En cierta ocasión, durante el segundo año de la situación de emergencia sanitaria, debido a asuntos laborales, me vi en la necesidad de buscar un lugar fijo para quedarme en la Ciudad de México, o al menos en las cercanías, esa era la idea inicial, pero aún no estaba totalmente seguro al respecto. En ese momento, me encontraba alojado en un hotel en la zona Este de la ciudad, cerca de la salida hacia Puebla, por Metro Guelatao. Llevaba algunos días utilizando una aplicación para concretar encuentros entre hombres, en la que se comparten datos personales y se buscan perfiles cercanos de manera discreta.
Así que, mientras me relajaba después de terminar mi jornada laboral ese día, decidí utilizar la aplicación y, como una especie de broma, indiqué que estaba en busca de alquilar una habitación en esa zona. Me encontraba revisando diferentes perfiles cuando recibí un mensaje de una persona que me preguntaba por detalles sobre la búsqueda de la habitación.
Respondí con educación, explicándole que buscaba algo cerca de la estación del Metro Guelatao para facilitar mi desplazamiento hacia mi lugar de trabajo. En poco tiempo, recibí una respuesta indicándome que tenían una habitación disponible cerca de la Avenida Sor Juana y Texcoco. Luego de verificar la ubicación en Google Maps y notar que estaba relativamente cerca de donde me encontraba, le respondí agradeciendo la información y mostrando interés en la habitación.
El individuo me propuso que podía visitar la habitación en ese mismo momento para que evaluara si cumplía con mis expectativas y así acordar un precio. Acepté la propuesta y me dispuse a salir del hotel hacia la dirección que me compartió. Rápidamente me vestí con ropa cómoda y salí hacia el lugar indicado.
A pesar de no haber tenido suerte anteriormente en la aplicación, y de no haber tenido ningún encuentro sexual durante la pandemia, mi principal interés en ese momento seguía siendo el hospedaje ofrecido por esta persona. Sin embargo, algo en mi interior me indicaba que había algo más en juego. Al llegar al lugar, le avisé a través de la aplicación y él salió a recibirme por la puerta. Al verlo, noté que tenía una estatura similar a la mía, tal vez un poco más alto (no soy alto, mido 1,75 m y confirmé que era más alto), delgado y atractivo, a mi parecer un hombre apuesto. Vestía pantalón azul, camiseta celeste y zapatos negros, aparentando unos 38 años.
Se acercó a saludarme con un apretón de manos y un ligero abrazo, dándome la bienvenida y mencionando mi nombre. Posteriormente, me invitó a pasar a su domicilio a través de la entrada, siguiéndolo hacia la habitación mientras conversábamos amigablemente.
que estaba disponible me condujo a un patio donde había varios cuartos, indicándome que pasara a uno al fondo. Al entrar a la habitación, me di cuenta de que se encontraba en buen estado. Mientras revisaba el interior, él me seguía de cerca, a veces rozando mis nalgas con su mano, pero no le presté atención. En cierto momento me incliné para ver algo y noté que deslizó su dedo por la línea entre mis nalgas, pero nuevamente no le di importancia.
Después de revisar, me invitó a la sala de estar de su casa, donde me indicó que tomara asiento frente a él. Comenzamos a hablar sobre el departamento, nuestro trabajo y mi razón para estar en la ciudad. De repente, me preguntó qué buscaba en la aplicación con la que nos contactamos y respondí que estaba abierto a lo que pudiera surgir. Luego me preguntó acerca de mis preferencias y le dije que me consideraba más pasivo. Él se mostró interesado, se levantó, se sentó a mi lado y comenzó a acariciar mi pierna, diciéndome al oído que le gusté desde que me vio afuera.
Tras decirme eso, me besó apasionadamente y me atrajo hacia él con fuerza, mientras acariciaba mis piernas. Lentamente fue bajando mi pantalón hasta las rodillas y continuó acariciando mis nalgas por encima de la ropa interior. Me hizo girar para que quedara de costado y siguió explorando, dándome una nalgada.
Detuvo el beso y me colocó boca abajo sobre el sofá. Aprovechó para acariciar mis nalgas por encima de la ropa interior, luego las masajeó por debajo de esta, llegando a mostrarme mi trasero. Después, me hizo poner de pie y me posicionó inclinado sobre el respaldo del sofá, separando mis piernas. Continuó acariciando mis nalgas y deslizando su dedo entre ellas.
Termino de bajar los pantalones, quitándolos con facilidad junto con mi bóxer, dejando solo mis tenis puestos. Con la otra mano, acomodo la sudadera y la playera hacia arriba, pasándolas por mi cabeza y dejando mi espalda al descubierto, así tiene acceso libre a mis nalgas y mi trasero, elogiándolos nuevamente y dándome un par de palmadas.
