Todo marchaba a las mil maravillas con Gaby, nuestros encuentros eran cada vez más frecuentes y apasionados.
Una tarde de viernes, Gaby me informó que su hija pasaría el fin de semana con su padre en Villa Carlos Paz, lo que significaba que tendríamos la casa para nosotros solos. Esta sería la primera vez que estaríamos juntos allí, ya que hasta ese momento nuestros "encuentros" habían sido en hoteles y, en ocasiones con más tiempo, en mi departamento.
La mañana del sábado me aguardaba con ansias. A través de mensajes de Whatsapp, me confesó lo excitada que estaba y lo mucho que deseaba estar juntos. Le respondí pidiéndole que se vistiera "muy provocativa" y que usara esa tanga negra que tanto me gustaba. Cuando llegué el sábado, ella me esperaba con un short, una musculosa blanca y descalza, luciendo la tanga negra que resaltaba su figura. Las ganas que nos teníamos eran intensas; apenas cerró la puerta, comenzamos a actuar, y así pasamos todo el día.
Cada vez que estábamos juntos, solía indagar sobre su amiga rubia de mediana edad. A Gaby no le molestaba y con naturalidad me contaba cosas sobre Marcela. Curiosamente, todo lo relacionado con mi vecina de abajo me excitaba al máximo, y siempre terminaba entregándome a Gaby con pasión y deseo. Ambos quedábamos satisfechos.
Gabriela y Marcela, además de ser amigas cercanas, compartían una fuerte atracción por los placeres carnales.
Después de un encuentro íntimo, mientras descansábamos en su cama, me atreví a preguntarle sobre el pasado de su amiga, su matrimonio anterior y su relación con Nacho. Me gustaría compartir lo que Gabriela me reveló:
"Marcela estaba casada con un médico, al igual que ella. Comenzaron a salir en la secundaria, cursaron juntos la universidad, se graduaron y ejercieron la medicina. Durante su matrimonio, Marcela quedó embarazada de Nico, su primer hijo, y algunos años más tarde, de Joaquín, el segundo.
Marcela siempre fue muy reservada, una completa nerd con gafas y el pelo recogido, lo que resaltaba de ella era su trasero... delgada de cintura pero con una prominente cola que la caracterizaba desde joven.
Sentía complejos por el tamaño de su trasero desde la adolescencia, siempre tratando de ocultarlo con ropa holgada y evitando prendas ajustadas. Además, su esposo era extremadamente celoso y la tenía bajo un estricto control. Sin embargo, después de dar a luz a su primer hijo, todo cambió.
Por circunstancias de la vida, Marcela conoció a un paciente mayor, pero atractivo, que la sedujo con elegancia y la llevó a experimentar placer en todas sus formas, transformándola en una mujer infiel y ávida de sexo. Aquel hombre la introdujo en un mundo de sensaciones sexuales que cambiaron su vida para siempre.
Marce aprendió a valorar su cuerpo, comenzó a vestirse de forma más provocativa y a sentirse segura de sus curvas, comprendiendo que podía conseguir lo que deseara.
Sin embargo, una vez que regresaba a casa con su esposo, la realidad era distinta... la intensidad sexual no se comparaba a lo que experimentaba con su amante. Él era rápido y mecánico, centrado únicamente en su propio placer sin preocuparse por el de ella. No había espacio para la pasión ni siquiera para lograr excitación, era solo cumplir con su deber como macho alfa. Todo esto la llevó a buscar...".satisfacción con su amante, él era un verdadero amante del sexo. Otros hombres disfrutaron de su cuerpo, entre ellos pacientes, chongos ocasionales y camilleros, llevando a la joven de cabellos rubios a alcanzar orgasmos memorables. En resumen, Marce ejercía la prostitución.
Decidió hacer una pausa y retomar su relación con su marido... se mostró serena y se convirtió en toda una dama en su hogar. Volvieron a tener relaciones sexuales con mayor frecuencia, tanto que quedó embarazada por segunda vez... y dio a luz a su segundo hijo varón, Joaquín.
No pasó mucho tiempo antes de que la pareja se separara, tras el parto y la convivencia, el deseo sexual desapareció y decidieron divorciarse, siguiendo cada uno su propio camino.
Con el tiempo, Marce experimentó cambios significativos al convertirse en madre soltera de sus dos hijos y con los años adquirió un perfil de mujer seria y respetada. Aunque continuaba viéndose con su amante mayor, ella se había enamorado de él, pero él solo la buscaba para mantener relaciones sexuales.
