Caso Nº 1: Jugoso
“Sinceramente no esperaba que todo terminara de esta manera, pero debo admitir que me cambió”
-Anónima
Todo comenzó cuando decidí cambiar de carrera, después de haber estado estudiando enfermería en la universidad local durante casi un año. Sin embargo, tras un año, opté por pasarme a psicología, donde, tras un semestre, empecé a sentirme cómoda y en mi lugar. Al estar ya un año en la universidad, sabía que debíamos asistir al pasillo de inglés, y aunque debería haberlo hecho antes, nunca lo hice mientras estaba estudiando enfermería debido a la falta de profesores. Pero este año era distinto.
Profesor: Pasen, ya estamos a punto de empezar.
Se trataba de un nuevo profesor, joven, muy joven. Aunque ya llevábamos diez minutos de clase, nos dio tiempo para entrar tranquilamente. Vestía de manera formal, pero no excesivamente, era alto (al menos para mí), tenía labios gruesos, cabello oscuro, llevaba gafas y sonreía con frecuencia. Una vez que todos estábamos dentro, cerró la puerta y comenzó la clase.
Profesor: ¡Gracias a todos, nos vemos el jueves!
La clase transcurrió rápidamente, nos presentamos unos a otros, ya que se trataba de un grupo variado de nivel básico, y conocimos al profesor. Tenía 23 años, y yo estaba a punto de cumplir 19, la mayoría de los estudiantes rondaban mi edad.
Con el tiempo, me di cuenta de que su estilo de enseñanza era muy acogedor, nos animaba a hacer preguntas y nos explicaba de manera excepcional; al ser joven, comprendía nuestras dudas y necesidades. A veces realizábamos juegos o descansábamos con otras actividades lúdicas. Un día, algunos compañeros se quedaron después de clase para charlar con el profesor, quien era bastante abierto sobre su vida. Un día, después de casi tres meses de clases, llegó mi turno de hablar a solas con él.
Comenzamos hablando sobre diversos aspectos de nuestra vida personal, hasta que, con el tiempo y la confianza, me animé a preguntarle sobre su vida sentimental y sexual. Por cierto, me llamo Samantha...
Samantha: ¡¿En serio hiciste eso?! (Me reveló que había mantenido relaciones con la coordinadora de su departamento, hace algún tiempo)
Profesor: Sí jaja, tuvimos algunas veces, y aunque pensé que sería algo temporal o casual, ella empezó a encariñarse conmigo y tuve que decirle que no era lo que buscaba.
Samantha: Vaya, profe, te pasaste (Él estaba sentado en su escritorio, mientras yo me encontraba en el suelo frente a él, un poco cerca, me gustaba estar a su altura).
Profesor: Jaja, era más joven y en mi época de locuras, así lo veía. Pero en parte me arrepiento (Casi toda la conversación transcurrió con él sentado de lado, mirándome mientras hablábamos, pero poco a poco fue girando su cuerpo hacia mí).
Continuamos charlando, compartió más detalles sobre sus encuentros y experiencias sexuales, y poco a poco se fue sintiendo más relajado; su postura lo delataba.
Profesor: ¿Y tú? Cuéntame algo, pareces muy cómoda escuchándome, pero cuéntame algo jaja (Reía y sonreía, definitivamente era su mejor cualidad, pero por unos segundos, antes de que sus labios se cerraran, esa era su mejor cualidad en realidad, cómo se veían gruesos y claros en esos instantes precisos).
Samantha: Pues la verdad es que no tengo experiencia jaja, soy virgen (Era la verdad, tenía conocimientos sobre el tema, pero hasta ese día no había tenido ninguna experiencia).
Profesor: ¡No me digas! ¿En serio? Jaja (No solo mostraba comodidad y sorpresa, sino interés, abrió las piernas y orientó su cuerpo hacia mí).
Samantha: En serio, profe, he tenido un par de novios, y con el último llegué a considerarlo, pero al final nunca pasó nada realmente (Él sabía
lo que me estaba poniendo ansiosa, y especialmente notó que desviaba la mirada a sus labios ocasionalmente).