Comienza a acariciar mis nalgas, sobándolas y masajeándolas, recorriendo también mis piernas hacia abajo, para luego subir de nuevo y llegar hasta las nalgas. Desliza sus palmas por mi espalda, provocando un placer intenso en cada contacto y haciendo que poco a poco suelte gemidos de excitación. Luego, coloca sus manos en mis nalgas, separándolas para revelar mi trasero, haciendo que respingue, situación que él nota, diciendo: "Este trasero ya está ansioso, ¿no crees?". Después de sus palabras, retira una mano y con la otra, separando mis nalgas, comienza a acariciar la zona de mi trasero, provocando una sensación húmeda que imagino es saliva. Acto seguido, intenta introducir un dedo en mi trasero, encontrando cierta resistencia pero logra avanzar un poco antes de retirarlo y usar su boca y lengua para explorar la zona.
Mientras él hace esto, experimento sensaciones placenteras que me hacen gemir con fuerza, disfrutando de sus caricias en esa zona tan sensitiva. Siento cómo intenta introducir su lengua en mi trasero, dejando una cantidad generosa de saliva y luego intentando nuevamente con su dedo. Esta vez logra introducir la punta y parte de la falange, avanzando con cuidado y fuerza hasta lograr introducirlo por completo, cada avance acompañado de gemidos de placer y expresiones de disfrute.
Una vez que ha logrado introducir completamente su dedo en mi trasero, comienza a moverlo lentamente, sacándolo casi por completo antes de volver a introducirlo despacio, lubricando con cada movimiento. Después de repetir este proceso varias veces, sin detenerse, añade un segundo dedo con mayor facilidad debido a la relajación de mi trasero, realizando movimientos circulares y alternando entre introducirlos y sacarlos a un ritmo pausado.
Una vez que mi trasero se ha adaptado a la sensación de sus dedos, los retira y con una mano me levanta, subiéndome la sudadera y la playera por encima de la cabeza y sosteniendo mis brazos en alto. Me obliga a acercarme a él y me besa, permitiéndome sentir su evidente erección. Tras el beso, me quito la sudadera siguiendo sus indicaciones y luego los tenis, quedando de espaldas a él, sintiendo su cuerpo cerca del mío.
en mi espalda, descubrí su miembro colocándolo entre mis glúteos, lo había sacado de su pantalón mientras me quitaba los zapatos, así que llevé una de mis manos hacia atrás para acariciarlo.
Pude notar en mi mano que su tamaño era bueno, bastante grueso y que solo tenía bajados los pantalones, dejando al descubierto solo su miembro y los testículos, me restregó su miembro entre mis glúteos una vez, se alejó de mí, me tomó de la mano y me llevó a una habitación cercana a la sala de estar, al entrar, me hizo sentar en la cama que se encontraba en la habitación, se despojó completamente de la ropa, dejando su cuerpo desnudo y a la vista, su delicioso miembro de unos 19 cm aproximadamente y de un grosor bastante tentador, colocándose frente a mí, con su mano me hizo levantar, besándome, agarrando mis glúteos entre sus manos, masajeándolos, un momento después, dejando de besarme, apartándome de su cuerpo, me hizo acomodarme de espaldas a él, aproximándose a mi cuerpo y colocando su miembro entre mis glúteos, frotando su miembro de arriba abajo en la grieta de mis glúteos, soltando un poco de saliva entre ellos, haciéndome desear ese trozo de carne y diciéndome con tono cachondo: "Siente lo que tu trasero va a disfrutar".
Alejándose de detrás de mí y con sus manos me hizo inclinarme sobre la cama, colocándome en una posición similar a la que tenía en el sillón, una vez que me acomodé como él quería, comenzó a pasar su lengua por mis glúteos, deteniéndose nuevamente en mi trasero y dándole varias lamidas, introduciendo su dedo en la entrada de mi trasero y esta vez, sin oposición o resistencia, penetrándolo hasta el fondo, comenzando a moverlo de forma constante, para luego, introducir un segundo dedo, con la misma acción de entrar y salir, así como realizar algunos movimientos circulares, poco después, retiró sus dedos de mi interior, dejándome con la sensación de querer sentirlos más, escuché que escupía algo y empecé a notar que colocaba algo un poco más grueso en la entrada de mi trasero, dándome cuenta de que era la cabeza de su miembro, la cual intentaba introducir con cierta fuerza y presión, encontrando cierta resistencia en mi trasero, sintiendo un poco de dolor, al no lograr introducirla, la retiró, escuché que escupía más y la colocaba nuevamente en la entrada de mi trasero, empecé a sentir su empuje, aplicando un poco más de fuerza, esta vez sentí cómo cedía la resistencia de mi trasero, sintiendo cómo lograba abrirse paso un poco.
