Tomé unas vacaciones en los Estados Unidos, específicamente en Miami, fue mi primera vez en ese país.
Soy alguien bisex, de tez oscura, 170 cm de estatura y con un cuerpo bien trabajado por el gimnasio, con unas piernas y nalgas grandes que atraen mucho a personas de ambos sexos.
He tenido escasas experiencias con hombres, principalmente momentos subidos de tono y acuerdos para masajes o sexo oral con algunas transexuales atractivas y bien dotadas, me encanta practicar sexo oral y que me estimulen analmente, algo que siempre han solicitado en esos encuentros.
Llegué al hotel frente a la playa; íbamos mi prima y yo, quien supuestamente estaba allí para cuidarla a su petición, nos dirigimos al mar y estuvimos allí el primer día. Al día siguiente, por la mañana, en la piscina mis primas se adelantaron y yo las seguí. Las vi fascinadas por un hombre de piel muy oscura, de alrededor de 195 cm, extremadamente musculoso y con un bañador corto que destacaba sus prominentes nalgas y su paquete impresionante. Al vernos, en especial a mis nalgas y piernas, me puse muy nervioso porque su interés fue evidente. Mientras tomaba unas cervezas, fui con mis primas a la playa y luego regresamos al hotel. Ellas se arreglaron para salir de fiesta y lucían espectaculares, pero decidí no acompañarlas debido a que había consumido un poco de alcohol. Salieron temprano porque querían hacer algunas compras en tiendas de ropa. Dormí un par de horas y bajé a la piscina a las 5 de la tarde, el sol seguía fuerte y mi bronceado avanzaba cuando una voz profunda se escuchó tras de mí.
- Este camastro está libre (dijo en español con acento centroamericano)
- ¡Oh! Sí, adelante (Respondí sorprendido y nervioso al ver quién era)
Se recostó dejando solo puesto un bañador blanco al estilo brasileño que resaltaba su impresionante paquete, y dejó su musculoso cuerpo al sol. Era un deleite verlo tumbado junto a mí, podía observarlo discretamente ya que llevaba gafas oscuras y estábamos en un lugar algo apartado.
- Si seguimos aquí, terminaremos con quemaduras graves en la piel (me dijo, sacándome de mi contemplación) sería bueno ir a la sauna, estuve allí ayer y es muy agradable y beneficioso para la piel. Vamos (dijo de forma imperativa, a lo que respondí con un "SÍ" sumiso, lo seguí un poco avergonzado a cierta distancia, admirando su espalda ancha y sus prominentes glúteos moviéndose con cada paso, era imponente).
Entramos y se despojó de toda la ropa, colocándose una toalla alrededor de su cuerpo. Pude contemplar esas montañas que tenía como trasero y sus robustas piernas. Avanzó y se sentó en un lugar de la sauna que teníamos para nosotros solos, me dijo: "Ven, siéntate aquí", indicando un lugar cerca de él. Nervioso, tomé asiento sin quitarme el bañador. Estuvimos unos 3 minutos allí sentados, cuando de repente noté que algo asomaba por debajo de su toalla, una barra oscura, gruesa y hermosa a pesar de estar semierecta, eso me excitó mucho. Él, también con gafas oscuras, parecía no inmutarse, hasta que puso su mano en mi muslo, causándome una especie de descarga eléctrica, y me dijo: "Vamos, agáchate y disfruta, sé que lo deseas", mientras apartaba su toalla y se deslizaba hacia atrás sobre el banco, recostándose más, colocando ambas manos detrás de su cabeza, abriendo sus piernas con sus muslos gruesos sobre el banco y su miembro colgando, brillante por el sudor que ambos emanábamos en la sauna. Como hechizado, me arrodillé frente a él, agarré con una mano su muslo fornido, con la otra su miembro oscuro apuntando hacia arriba, retiré el prepucio dejando al descubierto la cabeza reluciente de su pene y bajé mi cabeza para lamer la punta.