Finalmente, como era de esperar, el hombre la reemplazó por una mujer más joven y Marce quedó destrozada.
Decidió no volver a involucrarse con ningún otro hombre y mantuvo esa postura durante años. Se volvió fría y no le ofreció una oportunidad siquiera a ningún hombre, a pesar de tener muchos admiradores y pretendientes.
Sin embargo, un día el amor llamó nuevamente a su puerta, cuando un joven que realizaba su residencia en el centro de salud donde trabajaba Marce, quedó cautivado por su belleza a pesar de los casi 20 años de diferencia de edad, el futuro médico anestesista decidió conquistarla.
El joven era atractivo, simpático y carismático... un chico bueno, educado, responsable y con todas las cualidades. Se encontraron en los pasillos del hospital, él la saludó y entablaron una conversación en la que la invitó a salir... de manera directa y sin rodeos... y, por supuesto, Marce le dijo que NO.
Ignacio no se rindió, persistió una y otra vez a pesar de la resistencia y esquivas de ella. Con el tiempo, algunas colegas de Marce lograron persuadirla para que aceptara una cita con el joven. Todas admiraban la perseverancia de Ignacio y lo consideraban una buena opción. Finalmente, Marcela accedió a regañadientes.
Una noche salieron juntos a un pub tranquilo y agradable, tomaron algunas copas y bailaron, luego dieron un paseo juntos y entre risas y buena vibra, Marce se sintió cómoda con este hombre mucho menor que ella. Nacho no dejaba de hacerla reír y ella comenzó a sentirse atraída por él.
Declaró sus sentimientos a la antigua, como a ella le hubiera gustado, mostrando dominio de la situación. Marce se ruborizó ante la situación y, tras un breve silencio, le preguntó qué podía ver en ella, siendo ella mayor y él prácticamente un joven, sugiriendo que sería más conveniente para él estar con alguien de su edad.... Ignacio respondió que desde joven se había sentido atraído por mujeres mayores, mujeres que saben lo que quieren en la vida y, sobre todo, por mujeres con experiencia –Y usted tiene todo y no dejo de pensar en usted, me gusta su seriedad, su rostro, me encanta verla con sus anteojos y me gusta su cuerpo (sobre todo ese trasero, decía su lado más travieso) y la imagino a su lado junto a mí y créame que despierta en mí miles de sentimientos hermosos.
–No sé qué decirte, Nacho, me dejas atónita– respondió Marce, guardando silencio por un momento y dejando escapar unas palabras.
–Solo te pediré tres cosas:
1 Deja de tutearme, me haces sentir más vieja de lo que soy. 2 No me llames Doctora, en lo profesional soy doctora, pero aquí estamos fuera de ese ámbito, nos estamos conociendo... y mi nombre es Marcela... a ver, repite conmigo: Mar... ce... laaaa. Llámame por mi nombre, ¿acaso no te gusta cómo me llamo?
3 Llévame a casa, porque ya es.
Más tarde...
De aquella banca en la plaza, donde a esas horas solo se veían parejas de enamorados, se levantaron, caminando muy cerca uno del otro él la acompañó hasta su hogar. En un tramo, él hizo el intento de tomar su mano, pero ella lo detuvo en seco con un enérgico ¡¿Qué estás haciendo?!
Al despedirse, el silencio los invadió, se miraron mutuamente y las palabras sobraban. Siguiendo el protocolo, el chico dio el primer paso y besó apasionadamente a la mujer de treinta años. Marcela correspondió al beso, y Nacho, aprovechando la oportunidad, obtuvo el sí de Marce. Los tímidos besos iniciales se fueron intensificando a medida que se sentían más cómodos. Nacho, ávido de ella, empezó a acariciar su rostro, su cabello suelto y deslizó sus manos por su espalda, atreviéndose a tocar el cuerpo que tanto anhelaba. Ella confesó más tarde que, mientras se besaban, lo primero que hizo fue tocarle el trasero sin reparo alguno... ¡y qué manera de tocar! Perdidamente atraída por él, se dejó llevar... lo tachó de atrevido y algo depravado, pero Nacho estaba enamorado de mi amiga y ella de él.
