El día 26 de abril de 2023, visité la casa de mi madre, ya que vivo por separado desde que me casé y posteriormente me separé, ahora vivo solo. En la casa de mis padres aún tengo mi habitación, donde viven mis dos hermanas, mi padre y mi madre. Al llegar a casa por la tarde, alrededor de las tres, encontré a mi madre en la cocina. Estaba sola, mis hermanas habían salido y mi padre, que trabaja fuera de la ciudad, casi no estaba en casa. Al llegar, saludé a mi madre como de costumbre. Ella me recibió con un beso y me preguntó alegremente: "¿Cómo estás? No te había visto".
Debo decir que me atrajo mucho mi madre. La considero muy atractiva y lo que más me gusta de ella son sus prominentes nalgas, que son grandes, redondas y atractivas. También me atraen sus pechos, que son grandes, redondos y se ven muy bien, apetecibles y agradables.
Hace unos días, estando en su casa en mi habitación, me levanté en la madrugada alrededor de las 12 de la noche para ir al baño. Al regresar, al pasar por su habitación, noté que la puerta estaba entreabierta. Tras pensarlo un momento, decidí entrar y lo que vi me gustó muchísimo. Ella estaba dormida y se había destapado, por lo que pude ver claramente todo su cuerpo.
Llevaba puesto un sostén rojo y una braga negra de encaje, lucía como una completa seductora, lo cual me excitó y me puso muy duro.
Después de admirarla, o más bien dicho, de contemplarla, me arrodillé al lado de su cama para observarla más de cerca, lo cual me excitó mucho. Muy emocionado y excitado, me atreví a tocar sus pechos. Debo confesar que siempre me han atraído sus generosos pechos. Fue emocionante, nunca antes los había tocado, solo los veía a través de su ropa y escotes. Ahora que los estaba tocando, era la experiencia más placentera que había tenido hasta entonces.
Luego, emocionado y excitado, me decidí a descubrir sus pechos, bajando su sostén y revelando sus dos pechos. Fue algo increíble para mí poder verlos de cerca, era una experiencia indescriptible. Mi excitación aumentaba al tener a la vista los pechos de mi madre. Me acerqué más y pasé mi lengua por uno de sus pezones, que estaba duro y redondo. Luego hice lo mismo con el otro pezón. Fue algo único que no se pueden imaginar, estaba tan caliente en ese momento que ya no me importaba nada. Bajé mi mano lentamente por su cuerpo hasta llegar a su entrepierna, teniendo uno de sus pezones en mi boca. Era algo indescriptible para mí. No puedo explicar lo que sentí al acariciar su intimidad. Deslicé mi mano por encima de su braga, la toqué y sentí los vellos que tenía, se sentía muy bien. Como estaba muy excitado, con la otra mano agarré uno de sus pechos y lo llevé a mi boca, primero uno y luego el otro, los saboreé al máximo mientras los succionaba. También acariciaba su intimidad por debajo de la braga, y sin pensarlo, introduje un dedo allí. Sentí que estaba completamente mojada pero inmóvil. Continué acariciando sus pechos y jugando con su intimidad, mientras me agarraba el miembro y comencé a masturbarme.
Estaba tan excitado que le di un mordisco fuerte a su pecho, mordí un poco fuerte su pezón, fue un error. Mi madre se movió y eso me asustó, me di cuenta de lo que estaba haciendo, así que retiré mi mano de su ropa interior, dejé de tocar sus pechos y me agaché al lado de la cama. Comencé a dirigirme hacia la puerta, noté que ella se incorporaba un poco. Al llegar a la puerta, me detuve un momento, me volteé y la vi observándome, pero no dijo nada. Se volvió a acostar y yo regresé a mi habitación).
diciéndome que si ya disponía de ello no lo habría dejado, así que como aún sentía la emoción y recordando lo que había pasado, agarré mi miembro y me masturbé como nunca antes. Fue la eyaculación más grande y satisfactoria que había experimentado, ni con mi esposa, ni con mis amigas, ni con mis hermanas había disfrutado tanto como en esa ocasión.
Después, me quedé dormido pensando en mi mamá. Al día siguiente, cuando me desperté, ella ya estaba en la cocina, me sonrió, me dio un beso y me preguntó si había dormido bien. Al ver su cuerpo, mi miembro empezó a ponerse erecto de nuevo.