Estaba en éxtasis con ese hombre de piel oscura ofreciéndome su miembro tan hermoso, nunca había practicado sexo oral con un hombre de piel oscura, aunque había tenido la experiencia de practicarlo conuna enorme verga que encontré en línea, pero ésta era distinta, negra, brillante, firme, de unos 20 centímetros de largo, lamí la punta, recorrí todo su tronco con saliva en abundancia, saboreando cada pedazo, luego lamí sus testículos sin vello, subiendo y bajando por los mismos, el tronco y la punta del pene. En la postura en que me encontraba, conseguía llegar con mi lengua hasta su ano sudoroso, el cual lami con gusto. Él se acomodó para que continuara dándole placer, respirando pesadamente y tomando mi cabeza con delicadeza para guiar mis movimientos, yo tan solo seguía sus directrices, era una experiencia placentera, me sentía en el paraíso entregándome por completo a este macho, su sabor impregnaba todo mi ser, el sabor de su trasero y pene. “Sigue así putito, disfruta de este chocolate como sabes hacerlo”, sus palabras me excitaban, me sentía extasiado, “Vas a ser mi nena durante estas vacaciones, chupa putita, sí, así”, mi mente estaba en otro lugar, adorando cada centímetro de su masculinidad, mis manos acariciaban su abdomen y pecho sudoroso, musculoso y firme, era un adonis hecho realidad y lo tenía para mí. Escuchamos ruidos provenientes de alguien que intentaba ingresar, nos vio y eso definitivamente lo alejó del sauna. “Qué delicia mariconcito, ahora ella sabe que eres un chupapollas, cuando te vea solo recordará cómo devorabas la polla de un macho”, sus palabras me encendieron a pesar de que me preocuparon vagamente. Él detuvo mi felación, me indicó que me pusiera de pie, se acercó a mí, agarró con sus grandes manos mis nalgas bronceadas y sin vello, me besó el abdomen y el pecho, se levantó, me besó en los labios y me dijo: “Ve a tu habitación, te seguiré, te voy a poseer”, obedecí sin chistar, totalmente ruborizado, sudoroso, excitado y con el gusto de su pene en mi boca. Me sentía tan cachondo como nunca antes en mi vida, caminando mansamente hacia mi cuarto con el negrazo siguiéndome y observando con deseo mi trasero a una distancia prudente.
Llegados a la habitación, abrí la puerta y él entró con determinación y brusquedad detrás de mí, me besaba apasionadamente, lamiendo mi cuello, me empujó hacia la cama mientras arrancaba mi traje de baño, me puso boca abajo, me hizo elevar mi trasero y deslizó su larga y gruesa lengua por mis nalgas y mi ano, saboreando cada rincón con fiereza, parecía una lengua ávida de vaca explorando mi anatomía trasera minuciosamente, me sentí en el paraíso y no podía evitar gemir extasiado ante la exquisitez, mientras él se dedicaba a chupar y lamer con fervor, proclamando su amor por mis redondeadas nalgas de afeminado. Finalmente, se detuvo y se recostó boca arriba, diciéndome: “Vamos nena, tómate de nuevo mi pene, déjalo bien lubricado con tu saliva”, obediente y extasiado, comencé nuevamente a disfrutar de su gran miembro que apuntaba hacia arriba, estaba maravillado, le decía cuánto amaba su pene, a lo que él, sonriendo satisfecho, me confirmaba que ese miembro era para mí y que yo era su putita exclusiva, provocando en mí una sensación de especialidad.
Aun cuando aquello era maravilloso, lo que vendría a continuación me llenaba de emoción, sabía que ese semental negro no se detendría hasta poseer mi virilidad, someterla, hacerme su dócil nena para siempre con su falo negro incrustado en mi virgen trasero, el cual anhelaba ser entregado en ese momento, deseoso de ser la nena de mi macho musculoso y negro. No tardó en darme la orden, me indicó que me pusiera boca arriba, colocó una almohada bajo mis caderas, levantó y separó mis piernas, y nuevamente hundió su maravillosa lengua en mi culo, nalgas, testículos y pene, brindándome la mejor experiencia oral de mi vida, con su lengua y labios gruesos haciéndome sentir como mantequilla, mi orificio trasero palpitaba con placer, mientras lamía mis nalgas y el camino que va del ano a los testículos, experimenté la entrada de un dedo húmedo, probablemente con crema, sentía una sensación fría y agradable, era un paraíso, al adentrarse más el dedo, encontraba resistencia, pero era vencida por el deleite del sexo oral.que estaba en otro mundo en ese preciso momento, con su dedo en mi interior, el cual deslizaba con destreza mientras me decía cosas atrevidas. Sentía un placer indescriptible y me entregaba por completo a sus deseos. Me sentía completamente satisfecho con la experiencia que estaba viviendo. Después de un rato, me pidió que abriera mis piernas y preparó su miembro con cuidado para entrar en mi trasero. Fue una sensación abrumadora, pero a la vez emocionante, ver cómo me penetraba con firmeza. No podía evitar gemir de placer a pesar del dolor inicial.
