Esta representa la quinta entrega de una historia que inicié hace bastante tiempo y que he ido ampliando con mi creatividad, mi excitación y la inspiración que me brindan quienes la leen y disfrutan. En esta extensa aventura con mis compañeras transexuales Claudia y Ana, exploramos nuestras fantasías y luego nos entregamos para ser sometidas y humilladas por un macho dominante. Espero que aquellos que lean este relato disfruten mucho de mis fantasías. Personalmente, me divierto mucho escribiéndolas y me motiva el haber recibido unas fotos sensuales de uno de mis lectores, lo cual me ha provocado mucha excitación y ha alimentado mi imaginación con nuevas ideas para agregar a este relato.
En el episodio anterior, Andrés nos había ordenado bañarnos y cambiarnos de ropa. Nos llevó al baño y nos entregó a cada una lo que debíamos utilizar. Una vez que las tres estábamos vestidas y maquilladas, fuimos a buscar a nuestro Señor, a quien encontramos en la sala disfrutando de una copa de vino. Al vernos así, sonrió feliz y nos ordenó preparar algo para comer. Rápidamente obedecimos y nos dirigimos a la cocina más cercana, donde Claudia nos indicó cómo preparar una tabla con quesos y embutidos, frutos secos, algo de fruta ya cortada y dos botellas de vino rosado.
Organizamos todo y lo servimos en la mesa de la sala, donde el Señor seguía sentado en un sofá desnudo. Nos indicó que sirviéramos vino y comiéramos tranquilamente. Las tres disfrutamos de la comida en silencio y sonriendo, sentadas frente a él en otro sillón. Cuando terminamos de comer y las dos botellas de vino estaban vacías, me pidió que trajera una nueva botella. Mientras iba por ella, escuché cómo les ordenaba a Ana y Claudia que empezaran a besarse.
Regresé con la botella de vino y me indicó que me sentara a su lado, mientras les pedía a mis amigas que se recostaran en el sillón y continuaran besándose. Quería que Claudia estuviera encima de Ana. Le serví el vino y me pidió que le llevara la cámara fotográfica. Fui por ella rápidamente y regresé para sentarme a su lado. Les tomó fotos mientras ellas se excitaban y les indicaba cómo tocarse, cómo acariciar los glúteos de la otra de la mejor manera. Ellas obedecían mientras yo observaba excitada.
Entonces, el Señor volvió su atención hacia mí y comenzó a tomarme fotos. Levantó mi falda, me hizo poner de pie y subir mi falda para capturar algunas imágenes, y mientras tanto, jugueteaba con mis medias mientras me decía lo femenina que era. Me hizo poner de espaldas, apartó mis medias y empezó a introducir su dedo en mi trasero mientras seguía fotografiando, preguntándome si tenía pareja. Al responder que no, me propuso ser su novia y sin dudarlo acepté, permitiendo que su dedo se adentrara más.
Estuvo jugando así conmigo un rato, mientras Claudia y Ana seguían excitándose mutuamente. Luego, decidió que era momento de jugar con sus "perritas", indicándoles que se pusieran de pie para volver a la habitación de sadomasoquismo donde guardaba su maleta. Claudia nos guió y una vez allí, él tomó directamente los collares y cadenas de perra que nos había traído. Después de ponernos a cada una nuestro collar, le pidió a Claudia que nos atara las manos juntas hacia arriba utilizando uno de los aros en el techo.
Posteriormente, nos colocó unas mordazas dobles con un nudo grueso en medio, obligándonos a mantener nuestros labios unidos todo el tiempo. Andrés se puso de pie y junto con Claudia, nos ató juntas para que quedáramos pegadas la una a la otra, obligándonos a bailar para él. Así, Ana y yo bailamos mientras nos frotábamos una contra la otra; podía sentir sus medias bajo su falda y su erecto miembro presionando contra el mío. Luego, Andrés, para humillarnos aún más, tomó un consolador que comenzó a expulsar saliva. ¡La
Untó crema en la punta y posteriormente, al llenarlo completamente, indicó a Claudia que levantara nuestras faldas y bajara nuestras prendas íntimas para tener a disposición nuestros glúteos. Mientras seguíamos bailando de esa manera para él, se sentó a nuestro lado y tomó turnos en nuestros traseros con su juguete.
Nos embadurnó el trasero con crema mientras nos calificaba de perras, unas mujeres muy libidinosas y con deseos de tener el culo lleno de semen. Después de llenarme y sentir cómo esa crema salía de mi trasero y descendía por mis piernas, le ordenó a Claudia que subiera nuestras prendas íntimas y bajara las faldas, ya que quería observar cómo bailábamos todas empapadas como unas prostitutas para él. Nosotras seguíamos cumpliendo sus órdenes y nos movíamos lo mejor que podíamos, él continuaba humillándonos, llamándonos prostitutas, perras en celo; luego se puso de pie, tomó un látigo y comenzó a castigarnos mientras nos hacía dar vueltas y le exigía a Claudia, de rodillas, que empezara a estimular su miembro ya erecto y grande con la boca.
