Tras deambular unas tres horas por el coraz贸n de la urbe y tomar algo en una de las terrazas, entraron en un local gastron贸mico que le resultaba desconocido a ella, el ambiente era acogedor y estaba bastante concurrido, el encargado del sal贸n se aproxim贸 a ellos y cuestion贸 si ser铆an dos, Eduardo asinti贸. Los condujo a una mesa y se sentaron, el ma卯tre les entreg贸 dos men煤s y se retir贸.
-Pide lo que desees, esta noche invito yo.
Cristina hoje贸 el men煤 y tras observarlo brevemente, lo cerr贸.
-Elige por los dos, por favor, comer茅 lo que t煤 me sugieras.
Eduardo, sin despegar la mirada del men煤, respondi贸.
-Bien, elegir茅 por ambos entonces.
El ma卯tre se acerc贸 y Eduardo realiz贸 el pedido. Acto seguido, un camarero se aproxim贸 y les sirvi贸 el vino solicitado. Paso a paso, el servicio les trajo los entrantes que dieron paso a la cena, y luego al postre. Cristina ya hab铆a alcanzado su l铆mite de consumo con sus tres copas, Eduardo no mencion贸 nada y le llen贸 su copa una vez m谩s. La conversaci贸n flu铆a de un tema a otro como si fuera la primera vez que compart铆an juntos. Con el caf茅, Eduardo le indic贸 que se acercara y lo besara en la boca, ella lo hizo, un beso largo y apasionado atrajo algunas miradas furtivas de otros comensales. Tras el beso, ella se sent贸 y Eduardo pidi贸 la cuenta, salieron del establecimiento y el frescor de la noche los envolvi贸. Despu茅s de alejarse unos metros del restaurante, Eduardo la acorral贸 contra una pared y empez贸 a besarla, una de sus manos apretaba uno de los pechos de Cristina, quien sent铆a c贸mo su excitaci贸n aumentaba cada vez m谩s, algunos transe煤ntes pasaban mir谩ndolos mientras se dejaban llevar por la pasi贸n. Eduardo se separ贸, dieron un paseo y llamaron un taxi. Regresaron al hotel y en el ascensor continu贸 bes谩ndola y deslizando la mano bajo la falda, el co帽o de Cristina ya emanaba fluidos de deseo, separaba las piernas cuando las puertas del ascensor se abrieron; afortunadamente, no hab铆a nadie en el rellano. Llegaron a la puerta de la habitaci贸n y Eduardo la abri贸, entraron sin encender las luces y la condujo al balc贸n.
-Espera aqu铆, zorrita.
-S铆, mi se帽or.
Eduardo regres贸 con unas cuerdas y le at贸 las manos a la barandilla. Ella miraba hacia afuera, la iluminada ciudad era testigo silencioso de lo que le estaban haciendo, pero ella disfrutaba de cada momento. Eduardo le quit贸 la falda y le baj贸 las bragas, besaba y mord铆a su trasero con gran pasi贸n, como si no hubiera cenado, lami贸 su oscuro agujero y mordisque贸 las nalgas con un frenes铆 que la excitaba y hac铆a que su co帽o ansiara ser penetrado. Despu茅s de un rato as铆, Eduardo se incorpor贸, le desabroch贸 la blusa y le quit贸 el sujetador. Juguete贸 con sus pechos desde atr谩s y apret贸 sus pezones hasta hacerla gemir de dolor, jal贸 su cabello hacia atr谩s, mordi贸 su oreja y su cuello, la bes贸. Cristina ya no pod铆a m谩s, anhelaba sentirlo dentro de ella, deseaba la polla de su amo en lo m谩s profundo de su ser, quer铆a ser pose铆da por 茅l. Mientras tanto, Eduardo exploraba cada rinc贸n de su cuerpo, cuando lleg贸 a su co帽o, apret贸 su cl铆toris y lo acarici贸 con tres dedos de arriba abajo. Cristina cre铆a que llegar铆a al cl铆max en cualquier momento, pero 茅l se detuvo abruptamente. Volvi贸 a su trasero, orejas, cuello, pechos, y luego a su co帽o, repiti贸 el mismo proceso que instantes atr谩s, estimul贸 su cl铆toris y lo acarici贸; Cristina ya no pod铆a contenerse cuando de repente sinti贸 el latigazo sobre su trasero con fuerza moderada, varios azotes se sucedieron antes de subir por su espalda, comenz贸 a sentir un poco de dolor, pero su excitaci贸n era tan intensa que superaba cualquier incomodidad. Eduardo se detuvo, acarici贸 su piel, bes贸 su espalda y luego lentamente la boca.
-驴Eres mi puta?
-S铆, mi amo.
-驴Eres mi zorra?
-S铆, mi se帽or.
Eduardogolpe贸 una vez m谩s su trasero y luego dej贸 el l谩tigo en la hamaca. Coloc谩ndose detr谩s de Cristina, peg贸 su cuerpo al de ella y comenz贸 a acariciar su intimidad. Mientras la estimulaba con sus dedos, el cuerpo de Cristina ard铆a de deseo. Sin previo aviso, Eduardo sac贸 su miembro y lo introdujo en ella. Cristina separ贸 las piernas y disfrut贸 de sentirlo dentro de s铆, sin moverse, simplemente sintiendo su presencia placentera. Mientras tanto, la mano de Eduardo no dejaba de acariciar su zona 铆ntima.