No me acerqué para abrazarla porque mi miembro estaba muy erecto y ella podía notarlo. En la cocina, pude disfrutar de la vista que me regalaba: llevaba puesta una bata de dormir blanca y transparente, parecía que no llevaba sujetador, sus pezones estaban duros y sus nalgas se movían como invitándome a acercarme.
Cuando ella caminaba, se veía muy seductora. Luego me dijo que se iba a bañar, se acercó a mí, me abrazó con cariño, me besó y me dijo que si me iba a ir pronto, se preguntaba cuándo volvería.
Se alejó moviendo su trasero de forma sensual. Después, regresé a mi casa.
Unos días más tarde:
Cuando llegué a casa de mi mamá, ella estaba sola, mis hermanas y mi papá no estaban. Después de saludar a mamá con un beso, en esta ocasión la abracé y la rodeé por la cintura como si fuéramos cómplices. Ella no se apartó, también me dio un beso, nos dirigimos a la cocina y nuevamente me fijé en sus prominentes nalgas, cada día se veían mejor, al menos a mi parecer.
Ese día llevaba una falda negra que le quedaba muy bien. Me senté en una silla en la cocina desde donde podía tener una vista privilegiada de ella durante toda la conversación. Esto me excitaba mucho y mi miembro se ponía cada vez más duro, en la charla surgió el tema del día del padre y le pregunté qué planes tenía. Ella me miró y mencionó que mi padre tenía mucho trabajo, por lo que no vendría, me preguntó qué haría yo. Le respondí que si mi papá no venía, estaría yo allí para acompañarla, en esa expresión dije todo lo que quería expresar y lo que ella pudiera interpretar, guardé silencio y le pregunté si creía que mi papá le estaba siendo infiel. Ella respondió que él decía tener mucho trabajo y que ahora venía poco a casa, pero que no le importaba si se quedaba con esa mujer, lo cual me satisfizo en gran medida.
Luego le dije por qué debía preocuparse por eso, me levanté de la silla, caminé hasta ella que estaba parada cerca de la estufa, la tomé de la mano y de la cintura, casi rozando sus nalgas, la guié hasta su habitación frente a un espejo y una vez frente a él le dije: "Mira, eres muy hermosa, todo en ti es hermoso, esa falda no te favorece, ponte otra." Ella preguntó cuál, y respondí que la de cuadros blancos y negros, que le quedaba muy bien, bueno, en realidad todo le quedaba bien, pero con esa se veía especialmente bien, le di un beso y salí de su habitación. Un rato después, ella abrió la puerta y me dijo que ya se había cambiado.
Al verla, me emocioné, la abracé por la cintura y le dije: "¿Ves cómo te ves?" La llevé frente al espejo, la acomodé para que se viera de frente, la tomé de la cintura y le dije: "Mira cómo luces". Luego la puse de lado y le dije: "Mira, todo lo que mi papá se está perdiendo".
La sorpresa que experimentaba al verme, me dijo: "¡Ay hijo, mírame, ya estoy anciana y corpulenta!". Respondí: "¿Cómo puedes pensar eso, mamá? Estás en la mejor etapa de tu vida". La di la vuelta, quedando de espaldas al espejo, y le señalé su trasero, expresando: "Fíjate", mientras acariciaba sus glúteos. Ella giró su rostro y observó cómo paseaba mis manos por sus nalgas. Antes de que pudiera decir algo, le aseguré: "Estás espectacular, mira todo lo que posees, te ves muy hermosa y deliciosa, mami". Ella permitió que acariciara sus nalgas y me preguntó: "¿Realmente lo crees, hijo?".
La abracé y le comenté: "Te encuentras radiante, así que aproveché el momento para darle un beso en los labios, primero suave pero prolongado. Pasé mi lengua por sus labios y ella cerró los ojos, correspondiendo al beso de la misma forma. Continuamos así un rato; no quería interrumpir ese instante. Decidí darle un beso en un pecho, a lo que ella se sometió. Comencé a desabotonar su blusa y a acariciar sus senos, provocándole un beso apasionado, seguido de uno con lengua. Luego, se apartó, se situó frente al espejo y empezó a explorar su cuerpo. Abrió la blusa, acarició sus pechos y pezones, preguntándome: "¿Te gustan mis senos?". Respondí: "Mami, tus senos están deliciosos, me encantan".