Él nos siguió castigando un rato mientras Claudia practicaba sexo oral con su delicioso miembro. Luego, le pidió a Claudia que nos soltara por completo y nos llevó a una habitación con una amplia cama. Ordenó que camináramos a cuatro patas y, colocándose frente a mí, siguió guiándonos a Ana y a mí por medio de nuestros collares como si fuéramos dos caninas. Al llegar a la habitación con la cama grande, nos instruyó a subirnos a la cama mientras le pedía a Claudia que trajera unas cuerdas y una de sus bolsas.
Una vez que Claudia regresó, nos indicó a Ana y a mí que nos pusiéramos a cuatro patas, siníaamos nuestras prendas íntimas. Ambas obedecimos de inmediato. Tomó la bolsa y extrajo dos envases idénticos con dos juguetes sexuales. Mientras los desempacaba, nos explicó que se trataban de dos dildos con correas que garantizaban que no saldrían de nuestros traseros. Él quería presenciar cómo los disfrutábamos. Primero, colocó uno en Ana mientras nos detallaba que el juguete contenía vibración y una esfera que nos mantendría unidas, y operaba con control remoto. Cuando llegó mi turno, experimenté cómo introducía un dildo delgado y muy húmedo en mi trasero, lo deslizaba hasta el fondo y cruzaba correas entre mis piernas y mi cintura, asegurándolas con un pequeño candado justo debajo de mi ombligo, luego nos indicó que reajustáramos nuestra ropa.
Nos dimos cuenta de que Claudia no llevaba un juguete, sino que sostenía las cuerdas. El amo nos indicó a Ana y a mí que nos acomodáramos de manera que nuestros traseros quedaran juntos y estuviéramos boca arriba, simulando una tijera como si fuéramos dos mujeres lesbianas. Una vez finalizada la disposición, nos ató las manos hacia arriba, dejándonos completamente indefensas. Luego, tomó a Claudia y la colocó a cuatro patas con su rostro justo encima de nuestras prendas mientras le informaba que la llenaría de semen en su trasero. Nosotras ya estábamos muy excitadas.
Ana y yo movíamos las caderas y sentíamos la boca de Claudia, su lengua sobre nuestras zonas íntimas cada vez más duras. El señor activó nuestros juguetes, percibí cómo empezaban a vibrar con más intensidad, luego se movían dentro de mí hacia adentro y hacia afuera, entonces noté que incrementó el nivel con el control remoto y ese dildo comenzó a expandirse. Sentí cómo se volvía ardiente y rígido, con textura rugosa, además de los movimientos más vigorosos constantes de adentro hacia afuera y la vibración más potente. Yo gemía y me movía más, mientras él nos tildaba de prostitutas, perras ardientes, hembras en celo.
Posteriormente, le solicitó a Claudia que nos estimulara manualmente y con la boca para que acabáramos en su rostro. Ella, sumisa, llevó sus manos hacia nuestras prendas mientras el caballero continuaba disfrutando su papel dominante y, al exponer nuestros genitales, comenzó a besarnos, lamerlos y chuparlos mientras nos masturbaba. En ese momento, observé que el caballero volvía a manipular los controles de nuestros dildos y tras situarlos al máximo, los arrojó a la cama y se concentró allí.
en introducir su miembro en el trasero de Claudia mientras la insultaba llamándola vulgar, despreciable, afeminado travesti, mientras las seguía observando, sentí como una esfera comenzaba a entrar en mi parte trasera, era como si el consolador se hinchara en la base formando una esfera que empezó a ascender adentrándose en mí, una vez que lo consiguió el artefacto se volvió rígido, muy caliente y más ancho y entre pulsos de vibración empezó a expulsar un líquido cálido en mi interior, yo gemía y me retorcía de placer como una perra.
Claudia me proporcionaba sexo oral, me acariciaba y sentía como si estuviera unida con un perro que eyaculaba en mi parte trasera, entonces percibí como Ana llegaba al clímax, la oí gemir y sentí como su semen salpicaba el rostro de Claudia, el caballero se regocijó y la penetró con más fuerza mientras ella se dedicaba a practicarme sexo oral y lamerme el miembro, así me mojé por completo también, eyaculé en su rostro mientras notaba mi parte trasera húmeda y llena con ese juguete, al culminar quedé exhausta y sintiendo como el juguete seguía introduciéndose en mí, entonces seguí observando y vi como el caballero incrementaba el ritmo con Claudia empujándola para que se metiera de lleno en nuestras partes íntimas untadas de semen, así hasta que terminó en su trasero dejándola a ella también agotada encima de nosotras.
