Descubriendo a mi estudiante (1)


Escuchar este audio relato erótico
0
(0)

Saludos a la comunidad de CuentoRelatos. Les presento esta breve historia, la cual ha sido dividida en cinco partes. ¡Espero que la disfruten!

Es cierto: tras once años enseñando a jóvenes en la universidad, todo se torna monótono. Las mismas interrogantes, el mismo guion. Las habituales miradas de asombro al presentarles una estrategia audaz en un debate, y su desilusión cuando algunos no obtienen la calificación deseada.

Eso era lo que rondaba en mi mente mientras ascendía las escaleras hacia el salón de debates asignado para ese semestre. ¿Cuánto tiempo más antes de mi jubilación? Me pregunté con una pequeña sonrisa: aún muchos años. Había cumplido recientemente cuarenta y ocho años, y la idea de una jubilación no se vislumbraba en mi horizonte cercano.

Solté un suspiro antes de ingresar al salón. No es que me sintiera anciano, pero la vida ya me había arrebatado algunas ilusiones. ¿Relaciones amorosas? Algunas, sin exceso ni escasez. Probablemente suplí siempre la falta de atractivo físico con un exceso de palabras. Pero no, ahí no residía la cuestión. Quizás lo que necesitaba eran desafíos. Profesionales, empresariales, amorosos o creativos, cualquier cosa que finalmente avivara mi espíritu.

En fin, crucé el umbral. Ahí estaban mis futuros abogados, con sus miradas expectantes fijas en mí, evaluándome inevitablemente. Era algo predecible, aunque también lo encontraba entretenido. Durante los primeros días, los hacía sufrir al pronosticarles un semestre arduo, para luego irles dando más libertad a medida que se relajaban.

Saludé a los presentes mientras se acomodaban en sus asientos. Les hablé sobre el curso, las complejidades del Derecho Corporativo y mis expectativas hacia ellos. Después de un rato de haber iniciado, alguien llamó a la puerta. Con desgana, pedí a un alumno que fuera a abrir, y una joven a quien ignoré entró disculpándose. Ni siquiera volví la vista hacia ella, molesto por la interrupción en uno de los momentos más delicados de mi exposición.

Al finalizar la clase, ella fue quien se acercó a mí:

-Buenos días, Dr. León. Quiero disculparme: me enviaron erróneamente a otro salón por un error en mi matrícula.

Yo estaba ordenando mis documentos y apenas le había prestado atención, pero su excusa me pareció bastante infantil.

-Entiendo señorita... -Le respondí al mirar finalmente hacia ella, pero no pude continuar la frase. Quedé sorprendido por su belleza.

-Daniela Riuz. -Respondió con una sonrisa claramente preparada.

Logré recuperarme de esa primera impresión y le expresé lo primero que se me vino a la mente:

-Escuche señorita Riuz. No dispongo de tiempo para excusas, solo le pido más puntualidad. Es fundamental para la formación de cualquier abogado. ¿Cree que la esperarían en una audiencia si llega tarde?

-Mis disculpas doctor. No volverá a suceder. -Respondió, y verla ser más genuina no hizo más que resaltar su atractivo.

-Está bien, hoy lo dejaremos pasar. Nos vemos mañana.

-Estaré aquí en primera fila. -Afirmó, regalándome otra fugaz sonrisa antes de darse la vuelta para salir.

No quise voltear; me sentí incómodo. Estaba seguro de que ella había notado mi desconcierto, y probablemente le habría parecido gracioso. "Otro hombre más deslumbrado por mi belleza" debió de haber pensado. Y está bien, lo reconozco: por un momento me dejé llevar. Pero estaba claro que no se repetiría.

Me equivoqué. Al llegar al aula al día siguiente, Danna estaba efectivamente sentada en la primera fila. Eso no era para nada una mala señal, demostraba que era una joven atenta y deseosa de aprender. El nuevo dilema era su vestimenta, la cual no solo era atractiva sino sugerente. Llevaba una minifalda oscura que rozaba...

medias de tono piel, y una camisa ejecutiva de color beige -muy sofisticada, para ser honesto- ajustada al cuerpo. La tela ligeramente brillante, apenas traslúcida, permitía vislumbrar un par de senos grandes, simétricos, inusuales en una joven con una cintura tan estrecha. Me quedó claro que se había vestido de esa manera para alguien. Quizás para un novio con quien acababa de tener una discusión, a quien quisiera mostrarle el monumento de mujer que podría perder. O tal vez para un pretendiente que necesitara un empujón...

-Doctor, ¿va a comenzar la clase? -me consultó en ese momento un joven llamado Esteban, mientras algunos estudiantes se reían en voz baja.

-Sí, por supuesto. -Le respondí, sintiendo una sensación de ridículo que me invadía.

Me moví entre los pupitres y empecé mi lección. Mi estrategia sería no voltear a verla. Impartir la clase a todos los demás y fingir que esa alumna no estaba presente. Ahí radicaba la táctica para contrarrestar el impacto que Daniela estaba empezando a tener sobre mí.

-Entonces, ¿en qué sentido debería plantearse la demanda? Escuché repentinamente una voz que requería mi respuesta. Y, por supuesto, era ella. Por un momento no lo consideré, pero sí, también era una estudiante con derecho a participar.

¡Maldita sea! Reflexioné, y me volví hacia su asiento, resignado. Empecé a explicarle, pero mientras tanto ella parecía no prestar atención a mis palabras. Sus ojos se dirigían a los míos, insinuantes y desafiantes, mientras su sonrisa parecía aún más radiante. No quise interpretar esa mirada, ni siquiera pude intentarlo, pero cuando me di cuenta, advertí que me había provocado una fuerte erección.

- ¿Ha quedado claro? -le consulté al terminar mi explicación.

Ella simplemente asintió con la cabeza, y una sonrisa traviesa pero sutil se dibujó en su rostro. Supuse, derrotado, que había notado en mis pantalones lo que me había excitado sin tocarme siquiera.

Estaba claro: el semestre iba a ser extremadamente largo.

¿Te ha gustado este relato erótico?

¡Haz clic en las estrellas para puntuarlo!

Puntuación promedio 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

Ya que que te ha gustado este relato...

Puedes compartirlo en redes sociales!

¡Siento que este relato no te haya gustado!

¡Déjame mejorar este contenido!

Dime, ¿cómo puedo mejorar este contenido?

Otros relatos que te gustará leer

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir
Contacto | Seguinos en Ivoox