Un encuentro distinto


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Descanso en la cama, somnolienta y agotada tras una jornada laboral extenuante. "Hoy ha sido un día pesado, tuve clases en la mañana y trabajé toda la tarde. ¡No tengo ánimos para salir ahora, menos con Adriana!" A pesar de mi deseo de estar tranquila, mi teléfono insiste en sonar sin descanso. "¡Déjame en paz, molesta! No tengo intenciones de salir esta noche, mañana es domingo y planeo pasar todo el día en la cama". Consciente de que Adriana no se dará por vencida, cojo el teléfono y contesto la llamada.

- ¿Qué quieres? Te dije que no pienso salir.

- Ven, será divertido. Mi amigo tiene un conocido muy agradable, sé que te gustará estar con él.

- Ve tú con tu amiguito, yo me quedo en casa. No tengo ganas de relacionarme con desconocidos hoy.

- Te enviaré una foto de su amigo y tú decides.

- De acuerdo, envíame la foto. Pero de todas formas, no prometo nada.

Tras colgar, caigo rendida en la cama con mi uniforme de trabajo. Minutos después, mi teléfono vibra y me despierta. "¿Qué pasó ahora?" Al revisar, veo la imagen que me envió Adriana. "Bueno, veamos quién es". Observo la foto y me sorprende. "Es atractivo, debo admitirlo, pero no es suficiente". Notando un mensaje de Adriana, le respondo, aún adormilada.

- Es guapo, sí, pero no me interesa.

- Al menos deberías saber su nombre antes de rechazarlo.

- Está bien, ¿cómo se llama?

- Fernando, tiene veinte años, es independiente y tiene su propio negocio. Vive solo, igual que tú, y es del signo de acuario como tú.

- Interesante, pero aun así no me convences. No creo que vaya.

- No quería llegar a esto, pero te recuerdo que te ayudé el mes pasado cuando perdiste ese dinero de tu papá. Necesito que vengas conmigo esta vez.

- Está bien, iré contigo. Pero después de esto, estamos a mano.

- Perfecto, pasaré por ti a las doce. Descansa, amiga.

- Sí, como quieras. Nos vemos luego.

Con molestia, dejo el teléfono en la cama y me levanto para buscar algo que ponerme. Reviso mi armario en busca de un vestido apropiado, pero solo encuentro unos jeans y una blusa blanca con detalles de encaje. "Quizás debería preguntarle a mamá por mis vestidos", pienso, dejando la ropa en la cama mientras salgo de la habitación. Bajo las escaleras hacia la cocina, donde supongo que estará mi madre, como siempre, ocupada en alguna tarea aburrida. Sin ganas de buscarla, llamo a viva voz.

- ¡Mamá, ¿dónde estás?

Escucho su respuesta desde la sala y me dirijo hacia allí, encontrándola en el sofá viendo la televisión. "Siempre con sus novelas, ¿por qué no prueba YouTube o Netflix?", me pregunto mientras inicio la conversación.

- Mamá.

- ¿Qué pasa, hija?

- ¿No viste mis vestidos? Voy a salir hoy y los necesito.

- Los prestaste a tu prima para su graduación. Tu tía me dijo que debías ir a buscarlos.

- ¡Caray, lo olvidé! Bueno, supongo que los buscaré mañana. Ya es tarde para ir ahora, casi son las nueve.

Allí gracias mamá

- De acuerdo hija, la cena ya está lista en el horno, sírvete lo que desees, tu papá y yo ya cenamos

- Buenas noches mamá

- Descansa, cariño, no llegues muy tarde

- Está bien

"Si supiera que saldré a las doce, provocaría un infarto si se lo dijera en este momento". Regreso a mi habitación un poco molesta, resignada y decido que usaré los jeans y la blusa para salir. "Parece que no tengo elección, es esto o ir en tanga. Bueno, parece que iré vestida así, no está mal, pero esto es más apropiado para el día que para salir de fiesta en el antro un sábado por la noche". Con la certeza de lo que voy a ponerme, decido tomar una siesta mientras tanto. "La señora dijo que a las doce, y ahora son las", reviso la hora en mi teléfono "ocho y cincuenta y dos. Tengo tiempo para dormir un rato y luego bañarme con calma y quizás incluso tener un momento de relax con mi vibrador. Ahora me recostaré un rato y luego decidiré".

