Ana María, es la esposa de un compañero, podría decir mi inmejorable compañero, pero con lo sucedido hace unas semanas, no creo que tenga la integridad suficiente para seguir llamándolo mi inmejorable compañero, ni siquiera debería considerarlo compañero.
Crecimos en la misma zona, asistimos a las mismas celebraciones y conocimos a las mismas mujeres juntos, y durante años, si a ambos nos interesaba la misma mujer, yo me retiraba, incluso si la mujer también mostraba interés en mí.
Hace mucho tiempo, decidí emprender un viaje por motivos laborales, que se transformó con el correr de los días en una aventura personal, conocí en esa ciudad cajamarquina a una mujer hermosa, de tez clara y ojos verdes, hasta ahora había sido mi mayor conquista en lo que a belleza se refiere. El viaje de negocios, que estaba planificado para durar dos semanas, se prolongó por dos meses de besos, abrazos y algo más. No deseo dejar a la imaginación qué significa "algo más", porque podría influir en el resto de la narración, por lo tanto, les relataré que se trata de una felación que la mujer de tez clara y ojos verdes me practicó, al principio parecía inexperta en ello, pero en nuestra última noche juntos, su desempeño en la felación fue excepcional, su lengua jugueteando en la punta de mi miembro viril y sus dedos acariciando suavemente mis testículos, convirtieron aquella felación en un final magnífico.
Tres días después, esa mujer se convirtió simplemente en un relato erótico, que contaba una y otra vez a mi (bueno, seguiré llamándolo amigo), quien constantemente me pedía detalles sobre esos dos meses junto a ella, y a medida que pasaba el tiempo, ese relato se transformó en solo una anécdota más de las muchas que le conté en su momento.
Pasan los días y se convierten en semanas, las semanas se convierten en meses, y los meses se convierten en un par de años, en los que mi amigo había trabajado conmigo en la empresa. Después de esos dos años, le asignaron a mi amigo su primer viaje de trabajo a un pueblo llamado Huamachuco, situado en La Libertad, a 6 horas de distancia de Cajamarca, y lo que originalmente iban a ser dos meses de trabajo, se convirtieron en dos años debido a decisiones de los directivos de la empresa. Tras este período, él me envió una invitación virtual para su boda.
A través de numerosos mensajes, mi amigo me instaba a asistir, mencionando que sería una suerte de padrino, digo "suerte" porque no me pidió ninguna contribución económica para la boda. Así que, la noche de la boda llegó y allí estuve, aunque por poco no llego a tiempo, gracias al destino o capricho del destino llegué un poco más tarde de lo planeado y mi amigo decidió esperar a que yo estuviera presente para casarse.
Y hablando de caprichos del destino, me llevé una gran sorpresa al llegar y en medio de la confusión, él me presentó a su esposa de pasada, de manera apresurada, al punto que solo tuvo tiempo de decir hola, sin reconocer quién era yo. Ese simple saludo fue suficiente para que yo identificara a la esposa de mi amigo como aquella mujer de tez clara y ojos verdes que me había brindado felaciones durante casi dos meses en el pasado.
A pesar de todo, la boda prosiguió y mi amigo, cuando todos ya estaban en la recepción, pidió a su esposa bailar y antes de terminar la canción, me cedió el resto del baile con su ahora esposa.
Fue en ese momento cuando ella se percató de lo pequeño que es el mundo, y yo no sabía qué decir mientras bailábamos, solo acerté a saludarla nuevamente, añadiendo un "a los años", y ella, más relajada, comentó: supongo que tu amigo sabe acerca de la mujer que te practicó felaciones durante casi dos meses en Cajamarca, ¿no es así? Ante esa pregunta, me vi en la necesidad de tragar saliva y contestar afirmativamente, asegurándole que jamás revelé su identidad. Al concluir el baile, mi amigo me formuló una pregunta con la que me quedé perplejo, estando a una distancia.
Prudentemente, para no ser over despertada, me susurró: ¿Es esta chica blanca de ojos verdes, a la que tú también le diste manadas, verdad? Te cuento que también está aquí preparando unas deliciosas manadas. Mientras él me decía esto, lo observaba con una expresión que parecía de alegría, pero en realidad era más nerviosismo que otra cosa. Esa noche solo ella y yo sabíamos que era la misma chica que hacía las manadas tan ricas.
Tres noches después, la fiesta terminó y al atardecer del cuarto día me despedí de mi amigo y su esposa. Al hacerlo, me entregaron un paquete con unos quesos. Decía "se suponía" porque en cada queso ella había escrito su número de teléfono, asegurándose de que lo agregara a mis contactos. Así lo hice, añadí el número con el nombre "manadas". No le escribí a ella, solo seguí escribiendo a mi amigo durante meses y de vez en cuando le mandaba saludos a ella.
Cinco años después, la empresa trasladó a mi amigo de vuelta a nuestra ciudad natal. Me encargaron encontrarles una casa en alquiler o venta, ya que mi amigo no quería llegar como un mendigo a casa de sus tíos. Les conseguí una casa en venta cerca del departamento que había alquilado durante tres años. La distancia era tan corta entre mi departamento y su casa que cada domingo por la noche cenábamos los tres juntos en su casa. Fue en esas noches cuando empecé a notar una cierta frialdad en ellos. Pregunté discretamente a mi amigo, aunque ella estuviera presente, y me respondió: "Hace tres años que estamos así, desde que se me ocurrió la estúpida idea de serle infiel. Aunque ella me perdonó y seguimos juntos, ella se volvió fría."
Con el tiempo, la confianza que teníamos en los días en que me daba sexo oral regresó. Digo "la confianza", no se adelanten a sacar conclusiones. Pero fue gracias a esa confianza que una noche, tras encontrarla llorando en su casa, ella me confesó que estaba harta de mi amigo. Le había descubierto siendo infiel de nuevo y esta vez no estaba dispuesta a perdonarlo, esta vez se vengaría.
"¿Vengarte?"
"Sí, voy a vengarme. ¿Y cómo lo harás?" "Cacharé con el primero que se me cruce el sábado". ¿Y adivinen qué sucedió? El sábado ella llegó a mi departamento, esperando que durante el trayecto se le cruzara alguien, pero nadie apareció. Así que dado que era yo quien estaba delante de ella, tendría que tener relaciones conmigo. Para ser honesto, el recuerdo de su sexo oral no me permitió resistirme a la situación y en pocos minutos estábamos en mi sala, yo de pie y ella de rodillas, llevándose mi miembro hasta lo más profundo de su garganta, lo hizo tan bien y como toda una experta. Fue en su boca donde me corrí, permitiéndole tragar una gran cantidad de semen, ya que había estado recordando su desempeño oral durante días.
Después de lavarse en el baño, pensé que ella saldría y se marcharía, pero no. Salió del baño completamente desnuda, me tumbó en el sofá, me quitó toda la ropa y se sentó en mi miembro introduciéndoselo de un solo empujón. Pude sentir su cuerpo estremecerse con cada vaivén de mi miembro en su vagina. Estuvimos así durante muchos minutos, ya que al haber eyaculado en su boca anteriormente, me tomó un poco más para eyacular por segunda vez. En ese lapso de tiempo, ella alcanzó el orgasmo más de cinco veces, gritando como una verdadera perra.
Continuará...
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