Continuó con su ritmo vigoroso, poseyéndome con firmeza y entregándose por completo al momento. Sin darme cuenta, el placer y la excitación se apoderaron de mi ser. Cada embestida suya me llevaba a un estado de éxtasis absoluto. Sentía su virilidad en cada movimiento, haciéndome sentir pleno y sumiso ante él. Me dejé llevar por la intensidad del momento, sintiendo cada vez más cerca el clímax de esa unión tan apasionada. Fue entonces cuando su ritmo se volvió más frenético y sus susurros se mezclaban con el sonido de nuestros cuerpos enlazados en un vaivén armonioso y lujurioso.
Me aferré a él, cerrando los ojos y dejándome llevar por el torrente de sensaciones que recorrían mi cuerpo. Cada embestida era como un torrente de placer que me llevaba a límites insospechados. Sus caricias, sus palabras, su presencia dominante sobre mí, todo contribuía a que me sintiera pleno y completamente entregado a él. En ese instante, no existía nada más que nuestro encuentro, éramos uno solo en esa danza frenética de deseo y pasión.
Seguí disfrutando de cada instante, dejándome llevar por la intensidad del momento. Cada embestida era un deleite para mis sentidos, una explosión de placer que me envolvía por completo. El climax se acercaba y podía sentir cómo su ritmo se aceleraba, indicando que el éxtasis estaba próximo. Fue entonces cuando, entre sus jadeos y movimientos frenéticos, supe que llegaríamos juntos a la cima del placer, fundiéndonos en un abrazo que sellaría nuestra unión de cuerpos y almas.
El momento culminante se acercaba, podía sentirlo en cada fibra de mi ser. Nuestros cuerpos se movían al unísono, como dos amantes entregados por completo al fuego de la pasión. Sus embestidas eran cada vez más intensas, más profundas, llevándome al borde del abismo del placer. Y finalmente, en un arrebato de éxtasis compartido, llegamos juntos al clímax, fundiéndonos en un abrazo que sellaba nuestra conexión física y emocional. Fue un instante de pura e intensa entrega, donde nos convertimos en uno solo, en un torbellino de deseo y placer que nos envolvía por completo.
El toro estuvo embistiéndome con mayor ritmo y tensión durante aproximadamente 2 minutos, en los cuales gemí, bramé, empujé, sudé y sentí como si mi cuerpo fuera un muñeco de trapo a merced suya, hasta que experimenté una explosión de placer en mi abdomen, llegando a un éxtasis indescriptible, luego sentí ese mismo placer recorrer mis entrañas, llenándose con su esencia, su líquido cálido y abundante. El hombre negro me apretó con fuerza, sofocándome de placer, mientras abrazaba mi cuerpo con mi trasero abierto y lleno de su leche ardiente. Este momento de espasmos duró un buen tiempo, en el cual su miembro desencadenaba chorros de semen que inundaban mi ser, una cantidad tan grande que no podía contener dentro de mí, dejando que se escurriera por mi ano, deslizándose por mi espalda en forma de hilos de esperma. Mis nalgas estaban abiertas por ambas manos del hombre, mientras el resto de su cuerpo descansaba pesadamente sobre el mío, haciendo de este el momento más maravilloso que he experimentado en mi vida, verdaderamente mágico.
