Después de haberse lavado en el baño, pensé que ella saldría y se despediría, pero no fue así. Al salir del baño completamente desnuda, me tumbó sobre el sofá, quitó toda mi indumentaria y se sentó sobre mi pene, introduciéndoselo de golpe. Pude sentir cómo su cuerpo se estremecía con cada vaivén, y así continuamos durante varios minutos. Debido a que yo ya había eyaculado en su boca previamente, esta vez me costó un poco más alcanzar el segundo clímax. Sin embargo, en ese lapso ella alcanzó el orgasmo más de cinco veces, gritando como una perra en cada ocasión.
Continuará…
Después de pasar un buen rato desnudos en la cama, ella me miraba fijamente a los ojos mientras acariciaba suavemente mi miembro. Por un momento olvidé que era la mujer de mi amigo, y en mi mente desapareció esa parte de nuestra historia desde que me despedí de ella, prometiéndole que regresaría, promesa que nunca cumplí.
De repente, rompió el silencio, dejó de acariciarme y se puso de pie, expresando con desesperación que debía irse y que aquello no debió ocurrir. Repitió estas frases varias veces antes de salir de mi habitación y cerrar la puerta con fuerza. Al escuchar el portazo, volví en mí y empecé a cuestionar mis acciones (haberme acostado con la mujer de mi amigo), recordando que, si bien la conocí primero, fue mi amigo quien al final se quedó con ella, no yo.
Los días pasaron y mi amigo continuaba llamándome al celular, pero mi sentimiento de culpa me impedía contestar o leer sus mensajes. Una noche, no pude resistir más y accedí a leer su último mensaje, en el que me contaba que su esposa le había pedido el divorcio, que no podía seguir viviendo con él y que estaba destrozado. Consideré escribirle para quedar, pero opté por ir directamente a su casa, pensando que al pedirle el divorcio, ella habría regresado a su lugar de origen y él estaría solo.
No fue así. De alguna manera ella logró que mi amigo abandonara la casa, y allí estaba ella cuando llegué sin saber que seguía allí. Decidí espiar primero por la ventana, que estaba un poco abierta, y para mi sorpresa, vi a la mujer de mi amigo completamente desnuda, cabalgando sobre un hombre moreno. Al parecer, decidió vengarse de mi amigo acostándose con cuantos hombres se cruzaran en su camino, y yo ya no era suficiente para su cruel venganza.
Allí estaba ella, entregándose a ese hombre, y aunque no podía oír sus gemidos, su expresión de satisfacción me hacía imaginar que gritaba como una perra. Seguí observando y vi cómo el hombre la puso en cuatro patas y la penetró con fuerza, sintiéndome avergonzado al comparar su miembro grande y grueso con el mío. Pero lo que más me sorprendió fue descubrir que en el sofá frente a ellos había otro hombre negro desnudo, jugando con su...
Agarre su miembro viril con firmeza, como si estuviera sujetando un palo de béisbol. Pude comprender por qué, a pesar de estar siendo penetrada, ella solo miraba en esa dirección. No era para menos, ya que en ese lado otra verga de tono oscuro esperaba su turno. Aunque era un poco más pequeña que la que se estaba comiendo, tenía la misma impresionante presencia.
Para resumir esta parte, les contaré que presencié cómo esas dos virilidades entraban al mismo tiempo en su vagina y su trasero. En ese momento, sus gemidos ya no eran solo fruto de mi imaginación, ya que la penetraron de tal manera que sus voces de placer se hicieron tan intensas que pude escucharlas. Mientras tanto, yo estaba allí con mi mano acariciando mi miembro mientras observaba cómo esos dos hombres de piel oscura la poseían. Justo en ese instante, escuché el sonido de un auto estacionándose y al girar la cabeza, vi que era mi amigo llegando a casa. Sin embargo, ¿podría ignorar ese dolor? No podía permitirlo de ninguna manera. Me acerqué a él y lo invité a ir a un bar. Allí bebimos hasta no poder más: él para aliviar el dolor que le causaba su divorcio y yo por la rabia de no haber presenciado por completo cómo ella era tomada por esos dos hombres de piel oscura.
Continuará...
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