Habitamos en una vivienda arrendada, junto a mi compañero Andrés de 30 años, su pareja Ana de 28 años y yo, Alexa de 32 años.
Mi relación con Andrés data de más de una década y con Ana apenas de unos meses. Como grupo solemos realizar encuentros, ya sea con más amistades o únicamente entre nosotros tres. Preferimos estos últimos momentos ya que resultan más gratos, sin tanto alboroto, solo música y pláticas interesantes. Hablamos sobre nuestros empleos, familias e incluso en ocasiones aspectos más personales, dado que existe un alto nivel de confianza entre nosotros. También compartimos bromas de vez en cuando, y en muchas ocasiones hacen chistes sobre mi soltería, lo cual realmente no me molesta, pero sí me incomoda el hecho de estar sin pareja cuando ellos sí la tienen.
En una ocasión, Ana bromeó acerca de que debería encontrar un hombre cuyo miembro fuera similar en tamaño al de Andrés, a lo que reí nerviosamente y noté la incomodidad en Andrés. Este último le pidió a Ana que dejara de hacer ese tipo de bromas. A pesar de ello, Ana continuó en tono jocoso, lo cual generó cierta tensión en el ambiente.
Un domingo, Ana debió ausentarse para ayudar a su madre, quien se mudaba de casa. Por tanto, desde temprano por la mañana, tuve la casa para mí.
En mi rutina, suelo dormir con un camisón que llega hasta las rodillas y sin ropa interior en épocas de calor. Ese domingo, al encontrarme sola en casa, decidí bajar a la cocina a preparar el desayuno mientras Andrés veía la televisión en la sala.
Saludé a Andrés y pude notar su sorpresa al verme de esa manera, ya que rara vez me veía así. No tengo mal aspecto físico, no como en exceso y a veces realizo ejercicio en casa.
Tras un breve intercambio, me dispuse a preparar mi desayuno. Minutos después, escuché a Andrés acercarse a la cocina y entablar una conversación sobre lo que estaba preparando.
Después de una serie de comentarios, Andrés se colocó detrás de mí y me tomó de la cintura, sintiendo de repente su miembro erecto en mis nalgas sobre el camisón que llevaba puesto. A pesar de la incomodidad, Andrés continuó con insinuaciones provocativas, lo cual me generó un profundo nerviosismo.
Correcto, pero pienso que esta no es la forma adecuada de hacérmelo saber.
Andrés: Esta es la mejor manera de que lo descubras, de que lo sientas por ti misma, y solo te estoy tocando ligeramente.
Andrés comienza a acariciarme desde arriba hacia abajo lentamente por encima de mi camisón. A pesar de que llevo short y el camisón, su miembro se siente prominente. Supongo que se debe a que no llevo ropa interior.
A medida que me acaricia, comienzo a excitarme gradualmente, pero también me siento confundida. No esperaba que esto sucediera, no sé si debo retirarme o quedarme ahí. A pesar de que lo estoy disfrutando, principalmente por el tamaño de su miembro y cómo me roza.
Yo: Andrés...
Andrés: ¿Sí?
Yo: ¿Por qué lo haces?
Andrés: Esa noche, después de la broma de Ana, noté tu mirada y percibí cierta curiosidad. Sé que hace tiempo que no tienes pareja y, por ende, no has tenido relaciones íntimas, además de que rara vez sales de casa. Te diriges al trabajo y vuelves directamente aquí. También, crees que pasas desapercibida, pero tanto Ana como yo sabemos que te masturbas casi todas las noches. En varias ocasiones hemos escuchado tus gemidos cuando ves material para adultos en tu portátil.
Yo: ¡Oh, vaya! ¿En serio? Pensé que no se escuchaba.
Andrés: Jaja, a menudo olvidas cerrar la puerta de tu habitación y se percibe.
En ese momento, me sentiría sumamente avergonzada y no sabría qué decir.
Andrés: Creo que puedo darte lo que deseas.
Yo: Vaya, ¡qué amable!, ¿no?
Lo expresaría de manera sarcástica.
Andrés: Jaja, pero no te apartas.
Permanezco en silencio, sin pronunciar palabra.
Andrés: Ves, sé que te está gustando, por eso no respondes ni te alejas.
