Llevaba dos meses sin escribir, ¿Qué puedo contarles? Mi trabajo me ocupa mucho tiempo. He estado muy ocupada y la situación en la oficina es bastante complicada (casi al punto de querer irme o que me despidan). Había mantenido una relación con mi jefe pensando que sería una ayuda económica para mí, pero ya estoy harta de cómo me trata. El dinero me viene bien para pagar la renta y mis gastos personales, pero ya no puedo tolerar las actitudes de mi jefe.
En la empresa aún no se han dado cuenta (o hacen como que no lo saben) de que tengo una relación especial con el jefe, pero a mi edad sé lo que quiero. Recuerdo que hace unas semanas, al salir del trabajo, mi jefe me llamó para verlo. Me dirigí a su oficina y vi que estaba con otro hombre, entonces les saludé de forma profesional. Mi jefe se levantó, me besó en la boca y yo le reproché su actitud. Él simplemente se rió y le dijo al otro hombre: "Esta chica tierna es solo mía, me gusta llevarla de vacaciones…” mientras el otro reía. Le pregunté qué quería y me dijo que nada, solo quería presentarme a su amigo de negocios. Le sonreí fríamente y me despedí. A veces permito ciertas actitudes por calentura, pero esta vez no me gustó, aunque el dinero valía la pena.
Después de adaptarme al horario laboral, encontré tiempo para ir al gimnasio cerca de casa. A veces iba temprano por la mañana o por la noche. El monitor, un hombre moreno, con un físico impresionante y treintañero, siempre era muy amable conmigo y con las nuevas. Allí hice amistad con una chica llamada Estrella, coordinábamos nuestros horarios y, a pesar de la cantidad de gente, siempre éramos atendidas por los mismos tres monitores de siempre. Siempre recordaré a Richard, el monitor moreno, el primero que me ayudó con mis ejercicios y me ayudó a desenvolverme sola en el gimnasio junto a Estrella, mi compañera de gimnasio. No sé qué haría sin mi rutina de ejercicios, a veces me ayuda a liberar el estrés del trabajo.
Por suerte, mi jefe empezó a ausentarse más del trabajo, casi no lo veíamos y me sentía más libre. Por eso iba al gimnasio con más energía y motivación para entrenar. Una tarde, tras acabar nuestra rutina, Estrella y yo hablábamos sobre los intentos de algunos hombres por conocernos. Siempre éramos amables, pero nunca accedíamos, ya que no nos interesaba. Esa noche, Estrella me confesó que a uno de los monitores le gustaba. Estrella es guapa, rubia, con el pelo largo y un físico envidiable. Le pregunté por qué no aceptaba salir con él y me explicó que tenía novio y que prefería evitar problemas con su pareja y los monitores, ya que su novio era celoso. Entendí su postura y no profundicé más, para no parecer entrometida. Ella me preguntó si había alguien en el gimnasio que me gustara y yo, sonriendo levemente, le confesé que Richard me llamaba la atención y ahí dejamos el tema, ya que, al igual que ella, yo también tenía pareja (referente a mi jefe como tal).
Esa noche, recibí un mensaje de mi jefe pidiendo vernos en el gimnasio. Acordamos encontrarnos en el estacionamiento. Apenas tardó 10 minutos en llamarme y decirme que ya estaba esperando afuera. Me despedí de Estrella y me dirigí a su coche. Lo saludé y le pregunté cómo había estado estos días, ya que apenas lo había visto. Su respuesta fue breve y fría.
así que mientras conversábamos, observaba cómo desabrochaba el pantalón y en un camino casi sin luz se detuvo y me agarró de la cabeza bruscamente para acercarme a su miembro.