Ambos entregados, Marce volvió a sentir deseo, un deseo ferviente de estar con ese joven que supo seducirla, sin importarle nada más. Bajó su mano hacia la entrepierna del joven y notó su notable erección. Liberándose de todas las inhibiciones, se preguntó a sí misma: "¿Por qué no?" Subieron a su apartamento y, mientras Nico y Joaquín dormían, Marcela y Nacho hicieron el amor apasionadamente, entregándose a la pasión.
Repitieron una y otra vez, la doctora tenía necesidades y el joven, al ser más joven, tenía una notable resistencia, eyaculaba y al instante ya estaba listo de nuevo para darle placer a la mujer que tanto deseaba.
La mañana los sorprendió desnudos en la cama. Tomando la iniciativa, ella lo despertó con sexo oral. Nachito tenía una increíble capacidad de recuperación y siempre estaba listo. Marcela se montó sobre él, tomando el control de la situación y, entre gemidos, alcanzó un orgasmo intenso. Aunque sus hijos podrían haber escuchado todo, ella estaba como en otro mundo, había encontrado un hombre que le gustaba y, sobre todo, que sabía cómo llevar el ritmo. En la cama, Marce era más que exigente y el chico cumplió con creces sus expectativas... y un poco más.
Se ducharon juntos y, con el agua cayendo sobre sus cuerpos, Nacho la enjabonó y la tomó por detrás, ingeniosamente encontraron la forma de hacerlo de pie en ese reducido espacio.
Salieron de la ducha, se vistieron, Marce preparó café y tostadas, y él no se despegaba de ella. Le daba tiernos besos en el cuello y mordisqueaba el lóbulo de su oreja, frotando su miembro erecto contra las nalgas de mi amiga, que solo llevaba puesta una bata blanca con la que salió de la ducha. Ella sintió su miembro grande y duro entre sus nalgas y se excitó... Afortunadamente, era domingo y no tenían que cumplir con horarios laborales ni escolares, y sus hijos seguían durmiendo en sus habitaciones.
Quería más... él se agachó hasta el nivel de sus redondeadas nalgas, levantó la bata de Marce y la inclinó sobre la mesada de la cocina, dejando su trasero en pompa, mientras Nacho se perdía entre sus curvas, dándole placer de una manera que otro hombre, por el cual tanto sufrió al ser reemplazada, no había logrado nunca. Pero ese joven amante ya estaba ocupando ese lugar.
Mi amiga disfrutaba completamente, había borrado definitivamente su pasado, lo único que deseaba era disfrutar el momento.
Se entregaron una vez más en la cocina, esta vez de manera más suave, casi tántrica, pero igual de placentera para ambos.
Después del café (y el momento en la cocina) llegó el momento de despedirse. Estaban tan enamorados que sus bocas no querían separarse, estaba claro que se volverían a ver y a compartir más momentos íntimos, entre ellos había surgido una química sexual increíble.
Al cabo de unos días, llegó nuestro miércoles de encuentro, ese día era sagrado para nosotras, las amigas.
En el Mami Hockey, llegó la noche en que tres amigas nos juntamos para cenar en un restaurante: Marcela, Analía y yo (Gabriela).
Marcela tenía un brillo especial en los ojos, algo que nos había adelantado en conversaciones previas y nosotras estábamos muy curiosas y queríamos todos los detalles.
–Vamos amiga, cuenta –le dijo Analía, que era la más atrevida de las tres.
Marce se animó a decir: –¡Chicas, es un chico! ¡No sé qué hacer! ¡Ayúdenme por favor!
–No quiero involucrarme demasiado como la última vez– interrumpí para darle ánimos y preguntarle si le gustaba el chico.
–Sí... un poco... –respondió tímidamente... (mentira, estaba completamente prendida, ese chico la tenía loca).
Analía, más osada y directa, le hizo una pregunta sin tapujos:
¿No le habrás dado "el sí" en la primera cita, verdad?
Un silencio nos invadió a todas y Marcela, toda sonrojada, bajó la cabeza y sonrió.
Era obvio que había sido así... las tres empezamos a reír sin control y levantamos nuestras copas por este reciente romance de nuestra amiga.
Marcela fue la primera en tener un amante mucho más joven en nuestro círculo íntimo de tres amigas, Analía, un poco excitada, le pedía más y más detalles, estaba caliente por la bebida y por el gran paso que había dado Marcela Rodríguez al involucrarse con un chico más joven.
–¿Y qué tal está de bien dotado? –preguntó Analía con insinuaciones, queriendo saberlo todo.
–Muy bien dotado –sentenció Marce, orgullosa de su amante Nacho.