Sigo callada.
Andrés: Ese silencio me indica que sí.
Andrés deja de moverse y comienza a subir mi camisón hasta exponer mis nalgas.
Andrés: Vaya, vaya, parece que estabas lista.
Yo: ¡No! Siempre duermo así.
Andrés: Wow, de verdad, qué provocativo. Y qué confianza para bajar así, sabiendo que estaría hoy en casa.
Yo: Olvidé que estabas aquí. Si lo hubiera recordado, habría optado por un pijama normal.
Andrés: Jaja, pues qué bien que lo olvidaste.
Andrés se quita el short, pues tampoco llevaba ropa interior. Por eso, sentía tanto su miembro, dado que ninguno llevaba nada debajo. No estoy segura si esto estaba planeado o se le ocurrió al verme.
De reojo, observo su pene y me asombra su tamaño. Jamás había visto uno tan grande, ni siquiera en las películas para adultos que veo. Me quedaría perpleja y no sabría cómo reaccionar.
Andrés: ¿Disfrutas la vista?
Yo: Eh, no, eh...
Desvío la mirada nerviosamente hacia adelante.
Andrés comienza a rozar su pene con la hendidura de mis nalgas suave y lentamente, lo que aumenta mi excitación y me hace apretar el mueble contra el que estoy recargada.
Andrés: Ahora confirmo que estás disfrutando de lo que sientes.
Continúa con más intensidad, y yo sin darme cuenta comienzo a jadear.
Andrés: Jajaja, bien, parece que la señorita se está excitando, ¿verdad? Jejeje.
Permanezco en silencio, sin saber cómo reaccionar.
Andrés sigue rozándome, percibo humedad entre mis nalgas, probablemente a causa del líquido preseminal de su miembro, ya que él está muy excitado. Por mi parte, me siento rendida; la excitación es abrumadora, tanto que empiezo a jadear cada vez más, lo que hace que Andrés se dé cuenta de mi estado excitado.
Sin decir nada, Andrés sube más mi camisón y automáticamente alzo los brazos para que me lo quite por completo. Él lo hace, dejándome completamente desnuda de espaldas ante él. Con sus manos, comienza a acariciar mi cuerpo lentamente.
desde las piernas asciende lentamente, acaricia mis nalgas y continúa su recorrido hasta mi espalda, donde con la punta de sus dedos me acaricia, produciéndome escalofríos. Esta sensación me eriza la piel, y lentamente avanza sus manos hacia adelante hasta llegar a mis pechos, acariciándolos, apretándolos y rozando con delicadeza mis pezones, lo que me hace gemir suavemente. Mientras Andrés juega con mis pechos, sigue roceándome con su miembro entre mis nalgas, incrementando mi excitación sin saber cómo reaccionar. Me siento rendida, ya hace mucho tiempo que no he tenido intimidad con alguien, pero nunca imaginé que sería con uno de mis amigos, mucho menos que él tenga novia y que esta también sea amiga mía. Sé que esta situación es incorrecta, pero estoy tan excitada que no quiero detenerme, esa es la cruda realidad. Además, me resulta extremadamente excitante que la otra persona tenga pareja, y que esta pareja sea mi amiga. Aunque sé que está mal, no puedo evitar seguir adelante, ya es demasiado tarde.
Andrés: ¿Estás disfrutando esto, verdad?
Yo simplemente asiento con la cabeza en silencio.
Andrés: Jaja, me parece bien.
Andrés deja de rozarme, en ese instante siento cómo comienza a frotar su miembro en la entrada de mi vagina, generando una sensación de cosquilleo en mi estómago. Está a punto de entrar, está a punto de introducir su enorme miembro en mi intimidad.
Yo: Andrés...
Andrés: ¿Qué ocurre?
Yo: ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo?
Andrés: Sí, ¿y qué?
Yo: Pues porque...
Andrés: ¿Qué, ahora en este mismo momento me dirás que no lo deseas? Si te dejaste llevar por todo lo anterior, ¿ahora me vas a negar esto?
Mantengo silencio.
Andrés: Otra vez ese silencio, ¿sabes lo que eso significa para mí?
Continúo sin decir nada.
