Seguiré con este recuerdo que me genera tantas sensaciones, agradecido por leer mis relatos y motivándome a continuar plasmando mis experiencias.
Repasando... Una tarde donde la excitación de observar mujeres con prendas transparentes y marcando su ropa interior me llevó a idear un plan con mi esposa, esa noche salimos a divertirnos y todo transcurría de maravilla con un elogio de un desconocido, al finalizar la cena con una eyaculación que quedó en mis pantalones y un orgasmo contagiado en un susurro de mi esposa tan placentero que aún resuena en mis oídos.
Ahora les relataré lo que ocurrió después de ese momento tan estimulante, donde nos sumergimos en el placer desatendiendo el entorno, enfocándonos únicamente en la satisfacción de llegar al clímax solo con caricias y la excitación del momento. Una vez regresamos de ese éxtasis que nos elevó a las estrellas y nos trajo de vuelta en un instante, reaccioné y me encontré con mi esposa que abrió los ojos y lidió con la situación con su respiración agitada diciendo -amor- mientras me sonreía.
Intentamos disimular lo ocurrido, pero sinceramente no supe si alguien en la cercanía se percató. Nos pusimos de pie y solicitamos la cuenta. Al pagar, noté que la camarera nos observaba como si intuyera algo, sus ojos se posaron en mis pantalones y en la mancha presente, así que tomé la chaqueta de mi esposa y la coloqué estratégicamente, tratando de encubrir la situación. Nos levantamos, mi esposa se encaminó al baño y yo hice lo propio. En ese momento, no pude evitar preocuparme de que alguien notara la mancha en mi pantalón. Al llegar al retrete, le di un leve palmada en el trasero a mi esposa, ella volteó y me regaló una sonrisa; yo ingresé al baño y con papel traté de limpiarme lo mejor posible. Aun embargado por la excitación, aquel momento resultaba inolvidable.
Al salir, me topé con mi esposa en el pasillo, y una vez más contemplé su espléndido cuerpo, que a mis ojos era simplemente perfecto, luciendo aquel vestido ajustado y resaltando cada parte de ella, irradiando frescura mientras yo me sentía incómodo por la situación en mi pantalón. Ella me tendió la mano, la tomé y me sorprendió cuando, entre sus dedos cerrados, me entregó su tanga húmeda. Afirmé con una sonrisa, a lo que ella respondió -estás loco-, y entre risas abandonamos el lugar. El empleado encargado de buscar mi vehículo mantenía su atención en mi esposa, pero sus intentos fueron en vano, ya que aguardé junto al auto para abrir la puerta a mi dama. Cuando subió al carro, me pidió ayuda; se acomodó en el asiento, abrió las piernas dejando al descubierto su intimidad, la imagen me dejó paralizado. Mi corazón volvió a latir aceleradamente y ella me regaló otra sonrisa; dejé una propina al chaval, subí al vehículo y emprendimos camino hablando acerca de esa noche. Me comentó que su vestido estaba mojado y que necesitaba cambiarse.
Le entregué una pequeña bolsa que había dejado en los asientos traseros, ya que al salir de casa había tomado unos leggings grises y una diminuta tanga rosa. Ella rió y mencionó que estaba preparada, asentí con una mirada pícara y le sugerí que se cambiara ahí mismo. Tras pensarlo un instante, comenzó a despojarse del vestido, no llevaba más que aquella prenda pues prescindía de ropa interior, colocó la diminuta tanga rosa y los leggings grises, sin añadir camisetas, blusas o sujetadores, únicamente el mallón y la tanga, cubriéndose con el fino suéter que acompañaba su vestimenta.
Aquella prenda tenía solo 2 botones, por lo que en cualquier momento sus pechos pudieran asomarse juguetones por el escote. Al observar aquello, mi excitación aumentó. Le comenté que yo también me despojaría de mis prendas, usualmente vestía ropa de gimnasio pues tras el trabajo solía ir a ejercitarme, pero en esta ocasión no llevaba calzoncillos, tan solo unos pantalones ajustados.
Sin embargo, no estaba pegado de color gris. Hice una pausa para cambiarme y al bajar los pantalones, todavía sentado en el asiento del conductor, mi miembro se excitó al recordar la imagen de mi esposa cambiándose en el coche. Sus ojos se abrieron aún más cuando notó que solo usaría los pantalones pero sin calzoncillos. Comentó que se notaba mucho, pero no teníamos otra opción. Así que continuamos en el camino, conversando sobre temas picantes y yo anhelaba más de esa excitante sensación.
Decidí hacer una parada en una tienda para comprar algo de beber y mi esposa me acompañó. El empleado de la tienda se sorprendió al ver a mi esposa, sin embargo, no pasó a mayores ya que estábamos concentrados en comprar bebidas. Aunque yo no podía evitar mirarle el trasero y realmente se veía muy bien con esos leggings. Al regresar al coche, le pregunté si tenía frío, a lo que respondió afirmativamente, pero no tenía con qué abrigarse. Le comenté que yo también lo sentía, a lo que ella respondió riendo, diciendo que no me creía y volteó a mirar mi miembro, lo tomó y me dijo:
- Parece que aún estás muy excitado.