Sin muchas vueltas, me acuesto desnuda en la cama, me cubro con las frazadas, apago la luz y programo mi alarma. "Una hora será suficiente". Coloco el teléfono a un lado y me acuesto de lado intentando conciliar el sueño. Pasan cinco minutos y aún no logro dormir. "Estaba tan cansada y ahora no puedo dormir, esto es increíble. Bueno, si no puedo dormir me masturbaré, eso siempre me relaja". Decido abandonar la idea de dormir, me levanto de la cama y me acerco a una gaveta frente a la cama. "¿En qué cajón estará?" Busco mi vibrador entre mis cosas y lo encuentro junto con algunos recuerdos del pasado. "Dios... ¡Aún conservo esto! Incluso sigo sin entender en qué estaba pensando. Debo admitir que mi tiempo con Adriana fue divertido, aunque un poco doloroso, especialmente cuando me ataba y estiraba, tanto mi vagina como mi trasero, con este espéculo". Dejo el espéculo de nuevo en el cajón y decido regresar a la cama antes de tener alguna idea descabellada. "Sería bueno después de todo... ¡Demonios! Ya estoy pensando en cosas masoquistas. Al diablo, es mi cuerpo y yo decidiré qué hacer con él". Vuelvo a la gaveta, tomo el espéculo y regreso a la cama.

Me acurruco bajo las frazadas y decido usar el espéculo. "Bien, será mejor que lo use un rato. Espero que no duela. Siempre dolía un poco cuando empezaba a estirar. En aquel entonces, era Adriana quien estiraba mi vagina, no yo. Esa mujer era toda una experta cuando se trataba de sexo". Abro mis piernas, lubrico el espéculo con mi saliva y lo introduzco en mi vagina. "Estoy lista, vamos a comenzar".

Comienzo a insertar el espéculo y siento su frialdad. "Está frío, pero no importa. Solo quiero disfrutar el momento". Mientras introduzco el espéculo, tomo mi vibrador y lo acerco a mi clítoris, lo que me hace jadear. Al darme cuenta, me tapo la boca, consciente de que es hora de ser más discreta.

la habitación de mis progenitores se encuentra a pocos metros y evito entablar una conversación sobre sexualidad con ellos, mucho menos revelar mis actividades actuales. "Si mi padre lo descubre, se llevaría una sorpresa, y mi madre, sin reparo alguno, me daría unas nalgadas incluso siendo ya una mujer adulta", reflexiono mientras desaparecen esos pensamientos. Finalizo la inserción del espéculo para dar comienzo a la parte dolorosa que implica abrirlo y estirar mi vagina.

Con la mano pegajosa, cojo el tornillo del espéculo y lo giro gradualmente, permitiendo que se expanda poco a poco. "¿Soy una mujer común o acaso me considero masoquista? Lo único que sé es que me resulta placentero y que si lo combino con el vibrador, la diversión está garantizada", pienso mientras continúo girando el tornillo, experimentando la dilatación en el interior de mi vagina y disfrutando de un cosquilleo que me hace cerrar los ojos por un instante. Al escuchar el sonido de mi teléfono, reacciono: "¿Quién será a esta hora, apenas son las nueve?". Enciendo el móvil y me sorprende ver que son las once y cuarto. "Me he quedado dormida y necesito ducharme con urgencia".

Dejo a un lado mi teléfono y procedo a desenroscar con cuidado el espéculo, liberando así a mi pobre vagina para que recupere su posición natural, al tiempo que yo me dispongo a ducharme rápidamente. Deposito el espéculo en mi cama y me dirijo velozmente al baño, donde entro desnuda y, de forma rápida, me meto en la ducha, sin percatarme de que el agua aún está fría. "¡Demonios, está helada!", exclamo al salir momentáneamente de la ducha mientras el agua se calienta. Antes de volver a la ducha, verifico con mi mano derecha la temperatura del agua: "Ahora sí está caliente, debo darme prisa". Con esa certeza, regreso a la ducha y empiezo a asearme.

