Siendo un benefactor generoso


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Hola a todos, debo admitir ciertas acciones de mi comportamiento íntimo, si bien no me enorgullecen tampoco me arrepiento, comenzaré contando una experiencia con una mujer de piel clara, de aproximadamente 1.60 m de estatura, delgada, con una bonita figura de 23 años, a quien conocí en una aplicación de benefactores generosos, los hechos ocurrieron durante los días del mes de julio del 2023:

Me encontraba solo en casa durante las vacaciones de verano de mi familia (casado), que estaba de vacaciones fuera de la CDMX. Mi trabajo es muy exigente, ya que durante los períodos vacacionales, realizamos algunas remodelaciones en espacios arquitectónicos. A mis 40 años, ostento un buen puesto acompañado de una situación económica cómoda y soy el responsable directo de que los trabajos se realicen correctamente. Para aliviar el estrés, cuento con un par de aplicaciones con la dinámica de benefactor generoso, donde he conocido a algunas jóvenes que disfrutan experimentar con hombres maduros, solventes y con experiencia en la intimidad (contaré estas experiencias en futuros relatos que compartiré más adelante). Ese día era víspera de mi cumpleaños y estaba ansioso por tener un encuentro íntimo prolongado (mínimo 3 horas), previamente había tenido conversaciones con un par de chicas con las que había hecho match en días anteriores.

Elegí a una joven delgada de 23 años. Las fotos de su perfil mostraban que le gustaba llevar ropa ajustada, tops, pantalones ajustados y vestidos largos pero con abertura en la parte inferior (con un trasero pequeño pero bien formado, senos medianos que cabían en la mano, una bonita cintura con abdomen tonificado y piernas largas), piel clara y rasgos faciales muy finos (ojos grandes de color café claro, labios delgados de tamaño medio, muy sensuales debo decir). Su cabello le llegaba hasta los hombros, con un tinte rubio en la parte inferior y castaño claro en la parte superior. Estos atributos descritos encajan perfectamente con mis preferencias físicas en las mujeres que me atraen.

En nuestra conversación, le propuse que viniera a mi casa (algo que nunca había hecho antes). Al principio, ella no estaba muy segura, pero tenía una forma particular (tierna, sumisa y sensual) de negociar. Era encantadora y insistió varias veces en ir a un hotel cercano a su trabajo. Tuve que convencerla de manera sugerente, durante el chat le mostré mi miembro en algunas fotos desde el celular, le gustó la descripción que le di: grueso, de buen tamaño y mencioné que mi desempeño en la intimidad era duradero. También le comenté que solía romper los condones si la chica me gustaba, ya que mi miembro se ponía erecto y se ensanchaba más. Utilicé estas palabras sin pedirle nada a cambio.

Ella envió un video en el que aparecía desnuda en la ducha, se disculpó por tener el vello púbico algo largo, pero a mí no me desagradó. Previamente habíamos acordado una cierta cantidad de dinero, la cual aceptó (ella quería más, pero la convencí de aceptar un poco menos, argumentando que si disfrutaba nuestra intimidad estaría dispuesto a apoyarla con más en futuras citas).

La franja horaria acordada para nuestro encuentro era complicada, ya que ella trabajaba de madrugada y salía a las 4 am (no me gustaba la ubicación, pero realmente necesitaba tener relaciones íntimas con una joven atractiva en todos los sentidos. Además, tenía la fantasía de tener intimidad en todas las habitaciones de mi casa). El punto de encuentro sería afuera de una fábrica, algo retirada de mi domicilio, sin embargo, conocía rápidamente el camino y en la madrugada el trayecto sería rápido, ida y vuelta al recogerla (al menos 30 minutos en total, eso pensaba, siendo sincero, en este tipo de encuentros te vuelves un tanto audaz).

En nuestra conversación, hice varias solicitudes

Tienes que saber cómo sugerirle a una mujer, enviándole mensajes de voz donde resaltes tu confianza, mostrándote atrevido, pero sin caer en lo vulgar, como los siguientes:

Propuse que llegara al lugar acordado vestida de forma sensual. A pesar de que ella mencionó que por su trabajo no podía vestir así, se comprometió a usar un atuendo sexy que seguramente me gustaría. Cuando la vi sin ropa, acepté amablemente sin ser brusco.

También le pedí que llegara con una depilación completa en la zona íntima, a ella le gustaba que le hablara de esa manera sugerente. De manera juguetona, me respondió que vendría con un estilo especial que me dejaría sin palabras (mi excitación era evidente con esta charla, estaba seguro de que ella también se sentía atraída).

Me preparé para la cita, me duché y elegí una camisa de vestir azul marino con finas franjas negras, de corte slim fit (después de tres meses de ejercicio de calistenia, mi abdomen lucía tonificado), un pantalón de vestir azul marino con un ligero tono vino tornasolado que apenas se notaba (una prenda única), apliqué un buen perfume antes y después de ponerme la camisa (debo añadir que a varias mujeres les ha gustado mi aroma), y completé mi atuendo con un cinturón negro de hebilla elegante.