Se me ocurrió seguir con el juego, así que la invité a un Starbucks; al abrirle la puerta del coche, le dije que esa sería la última parada antes de ir a casa y que la noche aún no terminaba. Extendí mi mano para tomar la suya y ella me abrazó, diciendo:
- Cerraremos con broche de oro.
Le acaricié el trasero y con voz ansiosa le dije:
- Vaya, cariño, estás realmente guapa, tengo muchas ganas de hacer el amor contigo y de saborear ese trasero.
Ella simplemente respondió:
- Estoy ansiosa por que me acaricies y disfrutes mi trasero, pero primero quiero mi café - mientras caminaba hacia la entrada.
En el café, al abrir la puerta, varias personas nos miraron. Sentí las miradas de algunos chicos y chicas, ya que no llevaba calzoncillos y mi esposa llevaba un suéter sin sostén; éramos el centro de atención. Cuando nos formamos en la fila, le acaricié el trasero por detrás mientras esperábamos. Ella se pegaba a mí y rozaba disimuladamente su zona íntima en mi pierna, sintiendo mi miembro.
De repente, se volteó dándome la espalda, tomó mi mano y la puso entre su cuello y hombro derecho, introduciéndola por debajo de su suéter. Me sorprendí al principio, pero al sentir sus pezones solo me dejé llevar por el placer. Al llegar al mostrador, no se separaba de mí, ya que tenía una erección y ella no quería que nadie lo notara. Permanecimos abrazados hasta que nos sentamos y ella me pidió que no me levantara para que mi excitación no fuera evidente. Al escuchar que nuestros pedidos estaban listos, ella me instó a disfrutar.
Se levantó y contemplé una vez más su trasero, se inclinó varias veces para alcanzar nuestros vasos, servilletas y demás accesorios, dándome el gusto de admirarla. Había unos chicos esperando sus cafés; mi esposa no solo me ofreció el espectáculo a mí, sino que ellos también disfrutaron de su impresionante trasero y de la transparencia que resaltaba sus encantos. Uno de los chicos ajustó su miembro al verla. Regresó a su lugar y los chicos no podían apartar la mirada de ella. La imagen que vi al estar sentado y ella de pie mostraba claramente sus labios vaginales perfectamente delineados dentro de su legging, resaltando el mini triángulo de su tanga adornando su intimidad, eso me excitó aún más. Nos dirigimos al coche y al salir, un chavo me expresó satisfacción con gestos. Le respondí con un simple 'Gracias'.
con la mano abierta.
Ella continuaba abrazándome para evitar ser vistos, al salir del café se separó de mí y agarró mi pene diciendo:
- Vamos, que ya no puedo esperar-
Tomó mi mano y en el coche tuvimos un momento muy excitante y recordé a las chicas de ese mismo día, estaba muy cachondo y mi esposa también lo estaba. Le di una palmadita en el trasero y acaricié sus piernas. Volteó a verme, erguida, y deslicé mi mano entre sus piernas, que ya estaban húmedas. Ella gimió suavemente, se giró y se sentó correctamente diciendo que nos marcháramos.
Al subir al coche, mi esposa comenzó a acariciarme sobre mi pantalón. Me sorprendí al verla tocándose y gimiendo, me pedía que me apurara porque quería llegar pronto. Mientras se tocaba el sexo y se pellizcaba suavemente los pezones, sus pechos ya estaban libres. Conduje como un loco para llegar lo más rápido posible, ya que quería desahogarme de una forma diferente.
Finalmente llegamos a casa, subimos al apartamento sin hacer ruido. Mientras subíamos, levantaba su trasero y yo lo acariciaba. Noté que su pantalón ya tenía una mancha de sus fluidos y mi pene quería liberarse de mi pantalón.
Al fin llegamos, cerramos la puerta y se abalanzó sobre mí, frotando su sexo en mi pierna y moviéndose para sentirme, gemía deliciosamente. La llevé a la cama y la puse en posición de cuatro, le quité el pantalón y le puse el vestido que había llevado en la cena, con una diminuta tanga rosa. Después le levanté un poco el vestido y empecé a lamer su trasero, ¡qué trasero más delicioso! Me embriagué con sus jugos, le introduje el pene, le di nalgadas y esa noche disfrutamos como locos el uno del otro. La tumbé boca arriba mientras se tocaba, le penetré y ella gemía de placer. No le quité el vestido, ya que eso le excitaba más. Finalmente, ella alcanzó el clímax y me llenó de sus fluidos, yo no pude contenerme y me corrí dentro de ella, disfrutando del monumento de mujer que tenía en mi cama. Mientras hacía los últimos movimientos, pellizqué sus pezones y lamí su pecho, mientras ella aún recuperaba el aliento.
Fue una noche increíble, descansamos un rato y luego nos levantamos de la cama para ducharnos y volver a dormir.
Es un placer compartir este momento con ustedes, estén atentos porque tengo más relatos por escribir.
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