Tomo el jabón y lo froto repetidamente en mis brazos, generando espuma blanca antes de enjuagarlos. "Listo con mis brazos, ahora es turno de mi pecho", pienso mientras vuelvo a enjabonarme y acariciarme los senos, excitándome más. "Si no estuviera apresurada, me masturbaría en este preciso instante, pero tendrá que esperar", reflexiono. Concluyo la limpieza de mi pecho rápidamente para evitar divagaciones, dejando intacta mi zona íntima y pasando ágilmente a mi espalda, donde repito el proceso con el jabón, comenzando por el ano y luego las nalgas. "¿Por dónde empiezo? Siempre por el ano y luego las nalgas. Miranda, deja de divagar, no tienes tiempo para esto", me advierto mientras me limpio. Satisfecha con mi higiene íntima, decido que es suficiente y paso a vestirme. Al salir de la ducha, tomo mi toalla.

blanca con rosa del perchero al lado de la entrada para después envolverme la cintura con ella "nunca lograré comprender, se supone que debo colocarla sobre mi pecho, no sobre la cintura como los hombres. Bueno, ¿qué puedo decir? Me gusta tener mis senos al descubierto, claro, cuando estoy sola. Cuando estoy con otras personas, la uso como siempre, pero cuando estoy sola, tengo mis preferencias".

Salgo del baño y me dirijo hacia mi cama, donde está mi ropa. Me siento en la cama y, sin darme cuenta, tengo mis dedos sobre mi clítoris. Sabiendo que pronto llegaré al clímax, me reprendo "Dios mío, ya basta. Si no te hubieras quedado dormida, no estarías así de ansiosa. Ahora vístete". Al mirar el teléfono, me doy cuenta de que solo tengo quince minutos. "¡Demonios, debo apurarme!" Me levanto de la cama y rápidamente me seco el cabello mojado con la toalla para luego peinarlo. Tomo el peine del cajón y empiezo a peinarme lo mejor posible "¡Ay, ay, esto me pasa por dormir! Si lo hubiera hecho a tiempo, no tendría este problema".

Tras un doloroso paso por el peine, busco mi ropa interior en el penúltimo cajón. "Bueno, ahora ¿qué uso? Si opto por azul y blanco, sería bueno combinarlo con otro color. Vale, solo tengo tres opciones: rojo, amarillo y negro. Mis otros conjuntos los puse a lavar, así que es esto o ir con la entrepierna al aire". Observo la ropa y pienso en qué color le gustará a ese tal Fer. "Usaba una remera roja, tal vez le guste el rojo. Espera, ¿por qué pienso en eso? Ni siquiera sé cómo es y ya estoy pensando si le gustará el color de mis calzones. ¡Dios, estoy demasiado excitada! Solo quiero hacer el amor o meterme algo para llegar al clímax". Consciente de que mi mente no me dejará en paz, elijo la ropa interior roja. "Bien, mente, esto quieres, esto me pondré".

Permanezco de pie para colocarme la ropa interior. "Bueno, espero que le guste el rojo". Levanto una de mis piernas para ponerme delicadamente la tanga de color rojo hasta llegar a mi entrepierna. "Ahora toca el sostén". Rápidamente, tomo el sostén y me lo coloco por la cintura para ponerlo más rápidamente y engancharlo. "Listo, ahora solo debo girarlo y ponérmelo". Después de vestir el sostén sobre mis senos apresuradamente, tomo el pantalón y me lo pongo, repitiendo la tarea con la blusa blanca. "Bien, ya casi estoy lista. Solo me faltan los zapatos". Observo mis botas altas marrones y, sin dudarlo, me las calzo para finalizar mi atuendo.

Apenas termino de vestirme, mi amiga acosadora me llama y sin opción, contesto.

- ¿Estás lista? - inquiere.

- Sí, solo me falta el perfume y estaré lista - respondo.

- Está bien. Tu cita está muy nerviosa por conocerte - agrega.

- Ahora que lo mencionas, no le habrás insinuado nada sobre intimidad. Eres capaz de eso - inquiero.

- No, no le dije nada. Marcelo me dijo que él siempre actúa así, le gusta ser reservado y un poco misterioso. Ahora termina de vestirte, llegaremos en unos siete minutos. Adiós - se despide.

"A veces no la entiendo. ¡Dónde dejé el perfume! Así ya podré finalizar mi atuendo", busco entre mis cajones y encuentro mi perfume. Como una posesa, me lo roció encima. "Bien, ya estoy lista. Ahora debo esperar afuera", salgo de mi habitación y bajo las escaleras con sigilo para no despertar a mis padres. "En serio, a mis veintidós años, escapando de casa, parezco una niña", salgo a la calle y abro el portón.

- Bueno, ya estoy fuera. Ahora, solo debo esperar a que lleguen.

Fin del capítulo 1

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