“Apresúrate, chúpalo que nadie nos ve…” me indicó. “No tengo muchas ganas y además estoy muy cansada…” le respondí, pero a pesar de mi negativa, me sujetó de la cabeza y me obligó a practicarle sexo oral. “Dios, Denisse, extrañé tu boca”, comenzó a expresar mientras se quejaba, mientras yo simplemente cerraba mis ojos y pensaba en Richard. Me separé de su miembro, se acomodó el pantalón, y luego me llevó de regreso a mi departamento al notar que no tenía tanto interés. Una vez en mi habitación, decidí acostarme y llamar a Estrella para preguntarle qué planeaba hacer. Me dijo que saldría con su novio, colgué y empecé a conversar con mis amigas de CDMX. Les comenté cómo podría poner fin a la relación con mi jefe sin perder mi empleo. Era un dilema complicado, ya que no hay nada más peligroso que un hombre enojado con poder sobre una mujer.
Decidí tomarme todo el fin de semana para evaluar la situación y olvidarme de ese señor. El sábado me sentía plena, llena de energía y con ganas de realizar muchas actividades, así que decidí no pensar en lo que ocurriría el lunes y aproveché al máximo el fin de semana. Al llegar al trabajo el lunes, mi jefe me pidió verlo temprano, así que me acerqué a su oficina. Me preguntó si todo estaba bien y fue entonces cuando decidí expresar: “Ya no deseo continuar con esto…”. Él me miró fijamente y respondió: “De acuerdo, sal de mi oficina y a mediodía deseo verte aquí”. No sabía por qué me había pedido que fuera a esa hora, por lo que el resto del día transcurrió relativamente normal. Antes de la hora indicada, me acerqué a mi oficina y lo vi trabajando. Decidí entrar y preguntar qué sucedía, a lo que me entregó una hoja con una palabra grande al final que decía “Renuncia”.
Me entristecí, pero sabía que era lo mejor, no podía soportar más ese trato. Me senté, tomé un bolígrafo azul y antes de firmar, él dijo: “Depende de ti si quieres irte o no, muchas han pasado por esto y no serás la única, solo te advierto, tengo amigos y contactos que podrían impedirte conseguir empleo. Tú decides…” Lo medité un momento, pero opté por firmar sin decir palabra alguna y salir de la oficina. Al llegar a mi puesto de trabajo, recolecté mis cosas, pedí un Uber y regresé a mi apartamento para acostarme en la cama y llorar.
Qué inicio de semana. Decidí ser fuerte y seguir postulándome a otros trabajos. Dormí sin alarma y desperté a las 8:30 p.m. Como pude, me cambié y me dirigí al gimnasio, que era lo único seguro en mi día. Sabía que cerraba a las 10, por lo que con una hora bastaba. Al llegar, había poca gente y me di cuenta de que olvidé llevar mi botella de agua y mi teléfono, así que decidí dirigirme a las caminadoras cerca de los baños. Allí decidí quedarme por un tiempo y olvidar lo ocurrido durante el día. En ese momento, vi a mi amiga Estrella salir del baño de hombres con uno de los instructores. Al notarme, palideció y nerviosamente se acercó a saludarme y preguntar por qué no le había respondido los mensajes.
Fríamente le dije que había tenido un pésimo día y había dormido tanto que olvidé mis cosas. Seguimos hablando de temas variados y al salir, le pregunté por qué estaba en el baño de hombres (solo para ver qué respondería). Me contó que el instructor le pidió ayuda para mover algunas cosas, ya que a esa hora no había hombres, y como yo era la que mejor se llevaba con él, le pidió ese favor. No le creí y puse cara de interrogante, ella sonrió y dijo: “Bueno, solo fuimos a besarnos y aprovechamos que ese baño estaba vacío”. “Pero Estrella, ¿y tu novio?” le pregunté. “¿El qué? Jaja, no se enterará, además fue solo un beso casual”. Intuía que era un poco promiscua, pero no le dije más. Comenzó a llover y le pedí si podía.
Por favor, podría llevarme a mi departamento cuando llegue su novio, a lo cual aceptó sin problemas.