Andrés: Ese silencio me indica que ansías que te posea en este instante, ¿me equivoco?
Sigo en absoluto silencio.
Andrés: Alexa, quiero que me respondas, sé que lo deseas, que lo anhelas, lo ansi... ¡No finjas, sé que lo deseas! Tu mirada aquel día, permitiste que hiciera lo que quisiera, recorrí todo tu cuerpo sin quejarte en ningún momento, no te hagas la difícil, solo estás retrasando lo inevitable. Ana no está aquí, ¿no quieres aprovechar este momento?
Yo: ...
Andrés: Vamos, Alexa, deja de hacerte la difícil, solo dilo y punto, no es nada complicado...
Yo: ¡Ya basta! Solo hazlo y ya.
Andrés: Eso era lo que quería escuchar, ahora sentirás sensaciones que hace tiempo no experimentas, esto no se compara con unos simples dedos, tanto así que terminarás suplicando que no pare, tanto así que no será la única vez, lo pedirás nuevamente, así que prepárate.
Andrés introduce lentamente su miembro en mi vagina, y comienzo a experimentar un placer que había olvidado desde hace tiempo, empiezo a jadear de nuevo, su miembro aún no está completamente adentro y yo ya me siento en las nubes, mis piernas se estrechan de tanto placer, Andrés lo percibe.
Andrés: Parece que estás disfrutando.
Andrés retira su miembro y procede a entrar de golpe, el placer que experimento es indescriptible, lo que me hace soltar un gemido que resuena por toda la casa.
Andrés: Vaya gemido, suenas mejor que Ana.
Permanezco en silencio, sin saber qué decir, mis piernas tiemblan, mi intimidad ya está completamente mojada por la presencia del enorme miembro en mi interior.
Andrés comienza a moverse, yo apoyada en la barra de la cocina sintiendo sus embestidas una y otra vez, los sonidos que generan son como aplausos resonando por toda la casa, pero nadie los oye, solo nosotros, en nuestro cuestionable pero placentero acto.
Andrés: ¿Te gusta, mi amor? ¿Disfrutas la sensación? ¿Te gusta tener mi enorme miembro dentro de ti?
Yo opto por no responder y me concentro en sentir el placer que había perdido hace tiempo.
Mis gemidos comienzan a llenar la casa, Andrés solo...
continúa haciéndome estallar, destrozándome, mis jugos se deslizan por mis piernas, ha pasado mucho tiempo desde que no experimentaba algo así, y no cesaban, seguían fluyendo sin detenerse, el suelo empezaba a empaparse con mis fluidos y yo incapaz de dejar de disfrutar este instante.
Andrés: Guau, ni Ana se corre tanto como tú, parece que necesitabas que te poseyeran, ¿cierto?
Yo simplemente asiento con la cabeza, mirando de reojo a Andrés con ternura, sin desear que se detenga, anhelando que continúe amándome tan intensamente como lo hace.
Yo: Por favor... Sigue... No pares...
Diría ruborizada pero con un ansia feroz por proseguir sintiendo esa magnífica verga dentro de mí destrozando mi intimidad.
Andrés: Te lo advertí, te dije que ibas a suplicar por más y aquí estoy para concedértelo.
Andrés incrementa la intensidad de sus embestidas, con una fuerza que jamás imaginé, en el suelo se forma un charco considerable de mis fluidos que ambos pisoteamos sin reparo, sin importarnos, solo deseamos seguir disfrutando de este momento tan exquisito.
Andrés rodea mi cuello con su brazo y me atrae hacia él.
Andrés: ¿Te gusta, zorra? ¿Te gusta lo que experimentas?
Yo simplemente asiento con la cabeza, tras lo cual Andrés oprime mis senos con sus manos mientras continúa embistiéndome con fuerza, así permanecemos unos minutos más.
Andrés: Vamos al sofá para mayor comodidad.
