Como sabrán, mantenía una relación clandestina con Carmen, la encargada de la finca donde trabajaba. Todas las noches entre semana solía pasar tiempo con ella en su habitación, llegando a un punto en el que ya no eyaculaba tanto como antes cuando me encontraba con Claudia. Ella se dio cuenta de esto y me cuestionaba repetidamente, notando la diferencia en la cantidad de semen. Sin embargo, lograba esquivar sus preguntas.
La rutina con Carmen continuaba de la misma manera: la llevaba a su casa los viernes y la recogía los domingos por la tarde o lunes temprano. Por supuesto, venía bien satisfecha los viernes, llena de líquido seminal. Una noche, con Carmen en posición postrada sobre la cama, gritando y gimiendo como una fiera, la embestía sin piedad. Cambiábamos de postura varias veces hasta que la tuve cabalgando sobre mí, momento en el que, al mirar por la ventana, descubrí a Claudia observando la escena con ojos azules, viendo cómo forniciaba con la señora de la comida.
En lugar de evadir la situación, agarré las nalgas de Carmen y las azoté hasta el límite, culminando al llenarla con mi semen una vez más. Tras descansar, Carmen se dirigió al baño para asearse. Al regresar, al acostarse a mi lado, me dijo:
C: Me querías destrozar, me diste con más fuerza de lo habitual, sentí tu miembro casi rozando mi útero, jajaja. Pero aquí tienes mi corazón.
J: Solo sé que no me canso de estar contigo, Carmita, y esta noche será larga. Prepárate, porque te llenaré de leche y te dejaré completamente saciada.
C: Como si fuera nuestra primera vez, jajaja.
Dicho esto, se colocó en posición y abrió sus nalgas para recibirme. La penetré suavemente, pero al llegar a la mitad, lo hice bruscamente. La forniqué duro y sin descanso, mientras ella gemía y apretaba las sábanas hasta sentir cómo me vaciaba dentro de ella.
C: Nadie me ha poseído como tú, tu miembro me encanta, corazón.
J: Eres mi mujer, Carmita, y tu cuerpo es solo mío.
C: Mi primo intentó tener algo conmigo, pero lo rechacé. Me agarró por la fuerza, pero le dije que tenía a otro hombre en mi vida que me satisfacía plenamente. Él procedió a embriagar a mi marido para aprovecharse de mí, pero la verdad es que contigo encuentro la verdadera pasión.
J: Ten cuidado con tu primo, Carmita. Tu cuerpo es privilegio mío.
C: Con ese dos cucazos queda listo, jajaja.
Mientras tanto, continuaba mi encuentro con Carmen, quedando completamente seducido por su figura. Salí de su cuarto alrededor de las tres de la madrugada y, al revisar mi celular, vi un mensaje de Claudia. En él, mencionaba que sabía por qué mi producción de semen era escasa y que, si no estaba disponible para ella, buscaría placer en otro lugar.
A la mañana siguiente, mientras desayunaba en la cocina, Claudia ingresó y comentó de forma juguetona sobre la gran energía de mi chófer. Carmen y yo nos miramos sorprendidos y le respondí con tranquilidad, indicándole que Claudia solo buscaba diversión y que era celosa. Carmen se quedó tranquila, y continuamos nuestro día como si nada hubiera pasado.
Decidí buscar a Claudia, quien se dirigía hacia los establos, pero esa es otra historia.
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