Esta vivencia tuvo lugar un sábado en el que me hallaba en casa sin saber muy bien qué hacer. Fue entonces cuando recordé el club nocturno de mi amiga Dalila llamado "Pasiones", donde se presentaban los mejores bailarines eróticos brindando un espectáculo digno de contemplar una y otra vez.
Me dirigí al sitio y al entrar, una potente música me envolvió mientras cuatro atractivos jóvenes ya se encontraban bailando en el escenario, luciendo únicamente tangas doradas.
Al divisarme, mi amiga se acercó a mí:
-Hola Denis, qué alegría verte por aquí.
-Hola Dalila, estaba aburrida y decidí pasar un buen rato.
-Sin duda la pasarás genial aquí. Tengo habitaciones para reservar si deseas ir con alguno de los bailarines.
-No sabía que esa opción estaba disponible.
-Por supuesto que sí, solo que implica un pequeño costo.
-¿Cuánto sería?
-Seis mil pesos, y puedes estar todo el tiempo que desees con el que más te haya gustado. Al escuchar esto, me animé porque todos ellos eran sumamente atractivos. Saqué mi billetera y se la entregué a Dalila.
-Una vez elijas a uno, indícame y lo enviaré a la habitación. Tu refugio del placer será la número 12 - me dio un beso en la mejilla y se retiró.
El espectáculo continuaba en todo su esplendor; pasó un momento y un nuevo bailarín subió al escenario. En cuanto cruzamos miradas, percibí que era el más atractivo de todos. Con un cuerpo atlético y musculoso, su cabello caoba caía hasta la espalda, y sus ojos miel resaltaban sobre su piel. Se presentó solo con una camisa roja, la cual arrojó hacia mí en un ardiente movimiento, desencadenando gritos entre las presentes.
Realizó un movimiento con sus abdominales que provocó algarabía entre las mujeres, luego se dio la vuelta y pude admirar sus firmes y redondeadas nalgas masculinas. Al enfrentar nuevamente al público, su miembro empezaba a despertar, y al bailar, su pene amenazaba con asomarse por encima de su tanga.
En un instante, todos los bailarines detuvieron su danza y bajaron sus tangas hasta la cadera para insinuar un poco más, lo cual empezó a excitarme.
Luego, se acercaron a las distintas mesas para brindar un baile a las mujeres. El más atractivo se aproximó a mí, se posicionó sobre mis piernas, y al comenzar a moverse, aproveché para acariciar sus abdominales. Descendí mi mano y rocé su miembro sobre la tanga, y él continuó frotándose contra mí sin detenerse.
Cuando se incorporó, posó su miembro en mi rostro y comenzó a moverse; solo podía sentir cómo su miembro grande se deslizaba sobre mi rostro, lo cual me fascinaba e incluso me hizo desear brindarle sexo oral en ese mismo instante.
Minutos después, él y los demás bailarines se retiraron detrás del escenario. Corrí a hablar con Dalila.
-Ya he elegido - le expresé.
-Excelente, ¿a quién deseas que te envíe a la habitación?
Detallé a mi amiga las características del bailarín, a lo que ella respondió:
-Has hecho una excelente elección. Ese chico se llama Francisco, tiene 25 años y es mi mejor bailarín; las clientas pagan mucho por estar con él.
-Es el hombre más atractivo que he visto.
-Y su miembro es increíble. En cinco minutos estará contigo, mientras tanto, ve a la habitación a esperarlo - fue su respuesta final.
Ingresé a la habitación, bastante amplia, con sus paredes con amplio oportunidades de diversión.
En tonos suaves, un televisor en el centro, se encontraba una mini heladera con refrescos y una cama doble que lucía cómoda y acogedora, perfecta para disfrutar de la intimidad con el compañero elegido.
Después de unos minutos, llegó él y me dijo: -Hola, soy Francisco y estoy aquí para hacer realidad todas tus fantasías, bella dama.
-Hola, me llamo Denis y en este momento tú eres mi mayor fantasía -respondí, mientras lentamente se acercaba hacia mí, me rodeaba de las caderas y me besaba apasionadamente, bajando sus manos para acariciar mis glúteos.
Ese atractivo bailarín erótico demostró ser un experto en besos apasionados y sensuales, sorprendiéndome al tomar firmemente mis glúteos y levantarme, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura mientras caíamos sobre la cama.
Quedando encima de mí, comenzó a besarme el cuello y a desvestirme suavemente.
En segundos, me encontraba desnuda ante él, totalmente dispuesta a entregarme por completo.
Él recorrió cada centímetro de mi cuerpo con sus besos, incrementando mi excitación y humedeciendo mi entrepierna. Al bajar hacia mi pelvis para estimularme, notó de inmediato la creciente respuesta de mi deseo, introduciendo hábilmente tres de sus dedos en mí.
El placer recorrió mi ser, mi excitación aumentaba y mi vagina se tornaba más húmeda, mientras él me estimulaba con intensidad, alcanzando lo más profundo de mi ser con sus dedos.
Al retirar sus dedos húmedos, experimenté una sensación de vacío, pero pronto fue reemplazada al sentir sus manos masajeando mis senos y estimulando nuevamente mi vulva con cuatro de sus dedos. Esta doble estimulación provocó un placer indescriptible, intensificado aún más por sus besos y el encuentro de nuestras lenguas.
Después de un mientras, detuvo los besos para cubrir mi pecho de saliva con su boca y al retirar sus cuatro dedos de mi interior, dejó la sábana empapada.
Sujetando mis senos con ambas manos, los lamió abundantemente, alternando entre uno y otro con salivazos generosos antes de continuar su estimulación.
Desnudándose, me besaba apasionadamente mientras rozaba su miembro contra mi vulva ansiosa de recibirlo. Tras unos minutos de juegos previos, me volteó y me penetró por detrás, apretando mis senos y embistiéndome con firmeza y luego con intensidad.
Anhelaba entregarme a la pasión de un hombre como Francisco, cada embestida de sus grandes testículos contra mi abertura era una exquisita sensación, mientras era penetrada profundamente y deleitada con sus embestidas seguidas de unas nalgadas.
Cambiamos de posición, quedando yo completamente acostada sobre él, luego me monté a horcajadas con la espalda hacia él y empecé a moverme adelante y atrás con su miembro dentro de mí. Francisco posó sus manos en mi abdomen y acarició mis senos con ternura.
Con cada movimiento más rápido, logré que alcanzara el clímax. Sus primeras gotas de semen cayeron sobre mi abdomen y pechos, e incluso un poco en mi rostro, debido a la posición vertical de su miembro en la eyaculación.
Luego, me recosté en la cama y Francisco me ofreció una gaseosa de la mini heladera.
-Aquí tienes, belleza. Después de haberte hecho perder tantos líquidos esta noche -dijo con una sonrisa cómplice.
-Gracias por dejarme tan satisfecha. Realmente lo necesitaba -respondí.
-Es parte de mi trabajo.
-¿Disfrutas de esta parte de tu trabajo?
-Me encanta -respondió con una amplia sonrisa.
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