Junto a mi pareja Nicolás decidimos explorar algo novedoso y candente.
Por consiguiente, acordamos que este día íbamos a disfrutar de intimidad en el cine.
La atmósfera oscura y romántica del cine me resulta estimulante, combinada con la emoción de la adrenalina, por este motivo acepté la sugerencia de Nicolás.
Mi compañero es un hombre experimentado de 44 años, por tanto, siempre aprendo nuevas cosas sobre la intimidad gracias a él, lo cual me brinda mayor experiencia.
Recién he cumplido 20 años y he comenzado a explorar la intimidad junto a Nicolás.
La primera experiencia fue maravillosa y desde entonces me he vuelto una apasionada del placer carnal.
Ingresamos al cine, todos se acomodan en sus asientos rojos, nosotros nos sentamos en los últimos asientos del fondo.
-Aquí podré acariciarte todo lo que desee- me dice mientras posa una de sus manos en mi muslo y lo acaricia suavemente.
-Estoy ansiosa por nuestro momento- le respondo mientras nos besamos y entrelazo mi lengua con la suya.
Correspondiendo a mi gesto, me besa apasionadamente en el cuello, lo que comienza a excitarme sobremanera.
Tras la transmisión de las tediosas publicidades, finalmente comienza la proyección de la película.
Las luces se apagan por completo y en la sala solo se escucha el sonido de la cinta.
Todos están concentrados, nadie presta atención a nuestro alrededor.
Me levanto lentamente y me siento sobre Nicolás de forma atrevida.
Él presiona fuertemente mis glúteos, nos besamos con mayor pasión mientras intenta levantar mi top con sus manos y finalmente introduce una de ellas por debajo de la prenda.
Mientras me acaricia los senos por encima del sostén, seguimos besándonos sin cesar y comienzo a rozar mi entrepierna contra su miembro aún contenido por su pantalón.
Retira mi sostén y el top. Al quedar mi torso completamente desnudo, aumento el roce y me posiciono sobre él para que disfrute de la visión de mis pechos.
Deja de besarme en los labios para concentrarse en mis pechos, donde con la punta de su lengua acaricia mis pezones suavemente, sin soltar en ningún momento sus manos de mis senos.
Separándome de mi pareja, siento un gran deseo de complacerlo oralmente.
Me arrodillo frente a él, se baja el pantalón, dejándolo a la altura de las rodillas junto con su bóxer.
Contemplo el miembro que tanto placer me ha brindado y lo sujeto con ambas manos, acariciándolo de arriba abajo mientras recorro su glande con mi lengua, humedeciéndolo y luego recorriendo toda su extensión con la misma.
Con firmeza, toma un mechón de mi cabello para guiar mis movimientos y hacer el sexo oral más placentero.
Toma firmeza sobre mi cabeza introduciéndola en su miembro.
Mantengo mi cabeza quieta sin realizar movimientos, pero continúo estimulándolo con mi lengua.
Después de unos minutos, siento una cálida descarga en mi garganta, reconociendo de inmediato su naturaleza.
Tras haberme deleitado con cada gota, lo miro a los ojos y le sonrío.
Él me devuelve la sonrisa con complicidad mientras vuelve a acariciar mis senos.
Sin embargo, no le permito avanzar más y, quitándome la tanga (quedándome solo con la falda), me siento nuevamente sobre sus piernas, esta vez tomando su miembro con mis manos y guiándolo hacia mi interior.
Comienzo a moverme de manera sugerente, deslizándome en círculos y dando saltos tal como le gusta, abrazándolo mientras recuesto mi cabeza en su hombro.
Nicolás me sujeta de la cintura, intensificando el ritmo, cuyas embestidas son igualmente vigorosas.
Empezamos a gemir al unísono y un hombre que se encontraba a nuestro lado se baja el pantalón comenzando a estimularse.
- en las personas- me comentó Nicolás mientras me embestía con más intensidad.
-Es asombroso- le contesté.
Comencé a moverme con mayor rapidez y luego mi pareja me penetró profundamente para después cambiar de postura.
No eran muchas las posiciones que podíamos probar en el cine, pero lo que más me satisfacía era poder cabalgar sobre su miembro; así que decidí sentarme encima de él, dándole la espalda.
Él agarró mis senos y su pene quedó dentro de mi trasero tal como deseaba.
Moví mi cuerpo de adelante hacia atrás, ese vaivén me permitía sentir cómo su miembro entraba y salía de mí, cómo palpitaba su falo en mi interior y sus manos acariciaban por completo mis pechos.
Mantuvimos esa posición durante varios minutos hasta que él eyaculó nuevamente y observé hacia donde se encontraba el individuo masturbándose.
Permanecí intrigada observando ese espectáculo, ya que el tipo tenía un pene imponente.
-¿Te gustaría practicarle sexo oral? -me consultó mi pareja.
-Desde luego- contesté y me arrodillé frente a nuestro espectador.
El hombre cesó de masturbarse y me permitió tomar su miembro.
Antes de introducírmelo en la boca, le pregunté su nombre y él me informó que se llamaba Sebastián.
Comencé a acariciar con mi lengua la punta del pene de Sebastián y me di cuenta desde el primer lametón que su miembro era diferente al de mi pareja, ya que era mucho más grueso, mientras que el de Nicolás era más largo.
Por lo grueso que era, apenas cupo en mi boca cuando lo introduje por completo mientras lo saboreaba plenamente, sin embargo, disfruté mucho practicarle sexo oral al hombre.
Continué estimulándolo oralmente y disfrutándolo por algunos minutos hasta que eyaculó en mi boca y pude deleitarme con su semen tragándolo por completo.
Luego regresé con mi pareja Nicolás y me senté en sus piernas para ver el resto de la película, ya que estaba por terminar.
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