Lo que voy a relatar ocurrió hace algunos años, cuando terminé una relación de más de 4 años con mi entonces pareja.
Debido a lo inesperado de la ruptura, decidí enviar un mensaje a mi ex-suegra, a quien consideraba la mejor madre política que había tenido, agradeciéndole su amabilidad sin entrar en detalles sobre la separación. Para mi sorpresa, recibí una larga respuesta esa noche, en la que expresaba su cariño y aprecio por mí. Incluso propuso encontrarnos una última vez para charlar tomando un café o cenando, a lo cual accedí sin dudarlo.
Nos vimos en un café a la hora acordada, al inicio de la tarde para evitar el tráfico. Al verla llegar, con zapatos bajos negros, pantalón ajustado azul, blusa brillante y escotada, pelo recogido y maquillaje sutil, recordé que yo tenía 27 años y ella 43. A pesar de la diferencia de edades, lucía muy atractiva y bien conservada. Nuestra conversación fue amena y al cabo de unas horas, llegó el momento de despedirnos.
De camino a su auto, me confesó que extrañaría nuestras charlas y me propuso ir a mi departamento a tomar una cerveza, algo que habíamos mencionado anteriormente. Aunque sus intenciones no eran claras, accedí y la invité a seguirme en su coche hasta mi casa, ubicada a unos 20 minutos de ahí. Al llegar, le sugerí que se acomodara en la sala mientras yo buscaba las cervezas en la nevera.
Durante la charla en mi departamento, noté que su escote llamaba mi atención y ella parecía provocativamente consciente de ello. De repente, se acercó y me besó, a lo que respondí acercándome más y correspondiendo al beso. La abracé por la cintura y disfruté de su lengua explorando mi boca. Sin mediar palabra, nos dirigimos al sofá donde la pasión se desató.
Le quité la blusa holgada que llevaba, revelando un sujetador sugestivo que pronto desapareció. Sus pechos eran hermosos, con pezones morenos que pedían ser acariciados. La excitación crecía a cada instante mientras me entregaba a la sensualidad del momento.
En tanto acariciaba su cuerpo, mi mente divagaba. Después de un momento, ella se arrodilló frente a mí, desabrochó mi cinturón y bajó mis pantalones dejando al descubierto mi pene erecto y listo para la acción. Comenzó a realizar sexo oral de inmediato. La escena me resultaba sumamente placentera: mientras ella estimulaba mi miembro con la boca y lamía mis testículos, sus manos recorrían mi cuerpo. En la habitación, solo se oían mis gemidos y los sonidos de placer que ella generaba al satisfacerme.
Me dejé llevar por la situación, disfrutando del momento. Acariciaba su cabello mientras me relajaba, sabiendo que estaba en buenas manos. Tras experimentar un intenso placer, me puse de pie y la llevé a la habitación. Al entrar, la besé con pasión y la recargué contra la pared. Desabroché su pantalón y lo bajé junto con su ropa interior, despojándola de sus zapatos. Frente a mí, una mujer madura completamente desnuda, con su zona íntima depilada y bien conservada, se giró y se apoyó contra la pared, abriendo sus nalgas para mí.
Coloqué mi pene en la entrada de su vagina y, con un suave empujón, comencé a penetrarla. A pesar de su edad, era evidente que su intimidad seguía estrecha y bien lubricada, desprendiendo un calor interno que me deleitaba. Sujetándola por la cintura, cada embestida provocaba gemidos de placer por su parte. Excitado, no podía dejar de moverme en su interior, alternando mis manos entre su cintura y sus pechos. La tumbé en la cama, abriéndole las piernas, y sin mediar palabra, continué con la penetración, acompañados solo por gemidos y el choque de nuestros cuerpos.
Fue un acto sexual increíble. La manera en que ella se movía sobre mí era indescriptible, disfruté enormemente sintiendo sus nalgas acariciándome. Al colocarla en cuatro, pude apreciar mejor su trasero y no pude resistirme a saborearlo antes de volver a penetrarla. Durante el acto, percibí unos 5 o 6 orgasmos intensos que llenaron por completo su ser, provocándole un último gemido antes de quedar exhausta a mi lado en la cama, acariciando y besando mi pecho. Ambos quedamos satisfechos, acordando futuros encuentros. Me invadió una sensación de armonía y anticipación por lo que vendría a continuación.
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