Mientras me alistaba, imaginaba el placer que me esperaba con esta mujer, y ella no se imaginaba la intensidad del encuentro que viviríamos hasta el amanecer. Por último, programé la alarma de mi celular para las 10 p. m., consciente de la importancia de descansar lo suficiente para rendir como un verdadero semental en el apasionado encuentro que le aguardaba a esta mujer deseosa.

¡¡¡El despertador sonó!!! El momento había llegado... Llegué cinco minutos antes, estacioné mi auto en un lugar bien iluminado cerca de la fábrica, donde había mayor seguridad gracias a la caseta de vigilancia. Posteriormente, le envié un mensaje por celular y ella respondió de inmediato: "Estoy por salir, guapo", añadiendo la palabra ¡¡cariño!!

Su respuesta sonaba muy entusiasta (esto llamó mi atención, pero lo aclararé más adelante en mi relato). Logré identificarla rápidamente; llevaba una chaqueta ajustada que le cubría hasta debajo de sus glúteos, pantalones de mezclilla y zapatillas negras tipo botín. Su maquillaje realzaba su rostro de manera sutil, tal como en sus fotos, pero con el cabello trenzado en dos trenzas pegadas a su cabeza, dándole un toque elegante. No pude evitar imaginarla con un atuendo más atrevido (en mi mente, ya estaba visualizando la prenda que le pondría, la cual pertenecía a mi esposa, me sorprendió que ajustara perfectamente (increíble), ya que ambas tenían una contextura similar a pesar de que ella era 10 centímetros más alta).

Es importante mencionar que mi esposa aparenta ser más joven de lo que realmente es, y eso es algo que admiro de ella y que, de alguna manera, desencadenó mi infidelidad, no pretendo justificarme, debo aclarar.

Me saludó con educación, aunque un poco nerviosa al parecer por subirse al auto de un desconocido y a altas horas de la madrugada, no soltaba su bolso, denotando desconfianza ya que lo abrazaba con fuerza... Correspondí su saludo con cortesía y respeto, evitando el contacto físico. Antes de arrancar, le pregunté si realmente deseaba ir a la cama conmigo, a lo que respondió afirmativamente, argumentando que le resultaba atractivo y que durante nuestras conversaciones previas había logrado convencerla al tomarme el tiempo de conocerla un poco (sus gustos, aficiones y preferencias sexuales), al verme, notó que le agradaba y finalizó con una sonrisa sincera para luego expresar estas palabras: "Porque necesito el dinero".

Mientras encendía el auto, mencioné el motivo que me impulsaba a hacer esto, resumiéndolo en dos palabras que lo

Explicaron de manera clara la frase “solo diversión” y mi fascinación por ello, además del placer que sentía al pagar por disfrutar del cuerpo de una chica más joven, hasta el punto en que anticipé que me resultaría gratificante. -Ella respondió con una sonrisa- diciendo: "Vamos, espero que tu casa no esté muy lejos y que estés solo" (dibujando una sonrisa nerviosa). Enseguida, lancé un comentario sugiriendo que si quería llevar a una amiga, lo entendería (realmente lo mencioné para ver su reacción y, también, para que no se sintiera incómoda). Ella respondió que preferiría que ni sus familiares ni amigas se enteraran de lo que hacía. Interrumpí para darle un consejo: "Que tu mano izquierda nunca sepa lo que hace tu mano derecha". Ella volvió a sonreír y noté que se relajaba un poco.

Continuamos conversando durante el trayecto, siendo un poco descarado de mi parte, solté un comentario unas cuadras antes de llegar acerca de lo excitado que estaba, lo cual causó que ella bajara la mirada para observar mi erección. Orgulloso, vi cómo se sorprendía y comentaba que parecía ser bastante presumido al respecto. Para interrumpirla, le dije: "Sé cómo manejarlo" y, una vez más, ella sonrió, ya mucho más tranquila al divisar mi hogar.

Al estar por abrir la puerta para dejarla pasar, le pedí que hiciera silencio ya que mis vecinos eran muy chismosos. En ese momento, ella me preguntó a qué se debía mi juventud, pues consideraba que mi forma de hablar era madura.

Después de que ella fuera al baño, le ofrecí unas prendas de vestir de mi esposa sin mencionar de quién eran, y ella aceptó sin cuestionar. La invité a sentarse en la sala, le ofrecí una bebida y puse música romántica, a pesar de sus pequeñas dudas, accedió. Sin preguntarle sus preferencias, le preparé un mojito y, mientras platicábamos brevemente, noté su nerviosismo al revelarme que yo era su segunda cita en la aplicación, contándome su mala experiencia en la primera.

Tomé un sorbo de mi trago y, acercándome a ella con pausas, le susurré al oído con seriedad: "Vas a disfrutar de este momento". Me preparé para mostrarle mi erección, desabrochando el cinturón para facilitar la salida. Abriendo las piernas, le permití tocar mis testículos con una de sus manos, mientras nos besábamos, notando su sorpresa al sentir mi miembro erecto.