–¿Nos lo prestas? –le dije con tono travieso, a lo que ella respondió– ¡Ni loca!
–Vamos, no seas egoísta, quiero tener un encuentro con tu anestesista –dijo Analía, algo excitada. Nuestra otra amiga rubia, con hambre de diversión debido a su vida aburrida en el barrio privado y su esposo empleado bancario, se animó a buscar un amante que la sacara de la monotonía, inspirada por la aventura de Marce.
Acordamos que nos lo presentaría sí o sí, así que, la noche del viernes después de nuestro partido de hockey en el club, él fue a buscarla y la esperó sentado en la tribuna.
Terminamos de jugar y nos despedimos del resto del equipo, quedamos con Analía haciéndonos las desentendidas mientras Marcelita lo acercaba y nos lo presentaba. Era un chico encantador.
–Chicas, les presento a Nacho... mi novio –dijo ella, nerviosa pero orgullosa de tener a ese chico hermoso a su lado, y del cual ya conocíamos hasta el más íntimo detalle.
Me dio envidia verlos tan enamorados... o quizás era solo el hecho de notar la diferencia de edad, pensamientos propios de una envidiosa.
Él le tomaba la mano y ella no la soltaba ni un segundo, completamente enamorada.
Estuvimos charlando los cuatro un buen rato, nos caía muy bien. Después nos acompañaron a la salida, y se despidieron yéndose tomados de la mano y deteniéndose de vez en cuando para besarse. Estaban lanzando indirectas frente a nosotras, como dice el dicho, yo soltera y Analía tampoco estaba recibiendo mucha atención, la muy pícara de Marce nos lo restregó en la cara jajaja.
Al parecer, estaban ansiosos por irse a la cama juntos, ya tenían todo planeado. Él se la llevó a su departamento para pasar el fin de semana, ya que sus hijos iban a estar con el padre en casa; imagínense dos días para ellos solitos, con las hormonas al máximo, encerrados sin ver la luz del día. Mi amiga iba a aprovechar al máximo a su ahora "novio".
Llegué a casa, llené la bañera y me sumergí, estaba tan excitada que masturbarme era inevitable, tenía muchas ganas de tocarme... me excitaba imaginando a mi amiga y ese chico que iban a disfrutar todo el fin de semana.
Mientras Gaby me narraba todo esto, yo estaba muy excitado, tanto que la interrumpí poniéndole mi miembro en la boca, ella, muy sumisa, me daba sexo oral divinamente; luego la hice levantarse y, apoyada contra el espejo de la pared, le mordí las nalgas y las...
Busqué con determinación aquel diminuto agujero tan esquivo. Le prodigué una lamida en la retaguardia con auténtico entusiasmo, mi pasión era tal que anhelaba realizarlo, y la colmé de lametazos y saliva con profunda devoción, luego subió a la cama y la puse en posición de cuatro para volver a lamerle el trasero, mientras imaginaba todo el pasado con Marcela.
"Espera así", le solicité a Gaby, me dirigí a la despensa y tomé una botella de aceite, regresé y allí estaba como la dejé, en posición de cuatro esperando ser penetrada. Vertí el aceite en esas nalgas firmes y unté mi miembro erecto con el líquido viscoso. Se lo introduje en el ano y vivimos el sexo anal más impresionante que haya experimentado con Gabriela, quien lo recibió con total sumisión. Contemplar sus nalgas aceitadas era un deleite. Mi mente maquinaba, imaginándome a Marcela... y ahora también a Analía... la amiga que se sumó y que ansiaba recibir un pene."
Con el tiempo, no pude contenerme y deposité un mar de semen en el trasero de Gaby. Exhaustos nos tendimos en el suelo porque la sábana estaba impregnada de aceite de cocina, no podíamos dejar de reír por semejante escena insólita y, al reponernos, la ayudé a limpiar todo.
Recuperamos fuerzas, nos duchamos y nos dio hambre, fuimos de compras al supermercado y adquirimos algo de alimento... ¡ahhhhh y una botella de aceite para reponer todo lo que habíamos gastado untando sus nalgas.
Fue un fin de semana maravilloso, relajados con la casa de Gaby solo para nosotros dos.
Juro que me entusiasmaba la idea de conocer a Analía... la otra rubia. Por ser parte de ese grupo de amigas, debió de ser igual de atractiva que Marce y Gaby.
Pero eso será motivo de otra historia.
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