"-隆Estoy llegando, mi amo! 隆隆Estoy llegandooo!!"
Cuando el cuerpo de Cristina dej贸 de temblar, Eduardo se separ贸 y le ofreci贸 sus dedos para que los chupara.
"-隆Ch煤palos!" Ella obedeci贸, repitiendo la acci贸n tres o cuatro veces. Mientras estaba atada a la barandilla, sinti茅ndose feliz por el orgasmo que su se帽or le hab铆a brindado, la luz de la ciudad iluminaba levemente sus cuerpos. Eduardo sali贸 al balc贸n y regres贸 con dos copas, las coloc贸 en la mesita y desat贸 a Cristina, quien autom谩ticamente se abalanz贸 sobre 茅l para abrazarlo.
"-隆Por favor, no te vayas nunca, mi se帽or!"
"-Precisamente sobre eso quer铆a hablar contigo, mi zorrita." Ella se separ贸 y lo mir贸 expectante.
"-Dime, amo."
"-Ver谩s, en un principio planeaba irme ma帽ana al mediod铆a, ten铆a la intenci贸n de pasar tres d铆as aqu铆 y luego otros tres en Toledo." Ella escuchaba atentamente. "Pero la verdad es que no esperaba conocerte, solo quer铆a conocer un poco la ciudad. Ahora tengo dudas sobre qu茅 hacer, ya que tengo la reserva hecha en el otro hotel." Cristina pos贸 un dedo en los labios de Eduardo.
"-Mi se帽or, no deseo que te marches. Has transformado mi vida y mi forma de ser. Si para ayudarte a decidir debo comportarme de manera m谩s lasciva o sumisa, lo har茅 encantada, pero por favor, qu茅date un poco m谩s." 脡l la mir贸 con una leve sonrisa.
"-驴Est谩s segura de lo que dices?"
"-Totalmente, mi amo. Puedes comprobarlo ahora mismo si lo deseas."
"-驴Significa esto que, por ejemplo, si llamo al camarero y te pido que te acuestes con 茅l delante de m铆, lo har铆as?"
"-Si as铆 lo deseas, lo har茅."
Eduardo se acerc贸 y acarici贸 la mejilla de Cristina, luego le propin贸 una bofetada sin que ella protestara. "Est谩 bien, zorra, me quedar茅 tres d铆as m谩s". Una expresi贸n de satisfacci贸n se dibuj贸 en el rostro de Cristina.
"-隆Gracias, amo!"
"-No me las des, me cobrar茅 con tu cuerpo." Eduardo llam贸 al hotel de Toledo y cancel贸 la reserva frente a ella.
"-Vamos adentro, quiero poseerte por detr谩s."
"-驴En la mesa o en el sof谩?"
"-En la mesa". Cristina se adelant贸 juguetonamente y se coloc贸 en posici贸n para ser penetrada. "Primero, quiero que me hagas sexo oral, luego te penetrar茅 cuando lo decida."
"-Como ordene mi se帽or." Cristina comenz贸 a realizarle sexo oral a aquel pene que tanto la hab铆a cambiado, de una dama reservada a una esclava lasciva, y lo mejor era que no se arrepent铆a en absoluto. Eduardo not贸 la mejora en las habilidades de Cristina y, tras darle unas nalgadas, prosigui贸 con la penetraci贸n anal.
"-Ahora quiero tu trasero." Cristina asumi贸 la posici贸n y Eduardo humedeci贸 su parte posterior con su saliva, as铆 como su miembro, antes de introducirse en ella con suavidad. Movimientos pausados y sensuales caracterizaron la uni贸n entre ambos, llevando a Cristina a gemir de placer. Eduardo sab铆a que disfrutar铆a de su esclava durante los d铆as restantes. Continu贸 con el acto, agarrando sus caderas para dirigir el comp谩s de la uni贸n a su antojo. Pronto, anunci贸 su orgasmo.
"-隆Estoy a punto de acabar, zorra!"
"-S铆, derr谩mese en su esclava, mi amo. D茅jeme su semilla en mi interior." Tras los 煤ltimos embistes vigorosos, Eduardo se retir贸 y dej贸 a Cristina recostada sobre la mesa por un momento. Luego, tom贸 uno de los juguetes anales y lo introdujo como si fuera un tap贸n.
"-Qu茅date as铆."茅gidel
Utiliz贸 el tel茅fono de la habitaci贸n para solicitar una botella de cava y pregunt贸 a la recepcionista si pod铆a subirla Luis, obteniendo una respuesta afirmativa. Minutos m谩s tarde, alguien llam贸 a la puerta. Cristina se preparaba para cualquier escenario, pero estaba dispuesta a afrontar lo que sea. Eduardo abri贸 la puerta y apareci贸 Luis con la botella y las tres copas requeridas.