Maestro: ¿Y no te llama la atención? ¿Eres heterosexual?
Samantha: Claro que me llama la atención, pero también desearía que fuera especial, y no jaja soy bisexual (Comenzó a hacer lo mismo, miraba mis labios de vez en cuando y percibí que mi postura también se abría hacia él).
Maestro: Oh, ¿y cómo te diste cuenta de que eres bisexual?
Samantha: Bueno, aunque no he estado con nadie, me encantan los besos, demasiado y me he besado con algunas amigas y han sido de los mejores besos.
Maestro: Entiendo, ¿y no has pensado en perder tu virginidad con alguna amiga?
Ya habían transcurrido varios minutos desde que empezamos la conversación, la cual había comenzado 20 minutos antes de terminar la clase, ya que siempre nos dejaba salir 20 minutos antes, por lo que se notaba que el pasillo estaba medio vacío y que pronto sería hora del receso general del campus.
Samantha: Lo llegué a considerar, pero prefiero empezar con un hombre, y averiguar cómo se siente.
Y entonces lo vi, ese día el profe llevaba unos pantalones de vestir, así que era evidente, pude notar cómo se le marcaba el bulto por la pierna, y al estar con las piernas separadas hacia mí, se sentía como si estuviera cerca de mi rostro. Y aunque lo vi por unos microsegundos, al volver a mirar su rostro, me di cuenta de que lo vi.
Maestro: ¿Todo bien Sam? (Su expresión había cambiado, sobre todo sus ojos, y sonreía de tal modo que sus labios resaltaban perfectamente).
Samantha: Sí sí... Ya no hay nadie, ¿verdad? (Pensaba plantear alguna pregunta, solo para despistar y cambiar el tema, pero surgió una pregunta que definitivamente no tenía previsto).
Maestro: Jaja sí, no se escucha nadie, y son justo las 2, ¿por qué la pregunta? (Exactamente, por qué la pregunta...)
Samantha: Nada más, no quiero que nos atrapen hablando de esto jaja...
Ajustó sus pantalones, de tal manera que era más evidente, lo miré y se produjo unos segundos de silencio. Tragué saliva y busqué su mirada. "O me quedo o me voy" pensé, sus labios se veían perfectos, y nuestras miradas coincidieron.
Fue entonces cuando me decidí.
Samantha: Profe, ¿tú qué prefieres? ¿Pechos o trasero?
Maestro: Me encantan los pechos, pero no podría vivir sin trasero. Hasta ahora no había dado una descripción de cómo soy físicamente. Soy algo bajito, tengo caderas anchas y considero que tengo un bonito trasero, no tengo muchas curvas, soy de piel clara con pecas y cabello rizado.
Samantha: ¿En serio? ¿Por qué? (Intentaba llevar la conversación, pero entonces se levantó para ejemplificar su respuesta).
Maestro: Porque no puedes tener relaciones sin trasero, los golpes y movimientos se sienten ásperos (Respondió mientras recreaba una escena de intimidad, colocando sus manos y brazos frente a él y moviendo la cadera como si estuviera siendo enérgico).
Samantha: Jaja ya veo... (Definitivamente había perdido la batalla, y probablemente la guerra, ahora estaba absorta en su miembro, que, aunque estaba a la altura de mi cabeza, aún podía acercarme a él).
Maestro: Ven (Me tendió la mano, la miré por un instante, y la tomé, acercándome a él). ¿Qué sucede Sam? ¿Hay algo que quieras decirme... ¿o hacer?
Sam: ¿Eh? Jaja no, ¿de qué habla? (Sonrió, y fue entonces cuando dejé de pensar y demostré abiertamente que estaba nerviosa. Qué más da, él ganó, y en el fondo...).
Maestro: Ya ves, noto que no dejas de mirar mis labios. (Dijo mientras se aproximaba a mí y acariciaba mi mano).