Ella se acercó y me recordó: "Eres mi hijo, lo sabes, ¿verdad?". Contesté: "Lo sé, pero también sé que eres una mujer hermosa que me atrae, y eso nadie puede impedirlo, ni siquiera tú". Sin dejarla hablar, añadí: "Bueno, tal vez tú sí, pero yo no puedo cambiar mis gustos". Me aproximé, la abracé y la besé en mejillas, labios y orejas. Fue entonces cuando tembló, e incluso suspiró, teniéndola totalmente entregada a mí. Comencé a besar y succionar sus senos, los cuales me encantaban. Mientras lo hacía, ella se dejaba llevar, complaciente. De repente, me confesó: "¿Por qué huyiste la otra vez? Me dejaste muy excitada". Sentía una sensación tan placentera, algo inédito para mí. Le expliqué: "También me gustó mucho, pero en medio de la excitación, no medí mis actos y te mordí el pezón, lo cual pareció gustarte y me asusté al respecto". Ella me besó y afirmó: "Ya estaba despierta desde que tocaste mis senos, me excitaste mucho".
Con un beso, me instó: "Ahora sí, amor, disfrútalos, mis senos son tuyos". Respondí: "Eres toda mía y todo esto es para mí", mientras acariciaba sus nalgas. Así continuamos un buen rato, hasta que la desvestí por completo. Cuando ya estaba desnuda, empezó a quitarme la ropa. Fue bajando mi bóxer lentamente hasta que vio mi miembro. Luego me besó y anunció: "Ahora me toca a mí disfrutarte, solo déjate llevar y yo me encargo del resto".
Se transformó por completo; en ese momento era una mujer diferente, seductora. Me besaba por todas partes y, al tomar mi miembro en sus manos, lo llevó a su boca y me ofreció una increíble felación, una sensación nunca antes experimentada. La emoción de tener a mi madre de esa manera era la fantasía más provocativa, su boca recorría mi miembro de principio a fin de manera exquisita, su lengua me brindaba un placer máximo.
Al sacar mi miembro de su boca, se acercó a mi rostro y me preguntó: "¿Quieres saborear mis senos, mi rey?". A lo que respondí afirmativamente y me acerqué rápidamente a ellos, centrándome luego en su entrepierna, besándola y explorándola con mi lengua, sus labios inferiores, su clítoris, disfrutando ese momento como nunca antes. Tener a mi madre de esa forma y besar lo más íntimo de su ser me volvía loco. Seguí besando su cuerpo hasta llegar a sus senos, donde me detuve para mamar y besar con pasión. Posteriormente, ella alabó mis acciones, expresando que disfrutaba de todo lo que le hacía, sintiéndose como una verdadera puta. Le respondí: "Eres mi puta, te devoras mi miembro, eres la más sexy, una puta increíble. Sabes, mamita, te quiero". A lo que ella, entre risas, concluyó: "Me quieres, ¿pero para cog***?, jajaja".
Le expresé que deseaba poseerla por completo, introducir mi miembro en su trasero, en su boca, en su entrepierna; anhelaba penetrarla por completo, mi ardiente amante.
De esta manera continuamos disfrutando el momento, mientras exploraba ávidamente su parte íntima, ella exclamaba entre jadeos: "¡Sí, continúa así, quiero llegar al clímax, así, así". Luego experimentó un orgasmo en mi mano y exclamó: "¡Estoy llegando, estoy llegando!". Se dejó caer en la cama y luego me dijo: "Eres un astuto, lograste hacerme llegar muy rápido". Yo le respondí: "Es que irradias un fuego que me encanta, mi pasión". Después, la puse en posición y le comenté: "Por fin puedo contemplar todo tu magnífico trasero, está delicioso, lo partiré con mi miembro" y la besé.