-Hola Luis, adelante. El camarero mostr贸 una sonrisa y entr贸 en la habitaci贸n; su sorpresa fue evidente al notar a una mujer desnuda recostada sobre la mesa con un juguete anal.
-Sirve tres copas de cava.
-Por supuesto. Destap贸 la botella y llen贸 las copas solicitadas.
-Deja una al alcance de la se帽ora. A Cristina le complaci贸 escuchar el modo en que la nombr贸; Luis sigui贸 las indicaciones, sin saber qu茅 esperar despu茅s de la experiencia previa en la 煤ltima visita. Deposit贸 la copa junto a Cristina y esper贸 nuevas instrucciones. Eduardo se posicion贸 frente a ella con su copa en mano y la observ贸 detenidamente; ella intuy贸 la pregunta no formulada y asinti贸 levemente.
-Escucha, Luis, quiero que la penetres por detr谩s. Luis carraspe贸 ligeramente y asinti贸. Se aproxim贸 a Cristina, se desabroch贸 el pantal贸n, se baj贸 la ropa interior y estimul贸 su miembro hasta alcanzar una erecci贸n r谩pida, excitado por la situaci贸n. Acarici贸 su trasero, gesto que Cristina apreci贸 en silencio al no ser brusco. Retir贸 el juguete anal de ella y la penetr贸 sin percatarse de que parte del semen de Eduardo a煤n permanec铆a dentro; la posey贸 con movimientos en茅rgicos, sujet贸 sus pechos pero recibi贸 una indicaci贸n negativa por parte de Eduardo. Cristina se sinti贸 protegida de una manera extra帽a por su amo. Luis obedeci贸 y continu贸 con los embates desde atr谩s; Cristina comenz贸 a gemir mientras observaba a su amo, quien le devolv铆a la mirada imp谩vido, contemplando la escena como si fuera un cuadro. Luis jadeaba al alcanzar el cl铆max, al finalizar, dej贸 caer su cuerpo sobre el de Cristina, quien permaneci贸 en silencio escuchando su jadeante respiraci贸n hasta que se normaliz贸, sin pronunciar palabra desde la entrada del camarero y permaneciendo en silencio.
-Ret铆rate y vuelve a colocarle el juguete, v铆stete y hasta la pr贸xima. Luis obedeci贸 en silencio, agradecido por el encuentro sorpresivo. Abandon贸 la habitaci贸n, deteni茅ndose en la puerta para agradecer. Eduardo tom贸 un plato y a su esclava; Cristina se sorprendi贸 al detectar el semen de dos hombres en su recto.
-Incl铆nate como si fueras a orinar y deja que todo el semen caiga en el plato. Ella obedeci贸 y, al considerar que todo se hab铆a transferido, as铆 lo indic贸.
-Creo que est谩 completo, mi amo.
-Muy bien, ahora b茅betelo toda, puta. Cristina volc贸 el plato sobre su boca y permiti贸 que el esperma de los dos hombres descendiera en ella, a la vista de Eduardo; lo ingiri贸 y not贸 que a煤n estaba tibio, pas贸 su lengua por sus labios y esper贸 贸rdenes. Eduardo se acerc贸 y la sujet贸 por el cabello.
-驴Est谩s segura de que deseas continuar siendo mi esclava puta?
-As铆 es, mi amo, me entrego a ti para lo que desees. Eduardo le dio una bofetada y la bes贸. Ahora voy a fumar un cigarro y t煤 te masturbar谩s hasta llegar al orgasmo.
-隆Como t煤 mandes, mi se帽or! Se acomod贸 en el sof谩, lista para darse placer; recordaba lejanamente la 煤ltima vez que le orden贸 algo similar y ella se mostraba insegura, pero ahora era m谩s sumisa y estaba dispuesta a obedecer sin cuestionar, como una verdadera esclava. Por su parte, Eduardo se sent贸 en el sof谩 y encendi贸 uno de sus cigarros, observando c贸mo ella se tocaba y exploraba su intimidad con determinaci贸n; insertaba dos dedos y se satisfac铆a a s铆 misma, estimulando su cl铆toris y humedeci茅ndose, sus gemidos se tornaban m谩s intensos, ya no bajaba la mirada, sino que la dirig铆a directamente a los ojos de Eduardo. Este observaba con calma, seguro de s铆 mismo, lo cual la excitaba a煤n m谩s. Apag贸 el cigarro justo en el momento en que ella pronunci贸 esas palabras que tanto le gustaba escuchar.
-隆Estoy llegando al orgasmo, mi amo! 隆Me estoy corriendo, mi se帽or!
Eduardo la contempl贸 mientras sus contracciones se desvanec铆an; tom贸 un sorbo de su copa y mantuvo silencio, al igual que ella. Tiempo despu茅s, Eduardo indic贸 que se diera una ducha y se acostara; ella se levant贸 del sill贸n y, al pasar junto a 茅l, lo bes贸 con gratitud, quedando ambos satisfechos. Eduardo correspondi贸 al beso y permaneci贸 en el sof谩. Tras el cese del sonido del agua, Eduardo tambi茅n se duch贸 y se tendi贸 junto a Cristina, quien se acurruc贸 a su lado, cayendo dormidos casi de inmediato...
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