Cuando su novio llegó en una camioneta muy bonita, ambas subimos y al verlo, me cautivó. Era muy atractivo, pero desafortunadamente era el novio de mi amiga. Me dejaron en mi departamento y, al llegar, preparé una pequeña cena y me acosté de nuevo. El martes transcurrió con normalidad, enviando solicitudes de trabajo, pero sin éxito hasta el momento. Olvidé que debía pagar la mensualidad del gimnasio, ya que todos mis gastos estaban planificados, omití ese detalle. Llamé a mi amiga Estrella para pedirle prestado el dinero, y ella me respondió: "Habla con Richard, te digo...", me sorprendió su tono, pero decidí seguir su consejo. Ambas fuimos juntas al gimnasio ese día y, al llegar a la recepción, él estaba allí, así que mi amiga se adelantó y yo me quedé con Richard. Le expliqué mi situación y él se ofreció a ser comprensivo con los pagos.
Ya tenía un problema menos. Los días pasaban hasta que el viernes por la mañana, Estrella me llamó pidiéndome casi suplicando que la acompañara al gimnasio a las 8, accedí sin entender por qué, así que decidí ayudarla. Al llegar casi a la hora acordada, me dirigí al gimnasio y en el camino vi la camioneta del novio de mi amiga. "¡Súbete!" me gritó Estrella. Una vez allí, Estrella le pidió a su novio que no pasara por ella, ya que iría conmigo a hacer unas compras, a lo que él asintió. Mientras entrábamos al gimnasio, le pregunté a Estrella qué significaba todo eso, y ella me dijo que luego me lo explicaría. Empezamos a entrenar, recordé que Estrella llevaba puestos unos pantalones verdes y una blusa blanca holgada. Yo vestía unos pantalones rosas y una blusa negra. Nos dedicamos a ejercitarnos y liberar el estrés de la semana.
Para las 9 pm, solo quedábamos tres señoras, Richard, el instructor y yo. Noté cómo mi amiga enviaba mensajes a alguien y vigilaba de reojo al segundo instructor, así que me pidió que cuidara sus cosas mientras iba al baño. Continué con los ejercicios. A las 9:25, ya no había más gente, era la única presente, y vi a Richard a lo lejos ordenando los discos. Saqué mi teléfono y vi las notificaciones de mis amigas de Mérida invitándome a salir, pero las ignoré. Guardé mi mochila y la de Estrella y luego fui a los baños. Al entrar, no escuchaba nada, así que me lavé las manos rápidamente y, al cerrar la llave, esperé un momento y escuché ruidos procedentes de uno de los baños cerrados.
Pensé que era mi amiga. Tenía curiosidad por mirar, pero el miedo me paralizaba. ¡No! Me dije a mí misma que fui demasiado sigilosa, miré por encima y vi a Estrella practicándole sexo oral al segundo instructor. Me sentí incómoda y salí rápidamente del baño. Esperé un momento hasta que vi a mi amiga salir con una sonrisa en el rostro. Ingenuamente, le pregunté por qué había tardado, y sin rodeos me respondió: "Tú sabes bien por qué tardé".
Ambas sonreímos y, aún dentro del gimnasio, le pregunté a Estrella por qué lo hizo, a lo que me respondió que a veces le permitían entrenar sin pagar la mensualidad a cambio de ciertos favores. Después de reflexionar, no me pareció un mal trato, ya que en ese momento necesitaba dinero, así que bromeé insinuando si podía hacer lo mismo. "Ja, ja, ja, sabes que sí. A Richard le encantas y está encantado contigo", no sabía qué hacer, pagar el gimnasio sin trabajo significaba un gasto importante, por lo que, debido al estrés que sentía, decidí aceptar, aunque no en ese momento. "Está bien, le hablaré a Richard discretamente", me dijo Estrella.
Esa noche, al llegar a mi departamento, solo pensaba en Richard. Me preguntaba si era dotado o no, muchas ideas me excitaban y me animaron a tocarme un poco. Dormí sin preocupaciones ni estrés. Recordé que me levanté muy temprano el sábado y decidí aprovechar la mañana y dirigirme sola al gimnasio, sin informar a nadie. Al entrar, estaba relativamente vacío, así que me dediqué a hacer cardio y a lo
lejos se encontraba el entrenador. Sabía que cerraría el gimnasio a mediodía, así que le pedí que conversáramos en privado cuando terminara. Después de que el gimnasio quedara vacío, comenzó a bajar las cortinas y dejó la única entrada abierta. Me acerqué y le sugerí amigablemente si existía alguna forma alternativa de pagarle, ya que en ese momento no disponía del dinero para el gimnasio.