Aquella experiencia fue sumamente placentera y excitante, su derrière me tenía enloquecido; le di besos tanto en su trasero como en su zona íntima. Luego, ella tomó mi miembro y dijo: "Ven, amor mío, deseo tu semen en mi boca, todo tu semen, papi". Me practicó sexo oral de la mejor manera que ninguna otra mujer lo hubiera hecho, y cuando sentí que estaba por llegar al clímax, la tomé de la cabeza y la incité a que se tragara por completo mi miembro, en ese instante eyaculé y ella lo ingirió todo. Esa fue la primera vez que estuve con mamá. Un tiempo después, recuperado y con el miembro erecto, la tumbé para poseerla; sin embargo, ella me detuvo y dijo: "Hijo, quiero que nuestra primera vez sea mañana, para celebrar tu día, mi amor", y me besó con ternura, como una amante besa a su hombre. Luego añadió: "Quiero practicarte sexo oral de nuevo, mi amor, ¿me lo permites?". Sin decir nada, la tomé con firmeza del cabello y permití que practicara sexo oral repetidamente hasta alcanzar de nuevo el clímax en su boca.
Finalizado el día, regresé a casa, mientras ella aguardaba la llegada de mis hermanas.
Le di un tierno beso tras la pasión y le expresé: "Te amo, mamá". Ella correspondió diciendo: "También te amo, mi amor". Así transcurrió aquel día.
Hoy es el Día del Padre y lo esperaba con impaciencia, pues este día era significativo para mí. Por ello, me bañé temprano y me perfumé para oler bien, ya que iría a ver a la mejor mujer del mundo, mi madre.
Al llegar a su casa, encontré a mis hermanas, lucían ambas radiantes, presumiendo sus encantos; las saludé con un beso en la mejilla, correspondieron de igual manera. Posteriormente, llegó mi mamá, quien no estaba tan arreglada como esperaba; le dije: "Hola, mamá, ¿cómo estás?", me acerqué y le di un beso, a lo que respondió: "Bien, hijo, ¿cómo estás tú? ¿Qué planes tienes para este Día del Padre?".
Dado que me percaté de que no les había mencionado a mis hermanas sobre mi visita del día anterior, simplemente les dije: "Nada, mamá, ¿qué puedo hacer si estoy solo?". Una de mis hermanas comentó: "Búscate una pareja para que no estés solo". Yo les pregunté: "¿Y ustedes qué harán?". La menor respondió: "Estaré con mi novio, en su casa prepararán una comida para su papá". La otra hermana indicó: "Debo trabajar todo el día en el hospital, hay mucho trabajo". Ante esto, pregunté a mi mamá si tenía algún plan para ese día, a lo que ella mencionó: "Tu padre no vendrá; está trabajando". Moví la cabeza y le propuse: "Mamá, invito a comer, podemos estar juntos". Mi hermana mayor la instó: "Acepta, mamá, quédate con ellos, no te quedes sola en casa, salgan a comer o tomar algo". Con familiaridad, añadí: "Mamá, solo cámbiate los zapatos y vamos a comer, veamos a dónde nos lleva el destino". Mis hermanas le dijeron: "Apresúrate, mamá, o nunca saldremos". Ella afirmó: "Espérenme un poco y nos vamos", luego se dirigió a su habitación y, minutos después, mis hermanas se despidieron, la mayor me dijo: "Hasta luego, disfruten de una buena comida", y me
Plantó un beso, me eché a reír y respondí, así lo haremos, no te preocupes.
Más tarde, mi otra hermana se despidió de la misma forma y susurró, algún día vendré a visitarte para que no estés solo, mientras agarraba mi miembro. Respondí, cuando quieras, estoy ansioso por ello, le di un beso en los labios y salió de la casa. Posteriormente, salió mi madre con una bolsa y llevaba puesto un vestido floreado negro, que resaltaba su buen trasero. Le pregunté sobre la bolsa y ella respondió con una sonrisa, vamos por algo de comida para llevar y estaremos mejor en tu casa, ¿no crees? Sonreí y asentí, vamos.
Al llegar a casa, me pidió permiso para ducharse, accedí y le dije que se arreglara bien.
Ella tomó su bolso y se metió en el baño. Después de un rato, salió fresca y radiante, pero vestida con el mismo vestido. Pregunté si no se había cambiado, a lo que respondió si le gustaba su atuendo. Se volteó, rió y dijo, mira bien, no es lo común. La abracé y le dije que lo importante era disfrutar el momento, a lo que ella respondió con un beso apasionado.
Luego se apartó y sin decir una palabra se dirigió lentamente hacia la ventana, moviendo su generoso trasero cadenciosamente. Al detenerse, me dio la espalda y al caminar resaltaba su atractivo trasero, sabía cómo provocarme. Pensé que sería un gran día para mí y observé cómo se movía, excitándome con su figura, comprendí que cada persona muestra diferentes facetas según el momento. Mi madre nunca se había comportado así, y ahora estaba ante mí de una manera distinta que disfrutaba.
