Experimento cada cierto tiempo, aproximadamente cada tres o cuatro meses, una fase diferente a mis días cotidianos. Me siento peculiar, con un fuerte deseo sexual, es como una fiebre que me llena de excitación durante un periodo más prolongado de lo habitual, que suele durar alrededor de una semana, para ser más precisa, unos cinco días. Como saben, soy travesti y he reflexionado sobre la posibilidad de que mi naturaleza esté condicionada, o viceversa, que sea la naturaleza la que actúe sobre mí, considerando mi situación. De todas maneras, es una realidad que quería compartir, cómo me siento en esos días de intenso ardor interno y pasión anal, como suelo llamar a este periodo.
He notado que durante esos días me despierto excitada, siento oleadas de calor después del almuerzo y la cena, tengo mucho apetito y debo hidratarme mucho, por las noches me resulta difícil conciliar el sueño porque solo pienso en tener relaciones sexuales y ser penetrada, sudo mucho y siempre estoy excitada en general, debo usar un tapón anal para calmarme y eso me hace sentirme muy provocativa todo el día.
En la última ocasión que experimenté esa calentura, comenzó una mañana en la que desperté sintiendo la urgencia de despojarme de la ropa y quedarme en la cama un rato más para explorar sensaciones. Me sentía calurosa, amanecí con mi miembro travesti húmedo y semi erecto, ya estaba algo mojada, mis pezones estaban erectos y sentía el deseo de estimularlos, tocándolos y apretándolos, acariciándolos, me sentía muy candente. Me estiré en la cama estando ya desnuda, me puse boca abajo y levanté mis nalgas frente al espejo, bostecé, separé mis glúteos para observar mi ano y entonces liberé un sonoro y prolongado gas, fue intenso y sin duda provenía de mi cavidad anal, solicitando atención de forma evidente, se abría y cerraba casi de manera involuntaria, noté que estaba dilatado, preparado para ser penetrado por un robusto pene masculino. No estaba tan ajustado como suele ser mi raja, mi trasero como cariñosamente lo llamo, no se encontraba en su posición habitual, podía distinguir un agujerito redondo y perfecto, no demasiado grande pero era un indicio, se abría y cerraba rápidamente. Estaba excitada, había dado inicio a una semana de pasión anal, como mencioné, a este periodo tan particular.
Ansiaba chupar un miembro viril, solo pensaba en penes negros, gruesos, enormes y venosos, practicando sexo anal y muchas caricias, mi mente se dejaba llevar. Mientras tanto, seguía muy caliente retorciéndome en la cama tocando frenéticamente mis pezones travestis, me brindaba mucho placer y deseaba que los chuparan, anhelaba que los tiraran y mordisquearan con intensidad. Mi trasero no dejaba de palpitar, no pude resistirlo y metí dos dedos en mi boca, los humedecí con saliva y de inmediato los introduje en mi ano, no fue necesario hacer esfuerzo, mi ano estaba húmedo, algo viscoso, casi me los tragué por completo y al intentar sacarlos noté que mi trasero no quería soltarlos, se contrajo como un volcán succionando mis dos dedos, resultaba muy excitante observarme hacer eso, me sentí como una verdadera puta, una sissy ansiosa de sexo.
También noté que mi miembro travesti emanaba más líquido preseminal de lo habitual, era bastante cantidad y, por supuesto, no desperdicié nada, disfruté de cada gota. Empecé a jadear con la boca abierta, la lengua afuera, lancé un grito "¡Necesito un pene, deseo un pene!". Pasé aproximadamente dos horas penetrándome con fuerza con mis dos dedos, ya estaba teniendo un movimiento bastante intenso, me vi obligada a insertar un tercer dedo que mi trasero recibió gratamente, el calor que sentía era intenso, era insoportable, ya no podía aguantar más, mi miembro deseaba eyacular
Meche, comencé a acariciarla con dos dedos de mi mano derecha sin interrumpir mi penetración.
Me recosté en la cama y dirigí mi miembro hacia mi rostro, ansiaba esa nata en mi boca a como diera lugar, así estuve un buen tiempo hasta expulsar unos seis chorros que alcanzaron mi lengua y mejillas, fue exquisito, el trasero lo sentí como un aspiradora, acabé introduciendo en total cuatro dedos en pleno éxtasis anal, fue delicioso, pero solo era el inicio, me quedé en la cama un buen rato, luego me metí a la ducha pero noté nuevamente que deseaba acariciar mis pechitos de travesti, mis limones. Sería una semana bien larga, mi deseo sexual era muy intenso, tanto el trasero, mi miembro y mis pezones requerían mucha atención en estos momentos.
Cuando me sucede esto no tengo más opción que buscar un macho disponible o recurrir a todos los juguetes que pueda encontrar para satisfacer mi ansia anal, por lo general disfruto todo el placer por el recto, pero cuando estoy así mi miembro también se erige y necesita ser estimulado, claro, eso no impide que no quiera ser penetrada, debo atender ambos frentes con mucha dedicación. Creo que los consoladores más gruesos son los que me ayudan en estos días, mis bolitas anales también, normalmente inserto solo unas cinco, pero en este periodo puedo introducir hasta diez como si nada.
Bueno queridos amigues, solo quería compartir un poquito de esto con ustedes. Más adelante, en otro capítulo, les iré relatando otras cositas que suceden en estos momentos, me provoca hacer muchas picardías. Les mando un beso y hasta la próxima, ¡chao!
Otros relatos que te gustará leer