“Sí, la hay”, respondió. “¿Cuál es?”, pregunté. “Solo acompáñame al baño mientras cierro”, recogí mis cosas y lo seguí al baño. Nos miramos intensamente, dejé mis pertenencias y lo besé apasionadamente. Nuestro sudor se mezcló durante el abrazo y el beso, mientras sus manos descendían hasta mis glúteos redondeados. Decidí bajarle el pantalón corto y noté su miembro mediano, lo acaricié con mi mano derecha mientras seguíamos besándonos. Luego, tomándome de los hombros, me hizo arrodillar.
Empecé a practicarle sexo oral, su sabor era ligeramente salado, pero en ese momento era lo de menos; necesitaba despejar mi mente y aliviar el estrés. Continué un rato hasta que escuchamos su teléfono sonar, era una llamada urgente que debía contestar. Me levantó, me besó y prometió que continuaríamos más tarde. Me acompañó a la salida y abordé su auto, mientras yo aún estaba excitada y me dirigía a mi departamento. Después de bañarme y acostarme, llamé a mi amiga Estrella para contarle lo sucedido; ella dijo que no habría problema, pero que debía complacerlo, ya que era casado y casi propietario del gimnasio.
Caliente, le pedí a Estrella que le preguntara si podía salir conmigo ese día. Finalmente, me indicó que no podría, pero que el lunes él dejaría encargado a alguien más, por lo que tendría la oportunidad de estar con él y Estrella me acompañaría. Acepté con entusiasmo y esperaba con ansias que comenzara la semana. Por la mañana del lunes, recibí una llamada para una entrevista de trabajo. A pesar de estar estudiando, pregunté si era a medio tiempo y me dijeron que eso se confirmaría en la entrevista. Anoté la fecha y parecía que tenía algo seguro; al menos, había un motivo para alegrarme.
El lunes transcurrió rápidamente y decidí vestir un pants azul y un top blanco para ir al gimnasio. Quedé en encontrarme con mi amiga en el estacionamiento, donde vi a lo lejos la camioneta de su novio. La saludé y me despedí de él con un gesto de manos. “¿Qué sigue?”, pregunté. "Tranquila", respondió. Nos acercamos a la entrada y nos encontramos con Richard y el segundo entrenador, quienes nos pidieron subir a su coche y sentarnos en la parte trasera. Nos dirigimos allí y rápidamente nos alojamos para no levantar sospechas. Posteriormente, ellos subieron al coche y mi amiga le informó que teníamos hora y media disponible. Él aceleró y nos llevó a un motel cercano. El segundo instructor se llevó a mi amiga, mientras yo me quedé con Richard, y en la habitación continuamos donde lo dejamos…
Comenzamos a besarnos y a desvestirnos. Sentí su musculoso cuerpo frente al mío mientras me quitaba poco a poco mis zapatos y mi top, luego me bajó el pants y vio mi hilo color menta (que en la parte trasera solo dejaba ver el diminuto triángulo del hilo). Separó mis nalgas y empezó a acariciarlas con su lengua. “Ah”, “Ah”, gemía suavemente. Regresamos a los besos y me pidió que me recostara, se adentró en mi vagina con su lengua mientras yo me aferraba a las sábanas y arqueaba la cabeza hacia atrás. “Quiero que me hagas sexo oral”, me dijo, así que me acosté y él se colocó entre mis piernas y comenzamos a disfrutar mutuamente. Se escuchaban solo susurros y el crujir de la cama. Me apartó y continué practicándole sexo oral mientras preparaba un preservativo. Me puso a cuatro patas,
Dejó a un lado el hilo y comenzó a introducirse en mí lentamente. Con sus embestidas, mis gemidos se volvieron más intensos. Mientras me penetraba en esa postura, agarraba mis brazos y los tiraba hacia atrás. Cerré los ojos y me dejé llevar por el momento, sintiendo cada embestida vigorosa que duró al menos 10 minutos. Se separó de mí para besarme. "Estás deliciosa, mejor que tu amiga", me dijo, y aunque desconocía si Richard ya había estado con ella, eso no me importaba en ese momento. Volvió a ajustar el hilo y me levantó, tardando un poco en penetrarme en esa posición, pero una vez adentro, sus embestidas eran tan intensas que mis fluidos ya empapaban el suelo.
