediendo con la penetración, logrando hacerlo sin dificultad y alcanzando lo más profundo, iniciando un ritmo continuo de entra y sale de su miembro,incrementando el ímpetu de su embestida, colocando sus manos en mis brazos, impidiendo mi movimiento en esa postura, expresando entre jadeos, "Este trasero es solo mío", "Qué delicioso estás". Permanece en esa posición durante varios minutos, luego retira por completo y vuelve a introducir de golpe, lo que desencadena gemidos más intensos de mi parte al hacerlo de esa manera, continuando con movimientos rápidos de vaivén con su miembro. Finalmente, se detiene, se levanta y me obliga a incorporarme, indicando, "Ahora experimentarás algo nuevo", me hace arrodillar y coloca su miembro frente a mi rostro, intento llevarlo a mi boca, pero con un gesto de su mano lo impide.
Así me mantiene en esa posición mientras ella comienza a complacerse, masturbándose de manera pausada y gradualmente intensificando sus movimientos, aumentando también sus gemidos, expresando entre jadeos, "Preparado o no, allá voy, así que acéptalo", entre gemidos, comienza a eyacular potentes chorros de semen que caen directamente en mi rostro, logro cerrar los ojos a tiempo, sintiendo el calor de su semen en mis mejillas y labios, liberando más disparos de la misma forma. Cuando abro los ojos, me pongo de pie y me acerco al espejo para ver la considerable cantidad de semen, ella se ubica detrás de mí, riéndose levemente, diciendo, "¿Qué te pareció tu primera experiencia de este tipo?", en ese momento no supe qué responder, me pasa papel para limpiarme.
Una vez retirada toda esa leche de mi rostro, regreso a la cama donde ella me aguarda sentada, iniciamos una conversación sobre cómo me sentí y si disfruté la experiencia. Comento, "Sí, me gustó, es algo completamente diferente, pero se sintió bien, especialmente al verte satisfecha", me acerco a ella y nos besamos, mencionando que es hora de irnos a nuestras respectivas casas. Comenzamos a vestirnos y antes de salir de la habitación, me da otro beso y me da una nalgada, manifestando que esperará con ansias la próxima vez que quiera verla. Al salir del hotel, nos dirigimos al lugar donde nos encontramos inicialmente, despidiéndonos y cada uno toma su camino, con la esperanza de reencontrarnos.
[email protected].
Otros relatos que te gustará leer