Posteriormente, el caballero retomó el control y al activarlo sentí que el consolador dejaba de penetrarme, simplemente permaneció inmóvil y cesó de expulsar líquido, aunque la esfera continuaba en mi parte trasera, él se aproximó a mi rostro y colocó su miembro en mi boca para la limpieza y mientras lo hacía nos informó que los juguetes tardaban aproximadamente quince minutos en desinflarnos, que iba a tomar una ducha y regresaría para despedirse.
La primera en levantarse fue Claudia tras su partida, ella nos liberó y ordenó nuestra vestimenta y al ponernos de pie percibí que de mi parte trasera fluía líquido, entonces me subí la ropa interior y acomodé como pude mi vestimenta mientras aún sentía esa esfera en mi parte trasera, las tres nos ajustamos la ropa y una vez listas salimos de esa manera hasta la sala donde esperamos a que el caballero nos encontrara.
Él arribó después de un rato, la esfera en mi parte trasera se había desinflado y solo sentía el consolador delgado del inicio, las tres estábamos tomando vino cuando él llegó ya vestido y recién bañado, mientras tomaba una copa con nosotras nos elogió llamándonos todas unas féminas, unas putas ardientes y muy deliciosas, le había fascinado jugar con nosotras y convertirnos en auténticas perras, nosotros le agradecimos y nos arrodillamos una a una para besar su órgano sexual.
La primera en hacerlo fue Claudia quien lo extrajo de sus pantalones, luego nos entregó las llaves y una a una ante él sacamos el juguete de nuestras partes traseras mientras comentaba lo mojadas que teníamos la ropa interior, cuando llegó mi turno al retirar el consolador salió mucho líquido y me empapó las piernas, lo tomé con la mano y percibí un aroma a fresas, eso me hizo sentir muy femenina. Antes de irse nos comunicó que todo lo que había traído eran regalos para cada una de nosotras y que esperaba que los disfrutáramos, luego antes de marcharse me recordó delante de mis amigas que ahora era su pareja y que pronto se pondría en contacto conmigo para nuestra primera cita, yo sonreí coquetamente y le manifesté que aguardaría ansiosa ese día, luego partió. Cuando Claudia cerró la puerta las tres nos miramos excitadas aún y Claudia nos propuso que había una bañera amplia que podíamos utilizar juntas, las tres estuvimos de acuerdo en llevar vino, alimentos, juguetes y meternos en trajes de baño.
Rápidamente nos repartimos las tareas y mientras Claudia llenaba el jacuzzi Ana y yo acudimos a la cocina por una tabla de quesos y embutidos, al encontrar una bandeja colocamos igualmente copas, frutas y tres botellas de vino en una hielera, dejamos todo dispuesto y cada una tomó los juguetes que deseaba llevar, yo recogí varios que habíamos utilizado en las habitaciones y después de higienizarlos los introduje en una bolsa, al regresar
En la habitación, Ana también guardaba sus pertenencias en una bolsa mientras buscaba su traje de baño. Yo hice lo mismo. Cuando Claudia regresó, notamos que ella ya se había cambiado, luciendo un hermoso traje de baño de una sola pieza color rosado. No fue coincidencia que tanto Ana como yo también tuviéramos trajes de baño rosados de una pieza, los cuales nos pusimos rápidamente después de desvestirnos mientras Claudia observaba. Las tres éramos mujeres muy femeninas.
Con todo listo, nos dirigimos al jacuzzi y entramos juntas. Mientras comíamos y bebíamos vino, planeábamos cómo sería nuestra despedida al día siguiente. Ana debía irse después del mediodía, por lo que lo primero sería organizar todos los regalos que Ana y yo habíamos recibido. Fue entonces cuando Claudia sugirió que una de nosotras debía ayudarla a limpiar y organizar la casa después de tantas aventuras, y complacernos al día siguiente como una buena criada. Me ofrecí de inmediato y pedí ser tratada como una criada sumisa al día siguiente, mientras que Ana quería ser una dama elegante que visita a su amiga. Claudia sonrió y dijo que disfrutaba siendo la señora de la casa. Así que nuestro plan estaba completo.
Espero que este relato sea del agrado de quienes visitan este tipo de páginas en busca de fantasías. Mi correo es [emailprotected] y me encanta recibir comentarios y, sobre todo, fantasías. Disfruto escribiendo este tipo de relatos y saber que otras personas los leen y se excitan al fantasear ser una de nosotras o el hombre que nos domina. Espero que disfruten esta nueva entrega de un relato que aún no sé cuántas partes tendrá. ¡Besos!
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