Después de admirar su belleza, me acerqué y le dije que era la mujer más hermosa.
Si estuvieras conmigo, estaríamos juntos todo el día y la noche. Luego le pedí que me complaciera oralmente, mientras me deleitaba con su espléndido trasero, deseando ver más. Poco a poco subí su vestido para descubrir lo que era solo mío, ella se dejaba llevar, siendo la mejor compañía que pudiera desear. Después de descubrir su lencería erótica, con medias negras y un liguero, me excitó aún más.
Ella tomó mi miembro y empezó a complacerme, luego la tumbé y recorrí su cuerpo con besos, disfrutando cada momento. A ella le encantaba y pedía más, declarándose como mi sumisa. Le dije que la tomaría como a una perra y procedí a disfrutar de su espléndido trasero.
Al ser tan provocativo, comencé acariciándolo y dándole una nalgada, sintiendo su reacción. La acomodé en la cama, le quité el liguero y la llevé a la cama, abriéndole las piernas y comenzando a complacerla. Luego, pensé en todas las posibilidades para disfrutar al máximo de ese cuerpo divino.
Continué explorando y probando su excitación, disfrutando de cada momento de pasión compartida.
Decir eso, de ese modo cariño, te quiero mucho, luego le pedí que se subiera encima de mí y dejara que mi miembro entrara en ella, así ella podía moverse como quisiera, usando toda su fuerza. Después de un rato, ella me dijo, cariño, me voy a correr, muévete más rápido, oh qué placer.
Se acostó sobre mí y permaneció así por un rato, luego se bajó y comenzó a realizar sexo oral, continuó haciéndolo y después de un rato me dijo, amor, te voy a dar algo que nadie ha tocado, o al menos nadie me ha penetrado por ahí, ni siquiera tu padre tonto, mi amor, ¿quieres hacerlo por detrás?, yo le respondí, entrégamelo a mí amor, ella se inclinó y me dijo, tómalo, es tuyo mi rey, yo me coloqué detrás de ella y posicioné mi miembro en la entrada de su ano, ella se inclinó de tal forma que su trasero se veía en todo su esplendor, así empecé a penetrarla, era maravilloso estar teniéndola de esa manera a mi madre, su trasero estaba totalmente cerrado, me costaba trabajo introducir mi miembro duro y erecto.
Tras un empujón que le di, empezó a recibir mi miembro, de verdad mi madre era virgen de su trasero, una vez adentro, me movía lentamente tratando de prolongar ese momento, y luego empecé a sentir que estaba a punto de llegar al clímax y le dije, muévete, muévete, me corro y le solté todo mi semen en su trasero, fue lo mejor que me pudo haber ocurrido y aunque era mi madre, no me arrepentía de nada, valía la pena en su totalidad, ese trasero lo valía todo, luego me recosté a su lado y estuve lamiendo sus pechos hasta que nos quedamos dormidos, más tarde despertamos y nos fuimos a bañar, como aún era temprano, nos besamos y volví a tener relaciones con ella, se movía en todo momento como mi gran amante, tuvimos relaciones en todas las posturas posibles, así fue el día del padre para mí, fue algo inolvidable para los dos, luego la llevé a su casa y al llegar, ya estaba mi hermana menor, nos saludó al vernos y luego mi madre me susurró algo que nunca esperé que dijera, a ver si tus hermanas no se ponen celosas de mí, y me dijo.
¿Te la vas a llevar ahora o este día solo fue para mí?, yo le respondí, fue solo tu día y el mío, mi amor.
Luego me besó y algo que tampoco esperaba, ese beso me lo dio en la boca frente a mi hermana.
Eso fue todo y al despedirme mi hermana me dijo, mañana te veré. Espero que hayas pasado muy bien este día, nos vemos mañana y quiero lo mismo, descansa hermano, que mañana tendrás mucho que hacer.
Así fue mi hermana al día siguiente, tal como me lo advirtió, fue un día de intenso trabajo para mí pero ella no se libró de una gran sesión de amor, se comportó como toda una seductora.
Lo que ocurrió con mi hermana se los contaré en otra ocasión.
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