Este relato narra mi última y, en mi opinión, la más extraordinaria vivencia LGBT que he experimentado.
Sucedió en un martes, cuando, desde mi lugar de trabajo, comencé a sentir calor. Decidí explorar una aplicación en busca de algo emocionante y al no encontrar nada interesante, opté por visitar un establecimiento en la Zona Rosa que había visto mencionado en Twitter, llamado Dallas. La entrada costaba $100 pesos y lo intrigante era que podías estar desnudo en el lugar, siempre me ha gustado la idea de ser observado con poca ropa.
Después de pagar, dejé mi vestimenta en el guardarropa y me quedé solo con mis tenis y mi ropa interior. Empecé a recorrer el lugar, el cual era bonito y limpio, con diversas temáticas. Me llamó la atención una sala estilo cine donde proyectaban películas porno gay. Había dos chicos teniendo relaciones, otros dos masturbándose y eso me excitó. Decidido a pasar una tarde placentera, salí del cine y me topé con un chico de unos 25 años con el que nos acariciamos mutuamente, le practiqué sexo oral y luego él a mí. En una habitación con una cama y un reposapiés en el que te acostabas para quedar expuesto, después de un ardiente encuentro, me recosté y el chico empezó a practicarme sexo oral de una forma que nunca antes habían hecho.
Mis gemidos eran tan intensos que atrajeron a varios espectadores. La desventaja era que el chico no podía mantener una erección debido a que se había masturbado varias veces, pero en ese momento, mientras él me estimulaba, entró un hombre de unos 50 años con un miembro delicioso. Comencé a practicarle sexo oral al hombre mientras el chico seguía estimulándome y luego escuché al chico que me estimulaba decir...
-¿puedo?
-adelante
Con mucha excitación, me penetró y la sensación fue tan placentera que gemía cada vez más fuerte. Después de unos minutos de intimidad, se retiró sin eyacular.
Me despedí del chico con un beso y luego encontré a otro hombre que tenía un miembro impresionante, alrededor de 22 cm y grueso. A pesar de que el hombre no era atractivo, no pude resistir la tentación y le practiqué sexo oral en ese instante para excitarlo. Luego le dije:
-sígueme, no te arrepentirás
El hombre me siguió y lo llevé a una habitacion con una cama.
Comencé a estimular su miembro con saliva de forma apasionada, sintiendo sus gemidos. Finalmente, no pude aguantar más y decidí que quería sentir ese miembro dentro de mí. Fue un poco difícil insertarlo debido a su tamaño, pero mi deseo pudo más. Sentí un intenso placer al ser penetrado y gemía de felicidad, hasta que el hombre se detuvo y dijo que no quería eyacular aún. Nos despedimos y en menos de 10 segundos, me encontré con un chico extremadamente atractivo, me gustó de inmediato y procedí a practicarle sexo oral, lo cual correspondió. Conmigo semi-acostado en la cama, él me estimulaba de manera deliciosa, alternando entre sexo oral y besos, hasta que finalmente, con mis piernas lo incité a penetrarme. Después de entender mis deseos, lo hicimos y disfrutamos de ese momento.
Fue una de las sensaciones más deliciosas que había experimentado, su miembro me hacía sentir un placer intenso, a pesar del dolor, pero estaba dispuesto a soportarlo. Después de unos minutos, se detuvo brevemente y me dijo que aún no quería acabar. Le pedí que no se retirara y procedí a masturbarme para culminar el encuentro, lo cual ocurrió rápidamente. Nos despedimos con un beso y se marchó.
¡Qué experiencia tan increíble tuve ese día!
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