Sentí cómo mi macho respiraba profundamente y aceleradamente, satisfecho, relajando su cuerpo y permaneciendo al menos 5 minutos sobre mí, con su miembro aún dentro de mí, un tanto más relajado pero sin perder su dureza, manteniendo mi pequeño agujero invadido, aunque en un estado más relajado. Nunca imaginé que tener un amante oscuro y atractivo me llevaría a vivir experiencias tan maravillosas; me sentía fascinado y feliz inmensamente.
Pensaba quedarme dormido con mi macho sobre mí, pero de repente se retiró, dejándome con un vacío inmenso. Sin embargo, este sentimiento desapareció cuando se arrodilló en la cama y comenzó a lamer mi trasero, mis nalgas y mi miembro, limpiando los restos de su propio semen mezclado con el mío. En ese instante, recorrió con su lengua mi abdomen y mi miembro, que también estaban cubiertos de leche derramada. Tan extasiado y sumiso estaba que seguramente me vine en más de una ocasión. Recordaba las sensaciones de cuando estábamos entrelazados, mirándome fijamente mientras me sostenía con las piernas abiertas. Así continuó lamiéndome por completo, logrando otra erección en mí, prolongando su trabajo hasta que volví a eyacular en un torrente, una vez más. Luego, me volteó como si fuera un títere, colocándome boca abajo con mi trasero expuesto, y sin contemplaciones, volvió a introducir su virilidad erecta en mí. Un grito que resonó en kilómetros a la redonda escapó de mis labios cuando me embestía nuevamente despacio y con fuerza, tanto en la posición de perrito como boca abajo, arqueando mi espalda. Así continuó bombeándome durante alrededor de 15 minutos, sin intercambiar palabra alguna, solo entregándonos al sudor y al placer. Él disfrutaba observando cómo su miembro se abría paso en mi destrozado trasero.
Sujetando fuertemente mis glúteos, escupiendo en la entrada de mi trasero, dándome pequeñas nalgadas y separando mis nalgas con sus manos, mientras sentía mis entrañas destrozadas, experimentaba nuevas eyaculaciones manchando el colchón, mi abdomen y mi pecho. Continuó moldeando y bombeando sin descanso hasta que aceleró sus movimientos, eyaculando por segunda vez en mi interior, una vez más, de forma mágica. Luego se apartó para limpiar con gallardía mi trasero y alrededores, demostrando su lascivia y delicia. Terminando de limpiar, se acostó a mi lado abrazándome, y ambos caímos en un dulce sueño lleno de satisfacción y magia, la mejor experiencia sexual de mi vida, convirtiéndome en un sumiso por primera vez.
Es innecesario mencionar lo que sucedió en los siguientes días en la playa. Durante los 3 días siguientes que estuve de vacaciones, me poseyó sexualmente en repetidas ocasiones, siendo su cordero y obedeciendo todas sus órdenes en todo momento. Incluso presenté a mis primas a su mástil negro, sin sentir celos, sabiendo que este sueño podía tener a quien quisiera. Mis primas descubrieron mi bisexualidad, pero estuvieron agradecidas. Él me tomó durante 4 días, a ellas solo 2, pero
Esto condujo a más experiencias con ellas en las que disfruté de sus figuras que lucen realmente bien, y así esas vacaciones fueron las más fascinantes y esclarecedoras de mi existencia, ahora mi sensualidad es más plena y de vez en cuando busco un buen pene para disfrutar, aunque hasta el momento recuerdo a mi amante afrodescendiente como el más destacado del mundo, algo peculiar, conservo su número de teléfono y después de 3 años no lo he buscado de nuevo, considero que la separación tiene gran significado para mí, además de que no deseo convertirme en su amante perpetua, algo que ocurriría si lo vuelvo a contactar, prefiero vivir feliz con mi pareja, disfrutando de ella como siempre, ya que es maravillosa en todos los aspectos, incluso en la intimidad, deleitándome con mis primas de vez en cuando, ya sea con una, con ambas, o con amigos que invitan a compartir sus miembros viriles, o simplemente por internet encontrando hombres bien dotados. Mi pareja no tiene por qué enterarse, la amo plenamente como a nadie y eso jamás cambiará, solo mi amante afrodescendiente tendría la capacidad de hacerme dejarla, pero eso no ocurrirá.
Fin
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