Se detuvo, cerca de mi rostro, estábamos solos en el aula, en el pasillo y aunque no en el edificio, se sentía como tal. Cerré los ojos y me acerqué un poco más, y fue entonces cuando sentí sus labios. Conectándose con los míos, humedeciéndolos lentamente. Primero...
comenzó despacio, y al tomar mis caderas, abracé su cuello y la pasión surgió.
Enseguida, empezamos a forcejear, hasta que me apoyé en el pupitre más cercano y me hizo subir para sentarme, se acercó a mí y mis piernas rodearon su cintura. Por un instante me detuve y dejé escapar un suspiro al sentir su erección contra mi entrepierna, aún a través de la ropa percibí con claridad su firmeza.
Nos miramos brevemente, y comenzó la escena, desabroché un poco su camisa y deslicé mi mano para acariciar su cuerpo, él a su vez deslizó su mano por debajo de mi blusa y comenzó a hacer lo mismo. Seguimos besándonos, una de mis manos acariciaba su rostro, y una de sus manos descendió por mi pierna, elevándola y acercando nuestros cuerpos. Antes de llegar a su pecho, ambos entramos en un juego de lenguas, empecé a sentir mi intimidad húmeda, y seguramente él también comenzaba a excitarse.
De repente, sin previo aviso, me quitó la blusa, me quedé paralizada mientras la apartaba a un lado dejándome solo con el sostén puesto.
Sam: Profesor, ¿qué estás haciendo? Si nos descubren, estaremos en problemas (le pregunté, no tanto asustada ni preocupada, sino más bien excitada, aunque cubriéndome).
Profesor: Sabes que no pasará nada grave (dijo mientras se dirigía hacia la puerta, la cerraba con llave y apagaba la luz).
Sam: Jaja… ¿Realmente vamos a hacer esto? (No pretendía fingir inocencia, era evidente mi interés, aunque ciertamente parecía ingenua, pero definitivamente deseosa).
Profesor: ¿Estás segura? Si te sientes incómoda, podemos parar en cualquier momento.
Sam: Estoy segura, y creo que tú también lo estás (respondí retirando las manos de mi sujetador).
Profesor: Tú primero, háblame de ti (me respondió con una sonrisa mientras se acercaba a mí y tomaba mi rostro para besarme nuevamente).
Después de unos besos, descendió sus manos hacia mi sostén y comenzó a desabrocharlo. Una vez desprendido, contempló mis senos, pequeños, blancos y pecosos. Se detuvo a admirarlos, luego los acarició con la boca y la lengua, provocándome gemidos y sensaciones intensas. Agarré su cabeza y apreté su cabello mientras con la otra mano exploraba mi entrepierna, que palpitaba y vibraba, algo que nunca antes había experimentado.
Sam: Quiero… Quiero más, mucho más.
Él se detuvo, sonrió, y me levantó del pupitre.
Comenzó a desabrochar su pantalón, pero lo detuve y lo miré; quería hacerlo yo. Entonces procedí a bajar la cremallera, los pantalones cayeron de golpe hasta el suelo, revelando un bóxer negro y una erección ansiosa por liberarse. La bajé y saltó libremente cerca de mi rostro, imponente, húmeda y con un aroma que me invitaba a acercarme.
Profesor: ¿Necesitas alguna guía? (preguntó, lo cual me pareció encantador).
Sam: No, creo que sé qué hacer.
Le respondí sinceramente, era la primera vez que enfrentaba una situación así, con una erección tan cerca de mí, pero tenía una vaga idea de cómo proceder. Había visto material explícito, y había conversado con amigas sobre este tema. Cerré los ojos parcialmente y abrí la boca, introduciendo lentamente el miembro en mi boca, humedeciéndolo. Una vez hecho esto, comencé a realizar movimientos de entrada y salida, succionando con avidez, notando su placer, su jadeo. En un momento dado, colocó su mano sobre mi cabeza, proporcionando una leve presión, guiándome hasta lograr introducirlo por completo en mi boca, alcanzando la profundidad de mi garganta y provocándome un placer indescriptible. Después de lo que me pareció unos minutos, me tomó de los hombros y me incorporó.
Profesor: ¿Preparada? Ahora te daré una demostración de lo que te mencioné.