Se dio cuenta de que lograba que mi esfínter cediera un poco, retiró su miembro un momento, introdujo dos de sus dedos en mi trasero con algo de saliva y creo que algo más, colocó la punta de su miembro nuevamente en la entrada de mi agujero de placer y esta vez logró ir introduciendo la punta, provocando que soltara un gemido mezcla de placer y dolor, aunque siendo honestos, era más placer que dolor, empezó a empujar de forma constante hacia dentro de mí, hasta que sentí cómo sus testículos chocaban con los míos, a lo que él dijo entre un gemido fuerte: "Qué delicioso trasero tienes, mi amor", "Llevabas tiempo sin ser poseído, ¿verdad?", después de eso, comenzó a sacar su miembro por completo, luego de esto puso sus manos sobre mis nalgas y las abrió completamente, luego, sosteniéndolo con una sola mano, dejó mi trasero a su vista, notando la sensación de que con su otra mano puso un poco de líquido en mi trasero, retiró sus manos, me dio un par de azotes y volvió a colocar la punta de su miembro en la entrada de mi trasero, dejándose llevar hacia adentro, provocando que ambos gimiéramos de placer, recostándose sobre mi espalda y haciéndome girar la cabeza para que lo besara, al dejar de besarme, se levantó y con sus manos me tomó de la cintura.
Al sujetarme por la cintura, comenzó a sacar lentamente su miembro del interior de mi trasero por completo, para luego introducirlo nuevamente, esta vez de forma lenta,
Sacándola completamente y luego introduciéndola de nuevo en medio de los gemidos y las palabras apenas inteligibles que ambos pronuncian, expresando lo agradable que es, pidiendo que continúe, alabando lo delicioso de mi culito, comienza a aumentar el ritmo de sus embestidas en mi trasero, intensificando también los gemidos de ambos. En ese vaivén constante y placentero de su miembro en mi interior, llega un momento en el que se detiene abruptamente, sacando su pene de mí y dejándome con ese deseo de seguir sintiéndolo dentro. Con sus manos, me hace incorporar, me gira para besarme y me confiesa que le he gustado mucho, que tenía una fantasía que deseaba cumplir: eyacular en mi rostro, derramar todo su esperma caliente en mis labios, para que aquello se viera muy excitante, a lo que en ese instante no supe responder.
Ante mi falta de respuesta, prácticamente me arroja hacia la cama con sus manos, quedando boca arriba mientras él se sube a la cama, posicionándose cerca de mi cintura. Levanta mis piernas sobre sus hombros, las cruza en uno de ellos y, tras humedecer sus dedos en su lengua, los desliza por la entrada de mi culito sin titubear. Juega con ellos, realiza movimientos circulares, luego los retira y coloca la punta de su miembro en mi trasero, penetrándome de golpe hasta el fondo. Comienza a embestir de forma constante, entre gemidos apasionados y palabras apenas comprensibles que ambos vociferamos, experimentando un placer delicioso con cada embestida que mi trasero, ya acostumbrado a su tamaño, recibe. Después de un tiempo de disfrutar de sus embestidas, se detiene abruptamente, manteniendo su pene en mi interior, bajando mis piernas y colocándolas a un lado, dejándome inclinado pero con su miembro todavía dentro de mí. Realiza varias penetraciones de esta forma, sacando por completo su pene y metiendo dos de sus dedos, diciendo: "Tienes un trasero insaciable, ¿verdad?", a lo que respondo: "No creo que sea insaciable, pero me encanta cómo me estás penetrando, papá".
Al escuchar esto, se levanta y me hace poner de pie junto a él, diciéndome que en ese momento no tengo escapatoria. Acercando su pene a mi rostro, menciona que finalmente cumplirá su fantasía: eyacular en mi cara. Rozándome con su miembro por las mejillas, la nariz y los labios, comienza a masturbarse frente a mí de manera constante, deteniéndose de vez en cuando para volver a pasear su miembro por mis labios. Lo masturba, gimiendo con más fuerza poco a poco, hasta que me anuncia entre jadeos: "Ahí voy, prepárate para disfrutar". Coloca la punta de su pene en mis labios, dejando salir su semen caliente y espeso, que queda entre mis labios y comienza a escurrir hacia mi barbilla. Abro un poco la boca, paso mi lengua por mis labios y él vuelve a frotar su miembro por mis mejillas, antes de introducirlo en mi boca, momento que aprovecho para lamer la punta.
Retirando su miembro de mi rostro, me ofrece papel para limpiarme, y además me felicita por lo bien que lo he disfrutado, para luego traerme mi ropa. Antes de partir, me hace inclinar de nuevo en la cama, separa mis nalgas con sus manos y al dejar mi culo recién penetrado al descubierto, comenta lo apetecible que luce, lo abierto que lo ha dejado. Tras permitirme levantarme y comenzar a vestirme, conversamos sobre el alquiler, llegando a un acuerdo sobre el precio y demás detalles. Así, salgo de aquel lugar y me dirijo a mi alojamiento, sintiendo aún mi trasero palpitar por haber sido penetrado de forma tan placentera.
Lamentablemente, la renta no se concretó por otras circunstancias, y no pude volver a verlo.
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