Tras rescatar a mi cuñada


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Me gustaría comenzando indicando que denominaré a mi cuñada como "chaparrita" y señalar que nos conocemos desde la época escolar, ya que han transcurrido varios años, considerando que nos aproximamos a los 30 años.

Fue en la madrugada cuando sonó el teléfono móvil de mi esposa; era su hermana, aunque desde otro número. Había sido víctima de un asalto y necesitaba ser recogida en una zona distante. Rápidamente fui en coche a buscarla, llegué en tan solo 2 minutos, pues no había tráfico y eran casi las 4 de la mañana. Al llegar, la encontré con un taxista de edad avanzada que la había localizado más lejos, caminando sola, y la había llevado al menos hasta la carretera. Tras aclarar la situación en el lugar, afortunadamente no había sufrido ninguna agresión física, solo le habían robado sus pertenencias y la habían dejado en un lugar remoto. La recogí y la llevé a su apartamento, donde vive sola con sus hijos.

En el trayecto de regreso, con más tranquilidad, le pregunté cómo se sentía. Comenzó a llorar de miedo, pensaba que algo malo le iba a suceder debido a que, sin lugar a dudas, es muy atractiva, aunque de estatura no muy elevada, alrededor de 1,55 metros. Sin embargo, compensa con una figura destacada, con unos pechos bien formados y una cintura que resalta la firmeza y atractivo de sus glúteos.

La abracé, le dije que se tranquilizara, que todo ya había pasado y que estaba a salvo. Ella me comentó que no se sentía mareada, solo desorientada, debido a que el taxista que la recogió en la discoteca le había ofrecido algo o había un extraño aroma en el automóvil que la desorientó.

En ese momento, de manera inesperada, surgió una conversación poco común. Ella me preguntó por el estado de su hermana, si le había cumplido esa noche. Entre risas, le respondí que no, que ella estaba cansada y nos habíamos dormido temprano. Ella me reprochó por no cumplir con mis obligaciones, lo que me hizo reír, asegurándole que cuando cumplía, lo hacía de forma adecuada, por lo que no había motivo de insatisfacción. Tomó mi muslo y me dijo: "me lo imagino, después de todo, tengo una estatura de 1,78 metros y, afortunadamente, estoy bien dotado, con unos 18 centímetros aproximadamente". Así que, la conversación ya se centraba en el volumen, algo que ella notó claramente en su mano y comenzó a presionar.

Intenté cambiar de tema preguntándole por sus hijos, pero ella no hizo caso y continuó.

"Me siento un poco mareada cuñado, no sé qué me sentó mal, apenas bebí más de dos cervezas", me dijo.

"Tranquila cuña, pronto llegaremos a tu casa, aunque me dé pereza acompañarte hasta tu apartamento", le respondí, ya que vivía en un sexto piso y no contaba con ascensor.

Cuando llegamos a su departamento, ella bajó del coche y dio un paso en falso al no ver la acera, rompiendo su tacones. Corrí a sujetarla y le pregunté si estaba bien. Ella se rió y se abrazó a mi cuello, pidiéndome que la levantara en brazos.

"Si no cumpliste con mi hermana, seguro que tienes energía para llevarme en brazos", expresó.

"Estás loca, son 6 pisos", le dije.

Ella subió de un salto y por reflejo, mis brazos la sostuvieron. Como siempre hubo confianza y complicidad entre nosotros, nos reímos, ya que en ocasiones anteriores habían existido insinuaciones y acercamientos incluso con besos esporádicos.

Así, empecé a subirla en brazos mientras ella se apoyaba en mi hombro y rodeaba mi cuello. Comenzó a besarme suavemente el cuello y murmuró al oído: "Me estoy tentando por lo prohibido". Esta frase despertó a mi gigante de forma muy destacada y, al estar en mis brazos, rozó sus glúteos con mi miembro. Ella lo percibió y, con un beso intenso y apasionado, metió su lengua en mi boca, estábamos en el cuarto piso. Sin aliento, detuve el ascenso en medio de las escaleras para recobrar fuerzas. La bajé y ella comenzó a acariciar mi entrepierna por encima del pantalón, apretándola, y me dijo: "por algo suceden las cosas, el destino ha elegido esto".

momento.

Se colocó frente a mí, se arrodilló y comenzó a hacerme sexo oral por encima del pantalón mientras lo quitaba. La sensación era increíble, algo que había anhelado durante al menos 5 años finalmente estaba sucediendo en ese instante. Logró quitarme el pantalón y los calzoncillos en el proceso, y sin dudarlo, introdujo directamente mi miembro en su boca, provocando arcadas y dejándolo totalmente baboso. Me lanzó una mirada llena de placer y deseo.

En ese momento la detuve y le sugerí que fuéramos a su habitación primero. Se levantó y comenzó a subir las escaleras, mostrándome su enorme trasero y acariciándolo, como insinuándome. Todavía en las gradas, llegamos rápidamente a la puerta de su departamento. Se dio la vuelta, me alcanzó las llaves y comenzó a besarme mientras abría la puerta. Entramos rápidamente y vimos que sus hijos estaban dormidos en sus habitaciones. Yo entré a su habitación y me pidió que la esperara porque tenía algo especial preparado. Enseguida me acomodé, intentando no mostrar desesperación, así que me quité la ropa. Ella salió impresionante vestida con un babydoll muy provocativo que dejaba poco a la imaginación. Era tan sensual que no pude evitar tocarme mientras se acercaba de manera seductora.