Andrés me gira quedando frente a él y me carga tomándome de las nalgas, rodeo con mis brazos su cuello y con mis piernas su cintura, su falo es tan voluminoso que, con cada paso, la punta entra y sale de mi interior sin que Andrés lo busque. Mientras nos dirigimos al sofá, nos besamos apasionadamente, al llegar, él se sienta conmigo encima, su miembro sobresale, así que sin titubear, me alzo, tomo su falo y de un movimiento me lo introduzco por completo, provocando un gemido estruendoso de Andrés al sentir su abultado miembro nuevamente en mí, palpitando placenteramente, comienzo a moverme suavemente de adelante hacia atrás, mis brazos aún en su cuello, siento una delicia tal que inclino la cabeza hacia atrás por el placer, al reincorporarme, veo a Andrés deleitándose con el momento, excitándome aún más, incremento mi ritmo y la intensidad de mis movimientos.
Andrés procede a apretar nuevamente mis senos, juega con mis pezones, los succiona, los degusta, desciende sus manos a mis glúteos, los aprieta y me azota con fuerza varias veces.
Yo: Azótame más, papi, con más fuerza, por favor.
Andrés me castiga con múltiples y fuertes nalgadas hasta dejarme las pompis enrojecidas.
Andrés detiene mis movimientos, se tumba en el sofá conmigo encima y comienza a embestirme con una exquisita intensidad que provoca que alcance nuevamente el clímax, dejando sus piernas y el sofá empapados con mis fluidos, mis gemidos retumban por toda la casa, Andrés me acerca a sus labios y nos enfrascamos en un beso apasionado como amantes secretos de largo tiempo, a pesar de que en realidad solo nos entregamos por placer, únicamente por eso.
Andrés: Oh, me estoy corriendo.
Sus embestidas continúan, parece poseer una energía inagotable, mientras yo sigo deleitándome con este exquisito acto sexual donde ya no me importa nada más.
Andrés: Oh, sí.
De repente, siento cómo mi cavidad se inunda con el semen caliente de Andrés, experimento tanto placer que mis piernas tiemblan intensamente, el miembro de Andrés sale de mi interior cubierto de nuestros fluidos combinados, mi vagina exhuda semen y flujo que empapa más el abdomen de Andrés, permanezco exhausta sobre él, tras la mejor sesión de sexo que he tenido en mucho tiempo, mis ojos emiten lágrimas por el orgasmo alcanzado.
En ese instante preciso, se escucha...
Intentan abrir la puerta, Ana regresó de ayudar a su mamá con la mudanza. Me aparto rápidamente de Andrés y me siento en el sofá sin saber qué hacer. Por suerte, a Ana se le cayeron las llaves. En ese momento, Andrés toma una cobija que estaba en el sofá, donde él y Ana se taparon para ver una película. Nos cubrimos rápidamente y encendemos la televisión, tratando de mantener cierta distancia para que Ana no sospeche nada.
Ana abre la puerta y nos ve sentados como si estuviéramos viendo la televisión. Andrés la mira tratando de disimular.
Andrés: Hola cariño, ¿cómo te fue?
Ana: Estoy muy cansada, fue pesado. Creo que iré a descansar un poco a nuestra habitación.
Dice eso mientras cierra la puerta.
No me atrevo a mirar a Ana, estaba muy nerviosa.
Andrés: Está bien cariño, creo que es mejor que vayas a descansar.
Ana: Sí, eso haré amor. ¿Cómo estás, Alexa?
Yo: Hola Ana, todo va bien, gracias.
Volteo a verla tratando de actuar con naturalidad.
Ana: ¿Pasa algo, Alexa? Pareces extraña.
Yo: Emmm no, en absoluto...
Ana: Bueno, subiré a descansar, nos vemos luego.
Ana se retira, Andrés y yo nos miramos con expresión de susto y perplejidad.
Andrés: No se dio cuenta de nada, ni del desorden en la cocina, nuestra ropa en el suelo y el piso mojado.
Dice Andrés susurrando.
Yo: Sí, las ganas de descansar hicieron que no se percatara... qué suerte... bueno, iré a limpiar la cocina...
Me levanto y me dirijo a la cocina. Aunque mi vagina sigue liberando algo de semen, decido limpiar todo para evitar que Ana note el desorden. Me pongo el camisón y comienzo a ordenar.
Mientras limpio, reflexiono sobre lo sucedido y siento algo de arrepentimiento hacia Ana, pero reconozco que ha sido el mejor encuentro sexual en años.
Sonrío al recordar cada detalle de lo ocurrido.
¿Continuará?
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