Al agarrarla de la nuca, pasé mi mano por el respaldo del sofá, entrelazando mis dedos en sus mechones, continuando con los besos en su cuello, labios, mejillas y oídos, inhalando su delicado aroma. La manipulaba, lo cual me excitaba aún más.

Luego, la posicioné sobre mí para que me montara, subí su falda y aparté su ropa interior, acariciando su zona íntima con la punta de mi miembro. Mientras la estimulaba con mis dedos, noté que ella estaba muy excitada y, sin siquiera ponerme un preservativo, se penetró antes de la relación sexual.

Cuando percibí su total entrega, coloqué sus piernas debajo de mis antebrazos y la cargué, sintiendo cómo mi miembro la penetraba hasta lo más profundo.

Fondo presionando su botón, de una forma un tanto intensa pero gentil, la contemplaba directamente a los ojos y ella expresaba -Agradable- para evitar los gritos y no alertar a los vecinos, la besaba y tuve que bajarla para ubicarla sobre mí, ella se movía por sí sola, atravesada por mi miembro, percibí sus piernas temblar, su respiración agitada, me miraba fijamente, sus manos rodeaban mi cuello, sostenían mi nuca y tiraban un poco de mi cabello. Estaba a punto de llegar al clímax, pasé una de mis manos a su ano y lo penetré con el dedo mientras la levantaba nuevamente logrando que alcanzara el clímax. Después de unos minutos ambos estábamos sudorosos. La recosté sin retirar mi miembro y la penetré con firmeza, encima de ella vi las uñas de sus pies pintadas, estábamos en una posición peculiar; tuve que detenerme después de 15 minutos en esa posición, sabía que si continuaba, la llenaría de semen.

Le indiqué que se despojara de toda la ropa mientras me estimulaba. Me levanté para colocarme el preservativo, al voltearme, ella estaba semi sentada frente a mi miembro, lo succionó con entusiasmo por 10 minutos, para después dedicarse a mamar mis testículos impregnados de semen uno por uno con sus labios hermosos.

Me senté nuevamente y la hice que se montara sobre mí otra vez, al subir, noté que su intimidad no despedía olor, lo cual me excitó bastante. Al montarse de nuevo, la obligué a moverse lentamente, sujetaba sus caderas con mis manos y pasaba mi mano hasta su cuello, apretándolo ligeramente. Mi dedo seguía en su ano; parecía haberse acostumbrado a la sensación y le gustaba. Después de otra media hora de ritmo pausado, aumenté la intensidad y sujeté sus senos para succionarlos. Noté que emanaba algo de leche por ellos. Mientras seguía manteniendo relaciones, me confesó que ya era madre, aunque su hijo ya era mayorcito. Cuando estaba muy excitada, escurriendo leche por sus pezones rosados, la imagen era sumamente sensual teniéndola encima de mí, conteniendo sus gemidos mientras me besaba para evitar hacer ruido. Nos acostamos nuevamente con ella encima, sin retirarme, y la penetré dándole palmadas en las nalgas con fuerza, tironeando de su cabello mientras la embestía. Estaba totalmente fuera de sí; después de 30 minutos, tuve que detenerme para tomar el resto del mojito y refrescarme. Volví a colocar mi miembro frente a ella, retiré el preservativo y lo volvió a mamar, pidiéndome que la llenara de semen.

Al montarla nuevamente, puse otro preservativo y la alcé para llevarla a la habitación con mi miembro bien adentro. Ella se sentía deseada, lo percibí por su risa al besarme. La recosté en la cama, poniéndola en posición de cucharita, me rodeaba con sus piernas entre las mías mientras le mordía el cuello, sin importarle que la marcara. Le dije que era una mujer muy atrevida y ella contestó que era mi mujer muy atrevida.

Traviesa al estar arriba de mí, me preguntó si me había quitado el preservativo; le respondí que no, pero con un movimiento lo saqué y la penetré sin él mientras movía sus caderas rozando su clítoris con mi abdomen, penetrándola a fondo. Ella repetía lo bien que la cogía. Al ver la hora, eran las 7 de la mañana y debía estar en casa a las 9. Bajamos para vestirnos y la tomé de nuevo en el sillón a gatas gimiendo como una gata en celo, me dijo que ella era mi mujer muy atrevida. La embestí con fuerza; mi espalda y pecho estaban empapados de sudor, las gotas caían en su espalda. La monté sobre mí nuevamente, recostándome sin sacarla haciéndola montarme de espaldas. La penetré con intensidad y ella se movía como loca ensartándose sola en mi miembro, mientras le daba nalgadas. Finalmente, me corrí; descansamos 10 minutos y la llevé hasta su casa, satisfecha y oliendo a sexo, mientras yo olía a ella.

No sé si la citaré de nuevo, pues estoy teniendo relaciones con otra chica de 21 años con unas nalgas más pronunciadas.

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