Sam: Lista (sonreí, mientras me daba la vuelta y bajaba la larga falda que llevaba puesta, que cayó al suelo, revelando un diminuto calzón rosa de encaje, no pude ver su rostro, pero percibí su mirada fija en mí, acarició mi trasero unos instantes y finalmente lo retiró. Se incorporó y me inclinó ligeramente contra el pupitre).
Profesor: Definitivamente tienes un trasero que anhelaba poseer… Allá voy, comenzaré suavemente para no interrumpir el flujo.
Resulta incómodo, lo inicial siempre resulta incómodo, aunque hay algunas excepciones. (Comenté mientras percibía cómo se acercaba su miembro a la entrada de mi vagina). Y así penetró, ambos estábamos muy excitados, tanto que la penetración no fue tan dolorosa como había imaginado, entró y permaneció allí unos instantes.
Profesor: ¿Cómo te sientes? ¿Retiro o avanzo más? "¡Más!?" Pensé, sorprendida, creí que ya lo había introducido por completo.
Sam: No, introdúcelo todo, no estoy sintiendo dolor (Le respondí, y enseguida, me embistió con la parte restante de su miembro. Definitivamente no lo había introducido todo, y aunque no dolía como lo habían descrito otras personas, ciertamente causó suficiente dolor como para que hiciera una mueca y colocara ambas manos sobre el pupitre).
Profesor: Ahhh, sí, de esto estaba hablando. Si te duele, avísame.
Sam: Sí, profesor... Continúa, resistiré.
Dicho y hecho, me tomó de la cintura y comenzó a hacerme el amor, tan enérgico y vigoroso que creí que me rompería en cualquier momento, escuchaba el sonido de nuestros cuerpos en toda la sala; mi trasero y su cadera.
En cierto instante agarró mi cabello y comenzó a tirar de él mientras su miembro entraba y salía de mi vagina, ambos estábamos tan húmedos y empecé a gemir intensamente. Mis ojos se entrecerraban y el dolor se volvía soportable, pero el placer me invadía por completo.
Sam: Más fuerte, más fuerte, me está encantando (Le pedí, sin pensar).
Profesor: Como desees, Sam.
Me respondió, probablemente con una sonrisa, y agarrándome de las caderas comenzó a embestirme aún más fuerte y vigorosamente, algo que creía imposible. Empezó a propinarme nalgadas, dejando mis manos marcadas en mi piel blanca y sensible. Empezó a jadear mientras yo gemía con más intensidad, ansiaba romper el pupitre y que él también me rompiera. Y entonces, sucedió. Comenzó a gemir al unísono conmigo y sentí su miembro vibrar y llenarme de un líquido caliente que identifiqué de inmediato como su semen. Quería saborearlo, quería sentirlo en mi rostro, en mis senos, en todo mi cuerpo, pero por ahora estaba extasiada y satisfecha con sentirme colmada, tanto que percibía cómo comenzaba a escurrir por mi pierna. Nos detuvimos, ambos jadeando un poco. Retiró su miembro, y al mirarlo, estaba enrojecido y palpitante, con algo de semen en la punta. Sacó papel de su mochila, se limpió, me pasó un poco y empecé a limpiarme la pierna; definitivamente había sido mucha eyaculación, seguía goteando.
Pasados unos segundos, nos miramos y sonreímos.
Profesor: ¿Captaste el ejemplo? (Me preguntó, mirando mis caderas).
Sam: Sí, pero creo que no quedó muy claro, tal vez necesite más tiempo después...
Profesor: Jaja, ¿tan rápido perdiste la inocencia? (Me cuestionó y ambos sonreímos. Se acercó a mí y nos besamos un poco más).
Ese día fue la primera ocasión en que intimamos, la primera vez que perdí mi virginidad, con mi profesor de inglés. Tuvimos relaciones en el aula donde me impartía clases, y no fue solo una vez, fueron varias. Algunas veces en la escuela, otras en su vivienda, en la mía. Fue lo mejor el sexo con él…
Otros relatos que te gustará leer