Me besó y dijo: "Vamos a divertirnos un poco". Me llevó a un pequeño sofá que tenía, me acomodó, puso música de reguetón, que era una preferencia que compartíamos, y comenzó a moverse encima de mí mientras yo me quitaba los pantalones. Se sentó frente a mí y confesó que desde su separación, solo había deseado que yo estuviera con ella; no permitiría que nadie más se le acercara.

Ya habían pasado casi dos años desde su separación, y esas palabras me excitaban mucho. Tomé mi pene y lo coloqué en sus labios; en ese punto, ambos estábamos muy excitados. Ella lo acariciaba únicamente con la entrada, sin introducirlo del todo, moviéndose de una manera tan sensual que me resultaba irresistible. Le pedí que lo introdujera por completo y, sin dudarlo, se volteó mostrándome su trasero y se sentó con un fuerte impacto, logrando introducirlo por completo. Fue extremadamente excitante, y aún con mi miembro adentro, seguía moviéndose al ritmo de la música. Así estuvimos durante unos 5 minutos hasta que ella ya no pudo seguir en esa posición, me apartó y se puso en posición de 4, pidiéndome que la mojara por completo. Empezó a moverse y a estimular su clítoris y su ano con mi pene, como si estuviera utilizando mi miembro como un pincel que pintaba ambos orificios.

- ¿Mi hermana te practicó el sexo anal alguna vez?

- No, nunca quiso, le da miedo. - respondí.

- Bueno, yo tampoco lo había hecho por ahí y siento que me lastimarás, pero quiero intentarlo. ¿Estás de acuerdo? - preguntó ella.

Sin decir una palabra, me concentré en lubricarla por completo y comencé con el primer empuje, introduciendo la cabeza completamente dentro de ella. Ella gimió de placer y me pidió más, así que continué, avanzando lentamente para no lastimarla ni arruinar el momento. Ella me detuvo cuando llegué a un punto en el que no quería que siguiera, pero me pidió que me moviera.

Así lo hice, despacio para que se acostumbrara. Comenzó a gemir de placer, alcanzando un nivel de excitación que nunca había experimentado con mi esposa, sintiendo que estaba a punto de llegar al clímax, pero sin poder culminar en ese momento. Mientras me esforzaba por contenerme, me di cuenta de que casi había logrado introducirme por completo en ella, y que estaba extasiada de placer. De repente, lanzó un grito y alcanzó su primer orgasmo, sintiendo mis testículos empapados y ella no quería que me retirara. Le pregunté si quería que terminara, a lo que ella respondió:

- Sabes que estoy antojada y quiero que termines adentro de mí. - dijo con determinación.

- Está bien, pero ¿ahora?- pregunté incrédulo.

- No, aún no. Mi vagina está deseosa de más, y si terminas ahora, te pediré otras dos rondas más. - afirmó ella.

Decidí cambiar de posición, pero ella sugirió que fuéramos juntos a la ducha para refrescarnos después de la intensa experiencia anal. Mientras me dirigía hacia allí, me di cuenta de que esta noche prometía muchas sorpresas eróticas.

Al asearme, sentí una sacudida que me hizo voltear. Sin previo aviso, lo introdujo completamente en su boca nuevamente. Luego lo retiró y exclamó...

"¡Vaya tamaño! Mi hermana come bien, y si no come, ¡qué desperdicio cuñadito!"

"Ella casi no lo hace. Solo lo hizo un par de veces", respondí.

"Si alguna vez necesitas un calentón para ella, siempre puedes contar conmigo", afirmó.

Salimos de la ducha. Me aseguré de no mojarme el cabello para que mi esposa no sospechara nada. Nos dirigimos a la cama. Antes de llegar, ella se montó encima de mí y, con un solo empujón, introdujo mi pene en su vagina. Así llegamos a la cama, lista para todo. Comencé a acariciarla de pie, mientras ella permanecía tumbada en la cama. Con sus pechos entre mis manos, la acariciaba. Luego, la tomé de la cintura con fuerza y empecé a embestirla con intensidad durante al menos 5 a 7 minutos. Experimentamos un orgasmo conjunto tan intenso que expulsamos grandes cantidades de fluidos vaginales. Tras el acto, ella quedó inmóvil, en un silencio total comparado con el momento anterior.

Tras recuperarse, se levantó de la cama y me dio una felación para limpiar los restos de mi semen, succionando con vigor. Cuando terminó, se recostó a mi lado, completamente satisfecha. Recordó que no había tenido sexo con nadie en casi dos años, elogiando mi desempeño y confirmando que no había exagerado en mi afirmación.

Me acompañó hasta la puerta y se despidió con un beso sensual y una caricia en mi miembro.

"No olvides, espero más rondas, o si mi hermana falla, yo la reemplazaré", me dijo.

Al llegar a casa, inventé una excusa y me metí en la ducha. Mientras me bañaba, mi esposa entró y tuvimos una aventura muy excitante, la cual les contaré en otra ocasión.

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