"Sigue", le suplicaba para que continuara penetrándome con ese ritmo. Después de bajar, seguí con sexo oral rápidamente para luego montarlo y cabalgar. Me agarraba con fuerza de la cintura mientras cabalgaba. Me pidió que me volteara para que mi trasero quedara frente a él, y así lo hice. Continué montándolo y dándome impulso mientras recibía palmadas en mis glúteos, viendo en el espejo cómo se enrojecían. Me detuvo un momento y me recostó en la cama, separó mis piernas y volvió a penetrarme mientras me agarraba del cabello. Mantuvo ese ritmo de penetración y luego metió sus dedos en mi boca, apenas podía gemir con esos dedos tan gruesos.
Se detuvo un instante y me pidió que chupara sus dedos, así lo hice con cada uno. Aprovechamos un sofá que había en la habitación, se sentó, me subí y volví a cabalgar. Comencé a cabalgarlo nuevamente. Comenzó a gemir mientras yo acariciaba mis pechos. "¡No puedo más!", grité al tener mi segundo orgasmo. Permanecimos allí un rato hasta que ambos nos acostamos y nos besamos, luego se puso encima de mí y me penetró de nuevo con mis piernas sobre sus hombros. Estaba agotada pero excitada, así que me dejé llevar. "Prométeme que podré tenerte cuando quiera", me decía en cada embestida. "Sí, sí", respondía mientras, de repente, me dio una cachetada suave con saliva. Colocó mis piernas junto a mi cabeza y me embestía con fuerza. "Por favor, ya..." gemía más y más mientras mis ojos se nublaban. "Tengo que terminar, casi es la hora...", me dijo mientras seguía con intensidad hasta decirme "Ven aquí", tomándome del cabello, arrodillándome y masturbándose frente a mí. Me limitaba a observar cómo se complacía, lamiendo sus testículos hasta que, finalmente, eyaculó en mi rostro y cuerpo.
Escuchaba sus gemidos de placer al terminar mientras limpiaba parte de su semen de mis ojos con los dedos. "Debemos vestirnos", dijo al entender que se acababa el tiempo acordado. Me limpié en el baño y me vestí con mi ropa deportiva. Salimos del motel y nos dirigimos al vehículo. Al poco tiempo, vimos acercarse a Estrella y al segundo entrenador. Una vez dentro, nos aseamos rápidamente, deshaciéndonos de los rastros del encuentro. Afortunadamente, mi amiga tenía perfume para disimular los olores.
Al llegar al estacionamiento del gimnasio, vimos la camioneta del novio de Estrella estacionada, lo que nos alertó. Richard decidió aparcar en otro lugar y, disimuladamente, ayudamos a Estrella a entrar. Una vez dentro, tomamos caminos separados: mi amiga ingresó al gimnasio y salimos juntas para evitar sospechas, dirigiéndonos a la camioneta del novio. Al ver cómo se despedían con un beso y un "Te quiero", me dirigí a mi departamento con ellos. Durante el trayecto, conversamos sobre trivialidades hasta llegar a mi hogar. Me despedí y, al estar finalmente en mi cuarto, me acosté feliz y relajada, sabiendo que tenía un nuevo afecto.
En medio de dificultades laborales, me mantengo enfocada en otros aspectos, reduciendo mis salidas al mínimo debido a las circunstancias económicas. Continúo escribiendo para compartir mi experiencia como joven independiente.
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