De vez en cuando sucesos extraordinarios ocurren a individuos corrientes, como pasó esa noche.
Fue solo una cena informal con una amiga cercana, su nombre es Carolina, es alta, de piel bronceada y tersa, tiene labios carnosos, cabello rizado; no era una cita amorosa ni de coqueteo, simplemente era un encuentro para saludarnos y ponernos al día sobre nuestras vidas.
Nos sentamos a cenar y disfrutamos de una jarra de vino con tranquilidad, riendo sin parar con las anécdotas que compartimos. Antes de despedirnos, mi teléfono sonó y era mi buen amigo, llamado Raúl, de mi misma edad y conocido por ser un mujeriego empedernido. Estaba cerca de donde estábamos, así que le consulté a Carolina si le importaba que se nos uniera, a lo que respondió afirmativamente.
Raúl es muy simpático y amigable, lo cual hizo que él y Carolina congeniaran de inmediato, la química entre los tres fue excelente. Justo al lado del restaurante donde estábamos, había un bar al que nos invitó a tomar algo. Ya con el vino en el cuerpo y un tanto alegres, disfrutamos de la charla en un ambiente agradable, con poca gente y música suave.
En un momento dado, comenzaron a sonar ritmos para bailar y los tres nos pusimos de pie al instante. Con cada vez más copas y música más sugerente, nos acercábamos más a Carolina, a lo que ella respondía de manera sumamente sensual. Sin embargo, la música cesó y tuvimos que abandonar el lugar.
Tanto Carolina como yo no teníamos coche, a diferencia de Raúl, quien se ofreció a llevarnos a casa. Primero nos dirigimos a la casa de Carolina, donde al llegar nos sorprendió a ambos, sobre todo a mí, que nos invitara a entrar. En ese momento, ya se percibía complicidad entre Raúl y yo, insinuando que algo podía ocurrir. En ese instante, ya me sentía extremadamente excitado, notando cómo mi miembro viril comenzaba a erectarse dentro de mis pantalones…
Al ingresar, lo primero que hizo Carolina fue poner música de nuevo, sirviéndonos tragos y animándonos a bailar. Una vez más, iniciamos el contacto físico, acariciándonos y excitándonos. En uno de los giros durante el baile, nuestras bocas quedaron muy cerca y fue inevitable que se rozaran. Aproveché la oportunidad para besarla de forma muy erótica, explorando y jugando con su lengua, a lo que ella correspondió sin resistirse, incluso replicando de la misma manera. Sin embargo, para mi asombro, en un instante se giró y repitió la escena con mi amigo. Con ella de espaldas, me acerqué para besar su cuello y acariciar sus glúteos, mientras Raúl liberaba sus senos y los devoraba con ansia, y ella se dejaba llevar por el momento.
Jamás imaginé que algo así pudiera suceder con ella, ni siquiera me había fijado en su cuerpo, por lo que mi sorpresa fue enorme al percatarme de lo espectacular que lucían sus glúteos, firmes y bien formados, y su entrepierna completamente húmeda. Mientras la abrazaba desde atrás, desabroché su pantalón, descubriendo su diminuta tanga que se perdía entre sus glúteos. En ese momento, ella ya jugueteaba con el miembro de mi amigo, así que le bajé el pantalón, dejando al descubierto esos hermosos glúteos y la diminuta prenda entre ellos. Fue entonces cuando expuse mi propia virilidad y la rozaba entre ambos, ella se inclinó para sentirla más y empezó a practicar sexo oral a mi amigo, estábamos tan calientes que no nos dimos cuenta de que había un espejo en el techo que brindaba una vista espectacular: ella inclinada practicando sexo oral y siendo penetrada por mí al mismo tiempo.
Sin embargo, esa posición no resultaba muy cómoda, por lo que fue algo breve. Se levantó, se desnudó, nos desnudó y nos sentó a cada uno en un sillón de su sala. Comenzó conmigo, sentándose sobre mis piernas y, mirando a mi amigo, empezó a estimular mi miembro de forma experta, el cual estaba hinchado y a punto de explotar. Yo acariciaba sus hermosos senos, con los pezones duros y erectos, pero ella no dejaba de observar a Raúl. Ante mi inminente clímax, se colocó frente a mí y su rostro quedó salpicado de mi eyaculación, dejándome exhausto; luego, se dirigió directamente a mi amigo para seguir con la estimulación, causando su eyaculación que ella recibió totalmente en su boca.
Nos dejó agotados, tremendamente fatigados. Se levantó, caminó desnuda, deliciosa y cubierta de nuestros fluidos antes de dirigirse a su habitación, donde solo nos indicó: al salir, cierren con llave, para seguidamente encerrarse sin más.
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